En esta nota, Mario Wainfeld cita un artículo de Martín Plot que relaciona el modo de darse de las crisis políticas en el país con un particular habitus de la clase política:
“Tanto las acciones del gobierno como las de la oposición política y las organizaciones agropecuarias estuvieron ampliamente sobredeterminadas por el habitus de la aceleración de los tiempos institucionales. En una frase: el fantasma de unos era la esperanza secreta de otros. Ocurre que el comportamiento de los actores políticos y sociales luego de las experiencias de las transiciones gubernamentales entre Alfonsín y Menem primero, y entre De la Rúa y Duhalde, luego, han encarnado prácticas que generan expectativas de transición que no se condicen con la realidad institucional –y esta expectativa de transición opera tanto en la forma de actuar del gobierno como de la oposición.»
Si entiendo bien, lo que aquí se está diciendo es que las experiencias de las transiciones del alfonsinismo y el delaruismo ha creado en los actores sociales y políticos la idea de que las circunstancias de puja de intereses objetivos deben ser resueltas o van a ser resueltas mediante la caída de un gobierno constitucional y su reemplazo por otro gobierno, también institucionalmente legítimo.
Si miramos a Latinoamérica, esta nueva dinámica política no es una originalidad argentina. Varios politólogos han escrito sobre una característica de la política latinoamericana que se inauguró luego de las transiciones: en el subcontinente parecen haber desaparecido los golpes de estado militares, pero se multiplican las crisis políticas que culminan en renuncia presidencial y reemplazo de gobierno. Tales crisis han sucedido en Argentina, Bolivia, Ecuador, Brasil (con el impeachment de Collor de Mello), Perú, y Paraguay. Estas crisis presidenciales tienen la peculiaridad, sin embargo, de que en general se ha podido reconstituir rápidamente la institucionalidad política, vía nuevas elecciones y han culminado en nuevos gobiernos razonablemente legítimos.
(Muchas veces, la nueva institucionalidad es negociada y consensuada en los poderes legislativos. Así, algunos politólogos hablan de que en América Latina estaría creándose un híbrido, algo así como una especie de «semiparlamentarismo de facto», con rebeliones sociales que reemplazan a los votos de no confianza, y el poder legislativo constituyéndose en el foro en donde se negocia la salida a las crisis de gobernabilidad.)
Entonces, volviendo a la cita del primer párrafo, el problema es que esta habitualidad ofrece a los actores sociales y políticos opositores muy pocos incentivos para construir salidas negociadas a la crisis. Antes que construir coaliciones y planificar alternativas para la alternancia en el mediano plazo, en todos los casos para las oposiciones parece mejor movida «empujar» un poco más con la esperanza de hacer caer el gobierno y reemplazarlo por otro más afín.
Este habitus, además, permea también a los propios gobiernos, ya que la posibilidad de un proceso de erosión rápida de la gobernabilidad está siempre presente, sin importar de ninguna manera cuál sea su legitimidad electoral, es decir, por cuánto haya ganado en las últimas elecciones. Así, los gobiernos electos tienen también pocos incentivos para concentrarse en el mediano o largo plazo y para generar compromisos.
Entonces, con las posibles excepciones de Chile, Brasil y Uruguay, en los demás países se genera una política «descentrada» que se juega tanto, o más, en la sociedad civil que en las instituciones, y en donde las movidas de los partidos o actores sociales de oposición apuestan a hacer caer el gobierno, mediante medios muchas veces no institucionales (pero perfectamente legales), y en muchos casos con un fuerte discurso antipolítico.
Un corolario de esta forma de hacer política en la no política es que en la mayoría de los casos que estamos viendo en este mismo momento las rebeliones no están motorizadas por los sectores obreros o campesinos, sino por las elites económicas y culturales, tal como se ha visto en Bolivia, Venezuela y Argentina. Estos actores tienen una gran capacidad erosiva, dada su posición dominante tanto económica como cultural. En sus manos están muchos resortes de la política, el mercado, y los medios de comunicación, y pueden entonces ser actores con altísima capacidad de veto (no sólo política, sino también económica y cultural.)
