Parece que según Borges a 100 años de soledad le sobran 50. Tal vez estos nueve puntos estén todos de sobra. Principalmente porque fueron un intento asistemático de sistematizar algunas reflexiones. Pero también porque, luego de descansar hondamente en los borradores, suben a la red hoy bajo la doble convicción de que lo perfecto es enemigo de lo bueno (y lo bueno de lo regular y así sucesivamente) y que lo escrito encuentra su completud en la lectura y, sobre todo, oh blogs benditos, en el comentario. Aquí van, entonces, algunos puntos suspensivos para pensar la etapa.
1. La aplicación del conjunto medidas de ajuste estructural y reforma del Estado, que conocemos como neoliberalismo, empezó en 1989 y terminó en 2001. Tal como había ocurrido con la dictadura militar, el fin del neoliberalismo fue producto de su propio colapso; no de la victoria de algún sujeto social o político (los trabajadores, el justicialismo, etc.). El estallido social de diciembre de 2001 fue la consecuencia y no la causa del fracaso del neoliberalismo. La ruptura del lazo de representación política en todas sus instancias (presidencial, parlamentaria, partidaria, gremial, etc.) y la masiva situación de marginalidad social (indigencia, pobreza, desempleo, etc.) no son otra cosa que los escombros que dejó el derrumbamiento neoliberal.
2. El modelo neoliberal estalló en manos de la fuerza electoral que se había presentado como la alternativa a sus implementadores y apólogos. Sin embargo, la oposición al neoliberalismo de la alianza electoral vencedora en 2001 había sido planteada en torno a sus efectos (desigualdad, corrupción, etc.) y no en torno a sus causas. Así, la ocupación del lugar simbólico de la oposición al neoliberalismo obturó la articulación de una oposición concreta, dejando el campo libre para la profundización del ajuste iniciado una década atras. [Algo similar había ocurrido una década antes, cuando el sujeto con mejores recursos simbólicos (justicia social, independencia política, soberanía económica) oponerse a la ola neoliberal que arrasaba el mundo, fue el encargado de introducir el modelo en Argentina]. De esta manera, la implosión del modelo neoliberal produjo un vacío en el escenario político y social. Ninguno de los múltiples actores en juego aparecía como claramente capaz de hegemonizar la dinámica política posterior al colapso en base a la legitimidad proveniente de su oposición concreta previa. El escaso porcentaje de votos con el que el que Kirchner obtuvo la presidencia de la Nación es prueba suficiente de los alcances del vacío político.
3. Alrededor de finales de siglo, el modelo neoliberal de ajuste permanente también colapsó en el resto de América Latina. Entre 1998 y 2005 diferentes procesos políticos nacionales configuraron lo que luego se conoció como el «giro a la izquierda». A diferencia de la Argentina, en Venezuela, Brasil, Uruguay, Bolivia y Ecuador la dinámica posneoliberal fue nítidamente hegemonizada por un actor político o social determinado que había encarnado la oposición concreta al neoliberalismo durante los años anteriores: el chavismo, el Partido de los Trabajadores, el Frente Amplio, el MST, etc. Hubo países como Uruguay y Brasil, donde el actor fue principalmente político, es decir, organizado desde el inicio como un partido político. En ellos, el lazo de representación política clásico (votantes >>> autoridades electas) fue lo suficientemente fuerte como para permitir a los partidos conducir, con mayor o menor éxito, el proceso de reconstrucción del Estado y de reintegración social en el marco de la institucionalidad existente. En otros países, como en Venezuela o Bolivia, en cambio, el sujeto que se opuso al modelo neoliberal fue principalmente social, esto es, el partido político que eventualmente venció las elecciones fue solo la expresión electoral de un movimiento social que estaba organizado al margen del sistema partidario previamente existente,. En estos casos la reconstrucción política y social requirió de modificaciones más o menos importantes de la insitucionalidad previa. Las reformas constitucionales fueron el modo elegido para operativizar por medio del aparato estatal la hegemonía de los sujetos sociales. Estas reformas buscaron, entre otras cosas, incorporar a la institucionalidad estatal prácticas subversivas del lazo de representación política anterior. Principalemente formas de participación social: revocatorias de los mandatos, foros ciudadanos, etc.
