Carta Abierta IV (Borrador)

Retransmito el mail que me llega de los compañeros de prensa, para habilitar la discusión integral del borrador de un nuevo pronunciamiento por parte de los integrantes del espacio Carta Abierta.

Estimados compañeros:

les enviamos el borrador de la Carta Abierta Nº 4 para que circule entre nosotros y podamos discutirla el sábado 13 de septiembre en la asamblea.
Les aclaramos que los redactores no son las personas que contestan los correos de Carta Abierta, así que, por favor, todas las discusiones dejémoslas para el sábado.

Saludos

Equipo de prensa

 

 
Carta Abierta IV

El laberinto argentino
Primera parte

Hay una excepcionalidad. Excepcionalidad que a pesar de todo se mantiene. El gobierno había surgido de una fuerte fisura en el sistema de representación y no venía –no debía venir- a restaurarla meramente.
Tenía conciencia de que vendría un tiempo original y lo recorrió con entusiasmo y vivaz espontaneidad. Avanzó por ciertos caminos inesperados, no esgrimió doctrinas revolucionarias –ni casi ninguna
otra-, pero mostró un rumbo fáctico propicio a una renovación de la vida colectiva. Quería significar que había llegado el momento de revisar las históricas falencias de una democracia carente de condiciones para cuestionar la injusticia social. La larga promesa de una democracia que se mire en el espejo de la justicia social sigue siendo el horizonte de nuestra época. Nada puede ser interpretado al margen de esta llamada genuina.
Medido en el ambiente histórico de este reclamo, el gobierno no ahorró audacias en ciertos temas y se mostró rutinariamente conservador en otros. Y aunque abundan las recaídas anodinas, no necesariamente
justificadas por el recio embate de las neoderechas que ha recibido y el que acaba de recibir del complejo agrariomediático, no dejó de invocar sobre la marcha una cuota significativa de espíritu militante.
Esta fuerza se mantiene, aunque en parte haya sido sofocada y en parte esté amenazada por trivialidades de ocasión. Continúa así el impulso reivindicativo ante los escollos presentes que hay que atravesar, y
que debe ser empalmado con el compromiso hacia las generaciones del pasado que, en la memoria, siguen alentando esta tarea.
Hay que advertir, en tanto, que muchas veces el gobierno no evidenció apartarse demasiado de las  órmulas de retroceso más obvias luego de una ardua batalla de la que sale magullado. La excepcionalidad se mantiene porque ni puede volver a los cauces del orden conocido –allí lo repudian, esperan su caída-, ni debe dejar que naufraguen sus anteriores pasos adelantados en los refugios que ofrece una clase
política “normalizadora”, garante de una vuelta a la “neutralización política”. Esto no ha ocurrido, pero las tensiones que alientan las más variadas direcciones en que puede salirse de la crisis están a la orden del día.
No creemos equivocarnos si decimos que falta la elaboración, explicitación y proyección de algo previo a ciertas medidas importantes. Lo es la estatización de Aerolíneas, pero lo previo hubiese sido crear certezas mayores sobre su destino de empresa pública antes de enviar el proyecto de ley al parlamento; lo es el
pago de la deuda al Club de París, pero lo previo hubiera exigido mostrar esa medida en conexión a  mejores argumentos sobre la economía pública y las deudas sociales internas; lo es el proyecto de ley de
jubilaciones, pero hubiera sido conveniente que se dijera previamente que se evitarían alquimias matemáticas sobre esta vital cuestión.

En cuanto a los incidentes ferroviarios en el Ferrocarril Sarmiento, ahí lo previo hubiera sido reconocer de inmediato las condiciones inaceptables en que viajan millones de personas que son víctimas así de una grave injusticia social. Y al par de repudiar la destrucción de los bienes públicos, examinar los graves sucesos a la luz de criterios más amplios, en el sentido de las orientaciones hacia el cambio
general de las pésimas condiciones de vida en vastas zonas del conurbano. Todo ello, antes de incurrir en un lenguaje de imputaciones que recuerdan tramos oscuros de la historia inmediata, cualquiera sea
la explicación ulterior de los condenables acontecimientos de violencia contra el equipamiento ferroviario.
Falta algo previo, decimos. Es la elaboración de bases más permanentes de acción y lenguaje en cuanto a las transformaciones que se le adeudan al pueblo argentino y a las acechanzas que se ciernen. Por eso
es necesario hablar del laberinto argentino, para que no se reitere la sensación de que medidas justificables se lanzan en la cabal ausencia de recursos de movilización cultural efectivos. Ante la reacción de
las fuerzas siempre renocibles de la reaccion conservadora –revestidas hoy de numerosos ropajes, incluso de los aparentemente contrarios a los que opacamente representan-, hay que evitar la tentación de parecérseles, aún si se piensa ésto para tomar un respiro. La salida del laberinto exige temas, análisis y decisiones que deben ser redescubiertos, sobre el fondo de una excepcionalidad que se mantiene.

Segunda parte
Nos cabe ahora una descripción sobre lo que ocurrió. Las nuevas bases sociales de la neoderecha se movían en un doble sentido: en el goce de sus reflejos desestabilizadores y en el pedido simultáneo de que se pusiera fin a tanta pasión desatada, “que cesara tanto conflicto”. Sordamente, amenazaban. Pero cuando terminaban de dejar su carga exonerativa, pasaban a empuñar la bandera de la armonía y del
“hartazgo por la disputa”. Era el gobierno el que aparecía como confrontativo y los realmente confrontativos aparecían como moderados, partidarios de la “democracia gris”. Si el conflicto es el centro de la política –esto es, si la democracia siempre agita colores encendidos- se le podría cuestionar al  gobierno la dificultad para anclar ese conflicto en fuerzas sociales efectivamente reconocidas, esto es, no que existiese una comprensible confrontación sino que ésta fuera meramente estridente, vocinglera e imprecisa. Vulnerados los horizontes colectivos de creencias, un conservadorismo que no se molestaba en aparecer faccioso, conseguía hablar en nombre de intereses genéricos y de los símbolos compartidos. Entrábamos al laberinto argentino. El ámbito popular movilizado en defensa del gobierno era acusado de
encarnar al “pueblo cautivo” al que había que rescatar con una “ética autonomista”. Miles de personas cantaban frente al estanciero Luciano Miguens, en el Monumento a los Españoles, “si éste no es el pueblo, el pueblo dónde está”. No se recordará con satisfacción este momento de la historia nacional. Por otra parte, un personaje exiguo, partiquino de momentos menores de la política, quedaba de repente en posición de decidir sobre el empate de votos en el senado, desatando un nudo –la forma inicial del laberinto- de manera imprevisible, agrietando severamente las máximas instancias institucionales, revelando la fragilidad esencial de todos los andamiajes políticos conocidos y  originando un pobre folklore que podía expresarse en las fugaces y calculadas picarescas del minotauro Cleto.
Lo grave y lo trastocado corrían de la mano. El laberinto argentino, lo que en el siglo XIX textos de célebres autores denominaron la  esfinge argentina, reaparece en la necesidad  de investigar el núcleo
más íntimo de la vida popular, con muchas superficies y planos ocupados por el desvío de los legados y por una gran captura moral que reactiva bajo fantasmagorías conservadoras a los sectores medios, para
cuya crítica no alcanza el concepto de “zoncera” sino la pregunta crucial sobre el entrecruzamiento del activismo mediático, la ocupación masiva de calles en las zonas de la urbe socialmente más favorecidas y las épicas basadas en un reconstruido desprecio de clase, revestido ahora de populismo de derecha, todo ello contra un gobierno popular. Un gobierno que aún ensimismado en muchos obstáculos nacidos de sus propios laberintos, avanzó conceptos fundamentales para rehacer el sentido de lo democrático, lo público y lo justo.
El laberinto argentino contiene así a las nuevas derechas con base popular-mediática y esas propias marañas de las que las fuerzas populares deben extraer nuevos argumentos y convicciones. Sin duda, no
se esperaba que un camino que era dificultoso, contradictorio e intuitivo, aunque sustentado en una nueva discusión vigorosa sobre los destinos colectivos, quedara de repente tan expuesto y desnudo. No se
esperaba que el agrarismo y sus aledañas perspectivas comunicacionales recrearan un lenguaje  movilizador, antes invocado por otros estilos y grupos sociales. Los activistas agrarios se dejaron barnizar por grupos eventuales de izquierda que al sumarse al cobertizo reaccionario hacían abandono de su propia historia para acrecentar lógicas de oportunidad y de error histórico, suceso nada extraño en la historia nacional. Confundían la masividad de las movilizaciones agraristas con una política popular y a las alianzas del nuevo poder conservador con una red social transformadora.
¿Sorprende este giro? Su explicación se encuentra en los variados déficits de interpretación que ya son alarmantes en los laberintos de la sociedad argentina. Se ha hecho abandono de los modos más rigurosos
de análisis político, lo que incluso pudo notarse en los propios descuidos con que se tomaron las medidas gubernamentales. Pero nada es más dramático que las encrucijadas acuciantes que deben resolver los
movimientos sociales, que no están cómodos siendo apéndices estatales o en contrapartida, desastrados agentes de acciones que favorecen intereses extrínsecos a los de las causas populares. No incluímos en
estos dilemas a personajes que desde el inicio ya fueron fundados como caricaturescos y que aprovecharon la oportunidad para acentuar su bufonería, pidiéndole algunas vacas a la Sociedad Rural, volviendo a
vergonzosas épocas de paternalismo social saludadas por las “notas de color” a cargo del movilero de turno.
El momento laberíntico que vive la sociedad argentina también se verificaba en pensamientos que se revestían de argumentaciones populistas o antiimperialistas, aunque para ofrecerse directamente como guardia de corps de la alianza de los agronegociantes. Véase la galería de fotos correspondientes. No era una defección episódica. Era un trastocamiento general de los significados.  No se esperaba semejante inversión de los trazos habituales que unían las palabras con las cosas. Acciones que con otra ambientación eran declaradas ilegales por los labradores y los nuevos movilizados, ahora parecían
el non plus ultra del republicanismo ilustrado. En cambio, medidas de gobierno avaladas por la Constitución, se presentaban como ilegítimas o arbitrarias.
Un estallido interno de magnitud inesperada y difícil mensura recorre ahora la vida política argentina. El laberinto es también un jeroglífico en donde es menester encontrar los nuevos hilos constitutivos de una verdad histórico–social. Estamos en un momento donde se lucha por la verdad –la verdad en el lenguaje, en las cifras, en los significados, en las biografías- pero se ha extraviado lo que aún en épocas tan convulsas como éstas era la relación entre los signos y las cosas, las representaciones y las motivaciones básicas de
la sociedad. Se pelea por la verdad sin que importe la verdad. Vivimos un momento faccioso. ¿Cómo tratar la dislocación ocurrida entre hechos y símbolos? ¿Cómo considerar la relación entre la serie de la justicia
frente a los hechos del pasado y la de los hechos inequitativos del presente? ¿Cómo se ligan los lenguajes de la escisión y el conflicto social con composiciones heterogéneas de fuerzas? En general, estas
diferencias se tramitan con la velocidad de una vida social condicionada por la acción de los medios y su fuerte capacidad de articular la escena y los tiempos. Pero si el set y la agenda son constituidos  por actores definidos de gran poder, eso no exime al resto de los actores de pensar en otra temporalidad que necesariamente supone una crítica a esa veloz adecuación de trincheras y paso por el guardarropas de las luchas pasadas. Las neoderechas gozan de este estado de volatilidad de las creencias y no dudan en “izquierdizar” sus embates cuando lo creen necesario para realmente decir otra cosa. Es el laberinto argentino. Entretanto, la izquierda real, aunque no tenga generalmente ese nombre, pues actúa en
gran medida con sus claves nacional-populares y sus legados humanísticos y sociales de pie, está en los filamentos realmente existentes del movimiento social. Ella fue a las plazas históricas a defender la democracia y con consignas propias, interpretó que el gobierno, aún moviéndose improvisadamente en la tormenta, encarnaba los trazos fundamentales de una voz popular que a su vez le reclamaba más afinación y claridad en los argumentos. Los hilos a veces tenues pero continuos de las memorias populares van tejiendo, como también lo supieron hacer en otras jornadas del pasado, los ideales emancipatorios y lo hacen en el interior de dificultades inéditas e, incluso, desprovistos, muchas veces, de señales luminosas que no suelen partir de un gobierno que no ha sabido, no ha podido y tal vez no ha querido profundizar una genuina base de sustentación popular. Luego del vendaval, las instituciones públicas golpeadas intentan
volver a los hechos. El gobierno afirma que frente a las palabras y las opiniones triunfarán los hechos. Hechos económicos, construcción de necesarias infraestructuras, y de un modo decisivo, la estatización
de Aerolíneas. Sin embargo, no puede olvidarse que los terrenos comunicacionales le fueron generalmente adversos y que es menester ahora descifrar los laberintos de la cultura. Los pueblos no comen símbolos pero los símbolos son parte esencial de las condiciones bajo las que se piensan los pueblos. Ninguna sociedad que reclama niveles más precisos de debate se orienta tan solo por realizaciones
económicas, teniendo en cuenta que lo de Aerolíneas es a la vez un hecho de la economía pública y también de fuerte simbolismo.
Asimismo, los condicionamientos y el cerco al que fue sometido el gobierno luego de las votaciones parlamentarias pueden justificar nuevas prudencias en el tratamiento de diversos temas pendientes, pero
eso no debe ser el motivo por el cual se instituyan decisiones políticas y económicas con concesiones a los sectores nacionales e internacionales que operan el sitio precisamente al aspecto más progresista de aquellas decisiones. Entre el pago total de la deuda al Club de París, la reestatización de Aerolíneas y la ley de jubilaciones móviles se desplaza, quizás con movimientos espasmódicos, un gobierno que sabe que el terreno por el que transita está rodeado de pantanos, de arenas movedizas y de seductores espejismos que no llevan, necesariamente, hacia políticas populares, políticas que requieren audacias no siempre  disponibles y una voluntad sin la cual es muy difícil avanzar. Pero aún resulta más arduo ese avance si no se busca construir los puentes hacia las mayorías populares postergadas y empobrecidas que son una base social de sustentación imprescindible junto con otros actores sociales.
Por otro lado, prosiguen los juicios a los personajes de los gobiernos dictatoriales, se halla firme la  conciencia de que no debe cederse una noción económica que excluye terminantemente el ajustismo neoliberal y no se ha entregado la creencia de que simultáneamente debe afirmarse un ideal  latinoamericanista, que aún con titubeos, también se ejerce sabiendo que hoy más que nunca la suerte de nuestro país, de sus proyectos democráticos, está fuertemente unida a lo que está aconteciendo en otras repúblicas hermanas, particularmente la Bolivia de Evo, la Venezuela de Chávez, el Paraguay de Lugo, el Ecuador de Correa y, desde una perspectiva algo más compleja, el Brasil de Lula.
Todo esto mantiene un horizonte a partir del cual sigue valiendo la pena pensar en que hay una diferencia; hay una diferencia conceptual que sigue rechazando la paridad que muchos creen percibir entre el
actual gobierno y los procesos económicos habituales de coacción y dominación. Efectivamente, no vemos tal paridad. Vemos una diferencia que es necesario pensar cómo sostener y ahondar. Lo haremos examinando más de cerca el laberinto argentino.
Tercera parte
En primer lugar, desde hace cierto tiempo se intenta horadar el cimiento básico de la época, que es la promoción de actos jurídicos sobre los símbolos más significativos de un pasado de horror. Esto no
proviene solamente de los remanentes de las pasadas dictaduras. Se dice, en publicaciones periódicas diversas, que el gobierno trató de un modo inadecuado la cuestión de la memoria y los derechos humanos.
Algunos llegan a afirmar que el gobierno utiliza la política de derechos humanos –esto es, la política de la justicia en la memoria-, como un recurso a la impostura, pues mientras haría una política por lo menos descuidada en materia de derechos sociales y economía cabalmente distributiva, insiste en hablar sistemáticamente de las condenables violencias y atentados a la vida ocurridos en el pasado.
Solo una virulencia antes desconocida en el ataque a un gobierno democrático en el ciclo de este último cuarto de siglo –aunque fuertes dosis de neutralización destituyente habían acompañado el último tramo
del gobierno de Alfonsín-, permite el error al que lleva esta interpretación. No vamos a insistir una vez más sobre la manera en que esta política no es ni debe ser episódica, sino que constituye el nudo troncal de la
época, su estructura última de significados. Los desavisados que la atacan con sus catilinarias revelan hasta que punto representan el último escalón refinado para que se vuelva al orden antiguo. Postulan
que hay impostura en la política de la memoria asumida; postulan entonces, inevitablemente, un gesto de agravio gratuito que intenta desconectar el ciclo comenzado en el 2003 de sus más importantes bases
expresivas y sus más profundas raíces de legitimación.
En segundo lugar,  es necesario dejar de heredar el país de la dictadura. Si acompañamos y apoyamos acciones del actual gobierno es porque aparecen como indicios de una efectiva búsqueda de modos más
equitativos y dignos de la vida social. En el laberinto argentino se halla también la política realizadora regida por un manojo de nuevos derechos –en esencia, la articulación entre derechos humanos, derechos
sociales y derechos democráticos-, de trazados convocantes, pero realizada con muchos balbuceos e ingenuidades. Y cuando decimos ingenuidad no es el modo del elogio moral que vería en el ingenuo lo
contrario del astuto, sino que lo decimos al modo de la crítica: la ingenuidad es ver menos de lo que es necesario, considerar menos dimensiones que aquellas que la acción política debe tener en cuenta
para no fracasar. Pasado un tiempo del rechazo parlamentario de las retenciones móviles, el gobierno sigue ceñido por el cerco de sus contrincantes avezados. Defienden sus intereses sectoriales y un tipo de articulación entre las instituciones estatales y las lógicas de mercado de clara subordinación de las primeras. Y del lado del gobierno no se logra pinzar con efectividad las dimensiones de esa
confrontación, para lo que se deben examinar nuevas y originales articulaciones políticas, un diagnóstico preciso de los modos en que funciona actualmente la economía y resignificaciones de los símbolos
en juego.
Esta confrontación tiene en la cultura –en el vivir social más amplio y en el vivir cotidiano- su territorio si no definitivo, sí de suma relevancia. Porque se trata de construir los conceptos, las teorías y los lenguajes con los cuales aprehenderla a la vez que tratar las memorias sociales en juego. No deja de haber en todo momento histórico un cierto laberinto. Siempre hay una guarida del Minotauro. Pero este laberinto, aquí y ahora en la Argentina, implica la paralización de las fuerzas activas de la sociedad, para lo cual comenzaron a convencerlas de que había que reconstruir las formas coactivas de la autoridad, salir de lo que llaman errático, volver al orden establecido, retomar lo que en el pasado muchos ensayistas latinoamericanos llamaron la “patria boba”, esto es, el desmonte del sentimiento colectivo para forjar nuevas leyendas inertes, controladas por empresarios del sofocamiento político y cultural. Así, sueñan en la Argentina con un retroceso que va desde una política internacional comandada por los acreedores hasta el  disciplinamiento de las escuelas en la ciudad de Buenos Aires, metáfora ideal de la aldea global
autoritaria que se desea construir. ¿No actúa Macri en nombre de una indigente política del miedo con sus edictos ordenancistas, que tienen grandes apoyos, silenciosos y timoratos en una ciudad de Buenos Aires
en la que casi se precisarán las fuerzas morales del Eternauta para rescatarla de su intensiva indiferencia?
Una ciudad activa, reconocida sede de experiencias populares significativas, de grandes aventuras intelectuales y artísticas, de buena parte de la historia del movimiento obrero, desde las huelgas de
principio de siglo hasta –si queremos poner una fecha- los acontecimientos vinculados a la defensa del Frigorífico Lisandro de la Torre en 1959, no puede quedar en manos de pensamientos que apuestan a
lo concreto –“la gente quiere soluciones”- pero son lo más abstracto concebible. Para oponerle una crítica imaginativa a estas visiones abstractas que pasa por ser lo concreto, es de lamentar la falta de una reflexión colectiva en el mundo cultural –la universidad pública habla quedamente sobre estos temas- o la falta de incisivas críticas más inspiradas que desnuden esas frases sobre “lo concreto”, que como
diría el gran Phillip Marlowe de un cartel aduanero en una frontera del país del Norte, “nunca se vio condensar tantas mentiras en tan pocas palabras”. Solo la disuasión, el cloroformo masivo que logró
impugnar la vitalidad de la cultura nacional y decretó el reinado de la indiferencia o la inmunización ante lo grave que se presenta a nuestros ojos, permitió llegar a esa fraseología vacía que sustituye la lengua política por el marketing y la lavativa de las ideas. Que ha logrado calar hondo en los imaginarios sociales allí donde cuestiona toda felicidad posible si no se la encarna en una felicidad sostenida sobre el consumo y la materialidad de la riqueza; donde parecen quedar en el ostracismo existencial quienes actúan fuera de las luces del shopping center o de la espectacularización amplificada por los lenguajes massmediáticos. Es la felicidad asociada sólo y únicamente a la figura demandante del ciudadano-consumidor, de aquel que vive con gusto el desmembramiento de lo público en nombre de lo privado, de esas intimidades protegidas de contaminaciones insoportables.
En tercer lugar, la renovación y el horizonte contemporáneo de la cultura no puede ser el de una actualidad con un único plano y un tiempo lineal, sin historicidad viva, entregándole a la televisión el control de las pedagogías educacionales, y en el otro extremo, un funcionariado que baja de las estanterías el festejo que corresponde una vez al año, sin valoración de las exigencias del lenguaje, sin preguntarse por las prácticas de lectura sociales y sin considerar que se muere la política si se muere el pensamiento creador en las artes y las ciencias. Peligra, incluso, la lectura argentina, el lector argentino, a pesar del éxito ferial de las convocatorias específicas en torno a esa práctica –la lectura- fundadora de sociedades y naciones. Se debe liberar al arte del modo en que las formas más crudas del mercado lo intentan anexar, tanto para generar nuevos fetichismos que de hecho han arriado “las banderas de la imaginación” como, en cuanto a la ciencia, asociándola a jugadas empresariales que ni siquiera se intentaron en el antepasado capítulo desarrollista de la historia de nuestro país.
No concebimos en el actual momento de la política nacional que estas cuestiones deban postergarse en el debate, porque son cuestiones del laberinto argentino. Del laberinto hay que salir con ideas estratégicas para este nuevo siglo. Parte del laberinto es una liviana consideración de las llamadas “políticas de la memoria” que finalmente la concede al conjunto de acciones permitidas por las centrales globalizadas de archivo de símbolos de los pueblos y a los nuevos enciclopedismos desmanteladores. Todos los conocimientos pueden ahora ser fijados, conservados y preservados, pero sin relaciones singulares
entre ellos, sin relieves que los articulen o que ponderen sus relaciones heterogéneas pero ligadas a la historia de cómo se han producido. Los efectos de la globalización –más allá que este nombre
apologético no es el adecuado y hay que crear otro-, permiten el singularismo desconectado de la historia, la construcción de una red sin cuerpos ni herencias significativas de lenguaje.
Se hace urgente entonces trazar nuevos planes culturales públicos que no resuelvan la relación entre la singularidad y los recursos de aprendizaje colectivo con proyectos reduccionistas que sustituyan
prácticas históricas por amuletos que muchas veces son versiones degradadas de las necesarias innovaciones tecnológicas. Éstas nunca ocurren al margen de grandes módulos de reflexión popular, cultural, intelectual, tanto espontánea como experta. No se trata ni de burocratizar el pasado festejando a los insurgentes pretéritos como si los reencontráramos en un mercado de ideas despegado de la vida, no se trata ni de vivir en sociedades regidas por la desmemoria de los medios de comunicación más  concentrados ni por el modo en que éstos reorganizan el archivo social bajo impulsos del target, las audiencias fragmentadas, el estilo history channel y el divulgacionismo que aplana el relato crítico de las sociedades. De la misma manera que reducir las políticas culturales a operaciones de mercado, al glamour
heredado de desfiles de moda o convertirlas en escenificación espectacular y en sponsoreo de grandes empresas, suele ser el discurso que fascina a aquellos que desde hace mucho rebajan la cultura a su
exclusiva dimensión mercantil articulada a la lógica de lo cuantitativo.
Solo un nuevo humanismo de fundamentos críticos puede hacer pasar las culturas colectivas por el estatuto más riguroso de los conocimientos, fusionado entonces con los horizontes masivos genuinos. Están en nuestro pasado los muertos de muchas luchas que impulsaron la reconstrucción simultánea del presente y del pasado, como un único gesto inescindible de conocimiento político. Por eso, pensar la
justicia respecto del pasado resulta indesligable, finalmente, de los modos en que se imagina y materializan actos de justicia respecto del presente. Los símbolos requieren un trato cuidadoso, porque su mera invocación en un contexto que no les pertenece los deja al borde de la parodia o la indiferencia, y ésta no es una zona menor del laberinto argentino.
La discusión actual respecto de los íconos nacionales muestra ese rasgo de su conflictividad necesaria. Y que esa discusión suceda exige que no sean tratados con premura ni con consensos fáciles respecto de
creencias sociales que están profundamente delineadas por las fuerzas mediáticas. Es necesario situar los símbolos en su fragilidad. Ellos no siempre afirman lo mismo y si se los arroja desligados de una
materia experiencial profunda quedan a disposición de sus usos reaccionarios. Esto es: como negación o como inversión de aquello para los que se los había convocado.
No es sólo tarea de las instituciones estatales dar esa disputa, pero ellas tienen mucha responsabilidad al respecto. Deben hacerlo con tanta autonomía de los poderes culturales fosilizados –aunque se proclamen “independientes”- como con sensibilidad democrática frente a las diversas expresiones sociales. Deben hacerlo con sus redes cazadoras de mariposas de sentido, con ojos abiertos a lo que sucede, con perspicacia crítica respecto de sus límites, con azoramiento hacia lo que desconocen. Instituciones estatales de esa índole pueden librar la batalla cultural. La conmemoración del Bicentenario debe escapar del celebracionismo trivial, debe también ser festiva, pero sin privarse de movilizar el espíritu investigativo y la potencia crítica intelectual que permita que el laberinto argentino –la histórica complejidad de las luchas sociales- protagonice un nuevo capítulo nacional sin sentimiento de embotamiento, liberando y emancipando las fuerzas de la justicia, de la economía y del arte.
Carta Abierta así lo propugna, porque su vida política es un conjunto de decisiones simultáneas que surge de las asambleas abiertas, de la integración libre, del sentimiento emancipado del sujeto público, del antagonismo creador sin cierre conceptual posible, de la proliferación sin cartilla previa de la cultura crítica universal y nacional y del estado contingente de interrogación permanente. Si esto fuera así por obra de una multitud de voluntades, tendrá el efecto, la extrañeza y el valor que pudo tener la celebración de Castelli en las ruinas de Tiahuanacu el primer aniversario del 25 de Mayo de 1810.

