Clientelismo y partidos políticos

Artículo publicado en El Estadista.

El abuso del clientelismo como variable explicativa del devenir político conlleva sus riesgos.

Pocas ideas tienen una vida más tenaz y resiliente en la historia del análisis político de nuestro país que el clientelismo. Sobre todo, el clientelismo se ha transformado en una variable todo terreno para explicar todo lo que está mal en nuestro sistema político. Sin embargo, la débil evidencia acerca de su existencia o sus efectos obliga a pensarlo desde otro lugar, no tanto como una variable sino como una metáfora o dispositivo generador de sentidos políticos.

El renacer del uso del clientelismo es una operación conceptual que tiene su sutileza. Hasta hace unos años, no se hablaba tanto del mismo, ya que los problemas de la Argentina en particular y Latinoamérica en general eran mucho más claros y evidentes: golpes de Estado, dictaduas e inestabilidad democrática. Sin embargo, en estos momentos los sistemas políticos de la mayoría de las democracias de la región se encuentran razonablemente consolidados.

En nuestro país, las elecciones son limpias, rigen las libertades civiles y políticas, se han producido alternancias en el poder a nivel provincial y nacional y el Congreso funciona de manera aceptable. Pero por alguna razón existe una tentación teórica de reducir los problemas que aún existen a un solo concepto o variable explicativa. Entonces, reaparece el clientelismo (que suele describirse como la relación personalizada asimétrica entre patrón y cliente, en el cual el último entrega su voto a cambio de ciertos bienes o favores) como aquella patología que permitiría explicar casi todos los males. El clientelismo se transforma así en una megavariable explicativa: no sólo se utiliza para explicar fenómenos como la debilidad institucional o la ascendencia de partidos populistas, sino que es usado para explicar fallas económicas, en especial la pobreza y la desigualdad.

Por dar solo un ejemplo, el Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD del 2010 sostiene que en toda Latinoamérica las relaciones clientelares son al mismo tiempo consecuencia y causa de la pobreza y la desigualdad; consecuencia, porque los estados de privación hacen posible que un bien material modesto compre un voto; causa, porque las élites políticas no tienen motivos para luchar contra la pobreza, que les asegura una clientela disponible que no amenaza su preeminecia.

Este uso del concepto no es nuevo. Ya Sarmiento acusaba a Facundo Quiroga de reclutar a sus seguidores entre aquellos que necesitaban del botín para vivir, y los críticos de Rosas acusaban a su esposa, Encarnación Ezcurra, de mobilizar a los pobres y afrodescendientes con repartos de bienes. En la Argentina ya constitucional de fines del Siglo XIX, el partido radical acusaba (entre otras cosas) de clientelares a las fuerzas conservadoras.

Sin embargo, una vez que el radicalismo ascendió al gobierno, fue asimismo acusado de clientelista por las demás fuerzas, que explicaban su ascendencia por el (supuesto) patronazgo y clientelismo yrigoyenista. Por supuesto, esto no obstará que los propios radicales acusen al peronismo de clientelar luego del ascenso de Perón al poder, y así sucesivamente, hasta el día de hoy. Es decir, el clientelismo es una idea-fuerza que es esgrimida contra los gobierrnos de turno por las fuerzas opositoras, quienes serán a su vez acusadas de lo mismo si llegan al poder. Menos que una acusación cierta es una forma de deslegitimar el mandato de las urnas.

Lo más interesante del análisis, sin embargo, es que la ubicuidad del uso del concepto se sigue produciendo a pesar de una dificultad cierta para determinar y cuantificar su existencia y sus efectos. Dado el casi total acuerdo de que el clientelismo es uno de los principales problemas de nuestro país, debería haber pilas de datos incontrastables que den cuenta de su existencia. Y, sin embargo, la evidencia es fragementaria. Los intentos de cuantificar la prevalencia del clientelismo y sus efectos electorales ofrencen resultados ambiguos. Intentos de cuantificar el problema, como una ponencia de Marcelo Nazareno y Valeria Brusco en el V Congreso Nacional de Ciencia Política, concluyen que “hay una curiosa desconexión entre la intensidad de las descripciones de la movilización clientelista por parte de los partidos, y la relativa impotencia de esos esfuerzos para lograr afectar las elecciones de los votantes”.

Aun en el campo de la etnografía política encontramos que las conclusiones no son claras. En especial, no termina de quedar claro en estas descripciones si el clientelismo es un fenómeno coetáneo con la política en general, un fenómeno de clase (o sea, si sería “la política de los pobres” al decir de Javier Auyero, pionero en la etnografía del clienelismo) o un problema específico del peronismo. La misma autoevidencia del fenómeno oscurece su tratamiento: ya que “todos saben” que hay clientelismo, “todos saben” que los pobres son clientelizados, y “todos saben” que el peronismo hace política entre los pobres.

Estas tres dimensiones (general, de clase y partidaria) se mezclan de manera poco reflexiva en los análisis. Hay aquí dos riesgos: el primero es que, bajo la rúbrica de la preocupación académica y republicana con el clientelismo, se trafique un discurso académico que legitime la estigmatización de acción política por parte de las clases populares e ignore el carácter racional y estratégico de su movilización, ignorando hallazgos como los de Brusco y Nazareno, quienes encuentran que “antes de ser determinadas por prácticas clientelares, las elecciones electorales de los pobres (son) más volátiles que aquellas de las clases más pudientes, e igualmente sensitivas a la habilidad de los partidos electos para producir bienes públicos o colectivos en sus comunidades”. El segundo es que el discurso académico termine legitimando una cierta “excepcionalidad política” del peronismo, en detrimento de las capacidades organizativas de otros partidos. Al naturalizar y despolitizar el ascendiente peronista sobre los sectores populares, se niega el carácter político que la presencia peronista tienen en los mismos; una presencia que, la mayoría de las veces, no es compartida por los otros partidos, que muchas veces ni siquiera intentan entrar al juego
de “la política de los pobres”.

Aun Susan Stokes, una de las mayores defensoras de la tesis del clientelismo, admite en su artículo “Perverse Accountability: A Formal Model of Machine Politics” que el peronismo no es “sólo” clientelar, sino que suma a los intercambios personales una fuerte acción de proselitismo político, entroncada con su implantación territorial. El impulso, entonces, de las demás fuerzas políticas debería ser, antes que lanzarse a denunciar la “baja calidad” de los votos populares, sumergirse a hacer política en aquellos territorios que son abandonados sin una buena razón.

En definitiva: resultaría negativo que detrás del uso del concepto (por otra parte, vagamente definido) de clientelismo se esconda una deslegitimación de la política en general, y, sobre todo, se trafique una deslegitimación de la política de las clases populares. En todo caso, el efecto medible de las prácticas clientelares va de nulo a escaso; frente a esto, existen todas las oportunidades para ir a disputar políticamente las lealtades de los sectores populares en su propio terreno; de no hacerlo, no valdrá ya como excusa quejarse de que las uvas, otra vez, estaban verdes.

Acerca de Maria

Politóloga. Me interesa la teoría de la democracia y el estudio del populismo.

Ver todas las entradas de Maria →

94 comentarios en «Clientelismo y partidos políticos»

  1. ¿Débil experiencia?

    Claro, nadie lleva a la gente con grilletes en los tobillos para ir a votar.
    La relación patrón – cliente se da pero no mantiene esa «pureza conceptual» a la hora de bajar a los hechos concretos. Los propios punteros saltan de partidos así como un almacenero deja de vender sola Simes para ofrecer la Ivess.
    Eludir el problema desde un punto de vista retórico hace que la realidad desborde por todos lados a los conceptos.
    Nadie estigmatiza nada, acá no entra la lógica de la persecuta. Es un problema que hay que resolver.