4. En Argentina, la dinámica política posneoliberal no tuvo las características de ninguno de los dos «modelos latinoamericanos». La inexistencia al momento del estallido, de un sujeto, ya fuera político o social, con capacidad para convertirse en el conductor del proceso de reconstrucción, hizo imposible la articulación de alguno de los dos tipos de «giros a la izquierda» que tuvieron lugar en el resto del subcontinente. En ese contexto, el gobierno nacional era el único actor con posibilidades de llenar ese vacío. La reconstrucción del lazo de representación política y la reintegración social de los marginados debió ser encarada, entonces, a partir de las herramientas propias de la gestión estatal: las políticas públicas. A diferencia del brasilero, el gobierno argentino no contaba con una construcción política previa capaz de sostener la implementación de esas políticas. Esta carencia fue fuertemente determinante del curso de acción a seguir. Para la regeneración del lazo de representación, el gobierno nacional tuvo que utilizar una apelación directa a «la sociedad», una apelación sin mediaciones partidarias o institucionales. Kirchner forjó su representatividad a través de una relación tan directa que incluyó desde un principio el contacto físico con los ciudadanos en actos masivos. Esta estrategia fue complementada con la elección de temas de agenda con una fuerte significatividad pero con una baja capacidad de generar divisiones sociales: la reivindicación de los derechos humanos a través del juicio y castigo a los genocidas, el transparentamiento de la de la corte Corte Suprema a través de la renovación de sus miembros, el castigo a los «poderes feudales» a través de la intervención de Santiago, el enfrentamiento a los organismos internacionales de crédito a través de la renegociación de la deuda, etc. Todos estos «temas» lograron dar a Kirchner la representatividad necesaria para transformarlo en un actor con peso político propio, más allá del control del presupuesto estatal. Para la reintegración social, el gobierno actuó sobre dos ejes: la recuperación del rol del Estado como regulador del mercado de trabajo y la implementación de políticas de asistencia social. El primer eje tuvo como principal acción el retorno de las paritarias. A medida que el mercado de trabajo se recuperaba como producto del crecimiento económico esta mediación le daba una mayor importancia tanto al Estado como a los sindicatos. El segundo giró en torno a la efectivización de las politicas sociales: el plan trabajar, la construcción de vivienda social e infraestructura comunitaria. El descenso de la desocupación fortaleció la posición del estado como árbitro del mercado laboral a la vez que le permitió planificar mejor la ejecución del presupuesto orientado a la asistencia directa a los sectores populares logrando, por ejemplo, récords en la construcción de vivienda.
5. La conducción del proceso político de reconstrucción a través de la gestión estatal, determinó los intentos de conformación de un sujeto político se dieran desde y a través de los recursos estatales. Sin embargo, la traducción de estos recursos en articulación política (contrariamente a lo que opinan los tesistas del billeterazo) no es directa. Ni el control centralizado de la obra pública logró convertir el poder de veto de los ejecutivos provinciales en una construcción política positiva, ni la asignación de la asistencia social directa pudo transformar a los movimientos sociales en un sujeto político con capacidad de construir el poder necesario para sostener la dinámica de regeneración del lazo de representación e integración social. De este modo, el gobierno permanece en la escena como el único actor con peso propio. Es el único actor con capacidad para llevar adelante la reconstrucción. No sólo «no hay nada a la izquierda» sino que tampoco hay nada a la derecha del gobierno. Sencillamente porque es el único agente pleno del espacio político. En ese sentido, los intentos por intentar medir la progresividad del gobierno son estériles: el kirchnerismo hace todo lo necesario para poder gobernar. Se legitima a sí mismo como actor político y reconstruye el tejido social. Ambas cosas desde el lugar único que otorga la presidencia de la nación. Lo que es un privilegio pero también un riesgo: el gobierno debe crear por sí mismo las condiciones de su propia posibilidad. En cada acto de gobierno se juega la gobernabilidad misma.