El segundo corolario es que el el riesgo de esta política descentrada es legitimar un sistema en donde éxito de hoy es el germen del fracaso de mañana. En un contexto en que los actores políticos y sociales ignoran o minimizan la legitimidad que otorgan las elecciones (ver las reacciones de los sectores cruceños a la victoria de Evo Morales ayer, por ejemplo), en donde todos validan con sus actos la idea de que el fin de la política debe ser forzar el reemplazo de un gobierno electo y en donde hay múltiples actores con poder de veto, las victorias son pírricas. Ya se han visto gobiernos que, surgidos de una exitosa rebelión anti-política, han sido también rápidamente erosionados luego de haber llegado al poder, por alguna otra coalición de actores sociales movilizados. El problema es que entonces no hay, por supuesto, derecho al pataleo.
En el caso argentino, el problema es que los gobiernos no representan partidos, corrientes de opinion, o una vision concreta sobre como manejar el pais, producimos individuos que quieren el poder y adoptan la camiseta que creen mejor sirve cuando lo alcanzan. Menem fue elegido como populista y peronista, goberno como Reagan. Kirchner no se sabe muy bien como que fue elegido, salvo que venia con la camiseta de Duhalde. No hizo nada por los derechos humanos en dos decadas de vida politica, de repente son la sangre de sus venas. Cuando los gobernantes no representan mas que su propio calculo, los distintos sectores de la sociedad tratan de recuperar el poder que les delegaron. Cuando los gobiernos son representativos de la mayoria no se caen a no ser que gobiernen como aprendices o haya golpes.
Para muestra basta un botonazo.
Mira lo que dice Mariano T en un comentario de su último post:
«Sinceramente no se que tiene con la rural, pero para mí son productores, y con eso alcanza.
Mi ideología es que el peor productor es mejor que cualquiera que no sea productor (exagerando).
El único productor repudiable es algun traidor que se haya pasado al oficialismo, y hay que trabajar para que en el interior se le haga boicot total, que se tenga que traer hasta el pan de Buenos Aires.
13 de agosto de 2008 8:47:00 ART
No soy un experto en la historia de los paises de la region, pero algo de historia Argentina se.
La historia politica argentina siempre fue igual, siempre fue bipolar. Y lo peor que algunos defienden y gustan de este manera de hacer politica.
Hoy el enemigo son los gorilas, el campo y la clase media. En los 70, los enemigos eran los comunistas y los «zurditos».
En los 60 los peronistas, en los 50 pre libertadora los radicales. Antes tambien habian sido los radicales y antes todavia, los unitarios…
Mal que mal, creo que los 90, fue la unica decada donde el gobierno de turno no hizo de la oposicion, un «enemigo».
Los oponentes politicos en la argentina no son vistos como rivales, como alternativas politicas diferentes, como formas de ver el mundo distintas, sino como enemigos. Como grupos sociales y politicos cuya unica funcion especifica es ir en contra de los intereses del pais, del pueblo, de la sociedad, etc.
Chile encontro una formula de concenso. Brasil y Uruguay parecen haberla encontrado.
El resto de los paises de la region no. Por eso siempre vivimos en este habitual caos politico y economico, producto y consecuencia de que cada presidente que asume borra la gestion anterior. Siempre me gusto el concepto de «transicion permanente».
Y mientras veamos y hagamos la politica de esta manera, no le veo muchas soluciones al tema…
Maria Esperanza
No comparto tu opinion. Las experiencias argentinas de 1989 y 2001, fueron extremas. Y solo por eso culminaron en caidas de gobiernos democraticos. En ambos casos la realidad angustiante supero a los posicionamientos (que habran ayudado, obviamente). Con respecto a Latinoamerica, sostener que el espacio politico es ocupado por las clases pudientes puede ser tan cierto como decir que no tienen demasiado «exito» : Ni en Venezuela ni (como quedo demostrado el domingo) en Bolivia. Tal vez en Argentina haya un crecimiento de la derecha favorecido por esos espacios que ocuparon durante estos meses y la salida a la que se llego. Pero esta por verse no solo el final, sino tambien los condicionamientos sociales que se le impongan a quien gane. No cierra tan simple que en el 2009 «gane la derecha». Porque habra que ver (si se da el peor de los escenarios) que margen tiene el triunfador para imponer determinados discursos y medidas. Particularmente pienso que hay poco margen para ciertos pasados. Aunque el aprendizaje y el camino nunca son lineales. Hay pasos atras, y en Argentina, por su misma conformacion social, tal vez esos pasos atras sean un poquito mas largos. Pero pienso que todos los dirigentes estan enormemente condicionados por la necesidad de medidas populares. Hay una especie de logica que se esta metiendo en las gestiones. Y esa logica, por lo que uno ve en varios lugares por estos años, no parece propiedad exclusiva de los que mas tienen.
