26-2-2012

Cuando cincuenta y un ciudadanxs mueren por falencias evitables en la gestión del estado, otros debates de política pueden, quizás deben, suspenderse por un rato. Todos los principales diarios de Buenos Aires dedican hoy sus tapas y varios artículos a la tragedia del miércoles pasado en la estación Once. Veamos que dicen, y veamos también algo de lo que se dijo en los blogs.

¿Quiénes son las víctimas fatales? Acá y acá cuentan un poco: 28 mujeres, 23 hombres, nueve compatriotas de países hermanos, una pareja, una abogada embarazada, un albañil que esperaba llegar a su nuevo trabajo, una trabajadora que había salido antes (para llegar temprano).

¿Que sentimos? Necesidad de comunicarnos. Y eso se ve bien en los blogs, esas guerrilleras bitácoras del paso a paso. Por ejemplo: una carta a la Presidenta, sin intermediarios; propuestas concretas escritas desde el dolor; un palo preciso a la empresa concesionaria; avisos de que los avisos de que algo así se cocinaba vienen de hace rato; parcos reclamos de que hay que poner la cara. Hay también quien sintió, como un poco nos sentimos todxs, que frente a lo que pasó da ganas de no usar más ni las palabras. Y también quienes reclamaron describiendo, con elegante tranquilidad, el lugar que estos viejos trenes suburbanos tienen en las vidas de varios millones de habitantes de Buenos Aires.

Y sobre qué sentimos, también leímos: “estaba emergiendo un nombre, Lucas, el chico del call center, que entraba a trabajar temprano”.

¿Qué causó el accidente? “En cada estación le avisaba por la radio al controlador de tráfico que tenía problemas en los frenos. Del otro lado me respondían: seguí, seguí, seguí”. “Los frenos fueron accionados, pero el maquinista dijo que no funcionaron (…) al excarcelarlo, incluso en contra del pedido del fiscal, el juez parece ir por el grupo empresario”. También: “El contexto será siempre el mismo: un camino empedrado de advertencias desoídas, minimizadas o desatendidas. (…) El nuevo informe de la Auditoría General de la Nación (…) revela que la concesionaria TBA, del Grupo Cirigliano, desarrolló una política “metódica y sistemática” de “desinversión y falta de mantenimiento” que puso en riesgo “la seguridad operativa del servicio””.

¿Puede fallar un sistema de frenos? (…) no, no puede fallar (…) ¿Pueden haber mandado al servicio formaciones que no estaban en condiciones? La investigación judicial es ahora la encargada de responder la pregunta». Y también: “Los trabajadores de la línea Sarmiento, de TBA, que se negaban a operar formaciones en mal estado, eran sancionados (…) Tal es la presión denunciada por los delegados«. Por su parte, “la empresa concesionaria del ex ferrocarril Sarmiento afirmó que el conductor del tren N° 3772 nunca reportó haber tenido problemas en los frenos”.

¿Sobre la tragedia, qué hacer? Leemos: “La querella (iniciada por el estado) es un paso en falso (…) el estado no es una ONG (…) El juez debería desestimar el planteo (…) las carencias de TBA, que para muchos son flagrantes, pueden implicar responsabilidades de funcionarios”. Uno de los más destacados líderes del oficialismo dice: “estamos convencidos de que será la Presidenta (…) la que impulsará todas las acciones necesarias para que el estado argentino aprenda de las experiencias dolorosas y vuelva a sembrar vida donde hoy sólo hay muerte y consternación”. Y también: “el anuncio sobre el futuro de TBA en la explotación de los trenes metropolitanos se conocerá en pocos días (…) todo indica que la empresa dejará de operar el servicio (…) Los cambios incluirían, en una segunda etapa, la creación de un Ministerio de Transporte”.

Para lxs que no están al tanto, ¿cómo es el sistema de trenes metropolitanos de Buenos Aires?  Algunas pinceladas: primero, así se viaja; Segundo: “en 1995 el estado transfirió a TBA la operación del Sarmiento; habían (…) 25 formaciones. Hoy, el número de formaciones es el mismo”. Y son los mismos coches, fabricados a fines de lo ’50 y principios de los ’60, algunos remodelados. Y el sistema de señalización es todavía el que pusieron los ingleses, en los años 30; Tercero: “el desmantelamiento de la red ferroviaria comenzó con el gobierno de Frondizi (…) se profundizó con la privatización menemista (…) que produjo la desarticulación de la industria ferroviaria. Los gobiernos kirchneristas, pese a los crecientes subsidios e inversiones, no modificaron sustancialmente la situación”; Cuarto: hay una ley buena, la 26.352 de 2008, pero: “la pregunta es: ¿qué pasa con una ley que transmite una filosofía de estado presente cuando, cuatro años después, la práctica parece no haberse enterado de esa ley?”; Quinto: la privatización expulsó a mucho personal calificado; Sexto: hace sólo unos meses, todavía se le daban concesiones a TBA.

¿Qué soluciones estructurales hay? Leemos, en un artículo que vale la pena leer completo: “el estado debería recuperar el manejo de los trenes, darles participación a los trabajadores en esa gestión y enmarcar este nuevo escenario en un plan de desarrollo integral, que no esté desvinculado de las distintas actividades de la economía (…) en el país podrían fabricarse locomotoras (…) en el Presupuesto 2012 hay un acuerdo entre la Argentina y China para comprar equipamiento ferroviario por 10.000 millones de dólares. Con la mitad de eso se pueden destinar los recursos localmente para comenzar un proceso de fabricación local, reactivando todas las industrias metalmecánicas del país”.

¿Qué se lee también en la prensa? Cómo siempre que hay una desgracia evitable, están quienes aprovechan para hacer leña, dando rienda suelta a una bronca tan inexplicable como desaforada como improductiva como anacrónica. Respiramos hondo y despacio y leemos: 1) “La tragedia en Once: donde mueren los relatos”; con copete “La impotencia del  discurso K ante la realidad y el fetichismo verbal de un gobierno que gasta más en narrar que en solucionar”; 2) “nunca como ahora la tragedia en Once pareció dejar al descubierto los pies de barro que sostienen al modelo kirchnerista”; 3) “como en tantas otras cosas, el kirchnerismo procedió desde el oportunismo (tarifas bajas) y desde la irresponsabilidad”; 4) en nota sin firmar: “El relato oficial: un esquema en el que la culpa siempre la tiene el otro”; 5) “nada pudo impedir que el viernes, tras el hallazgo del cuerpo de Lucas (…) que la furia se desatara y comenzara a sonar el estribillo que desde el 2001 puebla las pesadillas de presidentes y presidenciables: “que se vayan todos””; 6) “a los funcionarios les importa tan poco como a los empresarios la inversión en el mantenimiento. Cualquier inversión resultaría, al fin y al cabo, una merma del dinero ilegal que va a parar a cuentas privadas de unos y otros. (…) A la Presidenta se la acata. Somos diez ministros corriendo detrás de un loco; y 7) título: “Once: cuando la torpeza compite con la maldad”, y dice: “Es difícil que, pese a su empeño, Cristina imponga su objetivo en última instancia utópico de la manipulación total de nuestra sociedad. Si advierte a tiempo esta esencial limitación, su mirada quizá descienda sobre la otra alternativa que se le ofrece.

Pero bueno, nadie dijo que es fácil la política. Los peores momentos suelen tener este efecto: traslucen las individualidades y así -aunque sea un poquito- el funcionamiento de ese misterio que es el inconsciente colectivo.

Permítase una reflexión personal para cerrar. Como quedó demostrado, los avisos de que un accidente de esta magnitud era probable fueron muchos. No hay esta vez nada de humo -invenciones o distracciones de los medios de la derecha- sino un trágico resultante de la desatención del transporte urbano del AMBA. El tan triste momento puede, de todos modos, servir para tratar  de superarnos. La administración de la presidenta y compañera Cristina perdió –perdimos- un partido importante con la tragedia de Once. Y las reacciones post miércoles no han estado por ahora a la altura de lo que esperamos.

Tal vez es una cuestión de diferencia generacional: hace casi sesenta años aviones de la Armada mataban a cientos de ciudadanxs en la Plaza de Mayo y sin embargo -y de alguna manera que hoy luce imposible- la sociedad argentina parecía no conmoverse mayoritariamente. Ni falta hace hablar, claro, de los años setenta. En 2012, en cambio, lxs argentinxs parecen ya no aceptar que se olvide fácilmente a los 51 laburantes que, como en cualquier día laboral, llegaban hacinados al corazón de Buenos Aires. Esta falla de gobierno no invalida un ápice lo mucho avanzado desde 2003. Pero hay que responder al error, asumir consecuencias y arreglar el problema de fondo.

 

 

 

 

 

Acerca de Napule

es Antonio Cicioni, politólogo y agnotólogo, hincha de Platense y adicto en recuperación a la pizza porteña.

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5 comentarios en «26-2-2012»

  1. «En 2012, en cambio, lxs argentinxs parecen ya no aceptar que se olvide fácilmente a los 51 laburantes que, como en cualquier día laboral, llegaban hacinados al corazón de Buenos Aires.»
    Muy cierto, especialmente en el caso del vicepresidente, nuestro futuro procer nacanpop, cuya sensibilidad, congoja y consternacion frente a la tragedia no pueden ser mas evidentes.
    http://www.perfil.com/fotogaleria/?filename=contenidos/2012/02/26/noticia_0029.html

      1. menemacho: Al igual que vos, yo leo Tiempo Argentino, P12, y todos esos diarios que dicen la verdad-posta, pero que editan pocos ejemplares, «pour la minorie», como el pan dulce Musel. Desgraciadamente, y por razones que ignoro, no cubren la importantisima actividad social del vice, ni tampoco le sacan fotos en esos alegres momentos «kodak» que pueblan la vida del procer de Puerto Madero. Un bajon.

  2. menos mal que pusieron x a ciudadanos eh, sino era un caso gravisimo de discriminación.

    Lubertino le hizo daño a este pais

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