    1. ¿Qué problema, exactamente? Nadie puede decir bien cuál es la escala del clientelismo, cuál es su efecto electoral, más allá de que «todos saben». Me parece que primero habría que avanzar en la conceptualización y la cuantificación antes de intentar resolverlo.

  2. esta muy bueno el analisis.El fenomeno del clientelismo tambien tiene que ver con la dependencia que siempre existe en una estratificacion social inevitable,y sobre todo cuando es economica,y mas aun en nuetros paises «emergentes»pero aun no suficientemente industrializados.Po driamos decir que es una especie de»caridad»politica,solo neutralizable con el logro de una mayor igualdad.

  3. Dado que los gobiernos en general carecen de visión de estadistas como para generar proyectos de valor agregado ya sea como estado empresario, o en conjunto con el sector privado, el modo habitual de sostener a los más desprotegidos es mediante subsidios, empleo público, dádivas, asignaciones, o como se lo quiera llamar.

    Si eso además produce rédito político, ¡bingo! doble negocio: para el «beneficiario» y para el político, que si es el que está en el poder, seguirá estándolo mientras no exista una grave crisis económico – institucional.

    Ocurre a nivel nacional y provincial: los caudillos «buenos» son reelegidos sistemáticamente. La mayoría de los votantes es pobre, por lo tanto, hay un ámbito propicio para el clientelismo.

    Obvio que todo esto no traerá inclusión verdadera en el aparato productivo, ni en la mayoría de los casos vendrá asociada siquiera a una labor útil, pero funcionará en tanto haya sectores que generen suficiente riqueza para alimentar una buena recaudación impositiva que lo financie.

    No diría que se busca que haya muchos pobres para alimentar el clientelismo. Es una consecuencia natural de la falta de proyectos, que en general requiere de mucho mayor esfuerzo intelectual y político. Ni siquiera diría que es fruto de la corrupción, sino más bien de la incapacidad para el cambio.

    Por eso el clientelismo es la receta de los países más pobres.

    1. David: si tu comentario, que repite uno por uno los lugares comunes que me interesa desarmar y revisar, sin dar un solo dato duro, es irónico, es genial. Si no, no entiendo mucho el aporte.

      1. María:

        Lamentablemente no es una ironía (lo hubiese preferido para recibir nada menos que de vos el calificativo de «genial»).

        Sobre mis «lugares comunes», seguramente no tendrás inconveniente en desarmarlos.

        Sobre datos duros, me remito a las cifras oficiales de subsidios, beneficiarios y sus labores, a los datos de PBI de las diferentes naciones, a los resultados electorales de Nación y provincias. Todo figura en la WEB.

        Lo demás es opinable, bienvenido el debate.

        Si mi aporte no se entiende, quise manifestar que el clientelismo no es el único (ni mucho menos el mejor) modo de paliar la miseria, sino el más fácil, el menos creativo, el de menor horizonte, y el que más degrada al individuo.

      2. ¿así que «remitir» a todos los números de la economía nacional explica el «clientelismo»?

        metodología 0. vuelva en marzo.

      3. Efectivamente, lo subsidios a las grandes empresas son una forma (perversa) de clientelismo, aunque ese nombre se utilice habitualmente para los pobres.

        Aluar, Aerolíneas, Ferrocarriles, Medios, Automotrices, Electricidad…

        Es osado, sí.

  4. Muy interesante su análisis, Maria. Tal vez valga la pena señalar que la denuncia del clientelismo por parte de conservadores y radicales que practicaban el fraude sin que se les moviera un pelo tiende a deslegitimar sus acusaciones.

    El peronismo ha hecho y hace mucho por terminar con estas prácticas, reemplazándolas con verdaderas políticas de estado orientadas a mejorar la situación de los sectores mas desprotegidos de la sociedad, pero ante esto pasan a acusarlo de demagogia.

  5. «Los gobiernos en general carecen de visión de estadistas» ¿No tiene más chico, David? De esa frase como punto de partida puede salir cualquier cosa menos un análisis inteligente. Usted leyó que Borges dijo «alguna vez mereceremos que no haya gobiernos». Pero, humildemente, le recomendaría que lea El Aleph o La muerte y la brújula y no se enganche demasiado con las boutades anarco-liberales del prócer.

    1. Muy bueno lo tuyo, anacrónico.

      Debo confesar que a veces me salen frases grandilocuentes y definitorias. Lo cual no significa inteligencia, tenés razón. Pero al menos invitan al debate vía provocación.

      Claramente soy un anarquista y liberal como Borges (después de haberlo leído). Yo también lo considero un procer.

      1. No sé cómo te llaman.

        Desde ya que mis próceres no son ni politicos ni militares. Son otra cosa, como resulta evidente.

        Saludos

  6. El problema surge cuando se embandera de manera absoluta la conquista social o la asistencia. Cuando se le da la noción al asistido de que si cae una bandera cae su ayuda, se cae indefectiblemente en la práctica clientelar. Aquí tiene mucho que ver la debilidad institucional: si las instituciones fueran lo suficientemente sólidas y conformaran un estado saludable y transparente, ciertos derechos y asignaciones no entrarían en el marco de discusión, dado que estarían presentes independientemente del cuadro político de turno (al menos las asignaciones vitales, las centrales; por supuesto que van a existir siempre subsidios cuestionables porque los mapas económicos y sociales cambian con el tiempo).

    Pero bueno, estoy pidiendo demasiado, no?

    1. joyce,

      el tema es que hay partidos en la argentina que atentan contra las conquistas sociales.

      sin más, del sel, está en contra de las asignaciones porque «las pibitas ignorantes de 12 años se hacen coger para tener plata a los tres meses».

      entonces no es que el gobierno intimida a la población diciendo que si no me votan se cae en el peligro de perder las conquistas. los que intimidan son los opositores, que efectivamente tienen discursos que van en esa dirección.

      igualmente, esa practica discursiva en relación con conquistas y banderas no cuadra dentro del concepto de «clientelismo». eso mismo podría decir macri: «si gana X, hay un enorme riesgo de que saquen las bicisendas».
      levantar una bandera, no es clientelismo.

      saludos

      1. Justamente, la falta de visión de estadistas de nuestros políticos, hace que el «genio» que llega, ponga (o saque) beneficios que solo dependen de su magnanimidad, y no de políticas de estado integradoras al sistema productivo.

        Y uno de los efectos no deseados de los subsidios sin contraprestación es el tema de las «pibitas». ¿O ahora les vamos a pedir que no tengan sexo?

        Ah, por favor, no me saquen las bicisendas.

  7. Maria, seria interesante hacer el ejercicio de reemplazar en este post (en el cual nadie puede estar en desacuerdo, creo) el concepto de «clientelismo» por «influencia politica de los grandes medios de comunicacion en la sociedad».
    Digo, como para usar la misma exigencia y rigurosidad para otras teorias mas simpaticas para cierta posicion politica, en donde se suele escribir mucho y decir poco.

    1. Me parece bien, aunque la influencia política de los medios no es mi tema y no suelo escribir sobre eso, me gustaría pensar que intentaría hacerlo con la mayor rigurosidad posible.

  8. Nada, no sirve para nada ese concepto. Si lo que nos interesa observar, e incluso cuantificar, es el intercambio de bienes materiales y simbólicos por apoyo político no estamos hablando de nada que sea específico de los sectores populares, sino de la política en si misma. De la política, claro, entendida desde un enfoque excesivamente reduccionista, porque ella nunca es exclusivamente instrumental.