Jamas pense que iba a decir esto, pero lo escribo y despues me muerdo los dedos para autoflagelarme: habria que releer a Fukuyama.
Binner dijo hace unos meses «esta forma de gobernar está llegando a su fin» , nuestra sociedad está fragmentada y ya no hay mayorias automáticas, las alianzas son endebles y sobre todo electorales, porque no ir hacia un sistema parlamentario donde las crisis se resuelvan en el congreso negociando un voto de confianza para el ejecutivo o no?
Primero que nada saludos a la blogósfera en general, es el primer comentario a una nota que escribo.
Simplemente quería aportar con algo que leí esta mañana, por internet, en un diario de Paraguay. Ante los saqueos de plantaciones de girasol y otros productos agropecuarios, al parecer por grupos radicalizados de izquierda, la presidenta de la Asociación de productores de soja de ese país declaró públicamente que si Lugo no garantiza el derecho a la propiedad privada no va a durar mucho. Es decir que no solo estaríamos hablando de hábitos antidemócráticos arraigados en la sociedad, sino de un incremento y deliberación de dichas tendencias y actitudes autoritarias a la luz del contexto general de reacomodamiento de las derechas en latinoamérica. Es decir, a la luz de lo ocurrido en Argentina (el conflicto entre el gobierno y los productores de soja), productores de soja de otros países de la región se anticipan al posible escenario de reformas impositivas llevadas adelante por gobiernos populares. En fin, un aporte nomás.
Mateo: si las personas fueran virtuosas, no necesitaríamos política.
Esteban: habría que identificar los factores estructurales que permiten el «concenso» en Chile y Brasil. Otra vez, descartando una mayor virtud de las personas como variable.
Ariel: yo no digo que la derecha tenga el triunfo asegurado, pero sí que su oposición va más allá de la pelea electoral. Y fijate en Bolivia: luego de cien años de hegemonía ininterrumpida, las elites económicas no dudan en intentar romper la unidad nacional. Hace sólo un par de años que perdieron el poder, pero eso es inaceptable.
Camargen: porque un sistema parlamentario en estas condiciones no solucionaría nada, salvo que cambiaríamos de gobierno cada año.
Alvaro, estoy de acuerdo.
Ariel: ¿cuál Fukuyama? ¿El de hace diez años o el de hoy?
Al Fukuyama mas jodido de todos, que tanto hizo calentar a medio mundo. (¿año 89/90 eran?) Pero era chanza nomas.
M E C :
Coincido plenamente con su análisis. Tal vez debería agregarse (si bien creo que está implícito,) que hay seguramente una mano invisible en todo esto.
Cuando Ud dice: » Entonces, con las posibles excepciones de Chile, Brasil y Uruguay …», podríamos agregar a Colombia a la lista para encontrarnos con los gobiernos que más cerca están de la política norteamericana para la región (en relación al ALCA, OMC, etc)
Antes que nuestros contertulios de derecha me acusen de escribir bajo el efecto de las drogas y/o el alcohol, me adelanto a aclarar que no tengo pruebas de que estos sectores de derecha estén recibiendo letra y logística de nuestros grandes hermanos del norte.
Habrá que esperar un par de décadas para que desclasifiquen la documentación pertinente (pero por supuesto, para entonces se habrá convertido en una cuestión académica).