6. La presencia del gobierno como actor político único es determinante para cualquier debate sobre la actual situación del progresismo. Al no haber otro agente que la presidencia, el único criterio político existente es el de la razón de gobierno. Los ejes sobre los que se estructura la agenda política general son idénticos a los ejes a los que se enfrenta el gobierno nacional. La racionalidad de la administración del Estado monopoliza el terreno del debate político. Así, toda elección realizada desde el gobierno es en sí progresista porque permite la supervivencia del único actor apto para conducir la reconstrucción del Estado. El contenido concreto de esa reconstrucción pasa a segundo plano por cuanto no existe ningún sujeto político con capacidad suficiente para jugar una relación de fuerzas que permita grados mayores de conflictividad. De esta manera lo más importante no son los beneficios que los sectores populares puedan obtener del Estado en reconstrucción sino que esa reconstrucción sea de hecho posible. Por ejemplo, importa menos los beneficios concretos que puedan derivar para los sectores populares de los subsidios al transporte urbano de pasajeros, alcanza con que el mantenimiento de la tarifa abarate la reconstrucción del mercado laboral y que el control sobre los recursos posicione mejor al Estado frente a las concesionarias. En este contexto, el único punto de quiebre posible es el apoyo o la oposición a las decisiones del gobierno. Ningún actor es capaz de introducir temas que estén por fuera de la razón de gobierno.
7. La antinomia en torno a las acciones del Gobierno es particularmente perjudicial para quienes se ubican del lado progresista del espectro político. Dependiendo de su contenido, la reconstrucción del Estado puede ser o no ventajosa para los sectores más concentrados de la economía y sus beneficiarios. Los grupos económicos tienen la posibilidad de solicitar o rechazar la intervención estatal de acuerdo a su conveniencia para cada caso en particular. Los sectores populares, en cambio, requieren siempre de la presencia estatal. Ante la imposibilidad de esos sectores de sostener por cuenta propia la dinámica de la reconstrucción del Estado, la mejor opción posible que se les presenta es la de apoyar una reconstrucción totalmente determinada por la racionalidad de un gobierno que «juega solo». Esa racionalidad lleva muchas veces a que las políticas estatales pierdan una parte de su carácter progresivo. Por ejemplo: construir vivienda social en acuerdo con las cámaras y los sindicatos de la construcción es menos «progresista» que hacerlo con las cooperativas de los movimientos sociales pero más racional, en el escenario existente, en términos del fortalecimiento del Gobierno como actor político. La organización del campo político en torno a las acciones del Gobierno, entonces proporciona una limitación interna para las fuerzas sociales que necesitan de un gobierno que oriente la legalidad y las burocracias estatales hacia su protección.
8. Esta situación presenta un grave problema para las fuerzas políticas progresivas puesto que toca uno de sus costados más débiles: la contradicción entre un discurso forjado por oposición al estado autoritario y la posterior necesidad de reclamar la intervención del estado, primero para el juicio y castigo a los genocidas y luego para la contención de los sectores expulsados del mercado de trabajo. De esta manera, importantes esferas de la intervención estatal, entre las que se encuentran la Seguridad y la Defensa, pero también importantes cuestiones como el aparato Penal e incluso las relaciones internacionales en su aspecto extra mondediplomatique, son un coto de caza preventivamente entregado a quienes expresan intereses contrarios a los de los sectores populares. Algo similar sucede con la corrupción, cuyo tratamiento es monopolio indiscutido del liberalismo sin que existan discursos mínimamente articulados que puedan dar cuenta del modo en que el cohecho es principalmente perjudicial para los pobres. Así las cosas, la construcción política se ve obligada a dejar de lado cuestiones que son fundamentales en la agenda pública y por lo tanto vuelve a ser la racionalidad gubernamental la encargada de dirimir las discusiones en torno a asuntos clave como la política de seguridad.
9. Paradójicamente, el neoliberalismo implicó la práctica desaparición de la política por fuera del gobierno. Excepto algunos líderes sindicales, no hay actores políticos de peso que no estén vinculados a la gestión. Incluso los líderes sindicales son importantes tan sólo en términos de su utilidad para la acumulación política a través de la acción de gobierno. Ni siquiera el poder legislativo es importante sino como ámbito para la formación de mayorías que permitan la ejecutividad. Para que los sectores populares puedan profundizar su participación en la comunidad política a través de la expansión de derechos deberán forjar un sujeto político capaz de encontrar una articulación virtuosa con el ejercicio del gobierno. Un primer paso podría ser la articulación de un programa propio que marque el rumbo hacia una democracia más profunda. El conflicto en torno a las retenciones mostró las limitaciones que tiene la acción de gobierno cuando su racionalidad no es suplementada por la articulación de un bloque político capaz no sólo de apoyarlas sino de exigirlas. El desafío que presenta la trascendencia de la reconstrucción posneoliberal es la emergencia de un sujeto capaz de pasar a la ofensiva en la creación de una sociedad más justa.
Excelente el punteo.
