La República según los republicanos

En estos días, nos enteramos del concepto que el macrismo tiene de la división de poderes. Ante un allanamiento, ordenado por el juez Roberto Gallardo, para determinar responsabilidades por la muerte de un bebé en un centro de evacuados del gobierno de la ciudad, la estrategia del oficialismo cubrió dos pasos: desconocer la instancia de la audiencia convocada, a la que enviaron a un funcionario de planta de segunda línea, y recusar al juez, privándole el acceso a los expedientes que determinan el curso de la causa judicial.

“Nosotros no estamos dispuestos a que siga actuando políticamente desde un cargo de juez. La ciudad tiene derecho a que sus pleitos sean dispuestos por un juez imparcial y Gallardo no lo es. No es un ataque a la independencia del Poder Judicial”, argumentó el procurador porteño, Pablo Tonelli. Luego de presentar la querella, un funcionario de la Procuración, de apellido Radice, se comunicó al despacho de Gallardo y le advirtió a su secretaria: “Les vamos a vaciar el juzgado y los vamos a dejar sin jurisdicción”. Y así fue.

“El sistema no está constituido para recusaciones masivas ni para que vacíen un juzgado”, le planteó Gallardo a Página 12. “Lo que me preocupa más que esta cuestión procesal, que seguramente se va a resolver a mi favor, son los centenares de casos donde están en juego derechos humanos fundamentales. Todas las personas que necesitan una respuesta inmediata entraron en una dilación irreversible”, comentó. Deberán esperar, entre otros que habían presentado amparos, los habitantes del barrio Piedrabuena, los de los Piletones, los que denuncian la contaminación de plomo de la villa 20, los de las villas 21-24 y los refugiados en Parque Roca, además de vendedores ambulantes y sin techo.

Aquí aparece una característica paradójica de los gobiernos basados en la sustentación de políticas neoliberales: su oscuro costado autoritario. En el fondo, nada es más falso que esa imagen de «Estado ausente» con que se ilustra al neoliberalismo. La implementación de este tipo de políticas, por el contrario, requiere la aplicación de un principio sumamente activo de intervención estatal: aquella destinada a reproducir la desigualdad, a actuar consistentemente en su favor, en contra de los más débiles y a favor de los que más recursos tienen. La tarea de volver invisible al Estado es una deserción activa, porque el Estado está preparado, por su propia tradición, para intervenir. No intervenir es actuar, sistemáticamente, en contra de los sectores de menores recursos, es promulgar la ley del más fuerte como ley suprema de la sociedad.

El macrismo se basa en la quimera de que lo suyo no es política, es «gestión». Aséptica, sin intereses, sin ideología. Pero cuando este tipo de armatostes conceptuales, que han tenido sus publicistas, no resisten la muerte de un bebé, la «gestión» denuncia: son los otros los que hacen política, son los otros los que actúan desde una ideología, son los otros los que obstaculizan nuestra tarea.

¿Qué tarea? ¿Suspender las becas escolares? ¿Dejar a los pobres sin acceso a la vivienda? ¿privatizar la salud? Eso, ¿no es política? Claro que lo es, es la peor de ellas, la más perversa, la política que se niega a sí misma, negando a la vez el disenso, reduciendo los problemas sociales a cuestiones «técnicas», negando los derechos ciudadanos.

Y para eso, qué obstáculo mayor puede encontrar un gobierno que su propio sistema de justicia. Porque, a no olvidarlo: es la justicia la que debe garantizar la defensa de los derechos ciudadanos. No sorprende, entonces, que sea la justicia el blanco predilecto de los proyectos neoliberales. Lo fue en 1976, cuando la Junta declaró en comisión a todos los jueces. Lo fue, salvando las distancias, en los noventa, cuando el menemismo generó su propia «mayoría automática» en la Corte Suprema, una mayoría que, en ocasión del recorte salarial a los estatales, llegó a sostener que «no hay derechos adquiridos». No, no los hay, si alguien te los puede quitar, y al mismo tiempo las instituciones que deben velar por tus intereses se encuentran impedidas para actuar.

PD: escribí esto con bronca. Espero que se note. La pasión es un ingrediente activo del pensamiento, no vaya a ser que neguemos eso también.