Maria Esperanza, hay una distancia sideral entre un mundo regido por la virtud, que es un sueño imposible, y un sistema de gobierno que incluye a Moreno, DeVido y Jaime, que son pesadillas muy concretas. De donde salieron, como llegaron al poder, porque pueden hacer las cosas que hacen son temas referidos a como funciona el sistema politico en Argentina. Que un gobierno sea unipersonal al grado que no hay reuniones de gabinete no es un problema de virtud. Que tenga tal latitud de maniobra que pueda vender bonos al 15% no es un tema de virtud. Que ante semejantes descalabros la oposición no exista no es un tema de virtud. El sistema politico argentino está profundamente enfermo desde hace casi ochenta años.
Sobre lo que señala Político Aficionado, yo también siento un poco de desconfianza hacia esos gobiernos supuestamente de centroizquierda que son tan elogiados por la derecha local. Cuando algunos analistas al estilo de James Neilson o JMS trazan una línea divisoria entre los gobiernos latinoamericanos de centroizquierda «moderna» (los niños buenos del aula: Brasil, Chile y Uruguay) y los gobiernos latinoamericanos de centroizquierda «populista» (los niños malos: Venezuela, Bolivia, Ecuador), me corre un sudor frío por la espalda.
María y todos los comentaristas. El Habitus, como espacio inmanete del golpe, sea este de mercado, institucional o armado es ocupado por actores que siempre son los mismos, los golpistas. Esos actores golpistas son corporativistas por exelencia y tejen lazos con el poder de turno, en cuanto esos lazos se relajan viene la desestabilización.
De tal manera que la república debe defenderse desde sus instituciones para lo que fueron cradas.
Ahora bién, casualmente cuando el peronismo, entendido como partido fuerte y corporativo, está en el poder parece que no hay quién habite el hábitus y cuando lo ocupa su oposición, cualquiera fuera, zápate viene el golpe.
Esto no es nuevo, es viejísimo, lo que cambia es que la corporación del hábitus no está toda bendecida por los subsidios. La patria subsidiada es muy chica, lo que provoca divisiones en el hábitus que no cuajan en golpe por dos motivos:
El PJ esta en el poder, la oposición no tiene las armas para bajarle los dientes.
Toda esta perorata es para decirle el segundo motivo, si las condiciones hubiesen sido la inversa, como en los casos que Ud. señala, quedese tranquila que el golpe venía.
Por otro lado, si una mayoría entiende que el rumbo del gobierno está torcido, por qué tiene que esperar cuatro años para cambiarlo cuando los mercados votan todos los días. Hay una asimetría allí.
Hay instrumentos institucionales para acortar el mandato sin que se juegue la ficha del golpe o de la desestabilización, como el juicio político por mal desempeño.
Despues de todo habría que descular quienes son los que habítan ese proto espacio a la hora de conformar listas. Todo pacto con el diablo es peligroso. En la república la alianza es con el pueblo (todo) y no con las corporaciones, por mas poderosas que sean. En la medida que se siga corporativizando el poder, el habitus seguirá ocupado.
Las personas no son virtuosas, y como dijo Ricardo Iorio:
«Es importante transmitir que la mayoría de los habitantes del mundo son unos hijos de puta, unos forros o unos mogólicos, sino el mundo andaría bárbaro»
Es por eso que si la cosa sigue asi, lo mejor que puede pasar es que la humanidad se extinga de una buena vez y dejemos este pobre planeta en paz, la verdad es que los humanos dan asco.
Pero como, por ahora, no va a pasar hay que convivir con nauseas entre una piara de hijos de puta, forros y mogolicos, que capaz uno tambien lo es.
Martín, es sólo una táctica de divide et impera. Por supuesto que los gobiernos son distintos, porque los países son distintos. Pero JMS sería opositor a todos ellos en cada uno de esos países. Tampmoco caigamos en SUS falsas dicotomías. Un saludo.
Yo suscribo lo que dice Político Aficionado, con respecto a la mano invisible, que no es la del mercado seguramente. Y no me hacen falta pruebas para decirlo, pues no estoy ante un jurado, sino reflexionando sobre historia y política. Y la historia del continente avala estas hipótesis.
MEC, de vez en cuando, tendrías que pensar en publicar estas cosas, digo… no necesariamente en NDS, pero en algún lado.