Un balotaje en elecciones legislativas: la estrategia del macrismo en Buenos Aires

  1. Buenos Aires, ¿la madre de la gobernabilidad?

Como el segundo semestre no termina de llegar, el gobierno nacional decidió que la confrontación con “el pasado populista” sea el eje de campaña. Esta ansiada polarización, en la que el oficialismo apunta a una especie de revival del balotaje 2015, difícilmente se dará en todo el país. Sus efectos se dejarán sentir, en todo caso, en algunos distritos, entre ellos, la provincia de Buenos Aires. Hacia allí entonces se dirige nuestro análisis.

Por su tamaño, su influencia en el total nacional y la cantidad de bancas que renueva, suele decirse que es la madre de todas las batallas. ¿Ese atributo se debe también a que resulta decisiva para la finalización a tiempo de los mandatos presidenciales? O de otra manera, ¿queda en jaque la gobernabilidad de Macri, en caso de no obtener un triunfo en este distrito?

Cuadro 1. Elecciones Intermedias del oficialismo. Diputados Nacionales. Buenos Aires

Año

Porcentaje de Votos obtenidos

Posición

¿Terminó el mando el Presidente?

1985

41,46%

1

No

1987

37,55%

2

1991

44,63%

1

1993

48,17%

1

1997

41,44%

2

2001

15,35%

2

No

2005

43,04%

1

2009

32,18%

2

2013

32,33%

2

                                                      Fuente: Elaboración propia en base al Blog de Andy Tow

 

Los antecedentes inmediatos parecen alejar los fantasmas: Cristina Fernández perdió allí las dos elecciones intermedias, pero, aun así, completó sus dos mandatos. Bueno es recordar que, a pesar de esas derrotas, su partido mantuvo la gobernación bonaerense en todo el período (Scioli entre 2007 y 2015). Por el contrario, en las caídas de Alfonsín y De la Rúa debe señalarse que no solo estuvieron precedidas por un magro desempeño en las elecciones intermedias nacionales sino también por la convivencia con Gobernadores bonaerenses de la oposición (Cafiero en 1987 y Ruckauf en 1999).

Tras la crisis de 2001, los politólogos Calvo y Murillo (2004) plantearon como hipótesis la existencia de una nueva ley de hierro de la política argentina. Si antiguamente se afirmaba que solamente los peronistas podían ganar en elecciones libres y competitivas, entre 1983 y 2001, considerando las salidas anticipadas de Alfonsín y de De la Rúa, se podía extraer una nueva ley, según la cual los candidatos no peronistas podían ganar la presidencia, pero les costaba mantenerla. Como fundamento, los autores hacían hincapié en los recursos de poder que manejaba el peronismo a través del control de los gobiernos sub-nacionales.

En este marco, y sin restar importancia al resultado de las elecciones bonaerenses de medio término, cabe conjeturar que, aun perdiendo en dicho territorio, el macrismo conservará importantes cuotas de poder para mantener la gobernabilidad hasta 2019, entre otras, tener bajo su control, con la Gobernadora Vidal, a la provincia más grande del país (más aún, a nivel sub-nacional, la Coalición Cambiemos controla pocas pero importantes provincias: además de Buenos Aires, gobierna Ciudad de Buenos Aires, Corrientes, Mendoza y Jujuy).

  1. Lo distintivo de las elecciones intermedias

La estrategia electoral del macrismo, consistente en forzar una polarización que lo acerque a la mayoría conseguida en 2015, debe ser analizada en función del contexto en el que se aplica. En tal sentido, cabe preguntarse, ¿cuál es la especificidad de las elecciones legislativas?

El sistema electoral, respondería un politólogo. Aunque resulte obvio, vale la pena subrayarlo: a diferencia de una elección presidencial (con sistema mayoritario), una legislativa para Diputados Nacionales (con efectos proporcionales en distritos grandes como el bonaerense) permite, en principio, una mayor dispersión del voto. Así, es esperable que la fuerza política de quien preside el Ejecutivo, en elecciones intermedias en la provincia de Buenos Aires, reciba menos apoyos que en una elección presidencial.

Cuadro 2. Comparativo: Presidenciales e intermedias en la provincia de Buenos Aires

Presidente

(% de votos)

Legislativas Nacionales  (% de votos)

Diputados

Senadores

1983

Alfonsín: 51,41%

1985

41,46%

1987

37,55%

1989

Menem: 50,07%

1991

44,63%

1993

48,17%

1995

Menem: 51,81%

1997

41,44%

1999

De la Rúa: 44,47%

2001

15,35%

15,05%

2003

Kirchner: 25,72%

2005

43,04%

45,77%

2007

CFK: 45,91%

2009

32,18%

2011

CFK: 56,43%

2013

32,33%

2015

Macri: 32,80%

2017

¿?

¿?

                                                                   Fuente: Elaboración propia en base al Blog de Andy Tow

 

Como puede observarse, nuestra presunción tiene un alto grado de cumplimiento: el caudal electoral del Presidente disminuye en elecciones intermedias.

De todas formas, para leer correctamente el cuadro 2, es necesario hacer algunos comentarios complementarios. El primero de ellos consiste en establecer un punto de inflexión en 2001, cuando el bipartidismo estalla por los aires. Desde 1983 y hasta esa fecha, la UCR y el PJ, a pesar de ver disminuido su caudal electoral en las elecciones de medio término, lograban conservar de todas formas apoyos muy altos, por ser protagonistas del bipartidismo (por caso, la UCR, en 1987, queda relegada al segundo puesto, pero obtiene 37% de los votos bonaerenses).