    Y si lo que se quiere plantear es la existencia de alguna diferencia estructural entre un referente barrial que cambia bienes por apoyo con un titular de cátedra que cambia adscripciones con apoyo, con un gerentes de…(sigue) que se tomen alguna vez en su vida el laburo de establecerla o asuman de una buena vez que hablan de la misma cosa.

    Es así María, la persistencia del uso y abuso del clitelismo/patronazgo como concepto explicativo, aún en sus variantes más razonables (como la de Auyero) solo se explica desde un sesgo ideológico que establece un corte medio que hasta ontólogico entre el pobrerío y la gente como uno. No hay nada, ni conceptual ni empírico, que justifique la construcción de una categoría específica, para el intercambio de bienes materiales y simbólicos entre actores con asimetría de poder, acotada a los sectores populares.

    1. guido,

      exacto!

      gol!

      esto ya lo dijomos en otras oportunidades.

      un gran empresario que supongamos vota a X porque promete bajas impositivas, subsidios, créditos, etc. ¿no es clientezado?

      hay un claro sesgo ideológico. si es por una pila de guita, está bien. es el capitalismo, así funciona el mundo, los empresarios tienen derecho de ganar plata…. ahora si alguien recibe una máquina de coser de un candidato peronista: pobre gente ignorante, es manipulada por los corruptos de siempre, así estamos, se necesita voto calificado…

      se buscan recalcitrantes que refuten esto.

    2. El problema del «Clientelismo» es un problema Temporal, Como buen funcionario podes dale a la gente un tren digno con todo el trabajo y el tiempo que eso necesita o podes regalarles artículos electrónicos como un televisor, podes abrir una fabrica o podes dar sueldo al desempleado por 4 u 8 años, entonces ahí se nota en Concreto y no In Abstracto lo que es el clientelismo.

      y digo lo de temporal, por que el tiempo siempre demuestra que es lo que queda después de la fiesta dadivosa de los gobiernos Clientelistas.

      Ademas… el pueblo da facultades y poder a sus funcionarios para que gobiernen en favor del presente pero también del futuro. es una obligación ética del funcionario obrar para las generaciones venideras, esa es la gracia fundamental, si no estamos hablando se simples estafadores.

  9. Las estructuras políticas de los conservadores movilizaban el voto por medio de relaciones clientelares. No hay que confundir a ese sufragio con el fraude de los años treinta, aunque por cierto tiene algún vínculo. El radicalismo también tenía sus redes clientelares, pero ya con el sufragio universal (masculino) también tenía la capacidad para movilizar masas electorales.

    El clientelismo de los años ochenta y noventa (a mi modesto entender) está bien explicado por Steven Levitsky (del partido sindical al partido clientelista). A ver si aflojan con la persecuta de que los peronistas son siempre criticados, que siempre son las víctimas de las calumnias. Es cierto que genios como el pelotudo de Abraham se fijan solamente en redes clientelares ajenas y no en las propias (como las de Rosario gobernada por el PS), pero esta manía de hacerse las víctimas rebaja el debate tanto como lo hace Abraham.

    1. Emilio: la insistencia en el clientelismo peronista no es mía. De todo los que he leído del tema (que es bastante) no he encontrado ni un estudio que analice el clientelismo en relación con otra fuerza política. Si los tenés me interesaría mucho leerlos.

      1. María, hay artículos de Axel Lazzari sobre clientelismo radical a partir de trabajos de campo en Entre Ríos en los cuadernos de Antropología Social de la FFyL (de los 90, no me acuerdo el año, pero están en Scielo) y me suena haber leído sobre el MPN y el chaco radicheta también. También, he escuchado, más que leído, análisis en término de clientelismo de movimientos sociales en congresos, jornadas, etc.

  10. qué texto, maría!!!!!!

    fantástico.

    tengo ganas de apuntar un par de cosas más pero estoy sin tiempo.
    pero no quería dejar de decirte que tengo las palmas rojas de aplaudir.

    saludos

  11. En todo subsidio se genera una no-linealidad en los salarios ya que nadie trabaja por menos de lo que vale un subsidio y tal vez hay puestos de trabajo que son entonces imposibles de crear (los de mas baja calificacion por supuesto), por lo que son explotados (trabajar mas) los trabajadores ya existentes.

    La AUH no tiene este problema porque es una extension de las asignaciones familiares y porque no importa si el receptor trabaja o no.

    Ahora faltan sacar todos los demas subsidios y hacer una gran bolsa con esa plata, bajar el IVA a las transacciones electronicas y subir la AUH con lo que quede.

    1. «En todo subsidio se genera una no-linealidad en los salarios ya que nadie trabaja por menos de lo que vale un subsidio y tal vez hay puestos de trabajo que son entonces imposibles de crear (los de mas baja calificacion por supuesto)»

      Éso es lo maravilloso. Le pone un piso a la explotación. Por supuesto, que es posible crear esos puestos de trabajo. Sólo que ya no más por una banana con dulce de leche.

      ¡Si vieras lo «contentos» que están los viñateros con la AUH! Ahora si quieren que le levanten la cosecha, tienen que pagar (bien) ¡Hoyyyyorrrrr…!

      1. ¿Qué loco, no? Es lo lindo de discutir, cuando salta a la vista que las cosas no son objetivas, que depende ya no del clásico «cristal con que se mira» sino de la (una vez más sea dicho, y van…) posición de clase de cada uno. Eso, muchachos, no tiene remedio, felizmente.

      2. sabés, real, que hace poco tuve una conversación con un amigo garca de mi viejo, que repetía esta conversación exactamente:

        se quejaba de cómo le subieron los costos de producción porque la gente no quiere laburar por menos que la asignación.

        qué estado hijodeputa, se quejaba. ahora tiene que pagar.

  12. Dice Joyce: «Cuando se le da la noción al asistido de que si cae una bandera cae su ayuda, se cae indefectiblemente en la práctica clientelar». Pero no se trata de una «noción que se da» sino que la correlación entre identidades políticas y titularidades de derecho es un producto de la historia social y política. En principio esa identificación no tiene nada de «clientelista» y aún cuando hubiera «intercambios particularistas» estos nunca se limitan a una escena mercantil. Siempre hay pertenencias y diferencias que se ponen en juego. Por eso, creo yo, tiene razón María cuando habla de la carencia de toda aproximación rigurosa al «problema». No se puede mensurar porque el concepto es poco claro. Y acaso inútil.

  13. María:
    Escribes:
    «En todo caso, el efecto medible de las prácticas clientelares va de nulo a escaso; frente a esto, existen todas las oportunidades para ir a disputar políticamente las lealtades de los sectores populares en su propio terreno; de no hacerlo, no valdrá ya como excusa quejarse de que las uvas, otra vez, estaban verdes.»
    Crees que el gobierno y la oposición están en igualdad de condiciones para «disputar lealtades».