73 comentarios en «Carta Abierta IV (Borrador)»

  1. Muchachos, de corazón y como firmante y aunque entiendo todo el documento, ¿no pueden ser un poco más sintéticos y escribir en un lenguaje un poco más cotidiano? Miren que el pueblo se expresa con mayor sencillez y se queda pensando qué habrán querido decir cuando escriben, por ejemplo: «mostró un rumbo fáctico propicio a una renovación de la vida colectiva», «exclusiva dimensión mercantil articulada a la lógica de lo cuantitativo», «el agrarismo y sus aledañas perspectivas comunicacionales recrearan un lenguaje movilizador, antes invocado por otros estilos y grupos sociales. Los activistas agrarios se dejaron barnizar por grupos eventuales de izquierda que al sumarse al cobertizo reaccionario» (es necesario lo de barnizar y lo del cobertizo, amén de tanta adjetivación?)

  2. La verdad es que coincido con las críticas a la extensión y a la dificultad. Las cartas abiertas entiendo que apuntan a un público más amplio que a los lectores de blog políticos. Y aún para los que leemos y escribimos aquí, que es evidente estamos en general más dispuestos a leer un texto de esta naturaleza, me parece que tiende a desanimar un poco. Supongo que uno de los objetivos de publicar aquí un borrador es que se tiren ideas que contribuyan al texto. Menciono dos: 1)¿No se puede decir lo mismo(o parecido)con menos virtuosidad y más sencillez? 2)Ya que consta de tres partes, eventualmente pueden ser cartas separadas. Me parece de más impacto, enviar una por semana, tres semanas consecutivas y de una extensión más corta. Puede haber más gente que las lea y al mismo tiempo se logra mayor presencia en los medios.

  3. Bueno, por partes vamos
    1) Tienen razón, las cuatro cartas prometen ser de un tamaño bastante grande, y las tres primeras, al menos, de complejidad conceptual fácil de reconocer, como marcan ustedes.
    2) A mí me llega, ¡¡¡yo no lo escribo!!!
    Y mi organicidad es ésta: voy de vez en cuando. No voy a las comisiones.
    Me pareció mejor, en el tiempo restante hasta el sábado, que se discuta, aunque sea así, a que sólo los «iluminados miembros» lo leyésemos y cuestionásemos el renglón ocho del parágrafo 34.
    3) Creo, pero esta es una hipótesis que voy a desconocer en el futuro si alguien trata de vincularme a ella, que los autores del borrador buscan posicionarse en el terreno del debate público como gente de cultura, y al mismo tiempo, de saberes académicos. Y no ven la contradicción, en esa línea, de dejar afuera a lectores que se ven a sí mismos como gente de cultura, pero no resisten semejante fárrago.
    4) De todos modos, el documento completo tiene que tener cierta difusión, aunque sea a través de las pastillas que bajan Noticias al Sur y Página 12.

  4. Ya lo dijeron otros, pero quien lee esto? Si es para los que entienden ese idioma, no necesitan escribirlo porque ya se lo han dicho unos a otros cien veces. El resto, despues no se pregunten porque prefieren ver television.

  5. Tal vez si mucha de la gente que lee esto, deja su comentario apoyando lo de «demasiado largo y complicado», es posible que tomen alguna medida al respecto. Incluso quizás ni siquiera sea necesario que alguien específico lo trasmita, creo que muchos lectores de artepolítica van (o vamos podría decir, yo fuí a una, pero el sábado no puedo ir)a las reuniones y cualquiera de ellos podría decir: «en el blog de artepolítica hubo x ( sobre todo sin son muchos) comentarios pidiendo más sencillez y menor extensión». Personalmente lo digo solo tratando que le interese a más gente que lo lee en página 12, por ejemplo. La virtuosidad del texto es innegable, pero se necesitan personas con mucho interés y tiempo para dedicar a su lectura, no sé si debe ser la idea de una carta de este tipo.

  6. Sergio: en Página lo extractan. Ponen los párrafos de los que se va a discutir, pero comentados, con exégesis, y chistes en el medio.
    No es completamente autorreferencial. Están discutiendo con los otros clubes que aparecieron (Vicente Palermo, por ejemplo), y tratan de sacar del debate, con «fundamento» (esto es, a cascotazo conceptual, como me sacaría Ana de una discusión de econonomía, o Sergio de una partida de ajedrez, o Balvanera de un seminario sobre literatura, etc) al opinólogo que no puede más que decir: «ahhhh, claro dotor». Larga tradición ¿Ustedes se lo imaginan a Gustavo Silvestre, alias «soy mimembro de la Konrad Adenauer», respondiendo a esto?

  7. Por su contenido, extensión y todas las variables que abarca esto no puede ser un material para debatir en un estado asambleario con más de un centenar sobrado de partipantes que quieren encontrar una manera de defender los mejores aspectos del gobierno K, frente al acoso de la derecha.
    Se corre el riesgo que en vez de facilitar el crecimiento de un movimiento que se generó de un modo bastante cercano a la espontaneidad ,en medio de una dinámica donde era válido no interferir lo que se accionaba, con reparos estéticos, termine naufragando por la distancia que un discurso como el que se desprende del documento instala entre emisores y receptores.

    Para decirlo de otra manera, si no podemos escribir algo que resulte facilmente entendible por mi tía y el verdulero de la vuelta, nos estamos fijando nosotros mismos un límite que no solo nos va a impedir avanzar sino que nos va a generar un serio retroceso.

    A más de ciento cincuenta años, uno relee hoy el Manifiesto y se da cuenta que Carlitos M podría haber sido director creativo de cualquier agencia de peso. Lo entiende cualquiera con solo estár alfabetizado.

    Digo con esto que no importa que el material sea extenso, si está garantizado que su lectura despierta interés por seguirlo y hasta un lamento por arribar al final. En este sucede lo contrario y creo que el peligro es justamente que la CARTA ABIERTA termine siendo CERRADA.

    Digo todo esto con la mayor buena onda, fraternalmente y con la convicción que estoy debatiendo con gente de pensamiento convergente en los temas esenciales y los presupuestos que nos inclinan a preocuparnos por el futuro de esta novedosa propuesta.

  8. El fenómeno de Carta Abierta es importante.Ya se ha reproducido en varias provincias y ha originado un debate que hacía falta.Y en Santa Fé por ejemplo,participan también, dirigentes sindicales de una vieja y valiente trayectoria en el campo popular.

    Me parece que a los compañeros redactores del borrador han hecho un buen trabajo,solo cabría recordarles el famoso dicho de Gracián:»Lo bueno,si breve,dos veces bueno»

    Ezequiel tendría que ir más seguido a las reuniones,ayudaría.Tiene claridad y es sintético.El post de hoy en artepolitica es buena base para una seria discusión sobre «el laberinto argentino».
    Saludos.

  9. La complejidad innecesaria, el uso de terminos no usuales en el hablar cotidiano, la adjetivacion y la farragosidad de los textos que elaboran los amigos de Carta Abierta son un pecado original. Alrededor de dos mese antes de la publicacion de la primera carta abierta, un amigo me envio el borrador para pedirme una opinion. Trabaje durante una hora y media en tratar de sintetizar el contenido y de hacerlo comprensible, cosa que crei haber logrado con la primera mitad de ese texto que le envie a mi amigo con la sugerencia de enviarlo a los redactores originales. Su respuesta no dejo lugar a dudas. Me dijo que no habia con quien hablar ya que era una creacion colectiva y que sus autores estaban muy convencidos de que ese lenguaje era el correcto. Lo que dice valderrama2 es cierto. Carta abierta tiene a ser carta cerrada, o como decia el conocido publicitario catalan Benbassat «un galgo es un dromedario dise#ado por un comite»
    Cuando acceda a una maquina con acentos y enies transladare estas inquietudes de todos nosotros directamente a Espacio Carta Abierta. Por ahi aceptan que la obra no esta concluida hasta que la ve el ojo del otro. Pero eso lo dijo Picasso,que no era un intelectual.

  10. Schussheim: has dado una clave. No se puede hacer polìtica con términos que no sean usuales en el hablar cotidiano. Y con lenguaje acadèmico no se puede ganar la calle, que merece ser el pròximo destino de CARTA ABIERTA.

  11. Leyendo a Jorge Schussheim, el verdadero debate no es, como señalaba antes, cómo escribir, sino para quién y/o para qué. Carta Abierta eligió, hasta ahora, un público que no es la calle. Y un lenguaje propio de Forster, Nicolás Casullo y Horacio González. Y está todo bien con ellos: son tres ídolos intelectuales que tengo, junto a otros. Pero su estilo de comunicación no es «de masas». Es un estilo -me duele físicamente escribir esto- elitista, propio de la crítica cultural de ambiente académico. Y el tema con el discurso de los medios, lo que los hace fuertes, es su carácter masivo, incontestable, práctico.
    Creo que CA no ha querido bajar ese cambio, en parte porque quiere romper con ese sentido de lo inmediato, pero si quiere cumplir una función decisiva como actor en el debate público, va a tener que revisar políticas.

  12. Yo creo que está bien romper el sentido de lo inmediato. El tema es buscar un equilibrio, a mi también me gustan Casullo, Forster y Gonzalez, pero me resultan bastante exigentes pese a que sus tema me interesan y me esfuerzo en entenderlos. Lo que vos decís, Ezequiel, es claro, depende para quién escriban. Para mi el problema es que escribiendo así, en lo poco que llegan a las «masas» (y en el nivel de dificultad de esta carta entra en esa categoria casi todo el mundo), terminan reforzando el mensaje de los medios, parece que no hay lugar para que se entienda a los intelectuales, entonces lo único que queda es la consigna fácil e inmediata de los medios. Lo interesante sería buscar hablar de cosas no tan sencillas, pero buscando ser lo más claros posibles. Está bien que ellos pueden pensar que esa no es su tarea, pueden hacerlo otros.

  13. Ezequiel. Hoy y mas que nunca el como es el que.
    Este como deja afuera a la mayoria y el que, entonces, se reduce a un ejercicio de demostracion de quien la tiene mas larga en el campo intelectual.
    Respeto profundamente a Casullo y a Gonzalez, a sus pensamientos y posiciones politicas, pero no lo conozco personalmente y no se como hablan todos los dias. A Ricardo lo conozco desde que era pibe y se que puede hablar horas con un auditorio de gente no erudita y hacerse entender y magnificamente bien.
    Si Carta abierta no baja ese cambio, como bien decis, va a terminar hablando para sus propios integrantes y el pueblo se va a quedar afuera de ese debate tan necesario.
    No creo que el artista o el intelectual deban ser populares, sino que debieran colaborar con quienes no lo son a tratar de serlo, pero hay que pasar el fratacho por abajo para ayudar a subir.
    Una cosa es hacer pensar, otra cultivar el hermetismo que reina en las alturas celestiales.

  14. Santo cristo bendito … Coincido: como dijo alguien, la claridad (y la brevedad, agregaría) es la cortesía del filósofo. Sean corteses, muchachos. Así no se gana la pelea por el sentido común.

  15. hablando de santo cristo bendito, me vino a la memoria un cuento talmudico. Un judio llega muy agitado a la casa de su rabino.»Rebbe, rebbe! Anoche tuve un sue#o extraordinario! Yo iba por la icalle y treintaseis hombres justos me seguian e iban proclamando mi nombre. Por favor, rebbe, digame que significa ese sue#o!»
    El rabino meso su larga barba durante un rato, cavilando tal como hacen los rabinos y finalmente hablo. «Mira, Iankele, no se cual es el significado, pero el dia en el que treintayseis hombres justos sue#nen que van siguiendote y proclamando tu nombre, volve que te voy a explicar que significa»
    Maria Esperanza, aqui todos coincidimos como lectores y/o firmantes de Carta Abierta. Lo importante es ver si los hombres sabios coincidiran con nosotros.

  16. La solución es que Horacio González no redacte. Por favor che, saquenlo, que aporte ideas, pero que no escriba, esa prosa barroca y reventada es de él.

  17. Además de la moción de Julián, que creo esencial -esto es, que Horacio González no redacte, porque efectivamente esto tiene su estilo inconfundiblemente barroco-, creo que me quedo con la sentencia de María Esperanza: así no se conquista el sentido común.
    Si lo entiendo bien, el hilo de Ariadna que nos lleva hacia la construcción de un pensamiento alternativo pasa necesariamente por volver accesible la crítica. Y eso no sucede meramente por ponerla en el diario, o por reunirse en la Biblioteca Nacional. Sucede pensando al intelectual, esencialmente, como un comunicador socialmente autorizado. Y para hacer eso, tiene que hablar en criollo.
    Porque el tema es que el sentido común notero – taxista está muy corrido a la derecha. Y hay que bajar, o, si se prefiere, subir, para dar esa batalla cultural.
    Pero así, no.

  18. Lo dramático es que cuando no se pueden explicar sencillamente los fenómenos sociales,es por que el expositor no lo tiene claro.Me gustó el ejemplo de Valderrama 2,es verdad!Ya tiene 150 años y todavia sirve de guía aquella carta abierta de Carlos y Federico,que ellos llamaron manifiesto comunista.Es verdad,cualquiera lo puede entender.

  19. Ya lo hemos planteado en otros espacios: lo que está en juego es la inteligibilidad de las luchas… no la participación de los intelectuales en sí misma.
    Es cierto que sin plegarse a los ritos de la tribu, no será fácil contar con los «intelectuales».
    No diría que el problema sea sencillamente de tedio o lenguaje intrincado (!ojalá fuera ese el problema!, y en ese caso !un divulgador o un periodista lo solucionaría!). ….

  20. Coinncido con María Esperanza,m Por otro lado, y en la misma línea, no será mucho pedir(les) a los intelectuales que «conquisten el sentido común». Me aprece que sí. Es una cuestión de expectativas.

  21. Me preocupa mucho todo esto que leo en los comentarios, porque es genuino y porque no tengo respuesta. Quiero decir, veo que hay mucho de cierto, pero no sé si la solución sería «volver más sencillo» el texto. Y cuando digo «no sé» digo literalmente eso: no sé. Y cuando digo que me preocupa es porque un poco (un poquito) tuve que ver con la redacción de este borrador. No son fáciles de discutir estas cuestiones. No voy a responder ahora pero sí a tratar de arrimar algo, nada más que a arrimar: una cosa sin las «cartas» (la Carta 1, la Carta 2, la 3, la 4 que se va a discutir el sábado, etc) y otra Carta Abierta. Quiero decir, Carta Abierta no se agota en las cartas. Las cartas serían algo así como la base conceptual. Cuando Carta Abierta tiene que ir a la plaza, va a la plaza, cuando tiene que firmar una declaración con la CTA y la CGT por Aerolíneas la firma y se entiende con toda claridad (la redactó Carta Abierta, informo), cuando lleva gente a dar charlas en las carpas del Congreso la lleva, si tiene que reunirse con los movimients sociales se reúne. Y si se tiene que reunir con un ministro también. O participar en actividades solidarias con los secundarios de la ciudad de Buenos Aires. Tiene muchos modos de moverse, de actuar, de expresarse. Tengo claro que esto no responde a las objeciones que se hacen al estilo «barroco», trato de ir pensando la cuestión. Otra posibilidad: ¿por qué no trabajar en varios niveles al mismo tiempo? Las cartas trabajan en un nivel. Pero hay otros, nadie renuncia a esos otros. Pero, repito, no estoy seguro, trato de ir pensando.