Luego de 2001, la performance de los oficialismos en las elecciones intermedias empeora y en ello ha influido, en alguna medida, la fragmentación general que se suscita tras el fin del esquema bipartidista. En ese sentido, hay que destacar que, entre 2003 y 2015, en las elecciones intermedias, los oficialismos, mayormente, conservaron lo que podría denominarse su “núcleo duro”. Al ser una elección legislativa de carácter proporcional, el votante se ve menos condicionado que en una elección ejecutiva, y tiende a votar más en función de sus primeras preferencias.

Otro comentario digno de mención es que la trayectoria electoral de la presidencia de Néstor Kirchner parece ser la excepción que confirma la regla: su fuerza, el FPV, obtuvo más votos en las intermedias que en las presidenciales de 2003. La explicación parece sencilla: la suspensión del balotaje de aquel año en el que, unánimemente, las encuestas pronosticaban una victoria aplastante de Kirchner sobre Menem.

Un tercer y último comentario del Cuadro 2 es que, a partir de 2001, se eligen por primera vez Senadores nacionales por el voto popular. En la provincia de Buenos Aires hay pocas experiencias (solamente dos, 2001 y 2005) para extraer enseñanzas concluyentes. Sin embargo, hay que tener en cuenta los efectos mayoritarios del sistema para elegir senadores, y que presumiblemente, morigeran el carácter proporcional de Diputados en los grandes distritos. Al respecto, en 2005, la performance del FPV, con Cristina Fernández como candidata a Senadora, seguramente influyó no solo en el alto porcentaje de votos obtenidos (45%) sino también para atenuar los efectos proporcionales de la elección en Diputados (43%).

  1. PASO: de la gran encuesta a las generales

Decíamos en una nota reciente que, tanto para elecciones legislativas como presidenciales, los partidos prefieren ir con lista única y, salvo excepciones, evitan la competencia interna. Ello hace que las PASO funcionen, frecuentemente, como una gran encuesta. Salir primero en las primarias suele generar que, en las generales, aumente el caudal electoral.

Cuadro 3. Elecciones legislativas a Diputados Nacionales en Buenos Aires

Fuerza Política que salió primera

PASO

(N° de votos)

Generales

(N° de votos)

2011

FPV

4.097.181

4.592.054

2013

Frente Renovador

3.137.323

3.943.056

2015

FPV

3.224.473

3.354.619

                                                           Fuente: Elaboración propia en base al Blog de Andy Tow

 

Es posible identificar tres elementos que influyen para que los ganadores de las PASO mejoren su rendimiento en las generales. El primero es que vota más cantidad de gente (así ocurrió en 2011, 2013 y 2015). En segundo lugar, hay un efecto reductor como consecuencia del umbral legal del 1,5%: en las tres elecciones analizadas, compitieron menos fuerzas en las generales que en las PASO. En tercer lugar, pero vinculado con los dos puntos anteriores, es posible que haya un efecto “ganador”: el buen desempeño en las PASO sirve como efecto propagandístico para las generales.

  1. ¿Qué se puede esperar de las elecciones intermedias en Buenos Aires?

Nuestra intención fue destacar algunas tendencias presentes en las elecciones de medio término en la provincia de Buenos Aires. No son ellas fundamento para realizar proyecciones. Contribuyen, más bien, a plantear algunos interrogantes que solo el desenvolvimiento de acontecimientos futuros puede develar.

En primer lugar, las elecciones intermedias suelen generar, sobre todo desde el fin del bipartidismo en 2001, una dinámica en la que la fuerza política del Ejecutivo empeora su performance electoral en comparación con la elección por la cual fue ungido Presidente. Admitiendo la posibilidad de que en 2017 el macrismo sufra esta merma, aún queda una pregunta imposible de responder ahora: ¿debe tomarse como referencia lo que sacó en las PASO (¿24,81%), en las generales (¿32,80%) o en el balotaje (¿48,85) de 2015?

En segundo lugar, en función de lo analizado cabe conjeturar que los efectos de dispersión que suelen observarse en una elección legislativa a Diputados pueden verse morigerados en estas elecciones por dos motivos concurrentes. El primero de ellos es la elección a Senador: sus efectos mayoritarios se harán sentir, probablemente, sobre la elección a Diputados. La influencia aumentará, lógicamente, en la medida en que sea mayor el peso propio de los candidatos a Senador.

En tercer lugar, a lo anterior se agrega otro factor: las PASO. Como vimos, las primarias suelen oficiar de gran encuesta con efectos reductores en la elección general e incrementando, además, el caudal electoral de quien salió primero.

Volvamos al principio. Decíamos que por la fuerza de las (malas) circunstancias (económicas), el macrismo se vio obligado a elegir la confrontación con el pasado como eje principal de la campaña, buscando con ello recrear la situación del balotaje 2015. Dicho objetivo, a primera vista, parece de difícil cumplimiento en una elección intermedia como la de Diputados nacionales en Buenos Aires. Sin embargo, dos elementos adicionales, como las PASO y las elecciones a Senadores, tienden a ofrecer mejores condiciones para que la estrategia macrista sea coronada con el éxito. Si algo quedó demostrado en las tres elecciones de 2015 (PASO, generales y balotaje) fue la capacidad de Cambiemos para ajustar su comportamiento a lo que pedía cada ronda y sistema electoral.

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