      1. En tema de utilización de la estructura del Estado, me parece que no están en pie de igualdad. No olvidemos que en el 2009 hubo una elección legislativa, que no cambió el poder administrador de lo público por excelencia: presidente, gobernador, intendentes.-

  14. ¿El clientelismo es una coartada que encubre el voto calificado?, ¿o es un justificación para encubrir la propia impericia política?
    Se que es muy dura la pregunta, porque no solo le cabe a la derecha.
    No podemos olvidarnos de Fito, o el Síndrome de Estocolmo de Binner en el 2009.
    Aunque pudo citar a Denis Merklen; de Pobres Ciudadanos a Quartiers populaires, quartiers politiques; para justificar que el voto no solo es un Capital Simbólico, sino también un arma que se usa, castigando, para transformar la realidad.
    Solo hay que recordar 1997, 1999 y 2009; donde los clientelizados sancionaron a los clientelizadores.
    Comprobación empírica, confirmada por el trabajo de campo de la Di Tella y Vanderbilt, ver nota de Pablo Mendelevich.
    “Clientelismo
    El 18% de los argentinos afirma haber recibido alguna vez una oferta por su voto.
    La cifra duplica prácticamente el promedio latinoamericano.
    De todos modos, podría decirse que el clientelismo no paga bien: el 43,9% de los encuestados afirma no sentirse ni más ni menos inclinado a votar por el candidato del benefactor, en tanto que el 45,3% dice sentirse menos inclinado a hacerlo”.
    http://www.utdt.edu/ver_nota_prensa.php?id_nota_prensa=4445&id_item_menu=6&utm_source=ag-ditelliana&utm_medium=email&utm_campaign=Agenda%20Ditelliana%202011-03-28
    Hay un tema fundamental que es eludido sistemáticamente, y va mas allá de las limitaciones objetivas (presupuestarias), y subjetivas (sentido común ideologizado) del estado como Institución.
    El problema de la ausencia de partidos políticos de masas, con implantación permanente y concreta en la Sociedad Civil.
    Sean sindicatos, sociedades de fomento, bibliotecas, comedores, centros de jubilados, cooperativas escolares, centros comunitarios de villas o asentamientos, etc.
    Desde 1987, con la derrota en la PBA de Alfonsín, nuestro sistema político tiende a ser una extraña mezcla de Notables del siglo XIX con Mediáticos del siglo XXI.
    En ese sentido, no hay diferencias entre el Frepaso de Álvarez, la Ucede de Alsogaray, el partido de Cavallo, el ARI/CC de Carrio, el PRO de Macri, Proyecto Sur, el EDE de Sabbatella, el partido de Juez o Unión de de Narváez.
    TODOS ellos giran alrededor de una Figura mediática, con una corte de Notables que actúa como si fuera el Colegio de Cardenales.
    Solo se movilizan 3 o 4 meses antes de las elecciones, y privilegian las mesas con helechos de fondo de los canales de cable, antes que el mano a mano de los barrios y la OLP.
    Si la figura principal agota la atracción mediática, los partidos colapsan al 2 o 3%, y se convierten en sellos de goma de los Notables.
    ¿Cuánto porcentaje de votos tienen hoy, por si solos, el PI, el Frente Grande, la UCE, Acción por la Republica, el ARI/CC, Recrear, Autodeterminación y Libertad, etc.?
    ¿Los Rodríguez Saa son más resilentes que los Republicanos de izquierda y derecha?
    Porque mas allá del Peronismo “oficial”, que es el ¿80%?, ¿90%?, del FpV; es el único que mantiene constante su promedio del 7% al 10%; muy implantado en Cuyo y la Pampa Gringa cordobesa y santafesina.
    En el desierto suburbano, más allá de los microcentros urbanos donde están los despachos, solo quedan en pie la UB; que son las propias casas de los Punteros/Militantes.
    El mismo Steven Levitsky, en su trabajo ANTERIOR al 2001, plantea que los sueldos y los contratos solo alcanzan a una muy pequeña minoría; ¿10%?, de los miembros de las UB y las Agrupaciones.
    Y agrego por conocimiento personal; la mayoría de esos sueldo tienen una quita importante que van al fondo común, para cubrir sueldos y gastos del resto de los compañeros.
    Después del 2001, se generaron centenares de Organizaciones Sociales de todo tipo; que compiten con las UB y las Agrupaciones por los fondos y recursos en general.
    Algunas rechazan el alineamiento político en general; otras como las de D’Elia y Toty Flores, a pesar de ser indiscutidos lideres sociales en territorios fuertemente peronizados como La Matanza; tienen resultados electorales PROPIOS mediocres.
    Hay una similitud con el Gremialismo Clasista de los 60 y 70; donde quienes están encuadrados en esas corrientes terminaban votando masivamente al peronismo.
    En fin María, mis disculpas si esto desvía el hilo del debate; pero creo firmemente que el argumento del “Clientelismo” encubren las preguntas del principio.
    El Elitismo reaccionario social, y la implosión del sistema de partidos.
    Un abrazo

  15. Deberíamos dejar de decir «estadista», al menos por dos años, salvo para referirnos a la revista, claro.
    Hablando en serio: María me parece un excelente texto. El clientelismo sin duda existe y sin duda incentiva ciertos comportamientos electorales, pero no puede ser ni la única variable explicativa ni tener la relevancia que se le asigna.
    Por eso me parece que lo que se da a entender sobre la deslegitimación de la democracia es el punto.
    La pregunta es hasta que punto se trata de un discurso de campaña («no vote a CFK porque es clientelista») y hasta que punto es algo más profundo.
    Si es un discurso de campaña no es grave y es solo una apelación a «las formas». Está claro que la universalización debería reducir el clientelismo, ¿pero que hay de la obtención de votos por haber instituido lo universal y la amenaza de que el adversario lo anule?
    Si es algo más profundo (que, al menos parcialmente creo que lo es) y los resultados de las elecciones del domingo son los que uno espera… se empieza a generar una cosa bastante loca en la cual «la izquierda de los luchadores» es el partido más a la izquierda del sistema mientras la CC y el Peronismo Residual se empiezan a convertir en partidos anti sistema (el discurso descolgado de Sanz y Del Sel no deja de ser torpe, el de Duhalde y el de Carrió son por convicción).

  16. Coincido sobre la frecuente estigmatización del voto de los pobres. A menudo son mas rational choice que las clases mas favorecidas. Pero esta realidad no invalida la persistencia de practicas clientelares. Supongamos que eludimos el pedestre «todos saben» y comprobamos que en X circunstancia hubo una entrega de Y «a cambio de» votar a Z. Nadie puede asegurarnos de la práctica sea exitosa, sin embargo su mera existencia permite pensar que algun grado de efectividad tiene, de lo contrario nadie gastaria dinero en un método inservible.
    Lo que, me parece, es un poco flojo en tu apreciación es que un tipo peculiar de clientelismo -si existe- es una relación desigual y asimétrica. No es un Partido -esa hermosa agrupación de intereses sobre la base de una idea para llevar a cabo un plan de gobierno- quien favorece los intercambios, sino el Estado. El Estado a través del Partido. Y hacerlo aprovechándose de una necesidad material basica acaso insatisfecha, ya se torna discutible desde un punto de vista ètico. Esto involucra otra dimensión de la política. No creo que haya meros «intercambios» simbólicos y materiales. Hay relaciones. El arriba-abajo es insoslayable.

    1. César, estoy de acuerdo. Entonces hay que hablar de modalidades de intervención del estado, o sea, de políticas públicas, eso es otra discusión.
      Yo no niego que haya entrega de bienes, lo que niego es la efectividad última.