Pero me atrevo a decir: esta es la caracterización del «hasta ayer nomás». Vicios del viejo búho de Minerva.
Un saludo, y felicitaciones.
Estimadísimo Alejandro.
En qué termo vive Ud. Parte de un primer supuesto que casi invalida todo su análisis, desde el punto uno en adelante.
El neoliberalismo no ha sido vencido ni mucho menos, se ha instalado y el matrimonio K lo que ha hecho es un arreglo por atras con el poder económico, no es casual, ya que siempre pactó con el estáblishment, recuerde la platita que le dieron a Nestor por la privatización de YPF.
Pero para evitar chicanas baratas le digo lo siguiente. Lea a Lo Vuolo para ver cómo, lo él que llama las reglas de la convertibilidad, siguen vigentes y si el 3 a 1 vualve para arás la situación social sería peor al 2001 inclusive.
Acordemos que vivimos sentados sobre la olla a presión de los subsidios, si estos se cortan el pais se corta, o por qué se cree que fue el quilombo del campo, para seguir alimentando al mounstro.
Pero hay otra dato que debería saber y que es mucho peor que la regla de la convertibilidad. El proceso de individuación que sufrió el pueblo argentino. Lo que Robert Castel llama «desafiliación», que es una forma de desintegración de las redes de contención social. De eso no se vuelve acentuando las contradicciones clasistas. Si nó fíjese el pobre Bolivia. Evo y su mitad populista, y el rico sector cruceño que quiere desertar de Bolivia.
Sabe, sin un ideal colectivo como el nacionalismo, u otro método cohersitivo, mas violento es imposible retener. Tal vez Evo logre su cometido pero Bolivia se divide. No tiene fuerza para mantener unido.
Antes que nada tenemos que ver que hacemos con este aldonpirulismo que se refleja especialemente en el voto cuota de la clase media, pero solo tiene que leer a Denis Merklen, dicípulo de Castel, para saber que los sectores de menos recursos están organizados y que responden también a esa lógica. El amor eterno jurado hoy es traicionado mañana, porque el poder cambió de manos.
Casi nada cambió desde la década de los noventa, solo se ha derrotado el Partido Militar, que no es poco, y con ello la lógica militar de la Argentina, sin armas no hay golpes de estado, hay mas democracia y eso es muy bueno. Lo que no hay mas tampoco son colectivos universales como Nación, patria, catolicismo, supremos intereses de…
Lo sutyo es tan aplio que es imposible de contestar en un comment. Tal vez postée algo sobre este tema.
Un abrazo, siempre le vamos a reconocer su esfuerzo en mantener este magnífico espacio, cuando muchos Ilustres Bloggeros han desertado y ni siquiera se dignan en comentar. Tal vez este sea el peor vacío del que Ud. habla en su post.
Alejandro: me parece brillante tu post, de lo mejor que he leído sobre el tema. Ya sé que somos amigos, pero lo digo igual.
Me gustó el post. Muy interesante, al mismo tiempo, la respuesta de Boyle. Pero Charlie, la deserción no es tal… los puntos suspensivos están en todos. Vivimos días de puntos suspensivos. Algunos bajaron los brazos, otros esperan.
Alejandro: Extraordinario, comparto con María Esperanza que es lo mejor que he leído sobre el tema. En cuanto a las críticas de Boyle, no estoy para nada de acuerdo, es posible que tu frase «el fin del neoliberalismo» (en su lugar propongo «fin de la hegemonía neoliberal en latinoamérica»), suene exagerada, pero está claro por todo el resto del post, que no pensás en un neoliberalismo derrotado y olvidado en el pasado milenio, sino en uno dispuesto a renacer en cuanto tenga oportunidad. La diferencia entre gobiernos como los de Chavez, Evo, Correa o Cristina, con los que ocuban la escena latinoamericana en los 90, me parece evidente, suponer a los actuales parecidos a aquellos me parece fuera de discución.
Alejandro: Extraordinario, comparto con María Esperanza que es lo mejor que he leído sobre el tema. En cuanto a las críticas de Boyle, no estoy para nada de acuerdo, es posible que tu frase «el fin del neoliberalismo» (en su lugar propongo «fin de la hegemonía neoliberal en latinoamérica»), suene exagerada, pero está claro por todo el resto del post, que no pensás en un neoliberalismo derrotado y olvidado en el pasado milenio, sino en uno dispuesto a renacer en cuanto tenga oportunidad. La diferencia entre gobiernos como los de Chavez, Evo, Correa o Cristina, con los que ocuban la escena latinoamericana en los 90, me parece evidente, suponer a los actuales parecidos a aquellos me parece fuera de discusión.