  22. Balvanera: Quizás sea suficiente que quienes redactan el texto se planteen la cuestión seriamente. Todos son personas muy inteligentes que pueden dar respuestas valederas al cuestionamiento. Es posible que hasta ahora, por distintas razones, no tuvieran como una preocupación central el lenguaje a utilizar. También es un tema de matices, a mi me parece que en ésta enfilaron aún más para el lado de la complejidad, cuando la lógica pareciera indicar que al ampliarse un movimiento, cosa que para alegría de muchos de nosotros le está ocurriendo a Carta Abierta, habría que ir de a poco (por eso hablo de matices, creo que aquí nadie pretende que el texto se transforme en cuatro o cinco slogans) corriéndose hacia la sencillez. Es cierto lo que decís en cuanto a que Carta Abierta es muchas cosas, te agrego relacionado a este tema, que Carta Abierta tiene una comisión de aforismos, dos o tres de los cuales se mencionaron en algunos medios y tienen llegada fácil entre mucha gente. Me parece muy bueno que si vos fuiste parte de la redacción y tenés un poco más de llegada con otros de los que escriben, por ahí puedas plantear la cuestión, a mi me parece que eso es suficiente, es natural que pueda haber posturas diferentes.

  23. A pesar de las observaciones de BALVANERA en cuanto a que CARTA ABIERTA contiene otras expresiones activas fuera de sus documentos, no podemos olvidar que el sentido de su creaciòn fue producirlos.

    La propia expresiòn de CARTA ABIERTA tiene un valor emblemàtico en cuanto refleja la intenciòn de apertura de propuestas hacia la comunidad en forma indiscriminada, con el propòsito de construir un espacio de debate que a la vez que analice la conflictiva realidad nacional, genere un movimiento de respaldo a las intenciones polìticas de un gobierno en situaciòn crìtica o seriamente acosado cuando CARTA ABIERTA fue convocada y no mucho màs estabilizado al dìa de hoy.

    Me parece que esencialmente CARTA ABIERTA es eso. Si mi descripciòn estuviera muy alejada de su sentido, queda invalidado obviamente todo lo que sigue.

    Si asì no fuera, me parece que el material en discusiòn es muy valioso y de ser sus autores Horacio Gonzalez, Nicolas Casullo, Ricardo Forster u otros màs, confirma su calidad intelectual y compromiso polìtico.
    Y debe conservarse e incorporarse al legajo de materiales producidos por CARTA ABIERTA para instalar una discusiòn productiva sobre los rumbos por los cuales se puede transitar en el futuro.

    Pero deja pendiente que ese sentido de «:::A B I E R TA::::» debe ser honrado de manera efectiva.

    Si se tratara de abrirse al àmbito universitario, al segmento de las ciencias sociales, no cabrìa dudas de que se avanza con ese tipo de discurso.

    Pero no siendo esa la meta, es imprescindible salir de ese lèxico, simplificar metàforas, seleccionar paradojas rotundas y orientarse de modo muchìsimo màs sencillo y definido.

    En varios de los aforismos habìa señales de como se podìa llegar en medio del conflicto, mucho mejor que con la propia CARTA ABIERTA I.

    A tìtulo de ejemplo: que pasarìa si hoy se iniciara un desarrollo discursivo con

    NOSOTROS TAMBIEN VAMOS POR MAS

    TE CUENTO EN QUE VAMOS POR MAS Y EN QUE VAMOS POR MENOS

    CONMIGO NO, CON VOS TAMPOCO Y CON TODOS NOSOTROS NADA.

    Son titulares de una CARTA ABIERTA, porque invitan a mirar que hay adentro de ella.

    La corto aquì porque si sirve de algo la propuesta, hay que abrirla en serio para que se sumen los que vienen opinando.

  24. Que quede claro que por mi parte solo pido más claridad y brevedad,pues estoy de acuerdo con lo que están haciendo aquí y en otras provincias.

    Después de todo’los hechos son las palabras»

  25. Balvanera, con todo respeto, no le den tantas vueltas. La solución ES volver más sencillo el texto. Lo que es bastante fácil, la verdad. Si tenés las ideas claras, presentalas claramente.

    Saludos

  26. ¿Y quién te dijo que tengo las ideas claras? ¿Vos tenés las ideas claras? Te felicito, y te envidio. No, mentira, ni te felicito ni te envidio. Menem tenía ideas claras. Yo no. Trato de ir planteándome cosas. De no engañarme y no engañar. Cuando algo aparece demasiado claro, desconfío. Puede que no sea trampa, pero hay muchos motivos para sospechar que sí. La realidad es compleja: simplificar sirve para vender, para embaucar, no para exponer la complejidad a la que debemos enfrentarnos si queremos tocar aunque sea un poco algún tipo de verdad. Y aun así tenemos que intentarlo, por supuesto. Pero no me vengan con el verso de que el que tiene ideas claras se hace entender, vamos. eso vale para la publicidad, vale para Durán Barba. Yo quiero otro mundo, otro tipo de relación entre los seres humanos, en la que no tengamos que mentirnos mutuamente. Y lo más claro suele ser lo que más facilmente convence, y, por lo tanto, te impide pensar. No siempre, no siempre. Para todo hay excepciones. No acepto slogans de un lado ni del otro, pero menos aun slogans como los que me venís a presentar, tan funcionales a los vendedores de baratijas.

  27. Pero hay dos dicotomías. Simple-Complejo, Popular-Académico.

    Ambas me parecen falsas,lo complejo es susceptible de ser explicado en términos simples, yendo de lo general a lo particular y lo popular puede ser enlazado con lo académico. Rodolgo Walsh escribía en un semanario de la CGT de los Argentinos además de ser un cuadro intelectual. Deodoro Roca y compañía redactaron el manifiesto Liminar, que es entendible por cualquier persona, y eran intelectuales de enorme talla.

    Se trata de ver a que actores sociales se trata de interpelar. El lenguaje sofisticado vale como memorando interno y como argot de discusión pero no a la hora de comunicar a la mayor cantidad de franjas sociales que se pueda. Y eso es casi todas las clases medias.

    El problema con el texto de arriba no es su complejidad (que es de alto grado) sino su capacidad de oscurecer, no aclara nada, oscurece más bien todo. Se parece a los afiches del PO…

  28. Perdón, pero no hay nada más claro que un afiche del PO. Se entiende abslutamente todo. Clarísimo. Y ninguna relación con la realidad. De eso estamos hablando. Si «oscurecer» es ocultar, velar, efectivamente, un afiche del PO oscurece. Y, en ese sentido, en mi modestísima opinión, «el texto de arriba» hace exactamente lo contrario: tiende a develar, a desgarrar velos, romper sobrentendidos, herir supuestos, separar lo que se supone unido, distinguir donde se supone que no hay nada que distinguir. Por lo menos tiende. Claro que para eso hay que poner a trabajar un poco la cabeza, cosa que a veces no viene mal.

  29. El que lee un afiche del PO sale «iluminado»: ya entendió todo, ya tiene la fórmula para saber cómo es el mundo, qué tiene que pensar, etcétera, le dan todo servido: el bien y el mal, blanco y negro. Así que nada que ver con el texto al que te referís, tu comparación es pésima: acá te exige mucho esfuerzo, más bien te exige sumergirte en un «quién sabe», en un «puede que sea así», en un «sí, pero…». Nadie puede quedarse satisfecho después de leer Carta Abierta, con la idea de que ahora tiene cómo orientar su vida: ahora tiene que empezar a relacionar, a preguntarse, a considerar qué tiene que ver una cosa con la otra.

  30. Sí Daniel pero no estamos en 1973 discutiendo la Revolución Permanente, de cada 10 personas, 1 o 2 entienden el texto de arriba.

    O damos la batalla cultural por el sentido común en serio o nos quedamos debatiendo en la Biblioteca Nacional. Total el pueblo es un convidado de piedra ¿no?

    Otra que queda es ampliar la influencia de Carta Abierta en el dispositivo político del Gobierno, de esa manera no se precisaría una coailición con demás sectores. Pero eso está muy verde todavía

  31. Y esto va con buena onda Daniel, cong anas de crítica constructiva. Leelo a Vicente Palermo acá: http://clubpoliticoargentino.blogspot.com/2008/09/la-argentina-el-capitalismo-y-los.html

    Particularmente estoy bastante en desacuerdo con lo que diec, pero lo expresa de una manera tan clara y contudnente, sin que esto signifique perder capacidad de análisis o «bajar» lo que está realizando, que cuesta disentir con él.

    Esta es la virtud de un escrito polémico, desde el «Yo Acuso» hasta lo que se te ocurra, está tan bien redactado y es tan entendible y claro que cuesta no influenciarse por él.

    Saludos

  32. Bueno, es todo un tema, si en el nicho de las personas con cierta cultura un tipo como Vicente Palermo -que puede merecer mis respetos académicos, pero con quien no concuerdo en casi nada hablando de política- se expresa de un modo que llega mejor.
    Tal vez sea porque es de historia… no, mentira Daniel.
    A ver, es cierto que tampoco las ideas están tan claras en el propio texto de Carta Abierta, por ejemplo en la continua redefinición del laberinto argentino, que termina siendo un concepto laberíntico.
    Es cierto que estos son los planteos «conceptuales», no la estrategia de comunicación de masas, por ejemplo a través de solicitadas, que Carta Abierta ha hecho siempre bien. De estos planteos se desprende que el eje de las batallas es el eje cultural, que tiene cierta precedencia respecto al resto (en lugar de resultar apenas un epifenómeno).

    «Esta confrontación tiene en la cultura –en el vivir social más amplio y en el vivir cotidiano- su territorio si no definitivo, sí de suma relevancia. Porque se trata de construir los conceptos, las teorías y los lenguajes con los cuales aprehenderla a la vez que tratar las memorias sociales en juego»

    Pero no se desprende en ningún momento que la propia Carta sea el instrumento de llegada. A lo mejor necesitamos un instrumento adicional, manteniendo este para ocasiones regulares en el tiempo, y permitiendo la aparición de otros pronunciamientos, más cortos, sobre aspectos concretos, como hace Carta Abierta pero con mayor periodicidad.
    Tal vez el reclamo sea, entonces, que exista una estrategia de comunicación alterna, con mayor periodicidad y un lenguaje más llano, dedicada a confrontar sobre los sentidos de lo concreto adheridos a lo inmediato.

    «Para oponerle una crítica imaginativa a estas visiones abstractas que pasa por ser lo concreto, es de lamentar la falta de una reflexión colectiva en el mundo cultural –la universidad pública habla quedamente sobre estos temas- o la falta de incisivas críticas más inspiradas que desnuden esas frases sobre “lo concreto”.

    Si no encara efectivamente esta estrategia, el movimiento Carta Abierta va a quedar -y curiosamente sus mismos autores lo evocan- como el discurso de Castelli en las ruinas de Tiahuanacu en mayo de 1811, hablándole de liberalismo a los indios que apenas sabían hablar español.

  33. Ezequiel. No era que estabamos reclamando un lenguaje mas llano?
    Porque aqui, en el almacen de barrio en el que trabajo, los muchachos no terminamos de comprender que quisiste decir en el parrafo que copio abajo.

    «De estos planteos se desprende que el eje de las batallas es el eje cultural, que tiene cierta precedencia respecto al resto (en lugar de resultar apenas un epifenómeno)»

  34. Tanto hablar del Manifiesto, que Carlos Marx esto, que Federico Engels lo otro, y que los afiches del PO, ¿qué me piden, che? ¡Me contagié! Uno no puede leer a H. González, a Daniel, a Casullo, y después ir a morfarse una pizza con los amigos sin secuelas. A mi se me pega.
    Hoy la cultura (alta, baja, popular, de medios, general, letrada o no) es el escenario de las luchas por el sentido que le damos a las cosas. La lucha política se da primero en el campo cultural, la organización económica de una sociedad es fruto de un devenir histórico y cultural, la hegemonía es un conjunto de «consensos» de matriz cultural, sobre lo que se puede y no se puede hacer. Usted, Schusscheim, viene de la cultura, para usted esto es obvio.
    Pero hace diez años, nada más, recién estábamos leyendo estas cosas, y seguíamos pensando que ni siquiera la política era totalmente autónoma de las determinaciones materiales (económicas y sociales, principalmente).
    Agarre uno de los libros de historia de Hobsbawm, el historiador del siglo XX para muchos. No uno caro, los de edición pocket. La serie de La era de la Revolución, la era del Capital, la Era del Imperio, etc. Va a tener tres partes: la estructura social, las luchas políticas… Cuando todo eso se termina, Hobsbawm pone capítulos intitulados: las artes, las ciencias, las ideas, la educación, etc.
    Es decir, son como resultados de lo otro, lo verdaderamente determinante, la evolución económica y las luchas políticas.
    Y Hobsbawm, como todo británico, es un ejemplo muy, pero muy moderado. Los hay, los hubo, mucho más deterministas.
    En fin, hoy sabemos que lo simbólico, Néstor descolgando un «cuadrito» de Videla en la ESMA, tiene un vuelo propio, no depende de la economía. Al contrario, hasta puede determinar y explicar otras cosas.

  35. Le diría que cuando afirmamos, insistentemente, que «la gran batalla es la cultural», como si no fuera obvio y evidente por sí mismo, es porque todavía resuena en nuestras cabezas un eco del viejo economismo, que a lo sumo le reconocía una «autonomía relativa» a la política.

  36. Ezequiel, de acuerdo y mucho. Pero hace unos cinco a#os que no dejo de leer y de releer obsesivamente la historia del siglo XX de Hobsbwam y lo que mas admiro de el viejo marxista no es solo su lucidez_de la que nuestros intelectuales no carecem_sino la sencillez con la que se explaya.
    Lo de las secuelas se puede evitar bajandose una peli de Chaplin y recordando las epocas en las que nos preocupaba el destino del eternauta.

  37. No se le puede pedir a Carta Abierta que simplifique porque la intervención ensayistica siempre es compleja. Casullo, Gonzalez y Forster son ensayistas de enorme peso intelectual, y leerlos implica un esfuerzo interpretativo, no es leer el Olé.Los cuadros politicos-intelectuales que intervienen politicamente en medios o en partidos son los que tienen que «bajar» los textos y simplificarlos. Aunque sea engorroso.

  38. De lo que se trata es de que este espacio no degenere en afiche del PO. Si Vicente Palermo habla más claro, entocnes estamos en problemas. No porque Palermo sea el «enemigo», que no lo es para nada, sino porque le debería costar más a él comunicar que a posturas afínes al Gobierno.

    Hablen entre ustedes, los intelectuales más formados, de mayor experiencia y calidad analítica, perfecto, pero hay que aprender a hablar con los que no son intelectuales, no entiendo otra forma de difundir un mensaje.

  39. Vamos por partes. Reescribir el texto no nos va a ayudar. Lo conozco a Sergio, y sé que lo hace con la mejor buena onda, y también sé que plantear esto el sábado va a ser imposible. Pero como la respuesta orgánica fue otra (y, a mi ver, muy pobre), el escenario de la discusión, necesariamente, como en la metáfora del «arco», es otro.
    Ahora se nos dice una verdad que no se niega: Carta Abierta no es sólo los cuatro documentos, y hace uso de diversos registros para expresarse en la vida pública.
    Fenómeno.
    Luego, se acusa de elitista la mirada docente, que busca una traducción del texto por sus propios autores, una segunda edición que no traicione sus contenidos esenciales. Cierto, no hay verdades reveladas. Dicho de otra forma, no hay verdades, a secas.
    Finalmente, se abre un espacio binario, nosotros / ellos, pero no para los adversarios, sino para los que brindamos «apoyo crítico» a la experiencia: «el que quiera oir que oiga», traducido como «el que quiera leer, que lea».
    Eso ya es grave. Porque muchos queremos leer, algunos podemos hacerlo, y porque la calidad conceptual tampoco es tan grande: González no es Deleuze, dicho de otro modo. Esa forma de construir es un error irreparable.
    Por todo lo anterior, y considerando que el intento de difusión que presidió esta entrada fue efectuado con intenciones que no se reflejan en las respuestas de los autores, me queda alzar la mano, para advertir: «acá me bajo, muchachos».
    Suerte.

  40. La verdad, se armó un quilombo bárbaro que no esperaba. Yo creo que lo de Carta Abierta es un espacio intelectual de reflexión ,y ellos reflexionan en sus propios terminos, que son ensayisticos, por lo tanto complejos. Entiendo y comparto la crítica sobre el barroquismo del texto, pero creo que no les podemos pedir simplificación porque el ensayo es una creación de lenguaje propio que no responde a categorías preéstablecidas. Con «bajar» el texto me refería a que sirviese para una discusión entre quienes no somos intelectuales y var si se puede articular con la reflexión política más concreta. No esperemos que Carta Abierta salga a hacer politica lisa y llana. Ellos intervienen culturalmente, y no creo que lo hagan mal.
    saludos

  41. Yo tampoco lo esperaba, Luciano, pero cuando se produce, los reflejos de los Girottis, son lamentables:
    1) «Quien quiera leer, que lea»
    2) «Los sábados va mucha gente, mucha más de la que lee artepolítica»
    La torre de marfil les quedó petisa. Y por otra parte, yo habilité el espacio para que se discutiera el contenido. Hasta eso me cuestionaron. El contenido, esta vez, tiene problemas, pero el sábado lo arreglamos todo con un aplauso cerrado de los que escucharon la mitad y entendieron el 25%

  42. Permítanme un testimonio:
    .Las Asambleas de Carta Abierta en la BN, sábado por medio, poco tienen que ver con lo expresado en este post y en estos comentarios. Da la impresión de que la mayoría no ha estado jamás allí y que tocan de oído. Criticar, sin poner el cuerpo, lo único que construye es histeria.
    En la Asamblea se exponen variados temas y todo el que quiere participa. Se discute. Y mucho. A veces, con vehemencia. Y se vota. Por otra parte, los representantes de las distintas comisiones dan cuenta de su tarea.Los asambleístas opinan, sugieren , preguntan.Intervienen. La verdad, el manejo es bien democrático.
    También se envían mails a todos los integrantes (quienes hayan firmado o estén en alguna actividad ad hoc)para informar acerca de eventos, encuentros,borradores de las ‘cartas’, publicaciones, etc.
    Esto, así no les guste a algunos, es HACER ALGO. No es meramente OPINAR de reojo.
    Carta Abierta aparece en una situación límite,ante un golpe destituyente y ante la amenaza de regresar al infierno de los ’90. Ha crecido y se está expandiendo por todo el país. La han fundado militantes que padecieron el exilio, la persecusión, la desaparición de sus hijos, el despojo de sus bienes. Militantes que han consagrado su vida entera a instalar un sistema más justo en nuestro país y en Latinoamérica. Despreciar de taquito su acción y el esfuerzo de crear y sostener Carta Abierta me parece una frivolidad.
    Ligado a todo esto, pude inferir, en los comentarios de este post una especie de resurrección de la dicotomía «alpargatas sí, libros no». Un verdadero disparate. Es un modo de subestimar a los laburantes, a las clases populares.¿Por qué no pueden entender los contenidos y el formato de Carta Abiera?. Sí que entienden, la sustancia la captan perfectamante, porque está en relación con su propia vida y con su experiencia.¡Claro que entienden! Además, hay comisiones de Carta Abierta que se han planteado la inserción en los barrios con reuniones en distintos lugares de la ciudad y del país, justamente para unir los esfuerzos y la militancia de las bases con la actividad de los intelectuales.
    Permítanme, también, una sugerencia final:lean
    en «Página/12″(domingo 7 de septiembre de 2008/ pág. 10)»Carta Abierta. Entre la anomalía, la provocación y la novedad» de Ricardo Forster,uno de los hacedores del Espacio. Es un texto impecable.Un lujo de escritura. Con una claridad conceptual e ideológica que muy pocos opinadores pueden ostentar.

    Marta

  43. Marta, el post es el propio texto de Carta Abierta. La actitud que referís la encontrás en más de una persona, y en varios que asistimos. Y leí la nota. Suscribo la recomendación.
    Ahora, creer que once carillas de ese registro son legibles para cualquiera, bueno, para eso están las diferencias.
    Acá nadie está histérico, estamos debatiendo formas y tratando de llegar a los contenidos.
    A los integrantes que conozco, te puedo decir que la mayoría son firmantes, más allá de lo cual tienen sus actividades, su vida, su militancia, su forma de pensar. ¿Por qué no pueden expresarse?

  44. Uno de los firmantes, que habla por sí mismo, es Jorge Shussheim. Y está acá, preguntando. No es el único. Bajá un cambio.

  45. Marta: leé bien. Nadie está atacando a Carta Abierta. Lo que digo y sostengo y con lo que coinciden otros, es que la letra de Carta Abierta es impecable, pero su música es mala. Y para hacerla corta, si le pedís a un «laburante» (el término es tuyo) que la chifle, no va a poder.

  46. El post de Marta generaliza demasiado,no todas las críticas fueron negativas,diría que la mayoría fueron elogiando a C.A.En lo que coincidíamos era en cierta oscuridad en el lenguaje,en un exceso de palabrería,y hasta de snobismo.Y disculpenme si la palabra es fuerte pero sentí sinceramente, en algunos parrafos un poco de ese sabor.
    La intención de plantear la discusión y no crear un texto»docente»,no se contradice con la sintesis y la claridad.No es paternalismo hablar claro.
    Nadie le está sacando el cuerpo a nada,muchos han intervenido e intervienen en las reuniones.
    Histeria? me parece que hay más de eso en tu post que en las opiniones de los participantes.
    A la pequeña burguesia siempre le pican las críticas,lo sé de sobra porque de ahí vengo.Autocrítica es lo que nos falta.
    En cuanto a la trayectoria,de pienso,la mayoría de los autores es algo muy respetable.Son compañeros,muchos veteranos del 70 y antes.Por eso,entre otras cosas,le estamos dando importancia y discutiendo el borrador.
    Ahora, la consecuente,honesta y valiente trayectoria,es algo muy valioso y respetable,pero no nos hace infalibles.Además,si vos pensás que los méritos en la lucha,de por sí solo ya te dan garantía de no equivocarte,entonces,pienso yo,que tal vez tendrías que convocarlo para que colabore (y no me parecería mal) por ejemplo ,a Luis Mattini,que tiene sus galones muy bien ganados.Exagero para decirte que creo que la mayoria tenemos claro quienes son los fundadores de este nuevo espacio.
    En otro post,cité a Sartre un concepto que me gusta mucho y me sirve para juzgar:»Los hechos son las palabras» Y los hechos, o sea todas las actividades que aparte de publicar sus opiniones ,están llevando a cabo C.A.,son el verdadero concepto de lo que se propone.Haberle dado importancia y reunido y escuchado a los principales referentes de los movimientos sociales,promover otros espacios similares en las provincias,concurrir a las manifestaciones,etc son,para mí,lo principal.Considero que las Cartas son una guia para la acción,un éstimulo para la lucha.
    Lo que pasa que en esta ocasión se dió una discusión sobre un borrador y cado uno opinó con total libertad.De autoritarismo estamos todos hartos.
    Sería provechoso y aportaría más,si no generalizaras sobre las opiniones vertidas.Yo también discrepo con algunas opiniones de los criticantes,pero siempre trato de ponerle nombre y apellido a la refutación.Se me hizo un poco largo el post.Marta; te saludo con una consigna muy clara:
    Alpargatas si,Libros también… y Lucha siempre!

  47. Schussheim : así ataquen o no a’Carta Abierta’ creo que tengo derecho a expresar mi opinión al respecto. No lo hago para oponerme a nadie sino para reafirmar la importancia de un Espacio de lucha que es toda una novedad y también una esperanza.
    ¿Por qué un laburante no puede chiflar la música de Carta Abierta? A mí, el sencillismo, las berretizaciones para que la gente entienda, me parecen un acto de soberbia. Yo he aprendido del pueblo que resiste infinitamente más que en la universidad.
    Y te cuento algo, cuando empecé a ir a Carta Abierta después de este terrible 25 de marzo, me sentía desolada, con miedo de volver a los años oscuros,de que volviésemos a estar doblegados por la derecha. Estaba completamente invadida por el pasado. En Carta Abierta recuperé el deseo de futuro y la sensación de la pelea. No es poco. Sobre todo ahora que, como bien decís – y en eso coincido plenamene con vos- nos urge la avanzada de EEUU sobre Sudamérica: Bolivia,Venezuela y también Argentina – ¿O acaso el «armado» del caso de la valija no es un ataque?-
    Creo que no está la situación para discutir matices.
    Además, si es necesario discutirlos me parece que el sitio más adecuado es en Carta Abierta misma. Porque si algo se puede llegar a modificar es ahí, no desde afuera. Desde afuera no se vota.
    Un cordial saludo
    Marta

  48. Dice Marta: «Creo que no está la situación para discutir matices»
    Bueno, este es, en parte, el problema, Marta: hay quienes quieren discutir lo que les parezca, cuando les parezca, y medianamente con respeto, como les parezca ¿O ahora resulta que no podemos discutir en emergencia? ¿Alguna vez no estuvimos en emergencia?
    Uno de los peores errores que Trotsky reconoce en su fantástica Historia de la Revolución Rusa, justamente, es la prohibición de las fracciones internas, en 1921, con la que inicialmente estuvo de acuerdo, dada la crítica situación de la joven Unión Soviética, pero que finalmente le jugó en contra, al impedir todo juicio crítico respecto de un liderazgo y sus responsabilidades.
    Lo otro que me molesta es lo rápido que algunas discusiones se vuelven, y acá miro tu primera participación, directamente personales. No por eso voy a contestarte en esa línea, pero me sorprende. O defendés, o defenestrás. En el medio, cero. Y así, exactamente, es como se rompen los espacios de diálogo y construcción política.
    Todos tenemos derecho a opinar, no solo quien, como yo, asiste de vez en cuando, pese a lo cual sigue recibiendo los mails del espacio, sin o también el que no fue nunca. El propio Daniel me agradeció que publicara el borrador por los comentarios que había despertado, y porque acá nadie quiere un voto de censura. Simplemente, mientras más clara sea la participación, mientras mayor sea la info a disposición de los que no van los sábados, mejor.
    Las experiencias públicas son materia de opinión abierta en una sociedad plural. Para eso está el disenso.

  49. Si tu impresión es que acá alguien, quien sea, quiere «imponerle» a CA una manera de ser, por lo menos quien te habla, y doy fe que varios de los participantes (Julián, Sergio Slipak, MEC, NB, Efraín) no pueden estar más lejos de ello.

  50. Marta, nada mas lejos de mi que esa berretizacion que acabas de inventar. No se que contacto tenes con los «laburantes», pero este mediodia imprimi la Carta Abierta 1 y se la di al chico de la bacha y a un ayudante de cocina del restaurancito de mi hijo y les pedi que la leyeran. Antes de terminar la primera pagina me miraron despavoridos. Les explique con los terminos que ellos manejan (uno tiene la primaria y el otro un poquito de secundaria y no poseen un vocabulario que supere las 700 palabras, creo) lo que decia parte esa carta (confieso que hay parrafos que jamas entendi, por lo enrevesados) y comprendieron y les parecio «buenisima» en sus propias palabras.
    Eso que hice no se llama matiz, se llama praxis, capisce?
    Saludos y abrazos.

  51. En lo personal, como esto amenaza con revertir al infinito, me retiro de este post, y de sus comentarios. Espero que podamos pacificar los ánimos, recordar las cosas, las experiencias, y las ideas que nos unen, y hago votos para que ello suceda.
    Como este post terminó siendo el huevo de la serpiente, abriendo dos o tres cajas de Pandora, y todas las metáforas bíblicas y apocalípticas que se me puedan ocurrir en este anochecer de un día agitado, pido perdón a la comunidad y a todos sus integrantes por proponer un eje que se fue de nuestro control racional.
    Saco las lecciones del caso.
    Ezequiel

  52. Efraín:
    Me parece que tu post es más extenso que el mío. Pero no vamos a discutir por una cuestión de tamaño, ¿verdad?
    Reconozco- y en eso hago mi autocrítica- que generalicé y tal vez se sintió aludido quien no lo merecía. Pero a veces las generalizaciones apuntan a mitigar el efecto de una acusación directa. Quiero discutir ideas, hechos, situaciones, pero no deseo agredir, ni señalar personalmente a nadie.
    Insisto en algo: criticar sin poner el cuerpo lo único que construye es histeria. No me refería a vos. Ni a nadie en especial, sino a ese tipo de conducta en sí misma que,en realidad,hoy por hoy, es bastante frecuente.
    Por último, deseo aclarar algo: mi intervención en este post fue una reacción a algunos de sus comentarios y también a los comentarios del post de Balvanera (con quien coincido totalmente)sobre el mismo tema (CA).
    Quizá yo ya esté sufriendo ataques de senilidad, pero hay chicanas que crispan al más templado.
    Lo siento
    Marta

  53. Me parece que tal vez estás dramatizando un poco,Ezequiel.Con la publicación del borrador has provocado un debate que,creo yo,ha enriquecido y puesto en práctica una de los objetivos de C.A.
    El debate libre, con respeto,sin chicanas baratas,es el secreto del exito que está teniendo Artepolítica.
    A veces aparecen papistas mas papistas que el Papa,ya sabemos hay de todo en la viña del Señor.Por mi parte te felicito,me quedó un concepto tuyo en uno de los post que no entendí, me quedé con la espina.No faltará oportunidad para recordartelo así me lo aclarás.
    Para terminar,me llamó la atención que no hayas opinado sobre el post de Sergio.El ha»traducido»una parte pequeña del famoso borrador y es interesante su trabajo.Me permito sugerirte que lo leas.
    «Con la verdad,no temo ni ofendo» Artigas.
    Saludos.

  54. Bueno, ahora que «estalló la paz», podemos dialogar. Sinceramente, cuando Daniel anunció que no iba a postear más sobre CA, me pareció una catástrofe. Primero, porque es Daniel. Si te fijás, hemos compartido cien posts, sobre 99. En segundo lugar, porque su mirada no es «de pasillo». En tercer lugar, porque, en alguna medida, su post era una respuesta a éste, y éste jamás se había propuesto como una negación del valor esencial de CA. Como editor de noticias del sur, Forster, Casullo, o González estornudan una idea, y yo lo subo.
    (Te parecerá gracioso, pero lo único que yo quería comentar, si se daba la ocasión, era el tema del laberinto, como expresión perdurable de la percepción de una singularidad argentina en el tiempo, redefinida de mil modos distintos, como en un mosaico)
    Después vinieron críticas que me sorprendieron, defensas innecesarias -no las de Daniel, que decía aquello relevante, sino la de los aliados, que en general agarran una buena causa y la entierran en cal viva-.
    Finalmente, elegí esta metodología porque, conforme pasaban las horas, y hasta hace cinco minutos, no veía otra forma de forzar a Daniel (es una manera de decir, se entiende) a rever su posición.
    Y por eso mismo no quise postear donde Sergio. Sergio trataba de hacer justo lo que más irritación había causado: mostrar que existen diversas formas para un mismo contenido. O, como diría MEC, que una buena teoría debe ser clara, sin por ello ser «simple». Claro, Lacan dijo otra cosa: que ciertas formas no son escindibles de su contenido. Y también es respetable. Pero como ya Juan me había acusado de querer iluminar a las masas, yo, que en el fondo nunca quise cambiar el registro, pero sí me enfadé con el tono abroquelado que leía, preferí mantenerme al margen.
    Pufff! Por suerte, con Daniel tenemos los mails, como una suerte de línea roja de emergencia, y logramos evitar que la sangre llegue al río.
    (Porque si hubiera sido por los mediadores, no sé).
    En fin, todo esto me deja lecciones de todos modos. Mi baja de CA es definitiva, pero eso es asunto mío. Veo que hay un contenido generacional que se muestra irreductible, y me parece bien. Cada uno arma sus espacios, y no tengo intenciones -no las tuve nunca- de ganarme un lugar entre los redactores de un texto colectivo. Debe ser una hermosa pesadilla articular tantos discursos.
    Ahora bien, ¿qué es lo que no te dejé en claro?