  17. La argumentación de Manolo me parece contundente (tal es su hábito) para ilustrar su punto, en el que acuerdo profundamente.
    María, con su lucidez, justeza y prudencia de siempre, nos ofrece un debate razonado y una exposición bien puntuada del tema, que tomado en serio resultaría fascinante. Lástima que en las conversaciones habituales (la tentación de decir algo tipo «de barrio» o «en la lleca» se puede reprimir, ¿no?) que se dan en los entornos reales, algunas de las tesis problematizadas por ella se escuchan en una versión que no por enérgica gana en sensatez ni justeza: «La votan por el chori y por la coca». Perdón si les choca que aquí, entre gente respetable, cite tan grosero ejemplo. Mi excusa para ello es que me ayuda a ilustrar mi punto, que es el único en disenso (más bien comentario marginal) con este brillante post: esta materia no es materia de debate, es material ideológico. Estas «teorías» sobre los hechos electorales y su necesario sustrato de concepciones sobre lo social no tienen por objeto en realidad profundizar en la comprensión de cuestión alguna por quienes las detentan; sólo están ahí para brindar texto a los más cerriles prejuicios autocomplacientes. Funcionan a la manera del machismo o del racismo, donde quien lo ejerccita, al descalificar a una importante mayoría (todas las mujeres, más de la mitad de la gente, de acuerdo al caso) se imagina estar en la minoría de los superiores. El uso de expresiones académicas para referirse a tan nobles ideas es un subproducto del nuevo credo de la corrección política, que impide decir «negro», «chori» y «coca» en la misma frase, por más que el cuerpo lo pida, so pena de renunciar al progresismo, horror.
    Los académicos que han engastado el concepto de «clientelismo» y la expresión «prácticas clientelares» lo que hacen no es en el fondo mucho más que facilitar memes de fácil extracción y vulgarización. Nadie leyó a Auyero, pero María O’Donnel dice alguno de estos memes por radio y varios cientos de miles de oyentes creen que saben algo, y además, se creen a salvo del monstruo. No hay mucho más, me temo, en todo esto.

    1. «Nadie leyó a Auyero, pero María O’Donnel dice alguno de estos memes por radio y varios cientos de miles de oyentes creen que saben algo…»

      parece que nadie està a salvo de los prejuicios.

  18. De lo mucho que se ha escrito sobre el clientelismo, nada mejor que rescatar algunas interpretaciones interesantes.
    Por ejemplo, haciendo un análisis de la obra de Miguel E.V. Trotta: “La Metamorfosis del Clientelismo Político. Contribución para el análisis institucional”, Espacio Intelectual. Buenos Aires. 2003, la autora plantea algunos interrogantes de interés, especialmente con relación a la noción de ciudadanía:
    “¿Es posible compatibilizar el clientelismo político con la creciente conciencia democrática y la noción de ciudadanía?. La compatibilización ha sido posible en la medida que la dirigencia política ha reconocido estos derechos desde el discurso a través de la cogestión: propuesta participativa y democrática en donde los propios usuarios son decisores de sus políticas sociales. Pero en la práctica concreta la cogestión se traduce en un marco de relación clientelar donde la decisión la toma el centro político local (patrón o mediador). Pero al haber un reconocimiento (también lograda por la lucha de la sociedad) a la cogestión y al derecho de participación ciudadana en las decisiones públicas, conlleva que los clientes, por ser agentes con conciencia práctica y discursiva, puedan influir en la relación clientelar para solucionar sus reivindicaciones y puedan presionar al patrón a través del mediador. La acción clientelar produce y reproduce la estructura de dominación, en la que los agentes, en virtud de su conciencia reflexiva, seleccionan las alternativas de acción para la definición de sus objetivos. Así, quien oficia de cliente en esta relación, en virtud del reconocimiento de sus derechos, de su reflexividad y su conciencia, puede revertir esos procesos, aunque limitado por la estructura. No obstante, la ampliación de la participación democrática plena de los sectores subalternos, con conciencia de sí y para sí, puede ser la llave que en un futuro próximo construya una estructura que vincule la concepción de justicia a la igualdad económica; en el marco de un nuevo modo de producción hegemónico en esta formación económico-social.”
    En: http://www.rau.edu.uy/fcs/dts/Mip1/clientelismopolitico.pdf
    Esto está relacionado con los estudios de Guillero O’Donell, quien buscando enmarcar al clientelismo dentro de un contexto de prácticas políticas características y particulares del sistema democrático vigente en nuestras sociedades, incluye al clientelismo como un elemento principal, aunque no el único, de una “institución informal y encubierta” con enorme influencia en la mayoría de las democracias latinoamericanas, el particularismo, al que define como un conjunto de diversos tipos de relaciones no universalistas, es decir, basadas en principios personalizados y no en criterios de ciudadanía. Rescatamos esta idea ya que permite evaluar al clientelismo como una práctica social y cultural desarrollada históricamente y que atraviesa todas las relaciones de poder, es decir, que no puede restringirse a la simple “compra” de votos de las clases populares a través de favores gestionados por punteros políticos. Por el contrario, al relacionar el clientelismo con un concepto más abarcativo como el de particularismo, es posible ponerlo en relación con otras características de los sistemas democráticos latinoamericanos. O’Donnell define como democracias delegativas a estas sociedades sumergidas en crisis económicas interminables, en las que el particularismo es dominante, y cuya única institución altamente formalizada y que funciona de manera regular son las elecciones. Estas características dan como resultado “una visión cesarista, plebiscitaria, de un ejecutivo que se cree investido del poder de gobernar el país como cree conveniente”, lo que afecta seriamente a la “accountabilly horizontal”, es decir, el control de las acciones del gobierno por parte de las agencias dispuestas por la Constitución.Por otro lado, el punto de vista propuesto por este autor demuestra la imposibilidad de pensar al clientelismo como una práctica exclusiva de los sectores populares, sino que por el contrario formaría parte de una característica estructural vinculada a las relaciones de poder que se dan en todos los niveles de la sociedad. En: Contrapuntos. Ensayos escogidos sobre autoritarismo y democratización. Paidós, Buenos Aires, 1997
    No hay dudas en que ciertas prácticas -cuya real dimensión queda a cargo de cada uno- menoscaban el disfrute completo de los derechos políticos y sociales de nuestra sociedad, queda en nosotros ignorarlas o, por más insignificantes que sean, combatirlas.-

    1. El problema es que la definición del concepto supone una petición de proncipios. El clientelismo es «eso que está» y que «todos sabemos», todo el edificio conceptual posterior está parado en un mar de moco.

      1. guido:
        Tan expeditivo. Hay mucho para debatir. Va una guía:
        Ferraudi Curto, M. C. (2006): ‘Lucha y Papeles en una Organización Piquetera del Sur de Buenos Aires.’ En: Míguez, D.; Semán, P. (comps.), Entre Santos, Cumbias y Piquetes. Las Culturas Populares en la Argentina Reciente. Buenos Aires: Biblos.
        Puex, N. (2006): “Política y prácticas clientelistas en las villas del conurbano bonaerense” en Míguez, D.; Semán, P. (comps.), Entre Santos, Cumbias y Piquetes. Las Culturas Populares en la Argentina Reciente. Buenos Aires: Biblos.
        Noel G. (2006): “La mano invisible. Clientelismo y prácticas políticas en sectores populares en la era de las ONG” en Míguez, D.; Semán, P. (comps.), Entre Santos, Cumbias y Piquetes. Las Culturas Populares en la Argentina Reciente. Buenos Aires: Biblos.
        Semán, P (2006): “Las formas políticas populares: más allá de los dualismos” en Bajo continuo. Exploraciones descentradas sobre cultura popular y masiva. Buenos Aires: Gorla.
        Auyero, J. (2007): La zona gris. Violencia colectiva y politica partidaria en la Argentina contemporanea. Buenos Aires: Siglo veintiuno Editores.
        Auyero, J. (comp.) (1997): Favores por Votos. Estudios Sobre Clientelismo Político Contemporáneo.Buenos Aires: Losada. (2001): La política de los pobres. Las prácticas clientelistas del Peronismo. Buenos Aires:Manantial.
        Gellner, E. (1986): “Patrones y clientes”, En Gellner, E: Patrones y clientes en las sociedades mediterráneas. Barcelona: Jucar.
        Gilsenan, M. (1986): “Contra las relaciones patrón-cliente”, En Gellner, E: Patrones y clientes en las sociedades mediterráneas. Barcelona: Jucar.
        Günes-Ayata, A. (1997): “Clientelismo: premoderno, moderno y posmoderno.” En: Auyero, Javier: ¿Favores por votos? Buenos Aires: Losada.
        Merklen, D. (2005): Pobres Ciudadanos. Las Clases Populares en la Era Democrática [Argentina,
        1983-2003]. Buenos Aires: Gorla.
        Scott, J. C. (1986): “¿Patronazgo o explotación?”, En Gellner, E: Patrones y clientes en las sociedades mediterráneas. Barcelona: Jucar.
        Levitsky S (2004): “Del sindicalismo al clientelismo: la transformación de los vínculos partido- sindicatos en el peronismo, 1983-1999” en Desarrollo Económico, Nº 173, vol 44, 3-32.
        Soprano, G. (2003): “Formas de organización y socialización en un partido político. Etnografía sobre facciones, alianzas y clientelismo en el peronismo durante una
        campaña electoral”. Tesis de doctorado en Antropología Social.-