14 comentarios en «La República según los republicanos»

  1. Muy bueno Meler. Un apunte medio chicanero:

    El macrismo parla de republicanismo pero usted sabe bien que el mismo es patrimonio exclusivo de la pequeñoburguesía lúcida y de el onanismo dela tribuna de doctrina, con su liberalismo bucólico, que ya sabemos bien que no tiene ni un sólo escrúpulo cuando se trata de Gobernar.

    El marcismo, como buen protoperonismo porteño sólo es republicano labial

  2. No tiene nada de peronismo porteño. Rodríguez Larreta es UCEDE, descendiente patricio del juez que participó en el oprobioso fallo de la Corte Suprema avalando el gobierno de facto de Uriburu. Micchetti, De Estrada, etc, son diferentes exponentes de la derecha católica conservadora, para la cual el peronismo, directamente, es feo. Federico Pinedo es otro miembro de ese patriciado que se pretende y plantea como nueva política.
    Ojo con leer de adelante para atrás: PRO es, tal vez, la mayor novedad en ochenta años de historia. Es un partido orgánico de la derecha, algo que la derecha se ha negado consistentemente a tener, prefiriendo la articulación con las corporaciones.
    Y el peronismo, en este distrito, tiene una dificultad de implantación histórica: la Capital es, o era, de los radicales (y sus descendientes: CC, ARI, RECREAR), del progresismo no peronista (PS, PI, FRAl, FP, MAS, Frente Grande, etc.). El justicialismo la ganó únicamente aliado / colgado de unos (Menem, colgado y aliado con la UCEDE en los noventa, y solo una vez, con Erman González), o de otros (Kirchner, colgado de Ibarra y potenciando el segundo espacio, también sólo una vez, en 2003).

  3. Tenemos, entonces, tres actores políticos predominantes en el escenario porteño, que se corresponden, más o menos, con opciones electorales:
    1) una derecha liberal patricia.
    2) una clase media alta liberal.
    3) una clase media – media progresista, que navega entre Proyecto Sur y Lozano, por un lado, y el kirchnerismo y el chacho – ibarrismo, por el otro.

  4. Y lo peor es que ganó una elección haciendo foco en la no-política, en que la gestión es y puede ser pura. Y la ganó en el distrito supuestamente más progresista (afirmación que, creo, ha quedado absolutamente refutada).

    Muy buen post.

  5. Pero Ezequiel, si bien es cierto lo que describís brillantemente (habría tambièn que resaltar el hecho de que muchos perucas capitalinos votaron a los radicales en el `83 y el desplazamiento que sufrieron muchos obreros de las viejas barriadas «grasas» convertidas ahora en lujosas. Hombre, que para los conurbaneros como yo, Bs As está hecha otra vez la París de Sudamérica. ¿Acaso habéis visto los precios de un 3 ambientes en Villa Ortúzar?), tampoco podemos negar que ese partido orgánico de la derecha cuenta con el apoyo de los bastiones electroales del peronismo alveraziado porteño, como Lugano y Villa Riachuelo.

    Tal vez sea circunstancial y en el 2009 voten a la CC o al Gobierno. Yo le pongo fichas al PJ con el gremialista Santamaría y a una lista progre con gente como Bonasso, etc.

    Muy buen post Ezequiel, lo mío era sólo una leve chicana.

    Saludos

  6. Ezequiel Meler: Con todo respeto opino que tu esquema de definición de la gente, me parece una clasificación muy discutible. La correlación intelectual de la gente con sus ancestores o con las agrupaciones a la que pertenecieron es en promedio bastante floja. Creo que no vale la pena perder el tiempo viendo cuanto de floja es en cada caso. El electorado de Buenos Aires, por suerte, no tiene dueño. Sólo pocos denotan pertenencias fuertes. Por eso y por la lógica de las situaciones, me parece mucho más edificante, criticar acciones y actitudes reprobables y alabar otras de buena madeja o simplemente que nos gusten y explicar el porqué. Eso independientemente de quien se trate. Cualquiera puede estar con buenas o con malas ondas de acuerdo a nuestro gusto (o el de cualquiera). Por eso mi criterio (que casi nadie parece compartir) es dedicarnos a juzgar las acciones, las leyes, las ideas, los proyectos y no tanto a las personas o los grupos. Veo tus escritos como muy valiosos, salvo este pequeño detalle. Podemos discutirlo.

  7. Muy bueno Ezequiel, la bronca se nota y concuerdo en que es bueno que así sea. A veces me produce cierta impotencia lo difícil que resulta mostrar estas cosas tan obvias a gente despolitizada, que recibe los discursos desde los medios casi sin masticarlos, sobre todo porque el tema les interesa poco. El año pasado tuve discusiones muy fuertes con amigos que en otra época ni se les hubiera ocurrido votar a Macri y que ahora consideraban que había que «darle una oportunidad para probarlo en la gestión». Me parece muy importante mostrar una por una las mentiras de esta gestión como lo hacés con este post. Los medios de comunicación es obvio que son mucho más benévolos con Macri que con el gobierno nacional, no sé en qué medida se pueda aprovechar el afán de algunos medios en mostrar malas noticias que venden más y que en ese sentido estén dispuestos a ser críticos también con Macri, pero supongo que lo ideológico va a pesar más, van a minimizar todo lo que puedan. Yo casi no leo Crítica, ni siquiera en la versión digital, ¿le pega también a Macri por lo menos?

  8. Estimado Horacio: preferiría, también, discutir el post original. La respuesta a Julián, simplificada como es, apunta a otro tema, que en todo caso podemos conversar, pero en un post que indague sobre qué y cómo vota el electorado porteño. Esto es distinto de un post que analiza qué hace Macri en términos de políticas de salud, y en términos de calidad institucional.
    Esas discusiones son sobre políticas concretas. Y a ello viene el post: no tengo interés en ponerme a demostrar exactamente quién es quién, y por ende qué intereses puede representar con mayor validez. Por lo demás, creo que las pautas de sociabilidad, los conceptos de redes sociales, clases sociales de referencia y de pertenencia, etc., son herramientas completamente válidas.

    Pero, insisto, el tema, acá, es que no hubo políticas equivocadadas, ni falta de políticas: al contrario, se implementaron aquellas medidas que apuntaban a profundizar la desigualdad, a marginar aún más a los grupos que mayor protección pública requieren, y que eso se concretó en hechos puntuales, investigados por la justicia porteña. Y, por último, que frente a estos eventos, la política del gobierno de la Ciudad es descalificar a la justicia, amedrentar a los jueces, impedir y obstruir la investigación. Y eso no sucede «independientemente de quién se trate», porque para eso están las herramientas que te permiten analizar regularidades, deconstruir discursos, en suma, atribuir ideologías, incluso cuando se niega su existencia.
    Nada más.

    Sergio: no sé, yo tampoco leo Crítica. Los editoriales del periódico los leo a veces, y normalmente apuntan los cañones al gobierno nacional.

  9. Julián, acuerdo con vos en general. En particular, te diría que precisamente los barrios donde peor anduvo PRO en 2007, según los resultados de primera y segunda vuelta, son los del Sur: Soldati, Lugano, Barracas. Ahí es donde la diferencia se achica cinco puntos respecto de la general, en vez de 60-40, tenés 55-45.

  10. Gracias por los datos Ezequiel y disculpá que te haya desviado un poco de la idea general del post. QUe comparto absolutamente, no hay estado «ausente», eso era prosa frepasista, el Estado nunca se fue, sólo privilegió, privilegia otros intereses en detrimento de los generales

  11. Todo bien. Ahora, lo notable es la altamente restringida difusión que tuvo el accionar del macrismo sobre gallardo en los grandes medios. Otro caso de doble estándard. Me pregunto, y me imagino la respuesta, qué hubiese pasado si CFK recusaba 300 veces al primer juez que le fallaba en contra.

  12. Hola Ezequiel:
    Buena respuesta. Como vos, soy casi un fanático de repetar las instituciones de la República. También lo soy de criticar las acciones de las personas y no tanto a las personas. Otra que cae bien es escuchar ambas campanas, como deben hacer quienes juzgan (los jueces). Por eso he pedido por mail, aclaraciones al jefe de gobierno, pero no tuve repuesta. Creo que si nos mantenemos criticando medidas de gobierno, como buenas o malas independientemente de la persona, ESTAMOS CONSTRUYENDO CIUDADANÍA).

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