Cultura popular y masiva

Hace ya como diez años, leí en Radar Libros una desgrabación o reseña de una mesa redonda que, según recuerdo, se había hecho en Brasil con el título «¿Qué es un intelectual?», o algo así. (Si, ya sé, just shoot me. Eso pensé yo también.)

De esta mesa recuerdo sólo dos panelistas. Una era Beatriz Sarlo, y otra Ricardo Shwartzman, un profesor argentino residente en Brasil. un escritor o antropólogo o letrólogo brasileño cuyo nombre lamentablemente no recuerdo.

Comenzó la mesa Sarlo, que explicó de manera detallada, rigurosa y entretenida cómo se hacía un intelectual, en qué consistía, y por qué esta categoría entraba en crisis en los últimos años. Dio listas bien exhaustivas de lecturas y consumos culturales que definían un piso mínimo de la intelectualidad: Raymond Williams por un lado, el debate modernidad/posmodernidad por el otro, el cine de autor también; es decir, listó ciertos escritores, cineastas y teóricos que funcionan como contraseñas o claves de reconocimiento mutuo, gracias a los cuáles un intelectual puede reconocer a otro intelectual.

Luego de la disertación de Sarlo el brasileño Schwartzman comenzó su charla diciendo: «Escucho a la colega Sarlo y me maravilla que, a esta altura del siglo XX, se siga intentando definir a un intelectual por su consumo cultural y no por su producción.»

Este verdadero uppercut a la mandíbula me dejó pensando, ya que esta postura, la de definir la intelectualidad no como una disciplina productiva sino como una especie de entrenamiento personal del gusto, no es algo que sea propiedad de Sarlo sino que es, me parece, la impronta de la mayoría de la academia argentina.

La academia argentina, en grandes líneas, entiende que un intelectual se forma educándole el gusto para que aprenda a discernir lo bueno y evitar lo malo. La academia argentina define al intelectual como conoissieur.

Por supuesto, el antecedente de esta postura es que aquello que es bueno sólo puede definirse en oposición a algo que es malo, y lo malo es por definición lo popular. Cultura alta, cultura popular: categorías decimonónicas que continúan vivitas y coleando en nuestro medio universitario, que se enorgullece de formar críticos de la cultura.

Las carreras que tienen que ver con la cultura están llenas de materias en donde se aprende a valorar la cultura alta y se ignora, o se denosta la cultura popular o masiva. Con algunas excepciones (como, justamente, el seminario de cultura popular y masiva de la carrera de comunicación de la UBA), las materias sobre medios detestan la televisión, las que reflexionan sobre la tecnología enseñan que la Internet eliminará el pensamiento crítico, las que piensan sobre la política en los grupos populares la explican con el clientelismo, y así.

Lo llamativo es que el mainstream latinoamericano hoy no sigue esta tendencia. Vale decir, los estudios culturales en México, Brasil y el Caribe (Perú y Chile son dos excepciones tremendas a la regla) asumen que lo más propio de la experiencia cultural latinoamericana se ha dado y se da en el sincretismo, la mezcla y la productividad desaforada y sin regla que se da en la creación popular. O, para decirlo de otro modo, sostienen que la vanguardia latinoamericana es la cultura popular: que hay innovación verdadera en la música, en la religiosidad, en el deporte, en la comida y en los géneros «sucios» que se crean en los márgenes de aquello que permite la academia. (Lo cual, por supuesto, no implica gustar de todo lo popular automáticamente; sí implica, sin embargo, pensarlo seriamente y en sus propios términos.)

En Brasil se estudia la música popular brasileña con la misma seriedad que se estudia a Villa-Lobos, en México la escuela de antropología de la UNAM es la joya de la corona, en Cuba hay profesores universitarios especialistas en los ritos afrocubanos. Pero acá, por alguna razón que habría que comprender, el libro de Archetti sobre el fútbol parece hoy tan subversivo como hace treinta años.

Mientras tanto, acá Pablo Lescano, Tinelli, el ir a la cancha, los festivales de Palau, el Gauchito Gil, el rito del asado, la dupla Francella/Suar y los festivales folklóricos de todo el país siguen esperando que alguien vaya y los estudie en serio.

Acerca de Maria

Politóloga. Me interesa la teoría de la democracia y el estudio del populismo.

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114 comentarios en «Cultura popular y masiva»

  1. Muy buen post María Esperanza, como nos tenbés (mal) acostumbrados, casi que no puedo esperar a que publiques tu tesis de doctorado…

  2. Para estudiar todo eso, tendrá «académicos» formados convencionalmente que lo estudiaran. No le digo la cantidad de artículos que se producen en revistas especializadas respecto a la «cultura» en los más variados sentidos. Lo que mezcla usted en su post son dos ideas de «cultura» que no tienen nada que ver: el saber técnico, profesional o académico, y la cultura en el sentido antropológico. Y revindica que esto último hay que estudiarlo, lo que me parece bien. Pero, ¿cuál es la formación que debe recibir alguien para ser capaz de estudiarlo?

    1. Patricia: Sobre lo que se habla es sobre lo que es necesaio para definir a un intelectual, no cuales son las condiciones necesarias para formarlo. Sarlo, como nos tiene acostumbrados desde un remilgamiento poco feliz, a lo Victoria Ocampo diría, se sumerge en los clishes de la secta de «los intelectuales», o algo como lo in y out del club. El Brasileño, claro, propone que lo que define a un intelectual es su producción, que a todo esto, debe ser parte de su formación, ya que, como todos sabemos, y lo saben mucho mas los de las ciencias duras, solo con la publicación de lo producido el intelectual puede contrastar con la crítica todo aquello que ha absorbido. Y la crítica de la propia producción es lo que verdaderamente forma al intelectual. Esa visión medio instrumental de producir intelectuales sólo con inputs de infromación es cosa vieja patricia…

    2. El artículo trata justamente de esa división que usted, prerreflexivamente, asume como dada («no le digo la cantidad de artículos, etc.»)

      1. Fede: lo que define un «intelectual» es meramente una convención externa al «intelectual». No hay, en realidad, un parámetro, porque es un mero estatus que se concede en función de valores sociales o incluso ideológicos que son relativos. Lo que explicaba Sarlo era simplemente lo que convencionalmente había definido durante una determinada época la condición de «intelectual». Y el magisterio de un «intelectual» puede consistir en la palabra oral, que es algo muy evanescente. He conocido poetas que ejercían de «intelectuales» en sus cátedras de literatura, pero, luego, publicaron sólo poemas, y no se consideraban en este aspecto «intelectuales», sino «artistas». Hubo «intelectuales» que produjeron mucho y otros que produjeron poco. Lampedusa produjo una sola novela, y antes y después de producirla, se lo invitaba como «intelectual» a muchas partes. Depende. La figura del «intelectual» siempre fue una figura ambigua, dependiente de un tiempo histórico y un momento social.

        Otra cosa es lo que define un investigador. Y eso tiene que ver con las condiciones necesarias para formarlo y con lo que se entienda que es el «saber» que requiere. El investigador, luego, produce. De hecho, es obligado a producir a riesgo de perder su condición de investigador. La crítica a la producción ajena, la recepción de esta crítica por parte de quien lo produjo, y su reacción (o ausencia de reacción), y el circuito que eso genera cuando hay numerosos investigadores participando en un circuito de este tipo es algo muy viejo. No sé que novedad ve en ello. Funciona así, de un modo u otro, desde el siglo XIX. En cualquier caso, no imagino a Tinelli investigando su propia producción televisiva como parte de la «cultura popular». Eso lo hará un antropólogo o un sociológo. Y, por lo tanto, es inevitable plantearse el problema de qué debe saber un antropólogo o un sociólogo para ejercer como tal.

        Si usted considera que la Sarlo es una «intelectual «elitista, me parece bien. Pero tampoco ser un «intelectual» antielitista es muy relevante. Al final, el asunto son los textos, la influencia que llegan a tener para la producción de otros textos y lo que sobrevive con el tiempo, defina a no como «intelectual» a quien los produjo. Y eso no puede saberlo nadie por anticipado.

      2. Graciela, no asumo nada prerreflexivamente. Mezcla dos niveles. Uno puede debatir sobre el «saber», es decir, sobre las humanidades y las ciencias sociales, que lugar ocupan, en qué deberían consistir, cuál es su sentido, su objeto, etcétera. Sobre eso, hay visiones distintas con fuertes divisiones de tipo histórico, ideológico y metodológico. Otra cosa es hablar de la «cultura» como objeto de estudio. A su vez, eso presupone volver al problema del «saber». Es un debate que tiene cien años, no en Argentina, pero sí en otras partes. Del que es muy difícil salir porque, en realidad, siempre termina en el mismo lugar, entre quienes están a favor de un paradigma ilustrado y quienes no. El asunto es si usted considera que hay alguna diferencia entre «saber» y «cultura». Puede extender la cuestión para determinar si considera que hay «saberes» influenciados por la «cultura» en el caso de que establezca convencionalmente alguna distinción. También forma parte de la «cultura» comer con cuchara y no con palillos, al menos si ustede toma una definición inclusiva de «cultura» como la de Marvin Harris, por ejemplo. Y no creo que eso
        constituye un problema mayor. La cuestion es que, desde Tylor en adelante, nadie se pone muy de acuerdo sobre en qué consiste exactamente la «cultura».

  3. Brillante. Eso sí, si fuera por el consumo (la cancha, Pablo LEscano, Francella!, el asado! o el Gauchito Gil…, mamá: gracias a MEC soy un intelectual!!!!

  4. Coincido solo en la mitad. Es cierto los fines que persigue «la academia» en nuestro país. Pero desde hace ya varios años creo que se vienen estudiando los fenómenos que vos relatas al final del post. Incluso (aclaro que no soy sociológo, ni tengo muchas de estas lecturas incorporadas) que se saturó un poco el «estudio» de lo popular en los últimos años. Francella, el gauchito gil, el fútbol (que en nuestro país pablo alabarces, sociólogo, estuvo metido en nose que hinchada y escribió un libro sobre su estudio). Y a veces cansa quizá la explicación de porque la gente quiere ver un culo no?
    Eso en cuanto al estudio y la producción. Ahora sí me gustaría que se pudiera tomar esta «masa» no uniforme de cultura popular como herramienta de transformación, que ahi el país hermano Brasil la tiene muy clara, pero esto, ya es otra cosa.
    Saludos

  5. Muy buen tema y muy buena divisoria la de consumo/produccion porque permite ensamblarla con facilidad al resto de la cadena social, para ver justamente que se vuelve todo eso. Sarlo es un ejemplo residual de su participacion en esa cadena productiva, condena que reciben aquellos que se dedican a representar pensamientos mas que a producir ideas.
    Un investigador teatrero muy celebre llamado Peter Broock da una definicion biologica de esta dualidad que para mi es de mas facil acceso, el habla de cultura viva y cultura muerta y a partir de esta categoria podes desprender un sin fin de proyecciones vinculadas a ciclos, crecimientos y desarrollos
    Supongo que las particularidades de nuestra historia han potenciado los efectos mas retrogados que se desprenden de esta concepcion, funadmentalmente la mirada aeterna hacia el eje Paris – Londres -Berlin.

  6. En uno de sus libros Jauretche habla sobre la academia de historia y comenta por que se decidió hacer académico a un tipo cuyo nombre ya no recuerdo, claro, era por sus inclinaciones políticas anti-nacionalpopular-peronchas, el mérito del tipo según los académicos que lo presentaron y propusieron era ser dueño de una librería…

  7. La diferencia entre el brasileño y Sarlo me parece que refleja la distancia entre un humanista y un profesional. Justamente un historiador de la cultura propone la noción de “esclarecimiento” para definir un intelectual. En tal sentido, el intelectual es aquel que toma distancia con respecto a los supuestos tácitos del mundo cultural. Uno de estos supuestos puede ser la existencia de una cultura alta y una cultura vulgar. El humanista parece instalado en la considerada alta cultura como su lugar natural, sin poner en cuestión la división. No parecen muy atractivos los trabajos que propone Marcos H como ejemplo (negativo) y es verdad que hay estudios sobre Olmedo, la televisión y el fútbol que se presentan como poco más que objetivaciones de fenómenos culturales cristalizados y sí, claro, vulgares. Pero estudiar esos fenómenos “en sus propios términos”, como propone el artículo, parece instar a meterse con su forma de producción más que con la perpetuación de lo producido. Creo que los estudios de Archetti van en esa dirección y no se instalan en el juicio.

  8. ahahahah encontre por la red este sitio (de blog en blog) y la verdad q me encanto la deduccion y el recuerdo q me trajiste. Gracias!

  9. Un ejemplo rotundo es la poesìa de Discépolo.
    No es fácil encontrar otra sintesìs de la cultura popular que refleje en cualquier pliegue del siglo pasado o el que vivimos, las inflexiones de las crisis argentinas como si fuera una radiografìa de lo que se siente, se habla y se palpita en la calle.

    Letras como la de Cambalache, Desencuentro, Yira Yira y tantas otras, pueden tomarse al paso, por estrofas sueltas y aparece hoy, el 2001, 1955 y el tiempo que se nos ocurra.

    Me largo de memoria porque estoy apurado pero imaginemos: «…estàs desorientado y no sabès, que trole hay que tomar para seguir…»,..»vivimos revolcados en un merengue y en el mismo lodo…»
    «…la indiferencia del mundo que es sordo y que es ciego …»

    Tomado como alerta màs que como diagnòstico es explicable que despuès de 1955 se haya prohibido por muchos años su difusiòn radial.

    Gracias por el post porque es de una apertura brillante.

  10. Argentina tiene una fuerte tradición de estudios culturales y cultura popular, de hecho la escuela latinoamericana no puede ser pensada sin el lugar que ocuparon algunos intelectuales -en el mejor de los sentidos- como Héctor Schmucler (quién dirigió junto a Mattelart la revista Comunicación y Cultura en los 70s), por citar el caso más cercano que tengo por ser el referente en Córdoba.

    Es cierto que hay cierta cosa de alta cultura en los intelectuales, pero creo (puro prejuicio) que está más vinculado a las carreras de letras y filosofía que a las de comunicación o sociales.

    Buen post para introducir la discusión sobre cultura popular y cultura masiva. Me parece que lo que señalas es ésto último y no lo primero.

    Saludos!

  11. Muy interesante el post y lo que planteás. Hay dos aspectos que (si alguna vez volves al tema) me interesaria saber tu opinión 1) en que medida la división entre cultura popular y cultura ‘seria’ cuando el publico es masivo, como pasa hoy, no es el resultado de marketing, distribucion y cosas que no tienen tanto que ver con el producto en si. Hay mucha gente que lee a Garcia Marquez y John Grisham y no se consideran distintas personas cuando los leen, pero la forma en que esos libros son ‘empaquetados’ por el editor es muy distinta. En la epoca de Dickens o Dumas no habia escritores literarios y escritores comerciales, habia escritores que eran mas o menos leidos por el publico. No habia premios, ni ningun aparato de diferenciacion cultural ajeno al producto 2) Para mi, una cosa es la cultura popular que va de abajo hacia arriba, que seria el caso de la influencia negra en Cuba o Brasil, y otra la cultura popular que va de arriba hacia abajo, caso los programas de Tinelli o los festivales folkloricos organizados por gobiernos.

  12. Quizás por esa respuesta Sarlo fue Sarlo, y Osvaldo Soriano es Osvaldo Soriano.
    No, los tiempos verbales están correctamente aplicados…
    Excelente, M. Esperanza.

      1. Pienso que si hablamos de la Sarlo y de Osvaldo Soriano. Sin duda quien sangró y sangra por la herida es la Sarlo

  13. Gran Post, MEC.
    Remitiéndome al tema de «lo intelectual», me parece que -aunque sea algo obvio lo que vaya a decir- en última instancia se trata de una cuestión identitaria/identificatoria. «Ser intelectual» implica EN ESTE PAÍS alejarse de la cultura popular, es condición sine qua non. La «cultura intelectual», digamos, se maneja en ámbitos cerrados de consumo (acá viene bárbaro el concepto que acercó Mauri K), es una cultura muerta. La cultura popular es exactamente lo opuesto, crece, se mueve, se nutre de lo ajeno, de lo distinto, etc etc etc. Tiro esas 2 cosas por lo siguiente: de por sí la producción implica un plus que provoca un cambio, y acá en Argentina, la «corriente Sarlo» -simplificando un poco la cosa- busca e intenta mantener intactos los estándares de intelectualidad, ergo la producción tenderá a ser baja.
    Por otro lado, como dije arriba, está el tema de lo identitario/identificatorio, me da la sensación de que -corregime si me equivoco, MEC- el intelectual brasilero dispara su crítica dando por sentado que la distinción entre cultura intelectual vs popular no es algo obvio (como sí solía pensarse al menos hasta hace algunos años). Y esto lo digo por lo siguiente: es fantástico estudiar a Lescano, los ritos de carnaval, a Tinelli y demás pero ¿por qué resulta ser que a ningún intelectual se le da por escuchar Damas Gratis o ir a un corso o lo que sea? No digo que no lo hagan, hablo de que no les nace. Ahí ya está planteada la cuestión identitaria/identificatoria: para ser intelectual, lo más cerca que se puede estar de «lo popular» es a una distancia prudente que permita ser objetivo, como si tuviéramos a la cultura popular en un tubo de ensayo arriba de la mesa del laboratorio e investigáramos con ello, siempre con miedo al contagio.

    saludos

  14. Uy, cuántas cosas. Se me hace difícil responder todo, porque es mucho, así que dejo algunas cosas salteadas.
    Primero, sé que en Argentina hubo pioneros del estudio de la cultura popular. Y hay gente muy buena estudiando esto ahora (pienso en Gabriel Kessler, Pablo Semán, Roxana Guber, por ejemplo.) Pero me parece que esto no es lo mainstream, aún ahora. Y no lo es en las universidades, pero mucho menos en la industria cultural más amplia: en los diarios, en las revistas. Ahí se nota mucho que el intelectual sigue pensándose como un Sebreli, un Aguinis, digamos. (No es casualidad que Pablo Alabarces, titular del Seminario de Cultura Popular y Masiva, le haya salido con los tapones de punta a Sebreli en Crítica hace unos días.)
    Otra cosa: no creo que se pueda diferenciar entre cultura «alta» y «baja» o buena y mala por la producción mercantil. TODA la cultura es hoy producida en el mercado. Tinelli es producido en el mercado y para el mercado y Roberto Bolaño (que me gusta, ojo) también. Para diferentes segmentos del mercado, pero ambos son producciones mercantilizadas.
    Entonces, la pregunta por «lo bueno» de un consumo cultural debe ser otra.
    Y si Tinelli es malo, queda todavía preguntarse, ¿qué sentido adquiere su consumo para los millones que lo siguen desde hace ya casi veinte años? ¿Qué sabe Tinelli de los gustos populares que yo, que no lo veo, no sé?
    Yo creo que hay una cuestión con la individualidad. La profesión académica es un gran disciplina (en el sentido de disciplinarse a uno mismo) de formación y refinamiento del yo. Lo que uno hace es formarse un yo interesante: un conjunto de ideas que sean sólo propias. Es una disciplina monástica de individuación.
    Los consumos populares, la mayor parte de las veces, tienen que ver justamente con experiencias de des-individuación, de colectivización del cuerpo, digamos. El baile, la cancha, el mirar Tinelli. Para mí, no hay mayor desindividuación que la cancha, por ejemplo, la experiencia de estar en la tribuna con varios miles de personas cantando al mismo tiempo es hipnótica justamente porque uno deja de ser individuo para ser «masa». Pero esa sensación asusta y repele a quienes trabajan de ser individuos.

    1. la creencia que sobre su propio rol tienen los intelectuales argentinos no parece haber cambiado demasiado de la de los intelectuales que formaron las primeras cátedras humanísticas: Rivarola, Quesada, Maupas, por ejemplo. Ambos grupos, de ayer y hoy, están ocupados en diferenciarse, en lenguaje y prácticas, de los fantasmas que se construyeron para su época. Creo leer, en lo que escribís, la vieja lucha entre lo apolíneo (individuación) y lo dionisíaco (embriaguez: pérdida del yo), cuya división marca la entrada a la modernidad. El problema es que esa síntesis ya está rota. Nietzsche también hablaba de la repulsión que les causa a los apolíneos la entrada en lo dionisíaco y de la «palidez cadavérica» de los que sienten el horror. Cómo entrarle a estos fenómenos desde otros lados parece ser el problema actual; o cómo darse cuenta de que la percepción del rol que los intelectuales tienen sobre sí mismos está obsoleta y también mercantilizada. El desplazamiento del intelectual por el profesional o experto que no se ilusiona con mantenerse fuera de lo mercantil, que en lugares como Brasil se consumó hace tiempo, parece ser ahora la cuestión. Menos peso del «yo» sagrado e intocable para perder.

  15. el problema, me parece es creer que porque es popular tiene que ser basura.

    yo veo tele,voy a la cancha, me rio con algunas cosas de francella, pero seamos francos hay cosas que se venden como cultura popular que es basura, porque no apostar a algo mas elevado? osea no voy a salir a indignarme con la «tinellizacion del ser» ´pero tampoco creer que es bueno porque la gente lo mira, que es eso de poner a enanos a jugar al futbol en el hielo asi nos reimos de ellos? eso es bajo.

    por otro lado con respecto a la intelectualidad, a mi hace rato que me dejo de interesar la intelectualidad de izquierda, porque? porque ya se lo que va a decir, no hay ensayo y error, no hay cambios, es lo mismo que dice hace 60 años, no hay autocritca, pueden decir ahora muy sueltos de cuerpo que el neoliberalismo fracaso, pero son incapaces de aceptar que el comunismo fracaso en casi todo el mundo porque la gente lo quiso asi y no por la CIA.

  16. Creo que no es así. De hecho, toda la generación posterior a Contorno empezó a preocuparse por reconocer a la cultura popular como legitimo objeto de estudio. Por ejemplo, basta asomarse a las librerías para ver el volumen que tiene a Pablo Alabarces como uno de los compiladores, donde precisamente lo que se estudia es lo que decis.Ok, entraría dentro las excepciones, pero asomante a la producción cr{itica literaria o a algunos programas de letras de la FyL de la UBA y vas a matizar tu postura.

    Por otro lado, habría que desagraviar a Sarlo, porque lo que dice es una observación sociológica de cómo funciona el reconocimiento del campo intelectual, mientras que el brasileño ensaya una definición normativa. De hecho, la posición de Sarlo, que sí tomaen cuentaa Bourdieu, toma menos inmaculadamente a los intelectuales, puesto que les asigna conductas observables, relacíones de poder, mientras que el brasilero estaría tomando en cuenta solo la producción, más allá de si alguien se considera o no intelectual, y si es reconocido como tal.

    Deberías asomarte a los libros de Sarlo, incluso a algún numero de PdV y te vas a dar cuenta de que los gustos de Sarlo no son muy popuares, pero el estudio de la cultura se aborda en toda su complejidad. Hay toda una generación que después de Adolfo Prieto se preocupó por un estudio sociológico de la producción literaria en la Argentina. Así que podrías revisar esa generalización.

    Lo que es verdaderamente retrógrado no es el estudio de la cultura de masas, sino la exaltación de la misma, porque admite esa distinción antigua (antiquisima!) entre alto/bajo, solamente que valora positivamente la segunda.

    1. Estimado, no creo que mi post exalte la cultura de masas, usted ha leído con otra clave. Justamente, creo que no hay que partir de las categorías bueno/malo, eso es lo que estoy diciendo.
      Segundo: la distinción que hacés es absurda. No hay definición más normativa que decir «un intelectual debe leer esto y no leer esto otro.» Y no hay descripción más observable que decir «intelectual es el que escribe y participa de una conversación en un campo X.

      1. Es más, la distinción entre sistema del gusto/sistema de producción en un campo es, justamente, un invención de Bourdieu, quien sostenía que había que abandonar las distinciones por gusto y pasar a entender la producción en campos.

      2. No crei que fueras vos la que exaltara la cultura popular. Sencillamente comenté al tun tun. Mi mistake. Todavia no me acoplé al nuevo sistema. Estoy de acuerdo en que la distinción es bueno/malo, y no alto/bajo.
        A lo que iba es que la distinción por campo no puede estar solamente regida por el criterio de la producción aunque sea quizás el más importante. El campo funciona con sus sitemas de reconocimiento, más allá de la universidad ¿Cómo reconozco -por más que no me preocupe hacerlo, espontáneamente lo hago- un intelectual en una reunión cualquiera, de alguien de quién no sé qué produce? Creo que ahi es útil dar lugar al consumo (no hablo de gusto).
        Pero bueno, confío en tu testimonio, lo único que decía es que esa generalización que se hace de la postura de Sarlo es equivocada. Justamente se la critica por sus gustos (no le gusta el peronismo, le gusta el teatro de vanguardia, etc.) y no por su producción.

      3. Un tanto paradójica la posición, María Esperanza. Cuando dice «un intelectual es el que escribe y participa de una conversación en el campo X» éstá dando una definición de «intelectual» que presupone la noción de «campo», deberá definirla y, en consecuencia, terminaremos en que hay que leer a Bourdieu para definir la categoría de «intelectual». Lo que a su vez lleva a plantear que, en efecto, para ser «intelectual», uno debe haber leído al menos a Bourdieu, porque, en caso contrario, no sabrá definir lo que «es» un «intelectual», porque no entenderá el concepto de «campo». Y es imposible que un «intelectual» no sepa que lo es, en principio.

        Sarlo es más transparente, lo plantea desde el punto de vista de lo que, en realidad, forma parte empíricamente del bagaje de lecturas que se le suponen a un «intelectual», lo entiende desde el punto de vista de una «comunidad de cultura» determinada, la de los «intelectuales», definida en un determinado timpo histórico. Lo que sucede es que, desde el punto de vista que usted, la definición de «intelectual» tiene que estar de acuerdo de algún modo con Bourdieu. Otra manera de mirarlo es que la de Bourdieu es una teoría entre otras. La diferencia está en el grado de adhesión que usted tiene a una teoría determinada.

        La «cultura» puede estudiarse desde teorizaciones distintas y puede definirse normativamente de maneras distintas. Cualquier teorización o definición normativa está sujeta a crítica. La de Sarlo y la suya. La ventaja del modo en que lo contempla Sarlo, en mi opinión, es que admite una pluralidad de teorías.

        Finalmente, «toda la cultura» no es necesariamente producida por el mercado. Cuando usted fue bautizada o registrada civilmente como María Esperanza, eso forma parte de la «cultura», en su definición antropológica más fuerte, la del materialismo cultural, y no se debe a que fuera producido por el mercado. Hay procesos de endoculturación que no tienen que ver con el mercado. Por supuesto, esa no es la visión de la «cultura» que tiene Bourdieu, pero sí otros.

    2. WW, yo respeto mucho a Sarlo y no me cabe duda de que ella es una intelectual: produce (mucho), es una insider de la industita cultural, tiene capacidad de generar sentido común. Pero, justamente, lo que la define es su producción, no sus gustos. Si no le gustara el peronismo y se quedara en su casa regando las plantas en vez de escribir y publicar, no le interesaría a nadie.

  17. yo creo que lo mejor en la cultura es sacarse los prejuicios, para lo popular como para lo soficticado y listo.

    yo con respecto a la musica, me dejo de interesar que tribu es, si es popular, si es comercial, lo que sea, escucho desde intoxicados hasta pink floyd pasando por massive attack y gilda.

    1. Muy de acuerdo con su respuesta, los límites , justamente impiden mirar más allá y ampliarse ; y nutrirse. Quizás el tema pase por una cuetión de miedo: ¡no vaya a ser que me considere intelectual, y baile el carnaval carioca en el casamiento de mi prima! El que vence ese temor a conservar las posturas rígidas, ha llegado a absorver cierta intelectualidad. (O es un simple cristiano…)

  18. No podes poner a la «musica popular brasilera» (MPB o bossanova) en la misma categoria que la cumbia villera, por mas que ambos sean populares. Desde la estructura armónica hasta las melodías y su diversidad hacen que pueda hacerse un juicio absoluto : LA BOSSA ES MEJOR.

    ES MEJOR ser educado que no serlo, ES MEJOR ser moderado que zarpado, ES MEJOR ser pacífico que violento, ES MEJOR trabajar que holgazanear, ES MEJOR producir más, ES MEJOR hacer que pensar. No todo es relativo, amiga posmo.

    Los absolutos nos hicieron civilizados y permitieron que a lo largo de los siglos eliminemos a las culturas bárbaras, una a una. Vamos por la cumbia ahora.

  19. María Esperanza:

    Yo creo que lo que caracteriza al intelectual es, en cierto modo para mi, descifrar el sentido que se oculta trás los hechos. Diría, en cierta forma, un tipo que se preocupe por inquirir más allá de lo que se ve, de lo evidente. Eso en cuanto a la realidad que lo envuelve. Tengo la sensación que el grueso de los intelectuales argentinos cumple con creces esa lógica en cuanto a sus analisis políticos. Han sido y son, muy destacables en lo que supone otorgar una visión alternativa a lo palpable de la frenesis mdiática que confunde el sentido de los sucesos políticos. En ese aspecto, sus análisis, mas meditados, profundos, metódicos, profundos,s erenos y reflexivos, aportan una construcción de la realidad difente mas rica en lo analítico. Esas construcciones, están a la altura de su condición. Pero, es cierto, el desprecio por lo «popular», en otras ramas (porque lo increible es que en lo político defienden al ideario popular pero en otros items lo rechazan) es tal, que directamente lo apartan, lo quitan de sus apreciaciones. Directamente deciden ni incluirlo entre su material de trabajo. Ni siquiera, para criticarlo, para ejercer una construcción pesimista de la realidad de que esto forma parte. Huelga recordar el ejemplo de José Pablo Feinmann en TVR, cuando reconoció allí mismo que el había tenido que ir a ese programa para enterarse del penoso nivel de las producciones televisivas, ya que no veía TV y que, visto lo que vio allí, tenía decidido persistir en su abstinencia televisiva. Me parece que pifia José Pablo, porque un tipo de su estructura de razonamiento debiera ahondar en esos fenomenos mas que en ningún otro, a ver si produce una reflexión del porque se cayó en tal maginitud de pobreza intelectual y ver como se puede aportar a una estructuración diferente desde donde aportar a una superestructura mayor de la que es parte.
    Sarló no. Sarló a mi parecer es una mera descriptora de una realidad que ella cree «es» y su adaptación o inadaptación a su parecer de lo que «debiera ser». Esa lógica para mi se aleja de un intelectual. Primero porque toma su subjetividad para establecerme cómo parámetro de un deber ser (cuando en realidad los planos morales son individuales), lo cual, aparte de ser egocéntrico de su parte, tiene bastante de falaz (ya que su propia parte la identifica con un todo). Por otro lado, su prosa discursiva está alejada de lo que es una dilucidación de aspectos escondidos de la realidad, sino que se asemeja mas a la de un mero opinólogo que actúa en un plano descriptivo otorgando su visión particular de eso mismo.
    En fín, es riquísima la charla, pero no me caben dudas que en el acto de degradación que ejercen los intelectuales sobre los hechos populares de la cultura «baja», esconde ciertos aspectos discriminatorios y un buen grado de tontería, porque hasta se privan de un fantástico elemento de aportar una visión desencantada de los mismos.

    Perdón María si está mal estructurado lo escribí bastante a los apurones en el laburo. Saludos.

  20. Sinceramente, y dicho de manera más superficial que profunda, a mí particularmente lo que me molesta del intelectual argentino, como tan bien lo describe Sarlo, es ese aire de elitismo y de saberse «avisado» que tiene.
    Misma definición para los miembros de la academia, que vendrían a ser los intelectuales «oficiales» de ciertos círculos.
    Qué sé yo, si me tengo que guiar por la definición de Sarlo, debería decir que el Negro Dolina es un intelectual, y tal vez mucho más «culto» que muchos miembros de la academia, Sarlo incluida.
    Pero, pero, el Negro no anda por la vida con un cartelito colgando del cuello que dice «Soy intelectual, culto y varias cosas más», sino que se deja llevar por sus emociones sin esconderlas y nos introduce a los menos leídos a la tragedia griega o a la mitología escandinava, con mucho mejores resultados que cualquier intelectual de la academia podría hacerlo, pero porque ese intelectual no escribe para la gente, sino para que otros como él lo lean y lo aplaudan o discrepen con él.
    Homero Manzi era un tipo muy «culto», pero ese conocimiento adquirido no lo hizo intelectual per se, ni tampoco creo que lo hubiera aceptado.
    Su obra -nada intelectual, siguiendo los cánones oficiales- tiene un vuelo poético que más de uno de los poetas aceptados por la academia envidiaría.

  21. Humildemente, creo que están discutiendo sobre un estereotipo obsoleto. Hay gente que le gusta pensar mucho, otra que le gusta pensar poco otra que nada. Difíclmente vayan a coincidir en los gustos, aunque piensen «la misma cantidad». Obviamente hay cosas que la gente que piensa no consume, y viceversa. Sin embargo guarda, a mi me gusta pensar (pero no me considero un intelectual ni en pedo) y sin embargo recuerdo de memoria letras de cumbia y voy a ver las películas de James Bond.

  22. María Esperanza: me da mucha bronca dos cosas: una, haber llegado demasiado tarde a esta discusión, que me interesa muchísimo, sobre cuestiones acerca de las cuales vengo discutiendo desde hace décadas y peleándome tanto con elitistas como con populistas (no en el sentido que le da Laclau al término) y que deja picando mucho sobre lo cual aportar, incluida una buena cantidad de confusiones y malos entendidos; y, dos, que, maldita sea, no tengo tiempo. Voy a tratar de tirar algo ahora, y ver si en algún momento, tal vez en el fin de semana, si es que el debate aguanta hasta entonces y a alguien le interesa, ver si puedo aportar y responder lo que quisiera responder. Apunto nomás, ahora: recuerdo esa nota de Radar. La respuesta del brasileño a Sarlo es impecable, maravillosa, reveladora, y como denuncia de cuál es el tipo de intelectual que representa Sarlo (y el modelo de intelectual que en gran medida se impuso en la Argentina) resulta impecable. Pero también creo recordar, muy vagamente, porque a partir de ahí se suscitó una discusión y algo escribí en su momento al respecto, que el brasileño (¿o era un argentino residente en Brasil?) partía de ese muy buen principio para meterse con unas ideas peores aun que las de Sarlo, también elitistas pero de otro tipo de elitismo, un elitismo muy jodido, propio de la época de los «estudios culturales» que, vía el modelo impuesto por las universidades yanquis, buscaban adecuar el análisis de la cultura al consumo del mercado y considerarlo el colmo de la hipersofisticación. Y uno tenía que terminar defendiendo a Sarlo, mal que le pesara.
    Esa es una cuestión. La otra: ojo, que en Argentina hubo y hay mucho, muchísimo trabajo intelectual, y muy bueno, sobre culturas populares. En lo actual pìenso en Alabarces, y yendo más atrás tipos como Eduardo Romano y Jorge B.Rivera. El prejuicio antielitista es tan elitista como el elitismo. Quiero decir: la onda Sarlo y etcétera es una onda, no es toda la intelectualidad. Es la gente que se impuso con la postdictadura (yo no digo «retorno de la democracia», digo «postictadura») e impusieron su propia dictadura -porque fue, me consta, una dictadura- sobre el campo intelectual argentino, y recién ahora se está empezando a terminar de a poco, sin que sean muchos los que se atrevan a cuestionarla todavía (el campo intelectual es la única área de la vida argentina que no tuvo su diciembre del 2001). Pero en el campo intelectual argentino hay mucha más gente que esa banda soberbia, autosuficiente, autocontemplativa y autoconvencida de su superioridad innata (entre otras cosas lo sé porque los frecuenté durante bastante tiempo). Pero, además, dentro de ese mismo sector, hay gente como Ludmer que hoy se dedica a estudiar y ensalzar cuanta berretada exista, porque considera que lo más sofisticado es olvidarse de la sofisticación, la complejidad del pensamiento y la calidad para ver a la cultura exclusivamente como curiosidad que se estudia como síntoma de fenómenos sociales.
    Otra cosa: se estudia a Tinelli, se escribe sobre Tinelli. ¿O estudiar a Tinelli implica obligatoriamente tener que elogiarlo, decir que está bien lo que hace? ¿Por qué? Si decimos que está mal lo que hacen Nelson Castro, A Dos Voces y Lanata, ¿por qué Tinelli tiene que estar bien?
    Otra: abundan los genuinos intelectuales que se interesan en el futbol, la murga y hasta la cumbia villera, y también en las nuevas series yanquis de televisión y los nuevos usos de Internet. El retrato estereotipado del intelectual es un estereotipo más, conveniente tanto para la elite autosostenida como para los cultores de la burrada cómoda.
    Y algunas pequeñas cositas: me sumo a los comments que aplauden a Dolina. Otra: no es lo mismo popular que masivo. Se me terminó el tiempo, lo lamento. Si puedo, sigo.

    1. Impecable, Balvanera.
      En efecto, hay algunos rasgos que pertenecen a la fracción que hegemonizó el campo intelectual en la post dictadura (1984 – 1986 al presente), y que en muchas carreras de Ciencias Sociales y Humanidades seguimos llamando «los modernos». Ellos insistieron, como estrategia de inserción, en el método por sobre los objetivos de la agenda de investigación, y el resultado fueron estudios que prolongaron la ausencia de los sectores populares.
      Pero ojo, como marca quien me precede, ese cuadro, que es el cuadro de la fracción más escuchada de los intelectuales argentinos, no es necesariamente la totalidad del paisaje. Hay tiempo y lugar para otras cosas.
      Recuerdo una referencia a este tema a partir del debate iniciado a raíz del artículo de Ema Cibotti sobre la «generación ausente» en Entrepasados, y la réplica durísima de Roy Hora y Javier Trímboli en el número posterior, bajo título «Las virtudes del parricidio» (¿O era sólo Hora? Me asalta la duda mientras lo escribo.

      El otro tema es la distancia entre lo popular y lo masivo, porque ahí pesa saber si lo popular o plebeyo va a estar definido como algo, siquiera parcialmente, restringido e irreductiblemente distinto, o bien si, como me marca una compañera por chat, ésta forma parte de un complejo de relaciones un poco más amplio que ponerle el micrófono a la multitud.

      Y en el medio, ¿de qué lado de la cancha juegan los intelectuales? ¿apéndice dominado de las clases dominantes, sectores dotados de un rol de custodia respecto de saberes tradicionales, o bien representantes con papel dirigente de las clases subalternas (ahí apareció el Qué hacer, mal menor de la charla)?
      ¿O, alguna de esas cosas, pero también otras, según el ángulo (y, de más está aclararlo, el intelectual)?

    2. Excelente, muy bueno; creo que a lo que se opone el intelectual, no es al populismo, es al consumo masivo, a lo que se populiza desde el mensaje manipulador y de clases ,a lo que idiotiza y no a alguna cultura tribal propia de algún sector o clase. Algo así como entender o respetar la murga – o gustar de ella- .Frente a los consumidores del facebook, por ejemplo , no caben demasiadas contemplaciones.

      1. ¡¡¡Uyuyuy!!! Si ese es el criterio estoy sonado, porque soy recontraconsumidor de Facebook, como unos cuantos de los que escribimos habitualmente acá en Artepolítica. ¿Qué te parece que tendremos que hacer, Ezequiel: abandonar esas sucias prácticas, hacer penitencia, prometer que ya nunca pero nunca nunca nunca?

  23. No creo que Sarlo esté tan equivocada tampoco. Puede ser que su definición de lo que es un intelectual sea un tanto acotada, pero también es cierto que la formación hace al intelectual. Quién puede llevar a cabo una gran producción intelectual si antes no se formó con lo que sería la “alta cultura”? Pero esto tampoco tiene que ir en desmedro de la cultura popular, la cual debe ser comprendida a fondo por cualquier intelectual, ya que no comprender la producción cultural de mayor consumo en la sociedad es como vivir en un termo.

    Según lo que deduzco del post y de los comentarios, se estaría diciendo más o menos que los intelectuales de Argentina no conocen bien los fenómenos populares. Realmente creen eso? Les parece que el fenómeno del fútbol o de los programas masivos de televisión esconden una profunda y compleja realidad social que se les escapa a la mayoría de los intelectuales? Yo no lo creo así. Creo más bien que ese tipo de fenómenos son de los primeros que llaman la atención de los intelectuales, pero por supuesto, a la edad de Sarlo no le pidan que todavía se preocupe por estudiar el fenómeno de los corsos en Capital.

    De todas formas no entendí muy bien qué se les pide a los intelectuales desde acá. No entendí si pretenden que estudien la cultura popular o que la consuman. Como ya dije, yo creo que la estudian, al menos la mayoría de ellos. Si piden que la consuman, bueno, eso lamentablemente no se puede imponer, a algunas personas les gusta el fútbol y a otras no. A algunas personas se babosean viendo culos por televisión y otros prefieren bajar videos porno de internet. Cada uno con su historia.

    La producción cultural que se consume no hace al intelectual, sino su forma de asimilarlo y comprenderlo. Si alguien se informa por Crónica TV, mira a Tinelli y discute de política sólo con el portero del edificio y con el verdulero, entonces difícilmente llegue a desarrollarse en él la profundidad de reflexión suficiente como para considerarse un intelectual. Si en cambio se forma culturalmente con, digámoslo así, los amigos de Sarlo, entonces desarrollará una capacidad de lectura y abstracción de la realidad que le permitirá “pensar como un intelectual”. Pero si además mira qué está pasando en Crónica TV, se fija en qué está haciendo Tinelli, y escucha al verdulero qué tiene para decir sobre su realidad, entonces tenemos un intelectual con gran capacidad para pensar y que tiene los pies bien puestos sobre la tierra.

    Así como un buen atleta debe tener una buena dieta alimenticia, un intelectual en su formación debe tener una base de consumo cultural bastante rica y profunda. Su relación posterior con la cultura popular pasará entonces a formar parte de su elección sobre qué tipo de intelectual o persona quiere ser.

  24. Y cuidado! Porque en este post veo comentarios a favor de la cultura popular de personajes que no pueden escribir dos líneas sin nombrar a algún intelectual. Y otros que sin hacer apología de lo popular, jamás nombran a nadie, hablan por sí mismas…

  25. Perdón que me meta en esta discusión, pero se me ocurre que por ahí se mezclan un poquito las cosas. Es difícil, dificilísimo (no imposible, pero casi) que alguien pueda ser un intelectual si no se ha hecho o le han hecho alguna formación. Por lo tanto, es justo decir que la formación es muy importante, tal vez imprescindible. Pero esa formación no necesariamente hace a un intelectual. En mi pueblo existe una institución, ya más que cincuentenaria, que ha hecho una tarea cultural destacable. Muchos de sus visitantes y algunos de sus animadores fueron, efectivamente, intelectuales (sobre estos últimos, de mayor o menor vuelo, pero intelectuales). Pero algunos de los principales animadores (el fundador, entre ellos) y muchos de los visitantes eran meramente personas cultas, refinadas, de buen gusto, amantes de la artes y de la producción cultural… y punto. Tenían toda la formación, mayor incluso que la de algunos intelectuales. Pero no lo eran ni tenían la intención de serlo. Su postura era de consumidores y no de productores. (Uso el tiempo pasado, porque no tengo ni idea de lo que ocurre ahora.)
    Saludos

  26. Muy beuno el post, como siempre. Siempre pensé que el tema de León «Los salieris de Charly» definían al intelectual progre de la Argentina («compramos página, leemos a Galeano»). Yo provengo de la ciencia política y sucede algo semejante: en los congresos hay ocho mil mesas sobre partidos políticos que están hechos mierda (de onda) y ninguna sobre movimientos sociales, porque ah no para la ciencia política anglosajona no son importantes. El debate Florida – Boedo, o los vanguardistas del Di Tella contra la gente como Carpani, tienen algo de esto

  27. Se me ocurre que acá hay dos cuestiones. Una al principio, que es definida por las condiciones mediante las cuales el intelectual llega a serlo, y otro el objeto sobre el cual el intelectual ejerce su profesión, digamos. La denuncia del Brasileño (tiraron por ahí que era un Argentino residente en Brasil, no lo sé) da en el clavo respecto de los estándares mediante los cuales se conmsidera a alguien un intelectual. Sarlo aplica el método de inspección académica a lo «dime lo que leés y te diré quien eres». Y en eso la crítica del brasileño es acertada, no es difiniendo qué lee o que analiza un intelectual o, mejor, con qué herramientas teóricas, conceptuales lo aborda, sino qué hace después con eso. La estereotipación, de la misma manera que el prejuicio, anida ostensiblemente en un formato de consagración al estilo Sarlo. No hace falta poner los pingos en la pista, se sabe que este intelectual formado en tal conjunto de autores-fetiches tiene que ser un intelectual, aunque no haga nada. Y acá la crítica del Brasileño es tajantentemente acerada, el intelectual se consagra en función de su producción, lo único que puede poner bajo el escrutinio de la crítica. Lo otro, una sucesión de guiños de logia elitista que poco y nada contribuyen al pensamiento. No hace mucho releía ese incómodo bodoque llamado «Borges» el diario de Bioy Casares, y uno termina convenciéndose de que la academia funciona con esa gama de adjetivaciones, proscripciones y consagraciones de club social de élite que tan negativa influencia tienen en la producción intelectual.
    Otra cosa muy diferente es, dentro de la gama de objetos a los cuales apuntar los cañones del intelecto para abordar el mundo. Y en esto, sí creo que hay una cierta predilección en la investigación y producción intelectual sobre las producciones de elite a expensas de las populares. Hace tiempo leí una nota casualmente en Radar también (cuánto hace que no pasa nada en Ñ, ¿un siglo, dos?) sobre unas chicas que hacían estudios sociológicos sobre la conducta los habitantes de los countries. El texto me sorprendió porque en sociología se da la inversa que en el campo de la cultura. La cámara, el ojo inquisidor, por no decir el microscopio del análisis social tiene su predilección (cuasi-estigmatizante) en las barriadas más pobres, en las organizaciones (o desorganizaciones marginales). Pucha, dije, que pedazo de Campo se abre con esto del análisis social de las clases altas. Que pasa que a nadie se le ocurre estudiar digo por ejemplo, al Campo, a los yuppies, a los gerentes de empresa, a los miembros del Jockey club. La idea de de un Campo académico que consagra a sus integrantes en función de «normas» de estilo, de consumos pre-definidos, de objetos preferenciales, me parece que conspiran contra la autonomía que necesariamente debe darse el profesional del intelecto, y en este aspecto, adhiero fervorosamente al espiritu de lo que MEC nos ha ofrecido como materia de debate.

  28. Uy dios, yo no puedo contestar todo esto, porque es mucho y muy bueno.
    Balvanera: estoy totalmente de acuerdo con su crítica a los estudios culturales. Hay, para decirlo rápido, mucha chantada ahí, y también un nuevo elitismo. Lo popular pasa de ser lo malo a ser lo bueno que hay que exaltar: es la oposición entre el mal salvaje y el buen salvaje, pero ambos son salvajes al fin y al cabo. Pero es que yo no creo que la función de un intelectual sea ser crítico del gusto: la función del intelectual es comprender. Hay que comprender a Tinelli en sus propios términos antes de juzgar su valor. O, en todo caso, establecer comparaciones entre lo que sería «malo» de lo popular y lo que sería «bueno» de lo popular, y no entre lo popular en un caso y lo «alto» en el otro. Y no pretender de infalibilidad. Que se yo, la emperatriz de Austria escuchó El Rapto en el Serrallo y dijo «Una porchería tedesca». La Flauta Mágica era ópera bufa para las masas. El mismo Dante se jugó y escribió en toscano, la lengua del pueblo, en vez del latín. Las cosas son más complicadas de lo que parecen.
    Pablo C, la frase «porque toma su subjetividad para establecerme cómo parámetro de un deber ser» era lo que quería decir, y no pude. Gracias.
    Graciela: Nietzsche ya andaba rompiendo con estas categorías, es cierto. Me gustó el uso del par apolíneo/dionisíaco.
    Patricia: no comprendo en profundidad tu posición. Yo sigo creyendo que el pensamiento es relevante, leer Bourdieu es relevante, ser riguroso es relevante. Y creo que existen los intelectuales, no estoy destruyendo esa categoría per se. No me interesa diluir las categorías en el relativismo de «admitir todas las teorías».
    Y otra cosa: cuando Natalia Oreiro hizo una telenovela en donde se llamaba Esperanza, se multiplicaron las bebés a las que le pusieron «Esperanza». Sí, hay un mercado también de los nombres.

  29. Parece que no se termina de entender qué señala el post de MEC. Si lo interpreto correctamente, el punto central es que los temas de cultura popular no son objeto de una agenda de investigación medianamente seria, salvo en cenáculos restringidos. Y el investigador dedicado a esos temas no tiene la misma visibilidad (recursos, reconocimiento) que el investigador dedicado a la historia cultural, intelectual o de las ideas. Los presupuestos que se manejan para estos temas son bastante mayores que aquellos de los que pueden disponer quienes se dedican a la parte «baja» (dicho en términos descriptivos) del dial.

  30. Habría que hacer una salvedad: hay buenos estudios sobre clase obrera, movimientos e izquierdas, y hay una corriente de estudios culturales, aparte de lo ya mencionado, que se ha enfocado en estos temas, como correctamente señala Primo. Pero no son el carril principal: subsisten en los márgenes del campo académico.

  31. No se que decir, en Córdoba son demasiado fuertes los estudios de cultura popular y masiva (yo no se nada, pero en mi facultad hay toda una orientación de la carrera dedicada a eso) que no puedo imaginar como no es parte de mainstream, aunque se que lo que decis es cierto.

    Saludos!

  32. Ezequiel, de acuerdo.
    Primo Louis: ah mirá vos. ¿En la Nacional de Córdoba? No conozco ninguna otra facultad que tenga una orientación entera dedicada a eso, pero por ahí peco de «Ubismo».

  33. Primo: Es cierto que hay una reversión reciente, de la mano de los Estudios Subalternos, la recepción tardía del marxismo británico, cierta antropología indistintamente urbana y/o rural, pero me parece que depende del espacio académico. Un abrazo

  34. Mec,
    antes que nada quería agradecerte este post (algo que casi nunca hago.
    Va el comment por segunda vez, había escrito algo pulidito y lindo pero por abrir la ventana de chat con Ezequiel se borró (cosa e mandinga o de internet nomas)
    Desde lo personal coincido con Balvanera en que no es lo mismo hablar de cultura popular que de cultura masiva y que inevitablemente esas conceptualizaciones producen consecuencias en el campo académico. Desde la UNC, en la unidad académica que señala Primo Louis, se trabajan ambos separados por una barra y la mirada está más influenciada por Semán o Alabarces que por Sarlo, lo que lleva justamente a partir del cuestionamiento en la dicotomía cultura alta/ popular.
    Más allá de lo anecdótico, el campo de estudio aun resiste en el proceso de etnocentrismo y peligrosamente también en su forma inversa, el populismo (al menos así son las discusiones que hay en la UNC). Creo relevante propiciar estos debates sobre cultura popular/ masiva en AP justamente porque
    contribuyen a dilucidar la trama de relaciones de lo popular en diversos campos, tema que inevitablemente se solapa con debates más urgentes de la realidad política argentina.
    Cuando leí la comments (algunos con más detalle que otros) pensaba en que pueden servirme de corpus en una producción, puedo usarlo?
    Saludos

  35. Una persona que trabaja con las ideas diciendo de si misma que es una o un intelectual es como escuchar al 4 de Olimpo diciendo que es un atleta. Ok, tanto Sarlo es una intelectual como el lateral bahiense es una atleta. Pero no deja de hacerme ruido escuchar a alguier epitetarse de manera tan grandilocuente.

  36. Cosas dichas: interesante. La diferencia entre popular/masivo debería ser objeto de otro post.
    Por otra parte, Artepolítica se publica bajo una licenciad de contenidos de Creative Commons, que dice «Se permite su reproducción citando la fuente con la URI del lugar de publicación original», estas son las condiciones para su uso.

  37. Es cierto que la posición de una subjetividad como árbitro saca de quicio. Los estudios de Sarlo sobre la posmodernidad pretendiendo escuchar conversaciones, observar miradas y gestos, resultan irritantes (¿desde dónde lo hacés, hermana?). Es cierto que en este tema hay mucha tela por cortar. Pasar de civilización a barbarie no cuestionando la división es quedarse en el mismo lugar. Y a veces resulta peor. Con respecto a la afirmación de Balvanera sobre que el campo intelectual no tuvo su 2001, creo que sí, lo tuvo y lo sigue teniendo, pero en cuotas: la discusión de los horacios en la biblioteca nacional, pero mucho más, las respuestas de uno y otro lado, por ejemplo, parecen algunos ejemplos. La dictadura del club (concuerdo en que lo fue, pero con grandes diferencias entre sus componentes) va perdiendo su lugar (cierre de revista, peleas, muertes). Creo que se puede ver como una lucha por la hegemonía, que tiene sus grupos en retroceso y en ascenso, con sus juegos políticos claramente definidos. Y aquí también se da la diferencia entre los “brutti, spochi e catttivi” y los otros. El estatus sigue en su lugar. Lo que pasa es que cuando las posiciones se polarizan de tal manera, también se trivializan

  38. MEC,
    me parece que Sarlo no muy representativa del estado actual del tratamiento académico de la cultura popular. Pero, por otra parte, hay una producción sobre ese campo bastante importante desde la antropología. A través de figuras como García Canclini la diferencia entre algunos trabajos de esa disciplina y los estudios culturales (un movimiento anglosajón que se reivindica como anti-disciplinar) se han vuelto bastante difusos. El resultado no me convence, pero indica que hay una atención a la cuestión que la conferencia de Sarlo no representa ni buscaba representar.
    Personalmente me parece que esos intentos de abolir las distinciones entre «alta» y «baja» cultura solo pueden en el mejor de los casos reformular lo que Bourdieu llama la jerarquía social de los objetos, pero nunca hacerla desaparecer.
    Un saludo.

  39. Hace tiempo que no leía una discusión tan aburrida. Desde afuera, parece que hablaran del sexo de los ángeles. Pero no malgasté totalmente el tiempo. Me sirvió para entender que el núcleo de AP es mucho más académico que político. Es la única explicación que le encuentro a la pasión por el tema y al interés por distinguir la formación de la producción, a Dolina de Sarlo y al huevo de la gallina. Por último, ¿nadie sabe cómo se llama ese famoso brasileño? Ese ninguneo resulta un poco xenófobo. ¿No sería Vinicius de Moraes?

  40. ¡Bien por el brasilero!
    Vanidad de vanidades….
    Si la gente como la Sarlo sumase el gasto empeñado en bienes culturales tal vez descubriría que hubiese sido más económico comprarse un AUDI.
    Lástima que a la anécdota que recuerda le falte la reacción de la Sarlo. Sería la condición necesaria para que esta producción sea popular.
    Porque la producción intelectual interesada en lo popular casi nunca le interesa al público objeto de estudio. El intelectual no comparte su producto. Vampirismo cultural. Suma valor a la materia prima pero no le devuelve nada objetivo al productor. Como las cenas de beneficencia con caviar para comprar polenta.
    Como no-intelectual hincha de la producción antes que de la crítica me sumo al coro:
    «los críticos cacarean y nosotros ponemos los huevos…»

  41. María Esperanza. Tal vez usted tenga razón. Pero trataré de explicarle el chiste. Bueno, en verdad es casi una broma privada basada en cierto anacronismo. Allá lejos y hace tiempo, digamos hace cuarenta años, cuando la actividad académica no era una pasión de multitudes como este post demuestra que lo es ahora, nadie conocía a ningún brasileño. Sí, sí, por supuesto, se leía a Celso Furtado y a Paulo Freire, cómo no. Pero si el equivalente de lo que hoy sería un joven participante de AP, escuchaba «un brasileño», pensaba en Pelé o en Vinicius de Moraes.

  42. R*Favela, es el nombre de una nueva colección de lencería que en breve saldrá a la venta y que tendrá como principal reclamo a la actriz de Lost, Evangeline Lilly. La verdad es que la salida de esta nueva línea de ropa interior es del todo destacable ya que todo lo que se venda irá destinado a la ONG, Task Brasil, que se dedica a ayudar a jovenes que viven en las calles de Brasil.

    La ONG habría firmado un contrato con Lilly para que preste su imágen de la nueva línea de lencería y cuya colección estará disponible en todo el mundo ya que se vende a través de eBay.

    La actriz habría realizado también un video de presentación de la colección en el que ofrece la lencería y en el que deja claro que todo lo que se recaude irá a favor de los pobres y abandonados niños de Brasil.

  43. Vaya parece que Quintín ha descubierto algo acá qué lo sorprende, el núclo nac&pop de este sitio es gente de cultura y de acción, que no deja los libros para meterse en el barro de la Historia. Pues si, acá la gente piensa antes de escribir o de decir… de seguro es algo a lo que no está acostumbrado en los sitios donde anda…

  44. MEC:
    ¿Y si hacemos de cuenta que la lista de atributos la hizo otro? Porque si no, capaz que algún distraído se confunde y piensa que lo dicho por Sarlo sólo lo pudo decir Sarlo. En rigor, lo puede decir, ya lo aclaramos, pero lo decimos de nuevo, toda una generación, y especialmente la más académica, de intelectuales argentinos. Altamirano, Myers, Prislei, los fallecidos Sazbón y Terán y varios otros que no nombro analizaban a los intelectuales por sus consumos. La influencia de cierta tradición de historia francesa (Roger Chartier) y, en menor medida y de modo reciente, de la historia intelectual norteamericana (Skinner, Pocock), en los ámbitos académicos argentinos es enorme. Y, especialmente en la UBA, su incidencia en los programas y en la formación de los investigadores es directamente insoslayable.

  45. Fede M. Tu idea tiene algo de inocente, lo digo sin ironías. El orgullo del intelectual comprometido, del que estudia muchos años, tiene uno o varios títulos, vive para el saber y la cultura y, un día, utiliza todo lo aprendido para servir al jefe, que resulta ser un ignorante, un corrupto y un autoritario. Hay un misterio en ese sometimiento, en ese afán de negarse a sí mismo, en ese placer de subordinarse a la bajeza. No se trata de la opción entre libros y alpargatas, sino de la humillación ante el poder y la claudicación frente a un simulacro de pensamiento.

  46. Salvo que me haya confundido de debate, aquella discusión Sarlo la tuvo con Roberto Schwartz, profesor argentino que trabaja o trabajaba en una universidad de Brasil.
    Quintín: no, no se trata de servir al jefe. No te da, parece, para entenderlo. No hay subordinación tampoco. Diría incluso que es al revés. No del todo, no absolutamente, hasta cierto punto. Pero es muy complejo como para que lo entiendas, sobre todo cuando lo único que te interesa es entrar a provocar.

  47. Disculpen que me intrometa, en general estoy de acuerdo con el post y la discusión me parece muy interesante, pero me encuentro en desacuerdo con lo que manifiesta el último párrafo: “Mientras tanto, acá Pablo Lescano, Tinelli, el ir a la cancha, los festivales de Palau, el Gauchito Gil, el rito del asado, la dupla Francella/Suar y los festivales folklóricos de todo el país siguen esperando que alguien vaya y los estudie en serio.” Creo que nos muestra una clara estereotipación de las manifestaciones más salientes de la cultura popular bastante arbitraria (salvo excepciones como el caso de las prácticas religiosas) que no distingue a mi entender entre aquellas que verdaderamente exigen ser estudiados hondamente, y otros estudios que no contribuirán más que a dar como resultado, o más bien, no pueden servir a otros fines, que a engrosar los estudios utilizados por los analistas de mercado o el regocijo intelectualoide que muestran ciertos estudios ya existentes que giran en torno a la reflexión sobre le estado anémico de las sociedades actuales y concluyen en reflexiones elitistas y estigmatizantes sobre las prácticas populares analizadas. En este sentido creo que se presenta en sí una desjerarquización en lo que hace a la centralidad del orden en que efectivamente las prácticas culturales populares requieren ser abordadas, diferenciando en torno a aquellas que hacen efectivamente en el día a día a la conformación del orden, las practicas y las representaciones sociales y el análisis de aquellas otras que también pueden abordarse desde estudios culturales pero que pueden encontrarse a la espera tal como cualquier otro estudio cultural, de los que por cierto Sarlo hace cátedra, aunque nobleza obliga en modo alguno digo que sean los únicos, ni a los que mayormente se dedique.
    Por ello igual que como plantea el post, me resulta inocua la distinción de un intelectual en torno a su formación / producción, esta siempre resulta más prolífica en el campo de la producción, donde su formación de por sí se exterioriza, entendiendo previamente que toda producción intelectual requiere de una formación previa que no necesariamente debe de condecirse con la del campo de los intelectuales.

  48. Balvanera. ¿Qué debería hacer, entrar a AP para felicitarlos, cuando creo que se equivocan horriblemente? Es verdad, no logro entender lo que hacen, que se entreguen de esa forma a Kirchner. Vos decís que es al revés. ¿Kirchner se entrega a ustedes, le están haciendo entrismo?

    Para ilustrar la cuestión tomemos uno de los grandes aportes de los intelectuales a la causa K: el asunto del «ánimo destituyente», que tanto éxito tuvo en las filas oficiales. De ahí Kirchner dedujo que había un golpe y declaró que los prodcutores rurales eran grupos de tareas o comandos civiles y que los periodistas eran el enemigo público. Utilizó los términos que ustedes le sirvieron en bandeja para sumergir el país en la paranoia y hacer caer la economía. En nombre de la redistribución del ingreso aumentaron el hambre, la pobreza y la injusticia. ¡Flor de éxito tuvieron! Es cierto, les queda el orgullo de haber sido reconocidos por el poder, de que Néstor los visite en la Biblioteca Nacional. Yo creo que esa novedosa promiscuidad debería avergonzarlos. Porque él sigue mandando y ustedes obedeciendo. Y el sacrificio intelectual y moral que se les pide para poder seguir perteneciendo es cada vez más grande.

  49. te jode quintín? pasa que los intelectuales somos todos consumidores, y el nos reparte la papusa, me entendés? No es subordinación, es dependencia.. salvanos Quintín!!! en realidad todos queremos ser como vos, tener esos razonamientos tan lúcidos, tan claros y tan brillantes como «De ahí Kirchner dedujo que había un golpe y declaró que los prodcutores rurales eran grupos de tareas o comandos civiles y que los periodistas eran el enemigo público. Utilizó los términos que ustedes le sirvieron en bandeja para sumergir el país en la paranoia y hacer caer la economía.» Brillante, creo que Quintín nos ha deslumbrado completamente, propongo que le demos el Sarlo de Oro al razonamiento mejor articulado de este post.

  50. Ezequiel: totalmente, saquemos «Sarlo» y digamos «una académica argentina».
    Balvanera: gracias y damos su nombre a Schwartz, que bien merecido lo tiene. Luego corrijo el post.
    Quintín: o nosotros obedecemos a Kirchner, o él utilizó los conceptos que nosotros le servimos en bandeja. Son dos cosas bien diferentes, y contradictorias entre sí. Decidite cuál es el cargo.

  51. Fede m y María E (con y sin cargada). Las dos cosas (la obediencia y la productividad) sea hacen ciertas y perfectamente compatibles, ya que ustedes producen conceptos e instrumentos discursivos para uso del jefe. Eso no implica que no dejen de obedecerlo. En lugar de darle el pie a K para que fantasee con un golpe, los intelectuales deberían ser un poco más sensatos. Pero por las respuestas anteriores me da la impresión de que, en algún lugar, creen que le modifican o le imponen una línea a Kirchner. ¿Son tan ingenuos o tan soberbios?

    Fede m. No es ecesario que sean tan brillantes como yo. Bastaría con que dejen de ser kichneristas.

    1. Bueno Quintin, te propongo que hagas un post acá así das rienda suelta a esa especie de obsesión tan compleja que te tiene atrapado en el monotema «Cómo puede ser que haya gente que sea Kirchnerista» donde podamos hacerte entender porque sostenemos que el de Kirchner ha sido el mejor gobierno de la historia argentina, y sobretodo, queremos que siga. Por lo pronto este post es sobre los intelectuales, la academia, Sarlo y sus estereotipos. Y, nobleza obliga y por respeto a María Epsranza, voy a sustraerme de hacer nuuevos comentarios a tus provocaciones.

      1. ‘Mejor gobierno de la historia argentina’:
        Si sos peronista, mejor que los de Peron? Porqué?
        Si no sos peronista, tambien mejor que cualquier otro?
        «El de Kirchner ha sido el mejor gobierno…´ Los dos Kirchner? El de el pero no el de ella? Son intercambiables, o en ambos casos gobierna el mismo? Aclará tu concepto, por favor. Gracias.

  52. qué pasó? en qué deribó esto? 72 post para arribar a la política, lo venía midiendo, ¿y cómo no iba a aparecer «libros no, alpargatas sí» que les duele y horroriza a tantos intelectuales? … se puede retomar el tema: cultura popular, política cultural, ¿política popular? cómo será eso no?.

    Sigo el post aunque me resultan muchos los datos de autores, bueno los notanleidos somos así de exigentes: debate, síntesis, comunicación, acción! y el «aguante los errores» … si … un poco lineal parece pero de productivo …

  53. El debate venía bárbaro, leía con interés a Ezequiel y Balvanera, hasta que apareció Quintín y derivó en las mismas estupideces de siempre cuando él participa.

    1. Adhiero. No entiendo si tanta bronca parece tener a AP para que sigue entrando, que es masoquista o que? Por que no nos beneficia con su silencio si solo va a hacer analisis de nuestras ideologías o nuestros comentarios ridiculizandonos pero poniendose a la defensiva cuando se responde a sus embates? Y sino, aporte algo constructivo mi viejo.

  54. Momento.

    En primer lugar, no le tengo bronca a AP ni a los que aquí participan. Pienso, simplemente, que están equivocados. Tienen derecho a pensar que K es el mejor gobierno de la hsitoria mundial, pero yo tengo derecho a pensar lo contrario. De todos modos, es el mejor foro de debate político que hay en la Argentina y me interesa participar en él. Lamento si a mí me toca el papel de opositor. A menos que no quieran tenerlos.

    Segundo. No me aparté del debate central más que en la medida en que las intervenciones de los demás me condujeron a ello. Yo solo quería decir que la discusión es aburrida pero delata el sesgo académico de AP.

    Tercero. DagNasty me quiere echar desde la primera vez que intervine. Es un pesado que encima se victimiza.

    Cuarto. Buenas noches.

    1. Es interesante la discusión que plantea Quintin. Más que discutir qué es un intelectual discutir cuál es el rol del intelectual en el campo popular (y esto nos permite despojarnos de los nombres).

      Yo empezaría señalando una pequeña diferencia: habra intelectuales orgánicos a un partido e intelectuales orgánicos con una determinada manera de hacer política.

      Saludos!

      1. Primo Louis. Exactamente. Para mí la discusión interesante es esa. Aunque como no creo en una cosa llamada «campo popular», me gustaría plantearla de otra manera.

        Esta mañana leí en Clarín una nota sobre Venezuela en la que el cronista entrevistaba a una médica cubana que atiende un centro médico en la villa más grande de Caracas. Cuando le preguntan hasta cuándo va a estar allí, la mujer contesta: «Hasta que la Revolución me necesite.» Para mí esa respuesta es denigrante para un ser humano (se puede sustituir revolución por patria, causa o cualquier otra entelequia que prefieran).

        Un intelectual, en mi opinión, es alguien que nunca va a responder como la doctora cubana. Por supuesto que hay gente que no estudió nada pero tiene un apego insitintivo por la libertad y no contestaría algo así. Pero un intelectual es alguien que vive para eso, para no conestar nunca así, alguien que ocupa el lugar de crítico de la sociedad en la que vive y, sobre todo, de crítico del poder. De todo poder y, en particular, de la experiencia histórica que ha llevado a los hombres a embanderarse con la justicia para terminar sirviendo en realidad a la tiranía y la opresión. La condición de intelectual es para mí en principio incompatible con la de funcionario público y mucho más con la de propagandista de un régimen político. Ni hablar de una fantochada como el kirchnerismo.

      2. Quintin: me parece que el ejemplo de la médica cubana no tiene mucho que ver. Si vos le preguntás a un empleado de Vialidad hasta cuando va a seguir su trabajo de inspección de la autopista Rosario Córdoba (que ya lleva como 10 años) te contestaría algo parecido: hasta que el Estado me mande a otro lado o me jubile. O, si lo queremos poner en otro plano, si le preguntás a un militante de cualquier partido hasta cuando va a seguir cumpliendo la función que le asignaron, también te va a contestar algo parecido. El caso de la médica cubana puede corresponder a cualquiera de éstas dos situaciones, pero no es muy aplicable a la discusión del post.

      3. Sombra. No sé cómo fue en realidad, pero supuse que la médica decía eso con orgullo, no como cuando alguien dice voy a estar acá hasta que al puto gobierno se le ocurra mandarme a casa.

        Primo Louis. Esa es la idea: el intelectual orgánico es al intelectual lo que la música militar es a la música. Todos los ejemplos recientes de esa especie han terminado cumpliendo órdenes y defendiendo lo indefendible. Cuando la independencia se va por la puerta, la dignidad sale por la ventana.

      4. Pregunto entonces, ¿Cómo armarse un proyecto político serio sin intelectuales que acompañen y marquen el camino?
        Para el arquetipo del intelectual órganico en los 90 fue Cavallo. No importó el partido, el tipo estuvo ahi para señalr el camino hacia el neoliberalismo cada vez que un gobierno lo necesitó.

        Saludos

      5. «¿Cómo armarse un proyecto político serio sin intelectuales que acompañen y marquen el camino?» Pienso en los intelectuales que marcan el camino y me da un escalofrío. ¿Otra vez la vanguardia esclarecida? Convengamos en que eso no terminó muy bien. Pero tal vez usted pueda citar algún caso reciente en el que un proyecto político interesante y exitoso estuvo orientado y/o conducido por intelectuales (también tiemblo al pensar que usted piensa que ese proceso es el kircherismo… no, no creo que piense eso).

        Lo que sí es cierto es que el extraño fenómeno Carta Abierta ha puesto sobre el tapete en la Argentina la olvidada figura del intelectual orgánico en el sentido más o menos leninista. Parece una de esas peculiaridades locales, esas cosas argentinas, como la cantidad de psicoanalistas. Y es cierto también que los muchachos están infatuados con ese papel. De hecho, varios de los comunicados del grupo CA reclaman veladamente del gobierno un lugar mayor para sus miembros (incluso, hubo lobby para colocar funcionarios en las áreas de comunicación de la presidencia). Pero simultáneaente, han terminado por defender incondicionalmente las políticas oficiales y por aportar ideas a su propaganda. El caso más notorio, por supuesto, es el de Horacio González, que habla y escribe como si fuera el ministro del interior, sin conceder nunca nada, buscando siempre defectos y errores en el adversario y silenciando sistemáticamente los del gobierno. Es un poco ridículo y el matiz de obsecuencia en el que termina derivando la pretensión de hegemonía no mejora ciertamente la situación. Pero no hay duda de que los intelectuales del kirchnerismo han sido eficaces en la demonización del adversario y si no han logrado más justicia, más transparencia ni más distribución del ingreso, han hecho lo posible para irritar los ánimos y obstruir toda posibilidad de diálogo con la oposición democrática, con la clase media y con los sectores agropecuarios mientras se simula ignorar la creciente hegemonía durante el kirchnerismo del capital más concetrado, socio de cada una de las políticas oficiales.

        Pero entiendo lo que usted dice. ¿Qué hacemos? (Para ser sinceros, qué hacen ustedes?) No es cuestión de que la estrategia la oriente Cavallo o algún otro miembro del establishment. Creo que hay una confusión aquí. A la primera persona a la que escuché decir que Cavallo era un intelectual (aunque de derecha) fue justamente a Beatriz Sarlo. Pero nunca me pareció una descripción acertada. Cavallo no es un intelectual como tampoco Lavagna lo es. Son técnicos que coincidieron con sus décadas respectivas. Sin embargo, me parece que al kirchnerismo le faltan técnicos idóneos en casi todas las áreas de gobierno. Y eso no ocurre por falta de intelectuales (como se ve, le sobran) sino por algo que se confunde y superpone con ello: la profunda actitud antiintelectual de Néstor y Cristina, su antipatía por todo pensamiento crítico, su desconfianza generalizada por el conocimiento que, paradójicamente, muta al deslumbramiento cholulo con un Laclau o un Stiglitz, con los que coinciden tácticamente en un momento dado. Pero está claro que la orientación estratégica del kirchenrismo (centrada en el poder, la caja y las próximas elecciones) en todas sus áreas viene del cerebro magistral e invicto de su conductor. Por eso digo que el lugar que el kichnerismo le reserva a sus intelectuales es el de una irremediable segundo plano y de una manifiesta obsecuencia, por más que en este blog no se dejen de exhibir los pergaminos académicos que pretenden autoconvencer a los participantes de que las cosas son de otra manera.

      6. Don Quintín, Ud. afirma que sólo es válido aquel “autodefinido intelectual” que critica … y nada más.
        ¿qué es un intelectual?
        Pienso (a veces …) lo mínimo, un intelectual es toda persona que utiliza el intelecto (abstracciones). y… ¿para qué? (objetivo) … para vivir de ello? para figurar entre los famosos y estar en “un primer plano”?, para pensar por otros?, para dominar?, para poner (su) orden?, para divertir?, para criticar desde su individualidad “santa y pura»? para cualquier cosa? para todas las cosas? desde todas las ideologías? Están en todos los partidos? Están en todas las clases sociales? O es una clase? Que carajo es un intelectual … un robot … una marca … un concepto … tienen hambre los intelectuales? Lloran? Se ríen? Son seres humanos?
        Bueno, comencemos por la democracia en la intelectualidad che!
        Deje Don Quintín que la gente (sea intelectual o no) participe, apoye y produzca desde donde ellos consideran que es correcto según su ideología, su clase, sus sentimientos, etc.
        Si Usted quiere hable de política, las cuestiones ideológicas y las disciplinarias específicas, me parece que por dónde ataca Usted (que es en lo personal), al menos para mí, no tiene ningún sentido, el problema es que desconoce los intereses diversos y genuinos que pueden tener los intelectuales.
        Ahora me/le pregunto …¿cuáles son los suyos? … sea concreto en cuanto a lo que Usted considera que DEBE SER UN INTELECTUAL, sólo habla en negativo, si Ud. lo dice de ahí arrancamos (bah, sigo leyendo) … un poco más distendidos, digamos, un clima necesario para poner a funcionar el intelecto no?

      7. Celina. Me mató con tantas preguntas. ¿Pero por qué me las hace a mí? Este es un post donde todo el mundo habla de los intelectuales y debe tener su propia respuesta. Por otra parte, usted sabe que es casi imposible dar una definición taxativa. Pero a grandes rasgos, la idea que tengo de un intelectual es la de alguien que piensa cómo podría ser mejor el mundo o, al menos, como podría no ser peor. La historia del siglo XX enseña que muchos de los que en nombre de la primera versión se dedicaron a apoyar todo tipo de regímenes despóticos fueron limitando el concepto de intelectual a las intervenciones de la segunda categoría: la de quienes intentan, por sobre todas las cosas, limitar los abusos del poder en lugar de facitarlos. Esa es mi idea a grandes rasgos de un intelectual. Pero acaso sea un concepto vacío. Los intelectuales pueden tener el interés de ser líderes de masas, de hacerse con le poder, de ser ministros o diputados o de ser amigos de algún presidente, pero esos intereses no me interesan. Mire a Nun, por ejemplo, nuestro secretario de cultura. Hace un tiempo uno hubiera dicho que era un intelectual. Hoy es un payaso aferrado a un sillón. ¿Usted diría que entre él y Lombardi, su homólogo del lado de Macri, hay alguna diferencia a favor suyo?

      8. Mire … es un poco difícil intelectualizar, valga la palabra, el porqué le pregunto a Ud. ya que no soy lo que se denomina «una intelectual», voy a intentarlo … me parece que noto cierta incoherencia, por un lado insiste en la acusación a aquellos intelectuales que «se someten, se venden, etc. al poder» y sin embargo Ud. no puede despegar su discurso «del poder», fijesé que cierra su respuesta preguntandome a mí (a mí!!!) sobre «el poder», pero además nombra «al poder» por nombres y apellidos y no dice los conceptos, o sea que continúa sosteniendo lo que Ud. critica «un poder personalista».

        Me/le pregunto ¿la crítica tiene «salvación»? digo … cómo «se salva Ud» de no alimentar un binomio,o una alimentación mutua entre poder/opocisión por dar un ejemplo …

        Lo que yo le escribo no es una crítica sino lo que observo/leo, o quizá es mera reacción mía que tampoco se salva, ni lo pretendo …

        Con respecto a alguien que piensa cómo podría ser mejor el mundo o al menos, menos pior … yo opino que lo más importante es pensar con otros en cómo mejorar el/los mundos y me parece que por eso Ud. participa aquí.

        Después de todo, todo ser humano es un intelectual, ya que (casi) todos piensan en cómo mejorar el/su mundo, la/su vida, el/su día …

        Digamos, está bueno ayudarnos (entre todos) a pensar y también a accionar, en general … eso se llama(ba) popular …

        Vaya a saber que significado tiene para la doctora la palabra «revolución», uno lo toma con desgano desde nuestra historia, pero en su mundo por ahí tenga otro contenido (convencimiento real digo) …

        Sigo con el laburo, que esto no es lo mío!!

        Saludos cordiales.

        Y saludos a Nun, muy lindo el congresito tucumano digale …

    2. ¿Victimizarme? no proyectes, esa es TU estrategia permanente. A mi no me importás, sólo me jode encontrarte en un thread cuando estoy leyendo algo interesante, y qué.

  55. Tratando de hacer un recorrido inverso llego en el momento en que Quintin en cierto modo desprecia a los intelectuales diriamos de carta abierta y afines por darle armas coneptuales a K.para su defensa politca,considerandolos entonces sometidos,a lo que Fede m le responde que se trata mas bien de una dependencia economica puesto que el intelectual no puede dejar de consunir,incluso se lo llega acaracterizar desde el vamos del asunto por un sector por lo que consume.Quintin a su vez plantea que no queda resuelto quien se aprovecha de quien,si el oficialismo o los intelectuales,aunque se juega por lo primero.Ahora y o me pregunto¿no se les ha criticado muchas veces a los intelectuales por su aislamiento,su torre de cristal,vivir dentro de un termo,como alguien dijo?Aparece el viejo tema del compromiso y las figuras de Cortazar,Sartre y demas.
    Esteban S cita a Garcia CANGLINI a quien considera difuso en sus analisis,y sin embargo para mi es muy util para entender la cultura elitista y sus diferencias con la cultura popular,y la necesidad de que la segunda enriquezca y de vida a la primera.
    Me encanta cuando Maria Esperanza sostiene que la funcion del intelectual es comprender,o antes cuando expresa que su busqueda es formarse un yo interesante,…con ideas propias,en una disciplina monastica de individuacio,y que por eso puede apartarse de consumos populares masificadores,aunque creo que debe acercarse a ellos por son formas culturales,y tambien le temo al narcisismo egocentrico que a veces muestran los intelectuales.
    Me adhiero a lo que expresa Pablo D al indicar que al intelectual lo caracteriza descifrar el sentido oculto de los hechos,aunque he leido por ahi con razon que no debieramos esperar de el pronostico de los hechos porque esa funcion hoy la realizan los expertos(lo marca Graciela).Entonces ya no se trata del vate antiguo pero si siempre del analista critico de lo que pasa.
    Muy bueno de lo Pepe señalando que lo mejor de la cultura es scarse los prejuiciosylo de Blavanera cuando opina que el retrato esterotipado del intelectaul es un estreotipo .
    Quedan temas pendientes:la diferencia entre cultura popular y masiva,la relacion entre cultura y mercado,la critica a los intelctuales argentinos (que Aguante Jauretche acusa de tener aires elitistas),la critica a los intelectuales de izquierda(Pepe habla del fracaso del comunismo porque la gente lo rechazo y no por obra de la CIA,tema discutible)y hasta la misma cuestion propuesta desde el inicio,brillantemente iniciado por Patricia,Graciela.Guillermo y Horacio Gris.
    Recomiendo releer los parrafos de WW de las 11.02(el segundo,a paesar de la critica de Maria Esperanza),el penultimo de Ezequiel Meler a las 2.02 y en general j.k.(12.37).

    1. Todo bien isabel, quiero aclarar que en realidad lo que quise decir irónicamente es que éramos adictos consumidores de la «papusa» (merca, coca, cocó, pala) que nos provee nestor, y trastocar el mito reproducido por quintín de los intelectuales bancados por el gobierno con una ironía sobre nuestra narco-dependencia. Eso nomás. El resto del resumen muy bueno.

  56. Gracias por tu aprobacion,Fede M,y por tu ironia.Las yerbas que consumo no tienen que ver con drogas,sino con la violencia del entorno,y creo que pocos y pocas se escapan de esto.

  57. Lamento llegar tarde a esta discusión a la que yo también, como dice Balbanera, he dedicado muchas horas. Digo una sóla cosa: desde mi punto de vista -y creo que es imposible pensar la cultura popular sin hacer pie en un punto de vista- no se puede examinar la cultura popular sin distinguirla de la industria cultural masiva (tipo Tinelli, que es un enemigo de la cultura popular) y sin desprenderse de un término que la enturbia y la inferioriza:populismo. Mientras se siga creyendo que populismo es una categoría de las ciencias sociales y no un modo de descalificar los movimientos populares, no habrá modo de acceder a la cultura popular argentina. No hay cultura independiente de la política.

  58. Juan:tampoco hay politica independiente de la cultura.Repaso:hay dos formas por lo menos de entender la cultura.Por un lado se la define como todo lo que el hombre hace.Para i es una definicion demasiado amplia,y confunde cultura con civilizacion.Por otro la cultura es el conjunto de bienes que cada grupo humano,ubicado en un tiempo y espacio,produce(entendiendo por bien no solo el que tenga valor economico,sino tambien un factor reconocido y estimado por la gente:religioso,social,politico,tecnico,cientifico,estetico.Por eso creo que la politica mas bien depende de la cultura de una sociedad,fundamentalmente.

  59. en cuanto a que la política depende de la cultura de una sociedad, yo diría que depende de «las culturas de una sociedad o de sus fragmentos sociales» entiendo que la sociedad se componde por diversos grupos y sus producciones … dentro de esos, pienso, hay grupos dominantes, hablando de recursos y/o herramientas propias para la producción difusión e imposición de SU cultura, y hay grupos sometidos (negadores de su propia cultura) y hay grupos fagocitados y hay grupos excluídos y hay grupos reactivos … en su mayoría contradictorios y fraccionados a excepción del dominante, o sea TN, Tinelli, etc.

    Siempre llegamos a la necesecidad de medios y recursos propios colectivos, los que fueron vaciados tanto por la dictadura como por el neoliberalismo. O sea la necesidad de distribución de medios y recursos PROPIOS colectivos a los grupos sociales y autonomía de producción.

    Pero sabemos que no es lo mismo ser subsidiado a que los recusrsos sean genuinamente propios colectivos según los objetvos … definitivamente no es lo mismo ya que da lugar a condicionamientos de esa producción, aunque estén otorgados con la mejor buena voluntad.

    El proceso de exterminio cultural popular de nuestra sociedad, no es nada fácil superarlo, sí me parece que por ahora deben apuntalarse las organizaciones sociales que posean objetivos superadores al individualismo (no todas realmente los tienen), integradores y no excluyentes.

    Así como es necesario apuntalar la confianza en la política, los políticos y sus instituciones como recursos y herramientas válidas para la sociedad toda, también los políticos, la política y sus institucionas deben apuntalar la confianza en los sujetos sociales (incluye a los políticos)y sus organizaciones. Lo penoso es el estado de situación de los sujetos sociales … (bastante hechos mierda pa que se entienda clarito).

    No hay construcción posible sin confianza, claro que están los tan jodidos traidores que en realidad son emergentes de un proceso de construcción real, cuando las cosas se van levantando algunos se van achicando …

    … el proyecto se va haciendo transitando con principios básicos …

    Sino es como el cliente que le dice al arquitecto cuando la casa está casi terminada – ah!! pero esto no es lo que yo quería, yo entendí otra cosa!!! por más que hayan pasado horas y horas pensando juntos el proyecto.

    son pensamientos en voz alta …

    saludos

  60. Me parece que metí dos discusiones en una y desearía corregir mi error. Un a cosa es la articulación del fenómeno de la cultura popular con la política y otra, ligada con ella, es el análisis, el examen o los estudios sobre la cultura popular. La primera, por ahora, la dejo. La cuestión que yo quise y quiero plantear es que no se puede estudiar la cultura popular sin asumir un punto de vista y haciéndose el sota y creyendo que «populismo» es un término científico, objetivo.
    En un contexto histórico como el argentino el bloque de poder, las clases propietarias, busca no sólo dominar sino también suprimir a todo posible sujeto popular. No sólo físicamente sino procurando su disolución simbólica. Allí es donde cumple su función ideológica el término «populismo», tratando de quitar toda legitimidad a los movimientos populares. No es casual que Videla lo usara con énfasis.Lo que digo, entonces, es que mal se puede estudiar la cultura popular si no se han arreglado las cuentas
    con ese recurso gorila.

  61. Juan: me fui al carajo, igualmente sigo …

    Entiendo que la cultura popular no se estudia, sino que se hace …

    El estudio de la cultura popular, ese estadio ya es parte de la cultura dominante (como están dadas las cosas), con esto no quiero decir que no deba estudiarse, me parece que se estudia una producción popular cuando ya está hecha … ¿entonces cuál es el objetivo de ese estudio? ¿esta pregunta integra unos de los puntos de partida de ese estudio?.

    El estudio de la cultura popular ¿ha arrojado resultados de apropiación y transformación en objeto de valor de cambio y mercadeo?.

    Considero que el aporte «intelectual» debe estar, en mayor parte, en el hacer con otros, involucrarse en el hacer cotidiano, esto es la idea del profesional al servicio de la sociedad fundamentalmente de los sectores más desposeídos, un concepto que se han encargado de destruir en nuestras universidades.

    No me parece repetir esa división del «yo estudio» y «vos hacés», el que estudia también hace y viceversa.

    Porque para mí y para otros, la cultura popular no se vende, se hace en colectivo, se disfruta en colectivo y se usa en colectivo, y usar no es lo mismo que vender masivamente.

    Con respecto a arreglar cuentas con el concepto gorila, la herramienta más eficaz es pasarle por arriba con la construcción, pero bueno, mientras tanto se puede ir machacando «teoricamente» con el tema y generar una «habilitación social», no es bueno que quede sólo en eso, vacío conceptual.

    Estudiar se puede estudiar cualquier cosa, lo importante es para qué y a quién sirve, y en esto está lo político. Lo popular crea desde las necesidades y estudia según las necesidades, no por mero saber erudito … y esto es lo que agrego al post inicial de Ma Esperanza, ¿para qué y a quién sirve?

    Saludos

  62. Juan,lo que quise señalar es la dependencia mutua entre politica y cultura,y si queremos salir de un circulo vicioso me inclino por la conviccion de que la vida cultural de una poblacion(teniendo en cuenta su apreciacion de todos los valores)produce un tipo de politica.
    Celina entro a opinar y dice cosas interesantes.Hace ya mucho que percibimos el peso de los grupos dominantes,que son grupos de presion condicionantes del hacer cultural,como la iglesia en materia educativa.Apunta bien la obra destructora de la dictadura sobre la cultura nacional,pero la cultura popular para mi siguio viva como una especie de inconciente nacional dispueta a manifestarse cuando la represion se agotara(no hay mal que dure 100 años ni quien lo pueda aguantar

    Juan,lo que quise decir es que exite una dependencia mutua entre cultura y politica,y si tengo que elegir,sostengo que la vida cultural de un pueblo genera un tipo de politica,y por eso confio en que en el proceso temporal de la historia,avanzamos dificultosamente,pero avanzamos,hacia una democracia real.
    Celina entra a opinar y dice cosas interesantes,por ejemplo es innegable el poder de os grupos dominantes o de presion en el hacer nacional,como pasa con la influencia de la Iglesia catolica en materia educativa.Y tambien apunta la obra destructora de la dictadura militar del 75 sobre la cultura nacional,no tanto,diria yo,sobre la popular que ,como la cigarra o una especie de corriente inconciente se mantuvo viva dispuesta a despertar cuando la represion se agotara,que no hay mal que dure 100 años ni quien lo aguante.En cuanto al penoso estado de los sujetos sociales,que reconozco,es un fenomeno complejo que se engancha con la decadencia cultural mundial en un mundo liquido en los afectos,monetarizado en las relaciones humanas,donde da pena comparar aquella juventud creativa o idealista de otro tiempo con los chicos entregados al alcohol y todo tipo de evasion que entran a l boliche caminando y salen en camilla.Las organizaciones sociales aparecen dividids,fragturadas y por eso debiles.Y de acuerdo,el intelectual debe involucrarse,no estudiar por mero saber erudito,responder a las necesidades populares,y tomar conciencia de que de movida no es imparcial.

  63. Celina e Isabel: no se con quien discuten ni que. El post de Ma.Esperanza planteó los temas de la cultura popular y su estudio. Discutan con ella y no conmigo. No tapen lo que estoy cuestionando con consideraciones edificantes. Basta para mi.Chau.

  64. María Esperanza: no comparto la visión de que no se estudie lo popular ni de que todos los intelectuales argentinos solo se dediquen a estudiar la «alta cultura». Sarlo no me parece representativa de los intelectuales argentinos ni que todos piensen como ella. Hay muchos antropólogos argentinos, y también sociólogos, que estudian cultura popular. Existen trabajos sobre el Gauchito Gil, Gilda, Rodrigo, todos los cultos populares, barras bravas del futbol, cultura villera, grafitis, hasta hay estudios de las inscripciones que los pibes hacen sobre sus mochilas! Puedo pasarte varios de estos trabajos si te interesan. En un posgrado que estoy haciendo en la Universidad de San Martín sobre Sociología de la Cultura, hay una materia que se llama, justamente, «Culturas populares» a cargo hasta hace poco de Pablo Seman. Eso sí, en otra materia sobre intelectuales me dieron a leer a Sarlo. Es cierto que en el resto de las materias, especialmente en las relacionadas al arte, se estudia y se habla de las grandes obras, o de los artistas consagrados, pero también se difunde mucha crítica a la «alta cultura» proveniente de pensadores europeos. El único problema de la «cultura popular» es que ella no se pregunta ni se escribe a sí misma. Para eso están los intelectuales que son parte de la «alta cultura».

  65. Será que soy viejo, pero antes de 1976 también hubo intelectuales vinculados a la cultura popular que fueron ejemplo en Latinoamérica. Mi infancia se alimentó con las ediciones populares de Eudeba y mi juventud con las del Centro Editor (el cual tenía una colección dedicada específicamente a los fenómenos de la cultura popular). Pero, como desde los noventa casi no tengo contacto con la universidad, ignoro si hubo un período de elitización de los estudios. Lo que sí me pareció percibir (por parte de algunos intelectuales progresistas) fue una aceptación acrítica de algunas expresiones culturales de la desintegración social generada por el menemismo -como la cumbia villera y el rock chabón- que tuvieron su hecatombe sacrificial la noche de Cromañón.

  66. Quq vamos hablar de cultura popular y masiva con el estado de la educacion publica que desde Frondizi(es una de sus herencias desgraciadas)con lo de»laica o libre»acentuo los subsidios estatales a la educ.privada…

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