      2. Daio, a buena parte de esos autores los he leído (no a todos), estudiado y hasta (mucho menos) enseñado. No entiendo el sentido de colgar ese listado ¿Querés que discutamos mi desacuerdo sobre la lectura sobre el patronazgo en Malta con relación al intento de imponer el catolicismo post-conciliar (en Gellner et all?¿La irrelevancia de una presunta «cultura mediterránea» de patronazgo que iría de Cadiz al Líbano en la misma obra?¿Los razonables aportes de Eric Wolf?¿O los límites de la lectura estrechamente instrumentalista de Auyero que excluye el compromiso ideológico (y afectivo) como variable relevante en las opciones políticas de los sectores populares? ¿O solo querías mostrar que leíste mucho?

      3. Ni falta hace señalar, supongo, que buena parte de la bibliografía que citás disiente, sino rechaza explícitamente la oposición que vos establecés entre ciudadanía y clientelismo, siendo este último (cuya utilidad yo rechazo, lo que no implica la negación de prácticas concretas que apunta, mal, a describir) más generalmente comprendido como una modalidad específica de acceso a la ciudadanía e inclusión en el contexto de sociedades modernas (y por ende asimétricas y desiguales).

      4. Guido:
        Me ganaste en lecturas, por lejos. El tema pasa en no sacarse de taquito temas que degradan la democracia y que utilizan tirios y troyanos, no solo el peronismo que, por supuesto, al haber gobernado tantos años tiene un poquito más de responsabilidades. Creo que todos debemos tender a mejorar la democracia, sin enojarnos por lo que le toca al equipo de nuestros amores.

  19. Una habitual esgrimidora del argumento del clientelismo es Elisa Carrió, quién luego de la elección presidencial de 2007 acuñó aquella frase sobre “los que no tienen libertad para votar”. Estaba especialmente dedicada a los votantes del conurbano bonaerense, los que le habían dado un impulso decisivo a la victoria electoral de Cristina. Sin embargo en esa misma elección cayeron bastiones tradicionales de la política clientelar, como Alte. Brown, Lanús y hasta Luján (fuera del conurbano, pero de parecidas características electorales). En todas ellas la gente votó a Cristina y cambió su elección para la Intendencia, decisión difícil de explicar desde una visión convencionalmente clentelística, ya que la proximidad del municipio y de sus punteros, con respecto al candidato presidencial, lo debería hacer el primer beneficiario del voto clientelar. Explicar el hecho atendiendo la posibilidad de que la gente eligió a Cristina y prescindió de Quindimil pone catatónica a Carrió, pues tal conducta nos pone ante las opciones de un elector pensante y que toma sus decisiones por razones mas trascendentes que el choripan y la coca. Y que no vota a Carrió (concepto extendible al día de hoy y a todo el arco opositor) no porque no puede sino porque no quiere.

  20. María
    Te van hacer una denuncia por acoso académico. ;-P
    La data cuantitativa existe, el problema es que contradice las expectativas de los Paradigmas dominantes.
    http://www.vanderbilt.edu/lapop/argentina/2010-culturapolitica.pdf
    Capítulo IX. Clientelismo y compra de votos……..251
    Antecedentes teóricos……………………………………. 251
    Procesos electorales……………………………………….. 252
    Compra y venta de votos……………………………….. 255
    Ofrecimiento personalizado de bienes……………….256
    Transferencias condicionadas de ingreso…………. 265
    Conclusión……………………………………………………. 271
    Anexo………………………………………………………….. 273
    Para no extenderme la data concreta:
    “El 18% de los argentinos afirma haber recibido alguna vez una oferta por su voto.
    La cifra duplica prácticamente el promedio latinoamericano.
    De todos modos, podría decirse que el clientelismo no paga bien: el 43,9% de los encuestados afirma no sentirse ni más ni menos inclinado a votar por el candidato del benefactor, en tanto que el 45,3% dice sentirse menos inclinado a hacerlo”.
    http://www.lanacion.com.ar/1356883-radiografia-del-ciudadano-argentino
    La pregunta entonces es; ¿Cuál es la incidencia MAXIMA, extrapolando los resultados, tomando en cuenta la elección del 2007?
    Aproximadamente 380.000; que en un universo de 27.137.828 de electores, con una participación del 76.18%, o sea 20.673.170 votos; implica el 1.84%.
    Para comparar; Votos en Blanco, 1.330.885, 6.44%; Votos nulos, 240.074, 1.16%.
    Datos de Andy Tow.
    http://andy.towsa.com/totalpais/2007p.html
    Resumiendo, ¿existe la “compra” de votos?; SI.
    ¿Es eficaz en su cometido?, NO
    Del 100%- 18%; del cual 45,3% + 43.9% = 89.20% NO lo garantiza.
    Queda, entonces, el 10.80% del 18% = +/- los mismos votos que lograron individualmente, Solanas, López Murphy y Sobisch.

    ¿Se puede hacer una crítica a la encuesta patrocinada por USAID?
    1/ Siguiendo a Merklen y Castel; existe un conflicto de paradigmas en la Academia.
    Esta sigue basada en la idea del “citoyenne” de la Ilustración, siglo XVIII; previa a la Revolución Americana, a la Revolución Francesa, a la Revolución Industrial (con sus masas desarraigadas), y a la concentración urbana del siglo XX.
    Un ciudadano al estilo de Guillermo Tell de Suiza, o las democracias rurales de USA, los Ingalls. ;-P
    Donde los vecinos los domingos, luego de la misa, tratan en asamblea los problemas comunitarios sin intermediarios.
    No hay lugar para la democracia de masas; porque revienta las costuras del Modelo de Republica del Iluminismo.
    Recordemos que “Demócrata” hasta la IIª Guerra Mundial, era la etiqueta que se utilizaba para lo que hoy llamamos “populismo”; como antitesis de Republica.
    2/ El otro tema, esta relacionado con la estructura de la pregunta sobre Clientelismo.
    Se centra SOLO en el periodo preelectoral y electoral en si mismo; omitiendo lo principal.
    No se trata de los 3 meses cada 24, elecciones cada dos años; o de 3 cada 48 meses; elecciones cada 4 años.
    Es una tarea de tiempo completo; la efectividad del Sistema es estar a disposición las 24 horas del día, los 365 días del año; aunque falten 3 años para que comience la campaña.
    En ese sentido, la situación es idéntica a los Tribunos de la Plebe Romana; la casa esta abierta permanentemente para ejercer la potestad tribunalicia; no solo el “Intercessio”, sino el Veto que paraliza el Estado Romano.
    No es casual que en el caso de la Argentina, Merklen y Castel lo asocien a la organización Sindical; que en su origen fue una respuesta social de las masas desarraigadas por la Revolución Industrial.
    Si los Piqueteros (MMSS) son el Sindicato de los excluidos, los referentes barriales serian los Delegados de Comisión Interna; que “intermedian” frente al Estado/Administración como “solucionadores”.
    Para la mirada de la Ilustración, es una abominación; el ciudadano como individuo (o trabajador) debe tramitar SOLO sus temas; evitando caer en las garras de las Corporaciones, Aparatos y/o Burocracias gremiales y partidocraticas.
    El modelo sigue siendo Guillermo Tell y Charles Ingalls; con sus Asambleas convertidas en Psicodramas.
    Con la experiencia del 2001, incluyendo el que se vayan todos, y el voto feta de salame; ¿Qué otra cosa son los Indignados de los países centrales?
    Un abrazo, y espero que la data de “Cultura política de la democracia en Argentina, 2010. Consolidación democrática en las Américas en tiempos difíciles”; sirva para enriquecer la discusión.