Perdón, pensé que la primera vez no había entrado, por lo menos sirvió para corregir la palabra «discusión».
Aejandro,
Excelente artículo, se nota, en este y otros post (como el que puso en lo de Lucas), que lo viene madurando de hace rato.
La pregunta es desde donde puede surgir ese sujeto. Como lo construimos (porque allí estaremos, verdad?). Y que práctica política le da continuidad.
No son tiempos fáciles para saberlo, especialmente porque el neoliberalismo está ahí afuera, a la vuelta de la esquina y adentro de todos y cada uno de nosotros (de alguna manera e inevitablemente hemos hecho carne muchas de sus formas de entender y relacionarnos con el mundo). Cómo, desde ahí, construir un colectivo, un sujeto movilizado, un sustancia para la forma y una forma para sustancia es el punto ciego de lo que llegamos a vislumbrar. Pero sabemos que existe.
A mi me parece muy dificil pensarlo sin clase media. Será que la tele se me metió en las venas o cierto deseo de que sean aquellos con los que me vinculo diariamente los que se movilicen, pero me parece que el desafio está ahi, en ganar la clase media. Eso significa optar por negociar muchas cosas (por los «niveles tradicionales de fascismo» de los que habla la Barcelona) y deberá ser un proceso de construcción lento, pero me parece que es «la» aguja que nos dirá se si mueve el amperimetro o no.
muy bueno alejandro. Me quedé pensando que, en nuestra propia historia, los movimientos populares, como el irigoyenismo yle peronismo, construyeron ese sujeto desde el estado. Los años de abstención del radicalismo, como el 17 de octubre para el peronismo, han servido a la mitología de un comienzo. Pero en verdad, se fortalecieron y de ese modo se rehicieron, inventándose, a partir de políticas públicas. Así como, las caídas de éstos, se debieron a debilidades propias, que explican porqué no pasó nada con el golpe del 30 y el del 55.
Por ahí, se puede engarzar con la lectura que haces -análoga a la caída de la dictadura- del fin del neoliberalismo, y a su vez, con la particularidad argentina en este escenario latinoamericano.
Pero a la vez, resta ver si en el caso boliviano y venezolano, la construcción previa de ese sujeto social organizado, fue importante o determinante. Y yo creo que fue importante. Que hay, luego y en el ejercicio del poder estatal, una reconfiguración de alianzas, que ensanchan la base electoral. Y eso explicaría el liderazgo carismático -no su calidad ni su potencia, claro- como modo organizativo.
Alejandro: ela rtículo es de lo mejor que ha habido por aquí, comparto.
Ahora bien Lucas, ¿Qué es eso de que el yrigoyenismo» es un movimiento popular?
Entiendo que en la labor proselitista se le tire un piropo a los radicales´, pero el yrigoyenismo no da «movimiento popular».
No entendi algo o verdaderamente el autor vive en un termo: «Excepto algunos líderes sindicales, no hay actores políticos de peso que no estén vinculados a la gestión».
Perdon pero el conflicto «con el campo» (para ponerlo en terminos mediaticos) no demuestra que SI existen otros «actores» no vinculados a «la gestion»?
Me quedo con el final del último punto, Ale. El tema es que sospecho que el surgimiento de ese actor por izquierda que Ud. reclama se obstaculiza con el fortalecimiento de una «razón de Estado» que, dicho sea de paso, comienza a ser cuestionada cada vez más en términos políticos (y no me refiero sólo a la línea editorial de los principales matutinos porteños críticos de esta gestión, particularmente) por tipos como Binner o Sabbatella. Y si a eso le agregamos el incipiente accionar de un colectivo (¿nuevo sujeto político?) que ha demostrado un importante poder de fuego durante los días de «conflicto» y que empieza a correr al Gobierno por derecha (con una poco velada aquiescencia por parte de los Medios) las cosas empiezan a complicarse un poquito, ¿no? Digo, en términos de visualizar realmente quien puede «pasar a la ofensiva» para (ya no) luchar por una sociedad más justa. Saludos
Muy lúcido e interesante su análisis, Alejandro.
Es claro que el neoliberalismo fue derrotado y desalojado del poder, víctima de su propia inviabilidad, pero su derrota no es definitiva.