  55. inicie esta Madre de todas las Polemicas tratando de que se aclarara algo y sin sospechar el apoalipsis que sobrevendria. Cierro mi participacion sin pedir nuevas aclaraciones sobre la intrincada relacion amistosa entre Daniel, Ezequiel, Sergio, Juan, Marta y otros viejos contendientes, ya que temo que me la expliquen.
    Seguire la busqueda de la Santa Sintesis por otros barrios,ya que aqui_al igual que en CA_se ve que no aparecera, lo que no es nada grave, pero a uno lo hace sentirse medio inutil por a) ser un recien llegado, y b)que nadie le haya pelota a mi propuesta de achique, excepto Sergio, quien lo intento pero se dio cuenta, como yo, de que era mision imposible.
    Igual, muy apasionante e instructiva la discusion.
    (El actor hace mutis por el foro)

  56. Schussheim, manténgase cerca. Es importante. Ya nos vimos en varios blogs, el de Lucas entre ellos, y espero seguir con esa costumbre. Los intercambios con usted me generan paz, como cuando me mandó a leer el Eternauta y ver Chaplin… y le digo que es un raro efecto narcótico, la paz, en estos días.
    (Efectivamente, era misión imposible, pero las experiencias son, en rigor, intransmisibles, como bien sabrá. El mismo cuadro puede ser mil, para mil observadores distintos.)

  57. Además, todavía no me contó qué le pareció el capítulo de la Historia del Siglo XX de EJH sobre la Revolución Cultural… no le puede haber gustado, arriesgo.

  58. Schussheim:
    He sido durante muchos años docente de Media (Turno Mañana, Turno Tarde y Turno Noche). También del Terciario y de la Universidad. Lo digo, tan sólo a los efectos de poner en contexto mi respuesta. En el nocturno he tenido como alumnos a infinidad de laburantes. Obreros. Chicos del interior, bolivianos,peruanos, paraguayos. También algún que otro ucraniano que contaba,además, con la dificultad del idioma.También he tenido alumnos chinos y coreanos. Entendían muy poco, a decir verdad. Yo dictaba Lengua,Literatura y, aunque no era materia obligada de Secundario, me empeñaba en darles Semiología,sobre todo análisis de discurso, para que pudieran leer los diarios y enfrentarse a los medios sin ser engañados. No era fácil, ni para ellos, ni para mí. Pero aprendimos juntos. Ellos me enseñaron que cualquier texto, por complejo que fuera, cuando aludía a su propia realidad, a su propia existencia, podía, de un modo u otro ser captado. Porque lo vivenciaban. De alguna manera podían identificarse.
    Tal vez un laburante no pueda acceder línea a línea a las producciones de CA. Pero puede llegar a entrever algo fundamental: que le conciernen,que lo involucran. Ningún texto es comprendido exactamente igual por todos los que lo leen. Cada uno tiene su propio nivel de comprensión.Un buen texto habla a todos de maneras diferentes y a todos les sirve.
    No me opongo a que se pretenda una mayor transparencia discursiva en las Cartas del Espacio. Pero insisto en que el mejor lugar para plantearlo es ese mismo Espacio. Porque en él no sólo se puede opinar sino también votar.
    Si reaccioné con demasiado énfasis no fue porque me sintiera más papista que el Papa, como dice alguno por ahí, sino porque era insoslayable la suficiencia con la que se trataba la cuestión.
    Voy a Carta Abierta a escuchar, a sentirme contenida. Ahí hay un montón de compariotas que resisten. Y yo también intento resistir. Eso es todo.
    Hasta siempre
    Marta

  59. Marta:Creo que la pasión es una parte importante del ser humano.Y cuando nos critican algo a lo cual estamos ligados también afectivamente,todos saltamos, y a veces como leche hervida.
    A las críticas hay que verlas como un aporte.Si en vez de enojarnos,las escuchamos,casi siempre nos ayuda a mejorar la postura.La crítica vale.
    Por ejemplo,decir como dice mi estimado Julián,que se queja por lo que el estima «estilo barroco’ del texto,es relativo.Puede ser un elogio, aunque no sea su intención,en el estilo barroco se han escrito muchas joyas de la literatura universal y sobre todo latinoamericana.
    Me parece que al margen de algunas chicanas,infantiles como siempre,hubo en el grupo que participó un consenso en torno a cierta oscuridad en algunos conceptos y en la falta de sintésis,.Es solo un borrador,si bien lo fundamental se entiende,es de desear que sin bajar el nivel literario,se entienda un poco más.Los sectores no universitarios pueden pensar con textos más claros,nadie quiere el estilo’blanco y negro»,ni la formula hecha y simplista.Pero tampoco la nueva jerga académica de la tribu urbana que acampa en la Biblioteca Nacional.Tal vez soy demasiado irreverente, a veces es dificil trasmitir con palabras lo uno quiere decir, en lo fundamental estoy de acuerdo y me alegro muchísimo de la aparición de este Espacio.Por mi parte estoy adherido a C.P.Santa Fé,por una cuestión de origen en la militancia,pero te sugiero que leas estos textos y comparés, creo que hay una difencia a favor de los santafecinos.Y por favor no lo interpretes como una comparación tendenciosa de mala fé.Simplemente es lo que me parece a mi.Mirá,seguro que de la reunión de Rosario salen documentos con textos que sin perder calidad conceptual,van a ser más comprensivos para la mayoría.
    Me dió gracia lo de la berretización.Te entiendo,nó,nó.Aquí no hay peligro para eso.Te fijaste el título? El Laberinto Argentino,me encanta; en la linea de Paz:El Laberinto de la Soledad,en la del gran Garcia Marquez:El Laberinto del General,Borges y Cortazar tambien tienen por ahí sus laberintos.Es impresionante la seducción que tiene esta palabra en la literatura.Muy originales,la verdad no han estado,pero a mí me gusta.Tiene calidad y creo que todos lo entienden o no? Tal vez la vocación literaria de muchos compañeros ha influido en la redacción.Así que quedate tranqui,por aquí nadie quiere la berretización.Todos queremos entender algo del laberinto nacional.Creo que el Espacio de Carta Abierta es un gran aporte,pero tal vez no fuera mala idea que Ezequiel por ejemplo,fundara el Oservatorio del Espacio de Carta Abierta.
    Marta: muy amable de tu parte por aclarar un poco los tantos.Venceremos!
    Efraín Jesús «Pupi» Espinoza.

  60. Ezequiel, no se preocupe. A diferencia de los ingleses, que se van sin despedirse, los judios nos despedimos pero nos quedamos.
    LO que no me gustó fué la Revolución Cultural. Deberé releer el capítulo que usted me indica, pero en otro momento, ya que ahora estoy envenenándome con Las Inclinaciones Criminales de la Europa Democrática, de Milner (otro que nunca termina de irse).
    Salú y pesetas.

  61. No sé que sospecha. Todos los Milner, Molnar, Molner, Moliner, Muller, Meller, Meler, Miller, Melnik, Muchnik y demás parónimos son molineros judios.

  62. Jean Claude Milner no es un molinero, Jorge. Y el odio que describe no es hacia los molineros, sino hacia la perduración de una identidad en el tiempo, ¿o me confundí de Milner, y usted lee él que escribe «arme usted su propio molino»?

  63. Ezequiel: ¿es necesario que le aclare que me refería con el poco resto de humor que me quedaba a la medianoche al significado y origen de esos apellidos?

  64. Está todo bien, después me cuenta qué le pareció, a ver si lo leo yo. Ya van seis que me dicen que lo haga, el tema es que van varias recomendaciones al hilo… si las pudiera tomar.
    En el caso Meler hay un debate.
    Si la raíz es Mahler, Mehler, está todo bien, iuuupi!!, somos molineros. El tema es si es Meiler.
    Prudentemente, yo contesto «molinero».

  65. Aunque lleguè tarde a la ùltima reuniòn de CARTA ABIERTA, pude escuchar la defensa que sobre el texto en discusiòn hicieron Forster y GOnzalez y un debate que me inclina a revisar algunas crìticas que formulè en el intercambio anterior.
    Para no cargar màs este tema, quiero destacar uno de los conceptos màs interesante sobre el sentido del documento que es el de no travestirse para ganar adhesiones, como lìmite en las comunicaciones de CARTA ABIERTA. Y entre controvertir estilos y resguardar la propuesta, opto por la ùltima variable.
    En esa lìnea, me adhiero a quien un poco màs arriba expreso: «aquì me bajo».

  66. Che, que los que tenemos apellidos mezcla (español, aragonés, catalán, francés) tampoco nos vamos.

    Parece que las cosas se han aclarado. El balance es positivo y Ezequiel ha abierto un debate necesario.

    El abroquelamiento molesta y más molesta que se respirara el mismo clima que se vive en determinados estratos sociales (clase media porteña y de Zona Norte de Provincia principalmente). Solamente hago votos para que podamos sueprarlos y para que las discusiones no se lelven al terreno personal. De esa manera solamente se obstruye más ele spíritu crítico y esto se acerca a la Coalición Cívica.

    Donde algunos vieron el «Alpargatas sí, Libros No» (por ota parte, que crítica gorila ¿no? Está bueno para el terapeuta esa) nada estuvo más lejos. Simplemente queda la idea de que se debe tener más responsabildiad al hacer política. Si la comunicación más simplificada va a quedar en manos de los «comunicadores» y eso habiltia un uso discrecional del argot Ciencias Sociales style estamos en el horno.

    PD: No entiendo porque molestó tanto que usara la palabra «barroco». Es obvio que me refería a su uso peyorativo que denota exceso de oscuridad en un planteo determinado y no a otra cosa.

    PD2: Me gustaría que aquellos que banalmente denominan a la docencia «elitista», explicaran porque cada vez hay más analfabetismo en este país y porque cada vez se lee menos y la educación es considerada un valor de mierda. Tal vez ahí entiendan algunas de las claves de por qué en los `70 se podía organizar un COngreso en la facu de Filo de Viamonte para debatir la «Revoución permanente» y el dato saliera en la Opinión y hoy tenés suerte si se compra Coelho (o cómo se escriba) en las librerías.

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