    1. Como nota al pie al Gran Manolo, más o menos al fila de 1/: es por ello que tanto los modelos explicativos y la propuestas políticas que abusan de conceptos como «populismo» y «clientelismo», no hacen más que expresar una nostalgia apenas disimulada por el republicalismo notabiliar, desde la tradición abiertamente gorila y violenta del liberalismo latinoamericano, hasta el deliberativismo cool de un Gargarella y un O´donnel.

  21. Es clásico el problema intelectual que se le presenta al investigador que tiene una teoría y se atreve a hacer una pregunta (experimento) o a leer datos fácticos de otras procedencias, cuando esos datos no son explicables por medio de su teoría. Ahí se produce una divisoria de aguas: los honestos y valientes ponen en cuestión su teoría, y se atreven a debatir y pensar para encontrar otra. Hay otros, a los que les falta en la medida suficiente una o las dos cualidades, pero que cuentan con ingenio suficiente, ésos inventan hipótesis ad hoc como remiendo de su teoría. Y está la masa de mediocres que ignora el problema todo lo posible. Todos intentan ir bregando con la vieja teoría, siempre que se mantenga en el nivel de consenso suficiente, hasta que el consenso obliga al cambio, o se empieza a prestigiar una forma nueva de pensar lo anterior, que encaje mejor los datos.
    Para el caso de estas «categorías de análisis» como el clientelismo, no es tan interesante lo que sucede con los que hacen malabarismos académicos sino con el grueso de la gente, que maneja el concepto desde el prejuicio total. Ahí no hay problema con las contradicciones que propone la realidad, ya que o bien se ignoran dichos datos fácticos, o simplemente se niega su existencia.
    El cajón está vacío, y listo.
    No importa que nadie pueda demostrar la influencia de las «prácticas clientelares» en el resultado de las elecciones, ni pueda ofrecer una medida de esa influencia. Lo que importa es declarar que el otro, el que vota a mi adversario, es mi inferior: o bien no comprende sus intereses y se deja engañar con espejitos, o se deja corromper con sobornos baratos, o no tiene el coraje para hacer lo que sabe que es correcto y vota por las cuotas, o es un patotero de alma y le encantan los patoteros, o es un fiaca que no se digna ver más allá de sus narices, o vota por simpatía por la viudez, o adhiere a un proyecto político por la compasión que genera la muerte, o mil etcéteras que hemos escuchado por doquier, aunque por supuesto no estarán en los pulcros papers. Nunca es un ser con discernimiento que elige un candidato porque lo cree mejor, o alguien que tiene una ideología determinada.

  22. Quizás resulte difícil determinar la eficacia de la «política clientelar».

    Mucho más sencillo resulta medir los resultados de la «política anti-clientelar», en la que no sólo no se le da un soto al pueblo, sino que se le quita: De la Rua.

    ¡Qué lindo que es dar buenas noticias…! :)

  23. Siempre que se confunda Partido con Estado, hay clientelismo. Listo, no lo hagamos más largo. Mucho más si apareciese la evidencia de la entrega selectiva de bienes materiales o simbólicos.
    Después, el sujeto siempre tiene su margen de libertad a la hora de meter la boleta en la urna, pero eso no implica que sea necesario convertirse en Don Quijote de la Mancha para no tener que votar por el carismático y macanudo que recorre el barrio con sus muchachos.

    1. cómo se hace para no confundir partido con estado?

      porque siempre hay un partido gobernando, entonces cada cosa que haga será caldo de clientelismo.

      para no incurrir en prácticas clientelares tendría que ser un gobierno que no de nada y saque mucho, como varios que marcaron nuestra historia.

      1. Es lo que decíamos mas atrás. Hay que definir un poco el termino antes de ponerse a decir cualquier cosa.

        Que tienen que ver los carteles, o la propaganda con el clientelismo?

  24. Ok, Marìa, como digas.
    Nos podrias explicar, los ultimos 14 años en el poder en la PBA y en algunos casos (provincias) 28 años en el poder de malos o apòcrifos Peronistas (digo, derechosos, serviles a los «poderes concentrados»,o directamente anti Nac&pop), sin que medie el clientelismo como variable?
    La coherencia discursiva y por sobretodo la honestidad intelectual, serà bienvenida.

    1. Mi hipótesis alternativa es que a la mayoría de los votantes esos le parecieron buenos candidatos. Es una hipótesis muy loca, eh. Casi como decir que la democracia es verdad, mirá.

      1. Ajà ,algo asi como, mientras no afecte mi sistema de creeencias, todo el resto son certezas.
        ¿No probaste con una religìon?

    2. Gus,

      Se explica por la brutal renuncia de fondos ante la cesión de coparticipación que Armendáriz aceptó durante el gobierno de Alfonsín. Se perdió un equivalente a USD 600 millones, que luego Duhalde recuperó parcialmente durante el menemismo.

      Se usó mal esa guita y la subsiguiente? Probablemente, pero convengamos que sin guita no se puede ni paliar las necesidades inmediatas de la gente con provecho electoralista ni trazar o planificar proyectos a largo plazo. No por nada desde 1987 no hubo radicales que puedan pelear por la gobernación de la PBA.

      Saludos,

      Andrés

      1. Perdón , Andrés ¿Que se supone que explica eso?,Ojo!!, La pregunta no es en absoluto chicanera.
        En tal caso, lo que quise debatir desde el principio del comment, es que me parece entre ingenuo y voluntarista, explicar algunas hegemonias locales descartando el clientelismo como variable.Y de última, más allá de banderías politicas, y desde nuestro insignificante lugar (al menos yo mero ciudadano), aporta algo? discutir incorporando las hipocresias discursivas (justificadas o no por «objetivos superiores», es otra discusión) de la «real Politik»
        Saludos

      2. Gus,

        Eso explica que una pésima decisión política del gobierno de Armandáriz deterioró en buena medida las posibilidades del radicalismo de acceder a futuras gobernaciones, teniendo en cuenta el crónico déficit presupuestario que la PBA en general y el conurbano en particular tienen y que exige que el ejecutivo provincial tercie permanentemente con el PEN por los recursos necesarios.

        Dado que las únicas opciones reales en la PBA siempre han sido o radicales o peronistas, al quedar los radicales de lado sólo los peronistas permanecen como opción fuerte.