Falta, como se ha señalado en varios posts, efectuar el análisis de los hechos mas recientes, como los que, con indudable apoyo de los dueños del mundo, se están dando aquí y también en Bolivia y en el entorno de Colombia.
Brillante, Ale! de las refleciones más agudas sobre las paradojas de la hora…
El TRIUNFO del neoliberalismo es patente. Porque no es una politica diseñada para perdurar. Es una politica diseñada por el imperio estadounidense para destruir y colonizar. El neoliberalismo es una fase mas de las politicas neocoloniales del impoerio. El fin de la fase no implica para nada su fracaso. No se puede decir tampoco que los Kirchner sean una continuacion de las politicas neoliberales sino mas bien que están en un período de transición con final abierto. Es claro que en terminos generales el neocolonialismo viene triunfando del 55 a la fecha.
che un detalle, el neoliberalismo nunca «colapso», en Brasil tuvieron una crisis y la controlaron y su economia sigue siendo liberal en muchos aspectos. En Uruguay el gobierno adopto una posicion bastante liberal. En Chile ni hablemos, en Peru tambien.
por favor dejen de asociar «neoliberalismo» con autoritarismo, no tiene nada que ver y la dictadura no fue «neoliberal», salvo por 3 o 4 medidas economicas…la tablita no era una medida liberal.
a Gabriel que dice que el liberalismo fue inventado por el imperio oara colonizar, sabias que nuestra constitucion es liberal? el liberalismo no es solo una cuestion economica, es una filosofia muuy vieja.
no es que yo sea liberal pero para criticarlo al menos me tome el trabajo de ENTENDER que era.
el liberalismo no es lo que los conservadores Argentinos hagan, aun cuando se autoproclamen liberales
Excelente la entrada. De lo mejor que he leído en Artepolítica.
Creo que decir que el autor vive en un termo, es casi un insulto. Entiendo que puede haber críticas valederas, creo que es atendible lo que dice Charly Boyle, pero hagámoslo con altura muchachos… CB dirá que lo hace desde una posición de confianza, pero este es un espacio donde espero entre mucha gente nueva y creo que deben mantenerse ciertos códigos para no promover «taras».
Yendo a la entrada: me hizo recordar lo que dice Foucault creo que en «Nacimiento de la biopolítica» respecto a que ya no es posible dejar atrás la gubernamentalidad como matriz política en occidente, pero que la izquierda (o el socialismo) debe buscar una gubernamentalidad propia.
¿Será que América Latina va en ese camino?
Creo que la implementación de una Política Comunicacional (así con mayúsuculas) se impone como LA necesidad para construir algo así en el presente. La pensaría como una comunicación subversiva, desde el Estado, porque lo subversivo en este momento (frente al neoliberalismo en su componente cultural) es lo público.
Reitero mis felicitaciones por esta entrada.
Pepe: me parece que estás confundiendo la doctrina Liberal, con el Neroliberalismo, que es un término que se identifica con el conjunto de políticas económicas que desde el centro se les recomendó a los países perisféricos para «solucionar» la crisis de deuda de los 80 (a imagen y semejanza de las qe los países centrales implementaron desde los 70), en torno al famoso consenso de Washington.
El uso del término Neoliberalismo, me parece, surge como forma de significar la vuelta a la adopción de políticas económicas «liberales» similares en algunos puntos con las que conformaban la división internacional del trabajo antes de la crisis del 30. O sea, el fin del keynesianismo se llamó Neoliberalismo, por la vuelta a algunos conceptos generales de política económica parecidos a los que mundialmente se adoptaban en el mundo antes del 29.
El surgimiento del neoliberalismo podemos identificarlo con el fin de los acuerdos de Bretton Woods en la década del 70, que son la puerta de acceso al libre flujo de capitales.
La política de Martínez de Hoz tuvo mucho de intento de desarticular el «Estado de Bienestar» creado en la etapa «keynesiana» de la economía argentina, aunque es cierto que sólo podemos pensarlo como Neoliberal «avante la lettre», ya que su acción fue bastante desarticulada, sin un plan general como el que se implementó en los 90.
Del mismo modo, quisiera agregar algo respecto de lo dicho por Charlie Boyle: la política económica kirchnerista ha sido caracterizada como «neokeynesiana», más que como «neoliberal». El sostenimiento del modo de producción capitalista como base de la acumulación de capital (que puede devenir en concentración) no es exclusivo del neoliberalismo. Con matices, puede ser también soportado por políticas «neokeynesianas», digámosles. Que en el período kirchnerista ocurran estas desagradables consecuencias del capitalismo, casi al mismo grado que ocurrieron durante los 90 (etapa neoliberal por excelencia) no implica de ningún modo que las actuales políticas sean la continuidad del modelo neoliberal.
La porliferación exagerada de comillas se debe a que mi exposición es sumamente esquemática, y por lo tanto, está simplificada.
Perdón Alejandro que comente cualquier cosa menos lo que dice su post, que está excelentemente escrito.
Saludos
Partiendo de una frase del comentario de Primo Louis: «el neoliberalismo está ahí afuera, a la vuelta de la esquina y adentro de todos y cada uno de nosotros (de alguna manera e inevitablemente hemos hecho carne muchas de sus formas de entender y relacionarnos con el mundo)», se me ocurren algunas reflexiones. Para mi está claro que la moral neoliberal de los 90, uno de los atractivos que tuvo, fue la de desculpabilizar el egoísmo y el individualismo. Si queremos cambiar esto en alguna medida, me pregunto: ¿Hasta qué punto cada uno de nosotros está dispuesto a incluir a otros como protagonistas en el relato que cada uno se hace de su historia? ¿Hasta dónde estamos dispuestos a ceder la centralidad de pensarnos como protagonistas excluyentes, con los demás como actores secundarios puestos ahí para mejorar la historia? Por supuesto a algunos esto nos tocará más y a otros menos, pero creo que una de las claves del sentido común neoliberal, fue el de corrernos a todos un poco (o no tan poco), para ese lado.
Mariano
entiendo a lo que llamas neoliberalismo, pero en realidad es una categoria que no existe, que es un neoliberal? como piensa fuera de lo economico? osea… es un liberal.
lo que sucede es que en latinoamerica y sobre todo Argentina no existe realmente el liberalismo, sino conservadores, retrogrados,etc que les gusta el libre mercado y punto.
las medidas economicas son parecidas a lo que termino con el crack del 29 y que volvio de la mano de Reagan, Thatcher,etc, por eso me da gracia cuando los liberales hablan del liberalismo como «lo moderno»…porque?
El concepto de neoliberalismo es medio ambiguo y se suele usar para describir muchas cosas diferentes.
Pero creo que es una palabra confusa. Definitivamente esta mal asociar neoliberalismo con liberalismo, pero se lo hace.
De todas formas, de una manera u otra, desde mediados de los 70 ocurrio un proceso de transformacion del Estado, innegable. Tal vez neoliberalismo no es la mejor palabra para describir el proceso.
Pero en ultima instancia, es una discusion semantica.
Llendo al post de Alejandro, varias cosas:
1) El «posneoliberalismo» no ocurrio ni en Brasil ni en Uruguay, paises que sufrieron crisis economicas a fines de los 90, pero no fueron estructurales, como la Argentina. No «cayeron». Hoy en dia, tanto Lula como Vazquez, intentan copiar el modelo chileno, al que concideran un modelo exitoso. El tiempo dira que tan exitosos fueron.
Pero es un modelo muy distinto al venezolano o boliviano. No se si es «neoliberal», pero esta mucho mas integrado y aceptado por el resto del mundo.
2) Tampoco creo que las razones por la que la Argentina cayo, se deban al «fracaso del neoliberalismo», sino mas bien, a un modelo economico puntual, aplicado en muy pocos paises, que no dio resultado.
Fracaso la convertibilidad, no el neoliberalismo.
Che, la discusión «esto es/no-es liberalismo» ya está, ya la dimos. Si no se ofenden sugiero volver al topic propuesto por Alejandro que bastante rico es como para perder la oportunidad de discutir como hacer surgir (o como surgirá solito) el nuevo sujeto de la política…
Saludos!
El neoliberalismo se termino? adonde?
en wal-mart y coto no se enteraron parece…hay un cambio de viento, ya no tiene buena prensa ok, es importante…pero me parece que estan subestimando mucho al enemigo…
Que tal una vuelta por «Sistema politico y modelo de acumulación» de Eduardo Basualdo … (ed. Universidad de Quilmes…) para tener un panorama argumental de estas cosas… Lo mismo algunos de los documentos de entonces del FRENAPO aquel…
esta muy feo y no es lo q se trata.