En la casa de Lucas

Siempre me gustaron las casas en las que, casi sin darme cuenta, podía poner en práctica una comodidad profunda: hacerme el café bien batido sin pedir permiso, poner los pies arriba la mesa, ir sin bañarme, y esas cosas. Pero por sobre todas las cosas, lo que más me gustaba de esas casas era poder hablar de mis penas sin importar que escuchara alguien más que mi amiga o amigo. En la casa de lucas me siento así, bien cómodo. Entonces me suelto y escribo cosas que me pasan. Cosas que responden a otras cosas que pasan. Como el populismo incurable. Ayer a la noche, por ejemplo, se me dio por responder al texto de Lucas con algo que empieza así:

Cómo matar un caudillo. Esa me parecía que era la pregunta. Pero no. Busco el libro. Lomo negro letras blancas. Creo. No es así pero igual. Lo encuentro. Cómo se mata un caudillo, se llama. Eso de que la memoria perfecciona los objetos del recuerdo es verdad. Cómo matar un caudillo me gusta mucho más. Tal vez haya una línea en el pensamiento político cuya continuidad está dada a través de las preguntas: ¿Qué hacer?, ¿Qué es la ilustración? y cosas así. Pero todo eso no importa, porque lo que importa es que después de una semana en una de las provincias más pobres. Y no más pobre por eso de las NBI sino políticamente más pobre. Una provincia despojada de su riqueza política que está hecha de Facundo, Chacho y Angelelli (y si, también del gran neoliberalizador, pero eso prefiero ponerlo a un costado aunque confirma la regla de que esa provincia ha sido políticamente riquísma: tuvo los mejores caudillos en tiempos de caudillos, al mejor -y con mejor quiero decir en sus propios términos, no a partir de la medición con alguna vara- cura militante en tiempos de curas militantes, y, en tiempos de ajuste perpetuo, al mejor ajustador).

Para seguir, hay que tomarse un bondi a Paraná.

3 comentarios en «En la casa de Lucas»

  1. Gente:

    Facundo se menemizó bien rápido (cuando llegó a Bs AS. le tomó el gusto a la levita, a los préstamos del extranjero, a los negocios con los ingleses), y Chacho expresaba el conservadurismo anacrónico de provincia (el del patrón de estancia que se sienta con los peones y les tira un par de huesos como la gran cosa).

    Me está empezando a resultar más patética que graciosa esta nueva costumbre de los blogs cercanos a los K, en donde reviven la literatura nacional-populista de los años setenta. Supongo que Alejandro y a Lucas no se les ocurrirá a esta altura defender a Fermín Chávez y al Pepe Rosa (aunque nunca se sabe), pero con estos speeches sentimentaloides dejan el olor del xenófobo de Hernández Arregui (el que murió perseguido por la AAA de Perón), y de otros fracasados por el estilo.

    Menem ganó holgadamente en La Rioja, incluso en 2003. ¿Solamente sabemos cuestionar a las viejas gorilas de Barrio Norte?, ¿ahora resulta que la otra pata del menemismo se hizo nac&pop por arte de magia?.

    Bye.

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