        La relación entre el clientelismo y el hecho de gobernar el PJ por casi 3 décadas en la PBA es, como mínimo, compleja. Si no, aplicando un razonamiento lineal de «mayor clientelismo -> mayor permanencia en el poder», con las cajas PAN de Alfonsín de mediados de los 80 hubiera habido Casella para rato en la provincia, y no fue así.

        Saludos,

        Andrés

      3. No se porque quedo enganchado en otro lado, pero esta respuesta era para vos.

        Nunca, dije que la relaciòn sea directa, no solo es simplista, sino que tambien es simplista endilgarle a uno haber dicho eso (no por vos en particular).
        Vos mismo decìs, hablas de tema “complejo”, lo que es correcto, pero por “complejo” que sea no basta, creo, para tirar el tema al caño y chau. Porque si nos quedamos con eso estamos al horno, ¿Vos tenès la medida del Buen Clientelismo y el Clientelismo Malo? Creo que coincidiras`, que lo positivo serìa borrarlo de la vida politica, por supuesto que hay necesidades que atender y distintas formas “clientelares”, como asì tampoco se trata de invento o profundizaciòn de las pràcticas bajo el actual gobierno. Se trata de hablar de practicas politicas, y del impacto que tienen en la vida de una sociedad. Insisto, por la via de la negaciòn, hipocresìa discursiva o argumentaciòn dialectica, me permito dudar muchisimo que progresemos como sociedad y como democracia.
        Preguntarse acaso, si el principal distrito del Pais, en todo aspecto, poblacional;industrial;productivo etc. nunca termina de levantar cabeza y hace 24 años esta gobernado por el mismo signo politico el que coincidentemente es el mismo del poder central durante 20 esos 24 años,¿que es lo que pasa? esto no quiere decir que otro lo hubiese hecho o lo harìa mejor, pero indubitamente algo pasa, y por màs neoliberalismo, antipatria, imperialismo y todo mal externo que se nos ocurra listar, por mera aplicaciòn de sentido comùn es dable pensar que algun grado de responsabilidad deben tener los conductores, o al menos deberìa considerarse seriamente la posibilidad. Ahora, si meramente pensar sobre esto te convierte en opositor, sino estamos en problemas, no dudes que vamos a estarlo.
        Saludos

      4. Gus,

        Lo positivo es saber colmar las necesidades de base de quienes no tienen recursos para valerse por sí mismos.

        Si el estado está ausente (o no alcanza) y lo único que palia la situación de los más pobres es la red de contención conocida como «clientelismo», pues entonces hay clientelismo para rato. O sea, el clientelismo suple una carencia institucional, y se entiende mejor así que si uno trata de entenderlo como factor crítico causante de los problemas de la provincia.

        El principal error de tu planteo radica en tomar a la Pcia de Bs As como un «sistema cerrado». Ese distrito no levanta cabeza entre otras cosas porque hay un flujo ininterrumpido de gente carenciada que escapa de provincias que no pueden insertarlos adecuadamente en su economía. Si la población se mantuviese casi constante como en la CABA, en 20 años se habrían muchos más avances.

        Saludos,

        Andrés

  25. Gus, creo entender lo que proponés como discusión. El problema que me vuelve reacio a mí (y a unos cuantos) a tomar en serio al clientelismo como variable explicativa (aún dándole una adecuada ponderación en un modelo explicativo más amplio) es la historia del abuso de ideas afines a esa, para explicar el comportamiento del prójimo. Te pido que ejercites la sana honestidad intelectual que con justicia demandás, y admitas que ese abuso es un monstruo grande y pisa fuerte, desde hace décadas. Acordate de los asados de parquet, etc. El reciente payaso reciclado en renovador de la política santafecino es el ejemplo más cabal, con sus muy infelices ocurrencias, de esto que estoy tratando de decirte. El tipo no hace el menor esfuerzo de penetrar en una subjetividad que le resulta extraña, ajena, y que rechaza. Lo más gracioso es que le bastaría preguntar y animarse a escuchar, él que dice justamente que se la pasa hablando con «la gente».
    El de Del Sel es un ejemplo que utilizo por lo extremo y berreta, y además por lo silvestre, mendaz y atrevido de sus intervenciones públicas, libres de todo cuidado por velarse con el barniz de corrección política, eso que él autoproclama como «frescura». Me anticipo a la objeción obvia: es un extremo de estupidez que no puede tomarse como representativo, estamos hablando en serio. Respondería que eso sería cierto si habláramos de alguien que no salió (hace dos meses) segundo en una importante votación, qué se yo, de Cacho Castaña o Susana.
    Entonces te pido precaución a la hora de utilizar conceptos que son manipulados sin el menor cuidado y desde las mentes menos dotadas, y con las peores intenciones, sólo porque «parece» explicar lo inexplicable: que muchísima gente adhiera a candidatos que uno considera pésimos. Te invito a investigar, buscar e interpretar en el libro de la realidad a esa cosa que llamamos Política, que tiene tantas caras, y vas a ver que hay mucho más que esquemas simples y ultrarremanidos para iluminar sus opacidades.

    1. Pssst!!!, ¿Sabès mi edad?, ¿Sabès donde anduve en al vida?¿Sabès hace cuanto que observo?
      No me corràs con la vaina, no me «desperte» con la «125», ni me morfo el «relato» copmo el piberìo de aqui.
      Y la proxima vez si, querès deci algo a ver….1, 2, 3 …25, Veinticinco reglones para decir: «-Gus, sì, pero no , porque se me desarma el sistema de creencias.»
      Saludos

      1. No se, no miro TN. ¿Que Barragàn? ¿El que trabajaba en Radio Mitre?
        -Tapones. Si todo pasa por como te lo argumenten, cuidado, porque un dia te van a hacer comer caca.

        Igual, no hay drama, ya ganaron, habrà que ver, con el tiempo, si Ud. tambien ganò.

      2. creo que se si está discutiendo algo, los argumentos son fundamentales.

        no sé cómo se debate en tu barrio.

      3. Nunca, dije que la relaciòn sea directa, no solo es simplista, sino que tambien es simplista endilgarle a uno haber dicho eso (no por vos en particular).
        Vos mismo decìs, hablas de tema «complejo», lo que es correcto, pero por «complejo» que sea no basta, creo, para tirar el tema al caño y chau. Porque si nos quedamos con eso estamos al horno, ¿Vos tenès la medida del Buen Clientelismo y el Clientelismo Malo? Creo que coincidiras`, que lo positivo serìa borrarlo de la vida politica, por supuesto que hay necesidades que atender y distintas formas «clientelares», como asì tampoco se trata de invento o profundizaciòn de las pràcticas bajo el actual gobierno. Se trata de hablar de practicas politicas, y del impacto que tienen en la vida de una sociedad. Insisto, por la via de la negaciòn, hipocresìa discursiva o argumentaciòn dialectica, me permito dudar muchisimo que progresemos como sociedad y como democracia.
        Preguntarse acaso, si el principal distrito del Pais, en todo aspecto, poblacional;industrial;productivo etc. nunca termina de levantar cabeza y hace 24 años esta gobernado por el mismo signo politico el que coincidentemente es el mismo del poder central durante 20 esos 24 años,¿que es lo que pasa? esto no quiere decir que otro lo hubiese hecho o lo harìa mejor, pero indubitamente algo pasa, y por màs neoliberalismo, antipatria, imperialismo y todo mal externo que se nos ocurra listar, por mera aplicaciòn de sentido comùn es dable pensar que algun grado de responsabilidad deben tener los conductores, o al menos deberìa considerarse seriamente la posibilidad. Ahora, si meramente pensar sobre esto te convierte en opositor, sino estamos en problemas, no dudes que vamos a estarlo.
        Saludos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *