El tan ansiado fin de la política

“Ahora está claro, está todo a la vista: ahora no pueden engañar a nadie”, pensé, al enterarme de que los protagonistas de la patriada patronal para quedarse con todo autodenominada “El Campo” traen como instructores, para preparar políticamente a su gente, a Vicente Massot y al Rabino Bergman, aquel que le cambió el “libertad, libertad, libertad” al Himno Nacional por “seguridad, seguridad, seguridad”, con lo cual hizo algo mucho peor que destrozar torpemente la métrica del verso. Pero el componente fascista del rabino –y espero que la DAIA no me acuse de antisemita por criticarlo– no es tan de notar, porque es el mismo componente fascista (nótese que digo “componente”, no lo acusé a él de fascista) que anima a la mayor parte de los que conducen la Patriada Campera y a los que salen a vitorearla en las rutas o en Avenida Santa Fe. La cuestión es Massot, que alguna vez dirigió una revista, Cabildo –a la que sí con ninguna reticencia se puede vincular a la palabra “fascista”–, que debió renunciar al cargo de ministro de Menem porque habló de más a favor de la tortura y que, como director del diario Nueva Provincia, tiene un nombre y una actuación que inmediatamente connotan, por una infinidad de poderosos motivos, un hecho de nuestra historia: la dictadura 1976-1983. Aun si uno piensa en La Nación o La Gaceta de Tucumán, e incluso si piensa en el masserista Convicción, pocos diarios tan identificados con la dictadura como La Nueva Provincia, y ahí anda Massot, dando clases de política, diciéndoles a los “hombres del campo” lo que tienen que hacer.

“Bueno”, podría pensar uno, “todo está más claro. La escena anticipa lo que se viene: ¿eso, entonces, la dictadura, es lo que quiere ‘la gente que está con el campo’? Uno supone en principio que la respuesta va a ser “no”, que más de uno, o unos cuantos, ante semejante evidencia, se van a apartar. Pero después uno lo piensa y la frase “error, error” empieza a titilarle en la mente. No es cierto, simplemente no es así. De ningún modo –esa es la triste realidad– quedar pegado a la dictadura es hoy un elemento que le juegue a casi nadie en contra, no al menos en la cancha en la que sale a jugar esta gente: la batalla por el voto de las mayorías, en especial de las capas medias. No digo que les juegue a favor, pero seguro que no en contra: son muy pocos ya los que quieren seguir sosteniendo “esos prejuicios”, de los que “demasiado abusaron los Kirchner”; y, por el contrario, más bien se tiende a pensar que hay que “dejar el pasado atrás”, “mirar para adelante”. Qué mejor prueba entonces de que el pasado quedó atrás que hacer la vista gorda a cuestiones como lo que hizo Massot hace más de un cuarto de siglo, si al fin y al fin y al cabo quién no se equivocó alguna vez.

No es que quienes dan la tónica a esa media imprecisa (y muy media) a la que se ha dado el nombre “la gente” quieran exactamente que se vulneren los derechos humanos ni que retornen los grupos de tareas (aunque “en esos años no había tanta delincuencia, hay que reconocerlo, ¿no?”). Lo que quieren es que la raya de lo tolerable deje de pasar por ahí, que el tema desaparezca de escena, que no se hable más de eso. Están cansados. Sienten que durante un montón de años, desde 2003, exactamente, vienen imponiéndoles sin preguntarles la obligación de aceptar un discurso y una posición y una serie de valores y, simplemente, ya no lo aguantan: “sáquennos eso de encima”, ruegan, más o menos tácitamente, deseosos o más que deseosos de volver a la normalidad, es decir de recuperar una vida libre de incómodos compromisos políticos y en la que cada uno se dedica a lo de uno, tal como se supone que corresponde a partir de la posmodernidad, evidencia de la que el bruto de Kirchner, que nunca debe haber leído a Gilles Lipovetski, se empeña en no tomar nota, lo que lo lleva a seguir hablando de responsabilidad colectiva, de principios y de esfuerzo, a abrazarse con Chávez y a mandar a su esposa a sacarse fotos con Fidel.

Lo que salieron esos representantes típicos del personaje “la gente” a reclamar, cuando salieron, a partir de marzo, con cacerolas, o a respaldar con bocinazos, cuando respaldaron a la burguesía engordada a soja que les cortaba las rutas, era algo bien concreto, aunque no fueran capaces de precisarlo con estas palabras: el fin de la política. No lo llamaban así, claro, no lo llaman así. En su léxico, eso cuando quieren decir que se termine la política no dicen “política”, dicen “intolerancia”, dicen “autoritarismo”, dicen “confrontación”. Y entonces, lanzados contra esos tres males se vuelven crispadamente intolerantes, y de manera autoritaria, intransigente, confrontan, y lo hacen con mucha más violencia que el enemigo al que atacan (el gobierno kirchnerista y sus defensores), pero es que pueden hacerlo porque parten de una idea básica, que es en el fondo, aunque nunca van a planteárselo en esos términos, una idea de clase: como muchas otras cosas, la intolerancia y confrontación están mal si las ejercen algunos pero está bien si las ejercen otros. Ocurre como con muchas otras cosas, muchísima: hay gente que tiene derecho a hacerlo y otros no. ¿Por qué? Porque sí, porque el asunto de la igualdad de la gente se recita pero no se practica. Ejemplos: los palestinos no tienen derecho a tirar cohetes pero los israelíes sí; Israel tiene derecho a tener sin autorización de la ONU la bomba atómica pero no Irán ni Corea del Norte; los cultivadores de soja tienen derecho a tener cortadas durante semanas las rutas pero los desocupados del conurbano no pueden cortar una avenida medio día; los empresarios secuestrados por delincuentes tienen derecho a que todo el mundo se preocupe por su suerte y estén pendientes todos los canales para ver en qué momento los liberan y en qué condiciones regresan a sus atribuladas familias, pero los chicos dejados bajo la lluvia porque Macri los desalojó no tienen derecho a generar semejante preocupación, y, si se mueren, se mueren, así es la vida. Así son las cosas: es la realidad, “y si la murga se ríe, uno se debe reír”, como dice el tango de Gorrindo. “Y sé que con mucha plata uno vale mucho más.”

Se trata, nada más, de ser realistas, de que no vengan de nuevo a pedir sacrificios, si lo que la gente quiere es vivir tranquila, que no la molesten, sin meterse en lo que no les importa y procurando que no se metan con ellos, ni las otras personas ni el Estado, por ejemplo a través de la evasión de impuestos. Claro que en el medio hubo un país que se vino abajo y mal que bien hubo una mano decidida que pudo, por talento o casualidad, ir sacándolo adelante, así que, mientras iban recomponiéndose del desastre y viendo si podían considerarse a salvo del precipicio toleraron que se les hablara de derechos humanos durante algunos años si ese discurso acompañaba la recuperación de cierto bienestar y cierta previsibilidad, y en algunos casos hasta simularon que compartían el interés en los derechos humanos y hasta hubo quienes se autoconvencieron de que eran fervientes partidarios de esa causa, pero todo tiene un fin. El quiebre se produjo al llegar a un cierto nivel de estabilidad, un horizonte no amenazante, panzas llenas y la posibilidad de que al terminar la escuela los hijos no tuvieran que ir de repositores a un supermercado o a cartonear. Mejor dicho, el quiebre se produjo cuando, en medio de todo eso, cuando uno podía dedicarse a disfrutar y a respirar, pasado el miedo, se dieron cuenta de que los Kirchner seguían con su discurso confrontativo, hablando de América latina y recibiendo a Evo Morales y a Chávez, y dándole con todo eso del setentismo, que encima ni siquiera les correspondía, porque ya avisó Martín Caparrós, el-que-se-las-sabe-todas, que a eso del setentismo se lo apropiaron sin merecerlo.

Es que si es cierto que si, desde 1983, casi nadie quiere volver a una dictadura, son muy pocos también los que están dispuestos a que este deje de ser el país que dejó la dictadura. Hay como un reflejo condicionado insertado a fuego en los estratos más bajos de la corteza cerebral de los argentinos: protestar, todo lo que quiera, pero nada de delirios. Y el problema es que fue contra eso contra lo que atentó, al menos discursivamente –no sólo discursivamente, pero con que fuera discursivamente es suficiente– el kirchnerismo. ¿Eso quiere decir que nunca antes, desde fines del 83 en adelante, estuvo en cuestión el proyecto de la dictadura? ¿Y el Nunca Más, entonces? ¿Y los juicios a las juntas? Dejando de lado lo que después ocurrió con Punto Final y Obediencia Debida, y dejando de lado incluso el modo autolimitado en que lo hizo, los procesamientos y las condenas a los miembros de la dictadura y a algunos ejecutores de su política represiva durante el alfonsinato afectaron a las personas que condujeron y ejecutaron el programa que instaló el proyecto de la dictadura, pero no afectaron al proyecto mismo. Y es precisamente el proyecto de la dictadura, denunciado en gran parte en la famosa carta de Walsh y explicitado por la dictadura misma, lo que nunca se tocó, ni durante Alfonsín ni durante Menem ni durante De la Rúa ni durante Duhalde.

Esto es: con todo el recitado de la palabra democracia y la promesa de que con democracia se iban a levantar las persianas de las fábricas, y con la linda gente andando libre y democráticamente en bicicleta por la calle, lo que el alfonsinato no sólo dejó intacto de la dictadura sino hizo profundamente suyo –porque es constitutivo de la existencia del propio alfonsinismo– fue lo fundamental: por un lado, la reconversión que la dictadura hizo del país todo y en particular de su estructura económica y del Estado, y, por el otro, la seguridad que la dictadura obtuvo de un compromiso de parte de la sociedad entera, y a largo plazo: nunca, de ningún modo, nadie iba ya a tolerar la más mínima posibilidad de poner en cuestión el orden económico-social existente (es decir, la distribución de la propiedad de los bienes).

De ahí que a partir del 83 se empezara a hablar con insistencia y entusiasmo de “sistema democrático”: había que preservar y defender el sistema democrático, se decía y repetía para que nadie lo olvide, olvidados todos de repente de algo que unos pocos años antes muchos sabían muy bien: la democracia no es un sistema, es un régimen, en tanto al hablar de “sistema” se está hablando de cosas como “capitalismo”, “socialismo”, “comunismo” o “sistema feudal”. Hablar de “sistema democrático” quería decir –se lo entendía claramente sin explicitarlo nunca– “ni se te ocurra sacar los pies, ni en pedo ni en sueños, del plato del sistema capitalista –es decir, de que los explotadores sigan explotando a los explotados– y te vamos a permitir, en esas condiciones, lo que se pueda tener de democracia, es decir que votes y no te maten ni te metan en cana, y hasta que puedas decir que quienes gobiernan no te gustan.”

Y si esto pudo ser es, entre otras cosas, no sólo porque Alfonsín, Menem, De la Rúa, Chacho Álvarez, Meijide, Duhalde, Bordón o Cavallo jamás pusieron en discusión el proyecto de la dictadura, sino, y muy en especial, porque tampoco lo puso en discusión “la gente”. Y no lo puso porque no quiso, ni quiere, aunque haya parecido quererlo en algún momento del 2001 y el 2002. No es que “la gente”, ese ente que en los 80 simbolizaba la Doña Rosa a la que miraba a los ojos cuando miraba a la cámara Neustadt, quiera que vuelvan los Falcon ni los operativos nocturnos ni los chupaderos ni los entierros clandestinos ni los vuelos de la muerte (aunque alguna picana a algún chorrito no estaría mal). Ni, menos aun, que le prohíban ver culos y tetas por TV, o que impidan que los conductores de TV digan “culo” y “teta”, ni que les vayan a secuestrar y torturar a un sobrino descarriado, ni que los metan en una guerra con el Reino Unido ni bancarse el mal gusto de soportar presidentes de uniforme. Nada de eso, no. Pero a la herencia fundamental de la dictadura que no la toquen porque está metida en cada glóbulo de la sangre, y eso ocurre porque, en lo principal que se propuso, la dictadura triunfó, y no sólo en cuanto a la reconversión estructural y económica. Un slogan de la dictadura era “un cambio de mentalidad” (estas eran las palabras): lo logró. Y el propio Videla había dicho que el Proceso se iría cuando tuviera asegurada “la cría del Proceso”: ¿se dará cuenta o no, en su confortable encierro, que sí, que a eso lo obtuvo, y que el Proceso, a la manera de un Alien que se propaga dejando sus genes en las células de otras especies, continúa actuando, vivito y coleando, en la subjetividad de muchos argentinos, incluidos algunos que ni siquiera habían nacido en el 76?

Esa es la línea que vino a interrumpir, sorpresivamente para muchos (incluso para muchos de los que hoy lo apoyan, tal vez la mayor parte) Néstor Kirchner. Y es curioso, porque tanto en lo económico como en cuanto a la concepción de lo político-partidario y de la organización popular, Kirchner es fundamentalmente un continuador de la línea que empieza en Alfonsín y se continúa hasta Duhalde (aunque tampoco en esos aspectos se le pueden negar cambios importantes). No va por ese lado lo principal que trae de nuevo sino por el tan despreciado por Caparrós “setentismo”, o, mejor aun, por algo mayor y más importante, de lo que el setentismo es apenas un aspecto y no el más importante: la idea de lo político como confrontación, conflicto, lucha de intereses. Y eso es lo que no se le perdona. Y no se le perdona que traiga a sus discursos la idea de “solidaridad”, que, aunque no la lleve mucho a cabo en la práctica, termina por hartar que la mencione o sugiera tantas veces, como si todo el mundo tuviera que hacerse responsable de lo que les pasa a los otros, que no saben cuidarse por sí mismos, a la vez que hay que soportar la sensación de que vivimos gobernados por gente demasiado demodée, y de que se nos quiere obligar a hacer algo que no tenemos la menor gana de hacer, porque el ser humano al fin y al cabo es un animal egoísta, hay que ver las cosas como son.

Algo se pide, entonces, algo se reclama. Y “la gente” está dispuesta a salir por esa otra cosa que se pide, en fila detrás del batallón de vanguardia de “el campo”, con el acompañamiento jadeante de ansiedad de las dos alas del proyecto restituyente del pre-kirchnerismo (el ala panradical Cobos-Giustiniani-Carrió-López Murphy-Binner y el ala neomenemduhaldista Macri-De Narváez-Solá-Reutemann), con la poderosa logística de las consultoras y el impresionante poder de fuego de la fuerza entre las fuerzas: los medios. ¿Y qué es esa cosa que se pide? Lo mismo que salieron a pedir muchos, muchísimos, de los que salieron en 2001 cuando golpeaban cacerolas al grito de “que se vayan todos”: no que se vayan los gerentes y los dueños de las grandes empresas, ni, menos aun los comunicadores o los propietarios de los medios: que se vayan los políticos y los sindicalistas. Que en vez de políticos y sindicalistas vengan administradores eficientes que les cuiden los fondos y no dejen piqueteros salir a entorpecer el tránsito. Eso era en ese momento. Después lo dijeron con más claridad, ya pidiendo palos y poder de fuego concreto, con velitas en la mano, en las marchas de Blumberg, en 2004, casi inmediatamente después del acto de la Esma y del descuelgue del retrato de Videla, como para que quedara claro que ya está bien con eso de remover el pasado y que las fuerzas del Estado están para defender otras cosas, y muy especialmente, a otra clase de gente. Y con más claridad todavía lo dijeron en la primera mitad de 2008: “andate montonera conchuda”. Ahora ya no piden que se vayan los políticos, sólo algunos: los que hacen política, entendida como conflicto, lucha de intereses.

Lo que pide “la gente”, lo que clama, es que se termine con “la confrontación” y “la intolerancia”: es decir, con la política, si política es otra cosa que transa y modos en que algunos se ponen de acuerdos para obtener beneficios. Y la política de la antipolítica tiene, en mi opinión, un nombre: fascismo. Un fascismo light, digamos, un fascismo soft, pero fascismo. O, para evitar la irritación de algunos, llamémoslo con una palabra más precisa: cualunquismo, lo que no sé si no es peor. Pero eso piden: “basta de política, queremos dedicarnos a nuestras cosas, que nos saquen los negros que ensucian las calles, que los sojeros se llenen de la plata que luego se desparramará hacia todo el mundo, que no nos vengan con discursos socializantes que nos distraen de las preocupaciones de Luciana Salazar en los programas de Rial y Canosa, o de disfrutar las ironías de Wainrach, tan por encima de todo. No queremos ser una sociedad dividida como Venezuela, no queremos las paredes descascaradas que deslucen el malecón de La Habana, queremos presidentes que no sean objeto de burla de El País de Madrid”. Y es muy probable que lo logren: una feliz Argentina cualunquista sin política, quizá aliviada de pobres gracias al aumento de la policía, las cárceles y la acción del paco, más alejada de la Unasur o en una Unasur que gracias a una Argentina reciclada al gusto de la Argentina postkirchnerista quede convertida en exótico objeto decorativo para consumo turístico del Primer Mundo del que nunca debiéramos habernos ido. Atrás, en el camino, mirando los hielos del Calafate, un hombre y una mujer a los que habremos debido muchas cosas concretas, más que a cualquier otra persona en un cuarto de siglo, masticando quizá la pregunta de por qué no pudieron transmitir a “la gente” su fe en la importancia de la política, quién sabe si conscientes de que algo puede haber tenido que ver en esa imposibilidad su incapacidad o su falta de interés en articular algo con los sectores del pueblo que sí estaban y están, tanto como ellos o más, también interesados en restituir la política, pero no encontraron los modos y, cuando intentaron, no fueron escuchados, o todo fue una suma de malentendidos, de esos que tan bien saben explotar los que mejor que nada saben hacer eso: explotar.

Acerca de balvanera

Daniel Freidemberg. Argentino, nacido en 1945 en Resistencia (Chaco), residente desde 1966 en Buenos Aires, actualmente en el barrio de Balvanera. Más información en el blog "días después del diluvio".

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129 comentarios en «El tan ansiado fin de la política»

  1. Muy fino, muy profundo, muy acertado su análisis, Balvanera. Desgarrador, si se me permite el término.

  2. Por fin uno que entendió lo que pasa!
    La gente no quiere a los dos actores que armaron el golpe del 76; ni milicos ni guerrilla, vivos que mandaron a los perejiles a morir.

    1. Estimado raf, me parece que no leiste bien el post. Que la guerrilla armó el golpe del ’76 es de un reduccionismo infantil cuando se sabe bien que el problema no eran los grupos armados (ya muy diezmados a esa altura), sino la creciente combatividad y conciencia de los sectores obreros. Como dice el post: la reconversión que la dictadura hizo del país todo y en particular de su estructura económica y del Estado, y, por el otro, la seguridad que la dictadura obtuvo de un compromiso de parte de la sociedad entera, y a largo plazo: nunca, de ningún modo, nadie iba ya a tolerar la más mínima posibilidad de poner en cuestión el orden económico-social existente (es decir, la distribución de la propiedad de los bienes). Ese fue el objetivo del golpe (y lo lograron) y no la supuesta lucha contra un enemigo en armas que estaba prácticamente inoperativo para esa fecha.
      También se puede entender de tu comentario que si la gente no quiere mas guerrilla, para vos el tándem Kirchner / Fernández esta proponiendo crearla de nuevo (¿vos serás uno de esos que hablan de la «conchuda montonera?).
      Y para finalizar, esa perlita acerca de «los perejiles arrastrados a la muerte»…claro, sí…Paco Urondo, Walsh, Gelman, Haroldo Conti, Julio Troxler, Ortega Peña, Jorge Taiana (actual Ministro de Relaciones Exteriores), Horacio Verbitsky (y siguen las firmas) eran unos «tontitos» llevados de las narices.

      1. Se cargaron 30000 seres humanos los militares. Si se puede opinar quiero decir que no me parece correcto repetir siempre una lista de diez, cincuenta o cien grandes personalidades y dejar afuera 29900 anónimos. Evidentemente hubo muchos «perejiles» pero estoy seguro de que también hubo muchos «capos» que hicieron el papel de reverendos hijos de mil puta y el que hace la vista gorda sacando una placa de bronce es un miserable también.

      2. No, amigo. Los perejiles fueron los pobres pendejos que murieron entregados por sus jefes y con una 22 en la mano.
        Con respecto a las consecuencias del golpe del 76, está muy claro que eran exactamente las que esperaban los montos y el erp, en su delirio mesiánico de cuanto peor mejor.
        El movimiento obrero bien, gracias. Jamás les hizo el juego, ni siquiera tácticamente.
        El tandem kk lo único que quiere es plata y fama. Son millonarios viviendo la fantasía de creer que los lamentables 70 desembocan en ellos.
        Para mi kris no es una conchuda montonera. Apenas una tilinga pintarrajeada cargada de lecturas poco entendidas y mal digeridas.
        Ya lo dije 500 veces.
        Son conservas, sres. feudales municipales (ni provinciales)con mucha plata para comprar muertos de hambre.

      3. raf ya lo dijo 500 veces. A ver si toman nota: él lo dice 500 veces y los demás como si nada. Che, qué gente ignorante. No sé para qué se molesta en llenarles sus huecas cabezas kirchneristas. No hay nada que hacer, esta gente no aprende. Por suerte ahora lo tienen a Massot y a Bergman dando clases a los que van a venir a poner todo en orden, para alegría de Raf, que tiene mucha razón cuando dice que «la gente no quiere a los dos actores que armaron el golpe del 76, ni milicos ni guerrilla»: salvando el hecho nada secundario de que no hubo, como él supone, dos demonios (pero a él le conviene y le resulta cómodo pensarlo así), es cierto. Esa «gente» que piensa así existe. De esa «gente» habla la nota y él es un ejemplo de esa «gente», y que en la Argentinaexista tanta gente como Raf es la que me hace correr un estremecimiento de frío por la espalda. Porque no se trata de estar a favor de la guerrilla, sino se trata de no ceerse el verso de que los militares vinieron a terminar con la guerrilla: vinieron a otra cosa, lo dice la nota, lo dijeron otros, está documentado ampliamente en el Plan Cóndor y en los archivos de la CIA y no eran los militares solamente (ellos eran apenas los ejecutores), pero «la gente» no quiere saberlo, no quiere que le mencionen esas cosas. Porque, aunque están contra los militares, no están contra el objetivo principal de los militares (mejor dicho, de quienes mandaron a los militares a hacer lo que hicieron, y que siguen libres, mientras los militares mal que mal están presos o pasando por los tribunales). De eso habla la nota, pero es lógico que la gente como Raf no quiera que se diga y reduzca todo a «militares versus conducción de la guerrilla».

      4. Marito Wainfeld es de tu banda. Pero parece caberle alguna de tus descripciones:
        «“la gente”, lo que clama, es que se termine con “la confrontación” y “la intolerancia”

        Será que tu acertado análisis incluye a muchos compañeros de ruta que se hincharon las pelotas?
        Veamos que dice el mario en pag. 12:

        «El Gobierno no puede repetir sus errores de 2008. Se empacó en una batalla frontal, centralizando en exceso sus esfuerzos. Convocó a la población a una gesta política, contradictoria con los anhelos dominantes en un marco de crecimiento económico y de oportunidades. Dobló la apuesta reiteradas veces y perdió varias posturas.

        En otro contexto internacional, sus principales objetivos son infundir confianza, motivar a la inversión y al consumo. Nada que se sostenga en medio de un combate cotidiano. Su pasado lo adoctrina también a aceptar que, a despecho de las carencias y malicias de los dirigentes, hay sectores sociales y productivos a los que no debe desamparar ni agredir verbalmente.

        El proyecto de reflotar el Consejo Económico Social también lo compele a mostrar aptitud para convocar y conducir para el diálogo sectorial y tolerante con las diferencias.»

        Si la tenés tan clara, en que quieren insistir, muchachos?
        Quien puede ser tan imbécil de aceptar el autobloqueo que le ponen los kk a los argentos, cuando dice que no queremos guita del fmi ni regalada?
        Por lo menos a Cuba la bloquearon los yankis, pero a nosotros nos bloquea este infradotado.
        Hagan las javalis, flaco.

      5. Yo no la tengo tan clara: no tengo claro casi nada, pero algunas pocas cosas sí, tengo claras, y entre ellas una: los que la tienen clara, muy clara, son tipos como Raf. Y eso me da un miedo muy grande. Esta gente no duda y viene por todo.

    2. RAF, quienes son ls vivos que mandaron a los perejiles a morir?
      Porque hasta donde se, los milicos fueron los asesinos que mataron a los jovenes.

  3. Pingback: El tan ansiado fin
  4. Mire Balvanera:
    Soy nuevo aquí así que no me extenderé demasiado.
    Cito parte su último párrafo:
    » masticando quizá la pregunta de por qué no pudieron transmitir a “la gente” su fe en la importancia de la política, quién sabe si conscientes de que algo puede haber tenido que ver en esa imposibilidad su incapacidad o su falta de interés en articular algo con los sectores del pueblo que sí estaban y están, tanto como ellos o más, también interesados en restituir la política, pero no encontraron los modos y, cuando intentaron, no fueron escuchados, o todo fue una suma de malentendidos, de esos que tan bien saben explotar los que mejor que nada saben hacer eso: explotar.»

    En realidad si empezaron a hacerlo pero ellos mismos lo abandonaron, por el sistema tradicional, de cafecito, toma daca etc,etc, no voy a entrar en el juego de discutir si esto fue con las mejores intenciones o no, solo que estrictamente así fue, ya que para de recuperar el interés de los ciudadanos por la política se supone que debía transparentarse. Se amagó y de eso no se paso.
    Aporto pruebas del propio ministerio del interior ¿Supongo que alcanza no?

    http://www.mininterior.gov.ar/reformapolitica/agenda.asp

    http://www.mininterior.gov.ar/reformapolitica/inicio.asp

    http://www.mininterior.gov.ar/reformapolitica/propuestas.asp

      1. No vaya a creer….
        Psst!!! entre nosotros ¿Como sabe, que entiendo y que no?
        En tal caso no estará de acuerdo conmigo, que sin duda es su derecho.
        Pero si no me conoce no me descalifique.Como no lo hice con el señor Balvanera, yo me limite a opinar lo que a mi parece de acuerdo a mi leal entender ¿errado? puede ser.
        Pero le ruego que me respete.

  5. Estoy en desacuerdo con que el modelo de la dictadura fue dominante durante todo el período desde el 83 a la fecha.
    Sólo con Menem tuvimos un modelo parecido al de los milicos con la Tablita. Ni Grinspun, ni Sourrouille, ni siquiera Menem al principio con el plan Bunge y Born trataron de replicar el modelo de la dictadura.

    Y ese modelo menemista fue destruído por Duhalde, con Remes Lenicov y Lavagna. No por Néstor, quien mantuvo al modelo y al ministro de economía de Duhalde en la mejor parte de su gobierno.

    Qué es lo que ven tan revolucionario en los Kirchner?

    1. No le puedo responder, Lurker, porque ya todo lo que pregunta está respondido en la nota, y si la lee despacio lo va a ver. Ejemplos: no es en el sentido en que usted lo dice que digo que sigue vigente el proyecto de la dictadura. Lo digo en otro sentido, y en la nota se detalla cuál es ese sentido, más de una vez. Y en ningún momento se les ve nada de revolucionario a los Kirchner: es otra cosa lo que digo de ellos, y digo que ni siquiera esa «otra cosa» es tolerable para las mentes infectadas por la necesidad de que este siga siendo el país que nos dejó la dictadura. La lectura suya interpreta como si fueran cosas muy simples desarrollos que son muy complejos y contradictorios, o al menos así los intento presentar. No sé si lo logré, pero sí estoy seguro que no lo hice de una manera tan simple como usted lo entendió. Entiendo que lo que escribí es un texto más pensado para la lectura en papel, que requiere detenerse y pensar mucho cada frase, no para la visión fugaz en pantalla, pero pertenezco a esa vieja escuela, no lo puedo evitar, y no quiero desaprovechar la oportunidad que me da Artepòlítica y supongo que incluso hay lectores, sobre todo en Artepolítica, dispuestos a leer pantallas con la paciencia y el detenimiento que uno le dedica a ciertas lecturas en papel.

      1. Lurker, lo revolucionario de los Kirchner, esta en mantener a pesar de todo, con todas las limitaciones que tienen y a pesar de los poderes a los que se enfrentan, algo del proyecto nacional y popular.
        Con eso se puede tomar el palacio de invirno?, por supuesto que no, pero si cae este gobierno lo que viene es Macri o similares, y eso los vecinos de Buenos Aires ya lo estamos viviendo.

  6. Excelente. En todo de acuerdo. Respecto de los cambios en la opinión «media», no pude dejar de rememorar esa manifestación masiva que provocó la venida de Fidel Castro, por no hablar de «piquete y cacerola». A menudo me pregunto cómo funcionan esos cambios. Es evidente que tienen que ver, como muy bien decís, con la posibilidad de insertarse o reinsertarse en un plano de trabajo – ingresos – consumo, en un segmento habitable de la vida capitalista, lo que es entendible ya que en la Argentina si no sos propietario «o trabajás o morís», hay muy pocas boyas institucionales donde puedas sostenerte en las malas. Lo extraño de la opinión «media» argentina es la retórica hiperaltruista con que se define cuando está en el bombo, y lo rápido que muta cuando reconstruye su plano de supervivencia, cuando pone a jugar su extremo moralismo a favor de inmundicias como enjaular personas, perseguir pobres, etc.. Cómo cuando su situación tambalea es culpa de «los políticos» y cuando no «el que no trabaja es por vago». En suma, parece gente dedicada en cuerpo y alma a corroborar la pertinencia del marxismo vulgar. En todos lados hay cambios en la opinión política, todo el tiempo, pero las opciones políticas cambian sosteniendo valores similares, haciéndolos jugar con otros, o en todo caso lijando aristas, etc. Pero en fin. Todo un tema.

    1. ¿Sabés Eduardo que me quedé con la misma sensación cuando releí el texto, ya publicado? Lo que tenía en mente es algo así como «ojo, esto es lo que se está preparando, y estas son las condiciones, a ver qué hacemos, empecemos ya a hacer algo y seamos inteligentes», pero falta la parte «positiva», quizá porque la daba por sentado. Digo: uno escribe estas cosas para que los que no quieren (no queremos) que el desastre avance las puedan utilizar como puesta en situación y actúen (actuemos) en consecuencia, pero no habría que darlo por supuesto. Ojo, creo que de verdad el panorama no pinta bueno y hay que estar muy preocupado, entre otras cosas porque ya sabemos que la derecha patronal y el gorilaje cuando se envalentonan no hay nada que los pare ni tiene escrúpulos (mira lo que hacen ahora con el pobre Cleto, tan buenos servicios que les prestó), pero de ninguna manera me afilio a lo que decía Hourest en Página 12 de ayer o anteayer, algo así como que el kirchnerismo se terminó y hay que pensar en otra cosa. Qué facil, viejo: no quiero contribuir a eso, así que, si me salió algo así fue sin buscarlo.

      1. Todos sabemos que los medios del stablishment le ponen el fierrito a los que entonan el nuevo mantra del post-k, así que hay que estar con la neurona atenta para que no nos permee este relato. Pero lo demás, claro que es así.

  7. «La Argentina es un caso paradigmático de un doble recorrido, más fuimos ciudadanos, más fuimos pobres.
    Contradice cierta lógica progresista ¿cómo puede ser que un país se democratice y se empobrezca a la vez?
    Ni siquiera los países del Este europeo hicieron este camino, porque no se han democratizado cabalmente»
    Dennis Merklen, reportaje en P12 por la presentacion de su libro Pobre Ciudadano.
    http://www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/21-62019-2006-01-23.html

    Un abrazo

  8. Lo de Balvanera tiene pasion y saber.Es destacable ycierto.Queda la duda sobre si el grupo gobernante pudo y aun puede hacer mas por la transparencia y por la adhesion hacia sus objetivos.No basta con discursos ni con argumentos defensivos.Le falta y aun va perdiendo estructura en su rol formativo de gente que puede acompañar,sobre todo jovenes.
    Tambien lo que expresa Werte tiene su verdad en cuanto a la ambiguedad de la conducta psicosocial de mucha gente,sobre todo de clase media,que indica de otra manera que entre o que se dice y lo que sehace «hay mucho trecho»,como tambien lo demuestran las encuestas y estadisticas sociologicas cuando preguntan:a que clase social pertenece UD.?…y se comprueba que existe una autoapreciacion erronea.

  9. Personalmente no creo la mayoria de los pensamientos de la «gente» sean las tetas de salazar, los programas de rial, los chistes de Wainrach o las pelotudeses de tinelli (aunque es comodo describirla y simplificarla asi). Pero suponiendo que asi fuese, que la sociedad (y eso incluye a la clase media y a los sectores populares, no hay que olvidarse de ellos), fuese como usted describe, cual es el problema con el «cualunquismo»?. Porque esta mal? O mejor dicho, porque es mejor que tener una sociedad dividida, donde hay «confrontacion» e «intolerancia»? Porque es mejor eso?
    La Argentina tuvo 40 años de esa forma de hacer política que a usted le gusta (porque la intolerancia y la confrontación no es política como usted dice, son formas de practicarla y no son ni la única ni la mejor, aunque si mas fácil). Y las cosas terminaron bastante mal estos años, desde cualquier punto de vista que uno lo mire…

    Personalmente a mi no me gusta tener un presidente que me trata de golpista sanguinario oligarca porque estoy en contra de una reforma impositiva. Si eso me hace facista, pues sere facista, si eso me hace «cualunquista», pues lo sere, ahora antipolitico, seguro que no soy.
    Yo no se si la «gente» compra el discurso de la «antipolitica», lo que seguro no compra es el discurso que la forma de hacer politica del kirchnerismo esta bien.

    1. No tengo, en verdad, cómo discutir con eso, Esteban. Todo depende de qué es lo que a uno le importa, a qué le da uno más valor y a qué menos. Por lo que dice, está claro que a usted y a mí no nos interesan las mismas cosas, o nos interesan de manera muy distinta, así que no hay mucho que discutir al respecto.

      1. Ese es tu problema. Sos totalitario de alma en la forma de pensar. Solo aceptás lo que vos creés, lo de los otros es siempre error. Prestá atención a la palabra ‘siempre’. Es gracioso que pegues tantos gritos contra el legado de la dictadura, cuando tenés exactamente el mismo esquema mental: Al que no piensa como yo no tengo porque escucharlo o tratar de entenderlo. Tu excusa debe ser que sos de izquierda, no podés ser fascista. Te acordás de Joe Baxter? Empezó en Tacuara, pro-nazi, antisemita, fascista de primera linea. Terminó en Montoneros, Cuba,Viet Cong, etc. Idolo tuyo probablemente, en la 2da etapa. Lo que se piensa es variable, la forma de pensar no.

    2. Coincido bastante con Esteban. Me parece que Balvanera estira demasiado el significado de algunos conceptos nodales de su argumentación como lo son «fascismo» y «antipolítica». El fascismo nació hace menos de un siglo siguiendo a líder carismático. La antipolítica, si somos fieles a lo que sería la negación del ejercicio de la política, no puede incluir manifestaciones a favor de diversas posiciones del quehacer nacional, ni mucho menos manifestarse en contra de un gobierno. O sea, me parece que los que se oponen al gobierno hacen política con conciencia de lo que están haciendo y que ese movimiento en todo caso está muy lejos del fascismo. Hay que dejar de usar la palabra «fascismo» como una pura negatividad de lo que uno es.
      Lo que me parece que cada vez está más claro es que determinada forma de hacer política no va más. Y en este nuevo siglo, cuando el kirchnerismo quiso usar ciertas formas que rememoraban a aquello, se le vino encima el rechazo mostrado por la sociedad de las comunicaciones en la que vivimos. Hace 40 años lo que pensaba un tachero, un portero o una mujer que mostraba departamentos para una inmobiliaria estaba mucho más mediado (por no decir obstruido) por otros factores. Sí, esa es “la gente”, esa es la “clase media”. Bienvenidos a la reunión de consorcio del departamento en el que viven.

      En los 70s no tenían razón por más que los hayan masacrado. Era una pelotudez querer hacer una revolución socialista en la Argentina en esa época. “La gente” sufrió esa época (toda esa época, desde fines de los 60’s), llegó a la democracia empobrecida y con alguna esperanza, pero 25 años después tiene que aguantar que la corran por izquierda por lo que lee o lo que escucha. Este último dato fue el que el kirchnerismo no tuvo en cuenta. Me da la sensación de que asumió que las víctimas de los 70’s eran solamente los ilustres de Hebe de Bonafini. Y entonces se puso a operar previo arregló simbólico ahí sin sospechar que estaba abriendo heridas dolorosas por todo el cuerpo de la sociedad. Heridas que no estaban simbolizadas. Gritos reprimidos tanto por izquierda como por derecha. Kirchner comentió el error de creer que los manuales de historia se pueden escribir cada mañana desde el poder.

      1. yo cada vez que leo lo que opina gente que lee la nacion por ejemplo y algunos de los que escriben aca, entiendo porque ocurrieron los 70.

        cada uno plantea como utopia un pais sin el otro sector, que no exista mas si es posible.

        unos aborrecen lo que los otros reivindican.

        por otro lado aca se usa fascismo de cualquier manera, el fascismo no tiene nada que ver con lo antipolitico, al contrario.

  10. Gran, gran post; puedo disentir con algunas cosas, pero es lo que para mi debe ser un post: una invitación a la reflexión.
    Excelente aporte, balvanera

  11. Balvanera: conmovedor.

    El Gus: OK, el kirchnerismo se quedó a mitad de camino, pero no veo a las masas caceroleras votando a De Genaro, sino a Macri. Ergo, el problema de la clase media no es con lo que el kirchnerismo no hizo sino con lo que si hizo.

    Esteban: lo suyo, con todo respeto es lo que espanta. Según Ud «La Argentina tuvo 40 años de esa forma de hacer política que a usted le gusta. Y las cosas terminaron bastante mal estos años, desde cualquier punto de vista que uno lo mire…» Eso es casualmente lo que la clase media tiene en la cabeza: no confrontemos, no movamos el avispero porque la cosa termina mal. Y las cosas terminaron mal porque durante 20 años la gente no pudo votar ni hacer política libremente (desde el 55 a 73, dejemos por un momento de lado la «democraticidad» del peronismo porque es otro tema) porque el «partido militar» no lo permitía. Y cuando la cosa se fue de mambo (y estamos de acuerdo que se fue de mambo) vinieron a aniquilar toda causal de quilombo y a inocularnos contra toda confrontación.

    Atte,

    Ignatius

    1. Hoy en dia la gente puede votar, nadie va preso, se elige esto o aquello. Gracias a la democracia, no a los Kirchner. Hasta cuando pensás seguir congelado en lo que pasó en los 70? Si tu opción no es lo que la mayoria quiere, aguantatela. Durante decadas le impusieron a la mayoria lo que no queria, y con toda razon mencionás eso como un error inaceptable. Si no te gusta lo que la mayoría quiere ahora, exilate, o tratá de entender porque será. Ser gorila peronista es tan repelente como la versión original.

      1. Mi opción ES lo que la mayoría quiere (de hecho mi candidata a presidente ganó las elecciones). Si mañana la mayoría quiere otra cosa y no coincido… son las reglas del juego democrático. Lo que me espanta no es eso, lo que me espanta es el temor al juego democrático.

      2. Que bueno…

        1) «Si no te gusta lo que la mayoría quiere ahora, exilate» (sic).
        Suena a eso tan facho de «Argentina..ámela o déjela»; y como una separata: ¿Cómo sabes que es lo que quiere la mayoría? ¿O la mayoría para vos es el andamiaje mediático y fuera de eso no hay nada?

        2) Cuando mencionas eso de «Gracias a la democracia»…¿Democracia fue el sujeto social que trajo a la Democracia?

        3) Es verdad, desde el ’83 tenemos una democracia…pero al estilo ateniense, es decir, sin los «ilotas» (la «negrada choripanera», para traducirlo de acuerdo a tu paladar)

        4) Cuando se vota…¿se elige libremente o apenas se negocian las mejores condiciones de explotación?

        5) Para que no queden dudas: es de Perogrullo que es mejor una democracia formal a una dictadura, pero ¿desde cuándo no se puede criticar a ciertas democracias que se reducen al ritual del voto cada dos años?.

        6) Y eso de que hay que bancar lo que elige la mayoria es cierto; por ejemplo, varios nos hemos bancado el alegre exterminio del aparato productivo y social llevado a cabo por la rata de Anillaco y no hemos salido a cortar rutas para voltear a ese gobierno, como hacen tus amigos agro-garcas-clasemedieros ahora. Así que empezá por respetar y honrar tus propios enunciados.

    2. Las cosas terminaron mal porque durante 40 años habia 2 sectores que creian tener la razon absoluta y el otro era visto como un enemigo el cual no tenia absolutamente nada bueno y aceptable.
      Y hasta el dia de hoy se sigue viendo la politica asi.

      No conozco un solo ejemplo de pais que haya logrado bienestar en su poblacion a lo largo de los años, haciendo el tipo de politica que usted defiende. Y eso es lo que me importa a mi. El bienestar de la poblacion. Para eso tiene que servir la politica. No me gusta mover el avispero, y? Cual es el problema con eso?
      Ahora si queremos estar medio siglo defiendiendo la intolerancia y la confrontacion, bueno, va a ver que bancarse las consecuencias de eso y no victimizarse como viven haciendo los peronistas.

      «Y las cosas terminaron mal porque durante 20 años la gente no pudo votar ni hacer política libremente».
      Las cosas estaban mal de antes, cuando con Peron tampoco se podia hacer politica libremente. Y ya estaban mal de que llegue Peron. Y por otro lado, porque esta mal lo que hicieron los militares para usted? Usted puede negar por ejemplo, que la Revolucion Libertadora no hizo otra cosa que confrontar y ser intolerante?

      1. Esteban,

        El problema que veo es mezclar dos términos diferentes: confrontar y ser intolerante.

        Yo puedo (casi que debo) confrontar en política. Y por confrontar me refiero a estar en desacuerdo y opinar que otros (como usted) están equivocados. Y hasta puedo aborrecerlo a usted y pensar que es un pelotudo (que no es el caso). La democracia y la tolerancia admite el disenso y precisa de la discusión. Y este disenso admite que yo piense que los demás están todos equivocados y no los escuche (aunque es mejor que los escuche porque puedo estar equivocado y y les hable porque tal vez los convenza). Lo que no puedo es ser intolerante, ya sea por descalificar al otro («fachista», «zurdo», «yegua montonera») o censurar (prohibiler expresarse, o votar a un partido determinado) o por agredirlo físicamente.

        Porque en la democracia hay conflictos de intereses e ideológicos. Y cuando Balvanera muy suavemente dice que cierta clase media es en algún sentido ligeramente fachista creo yo entender que se está refiriendo a la negación del conflicto. A presuponer que si hay confrontación y conflicto es por intereses necesariamente espúreos y que el bien de la patria en común a todos. Y si, el primer peronismo (hasta el ’55) tenía algo de fachista. Los posteriores peronismos tuvieron y tienen otros problemas pero no necesariamente ese.

        Cuando usted dice «el bienestar de la población». ¿A que población se refiere? Porque si rebajamos impuestos y anulamos todos los planes sociales parte de la población tendrá mayor bienestar (la que paga menos impuestos) y parte de la población tendrá menor bienestar (la que no recibe más planes sociales). Y apostar a un lado y a otro tiene que ver con un conflicto de intereses (yo quiero pagar menos impuestos) y con un conflicto ideológico (yo creo que sería mejor si pagara más impuestos y hubiera mejores planes sociales).

        Atte,

        Ignatius

    3. Igantius:
      Lo que pasa a mi entender es que los cambios necesarios eran de formas de la política y su gestión, no de caras se malinterpreto el dilema de vieja y nueva política con una cuestión de caras (y siquiera cambiaron tanto). Vos pretendes que la gente mute a socialista, (ojo a mi también me encantaría), eso es otra cosa, pero sea cual fuere la pretensión de cambios, no veo posibilidad de cambio real desde el sistema de construcción político clásico, que curiosamente es el único que admiten los políticos en ejercicio. O sea que te subordinas a las estructuras clásicas o no jugas.
      Y no olvidemos que la misma superestructura política que permitió 10 años del turco, es la que permite el experimento Nac.& Pop de los Kirchner.
      PD: Me podes definir más o menos con precisión, a que carajo se refieren cada vez que dicen «Clase Media», es un encuadre , economica , social o psicologica

  12. Por momentos, mientras escribía la nota, o la revisaba o la corregía, me parecía que estaba exagerando, que generalizaba demasiado y se me iba la mano. Pero los ejemplos de que la actitud de la que hablo está muy instalada en la sociedad se me han vuelto más evidentes con los comentarios de gente como Esteban, Pepe o Dolores la Petisa. Me preguntaba cómo podía hacer para dar un ejemplo, y ellos me resuelven el problema: ahí están, léanlos, de eso estoy hablando.

    1. Cuando escribas algo sobre tu propia intolerancia, sobre tu imposibilidad total de aceptar algo que no es lo que a vos te gusta, hablamos de la mía. Los que piensan como vos en este blog son exactamente tan gorilas como quienes desprecian, para el otro lado. Son el producto de la mentalidad que produjo el peronismo, el gorilismo, y el Proceso. Por suerte, parecería que, como bien decis con respecto a tus líderes espirituales y políticos, la gente se hartó del autoritarismo del color que sea y quiere algo ‘aburrido’. Te quedaste atrancado en 1968, una especie de Bella Durmiente politica.Tema mucho mas interesante que los que abordás.

      1. Dolores,
        todo bien. ¿Pero vos quién sos?, ¿qué pensas? ¿cómo reaccinás?, ¿para dónde vas?, ¿cuáles son tus ideales tan contemporáneos?.
        Dale, amén de la «fiebre» y la pasión con la que está escrita la nota, amén de los argumentos que podés o no compartir, ¿podés dar un argumento y no sólo quejarte?.
        Y mire que yo no soy fan de Balvanera ni de nadie, pero si hay algo que me deja las bolas al plato y me vuelve «intolerante» es alguien que desprecia el laburo (porque sí, creo que escribir esta nota ha sido un trabajo: sentarse, pensar, argumentar, componer un párrafo, reescribirlo, buscar un ejemplo, etc, y como mínimo que merece respeto). Es más que fácil, frente este texto, despotricar y quejarse, hacer un pequeño excándolo internáutico intentando volverse el garante moral (usted) de sus propias opiniones, porque supongo que ud es bien democrática, tolerante y con una filosofía política recién sacada del horno, no me cabe duda de eso. ¿pero y si nos da una mano y nos ayuda a pensar un rato?

        bueno, gracias. que tenga buenas tarde.

  13. que soy balvanera? el fascismo? la antipolitica? la cultura de la dictadura(dificil, no habia nacido antes del 81)?

    explicame por favor…

      1. Mono,

        Le están dando a Pepe que está hablando de buena onda. Tal vez sea producto de la cultura del proceso casualmente por haber nacido demasiado tarde para ver otra cosa, pero no más que eso.

    1. Disculpame, Pepe, te metí mal en la bolsa. Pero tu planteo de ayer a las 3.49 pm me llevó a verte entre los que creen ingenuamente que basta con “no aborrecer lo que otros reivindican” y que por eso ocurrieron los 70, cuando la cuestión es muchísimo más compleja. En todo caso, no es contra las personas que va lo que digo, sino contra ciertas ideas y visiones del mundo y actitudes ante el mundo sembradas en la cabeza de la gente. Y hablo de ciertos núcleos de ideas que se adquieren inadvertidamente porque “flotan en el aire” y porque hubo y hay quienes se encargan empeñosamente en propagarlas, y cuentan con muchos medios para hacerlo. Durante la dictadura, por ejemplo, pudieron modelar la sociedad entera mediante el terror: nada modela tanto las subjetividades como el terror, y sus efectos en las subjetividades se perciben todavía. Y después de la dictadura, los medios, y lo que quieren que digan los medios los dueños de los medios (que, ¿adiviná quiénes son?) Y no es que piense, como dice con muy mala intención Quintín, que hay que limpiarle la cabeza a la gente, cambiársela, o terminar con los que tienen la cabeza ordenada de manera que no me gusta: quiero discutir, quiero plantear que las cosas no son lo que parecen y hacer ver a los que están interesados en interrogarse que tal vez les estén haciendo el juego a los que nos joden a todos. Por eso no dije “son fascistas” sino hablé de “componentes fascistas” puestos en las cabezas”, y es tarea de cada uno ver si los tiene. Y te aclaro, yendo ya a lo personal, que no estoy hablando de algo que le pasa a los demás: durante bastante tiempo yo estuve ganado por muchos de esos núcleos de ideas a los que me refiero en el artículo.

  14. que soy balvanera? el fascismo? la antipolitica? la cultura de la dictadura(dificil, no habia nacido antes del 81)?

    explicame por favor

  15. «Es verdad, desde el ‘83 tenemos una democracia…pero al estilo ateniense, es decir, sin los “ilotas” (la “negrada choripanera”, para traducirlo de acuerdo a tu paladar)»

    COMO SIN ELLOS? y quien voto a Kirchner dos veces? no eran ellos supuestamente?? y a Menem 2 VECES(haganse cargo)? y a Duhalde quien lo banco como gobernador? que es el voto peronista del conurbano?

    1. Pepe:

      Cuando digo «sin ilotas» me refiero a éstos como sujetos activos y objetivamente prioritarios en una democracia participativa, no cómo simples votantes de tal o cual lista; se ve que leíste lo que escribí en forma incompleta, porque mas abajo digo «Cuando se vota…¿se elige libremente o apenas se negocian las mejores condiciones de explotación?

      Es curioso el doble discurso clasista de la burguesía (y de los medio pelo que desesperadamente quieren pertenecer a ella): «Nosotros votamos, pero si no nos gusta algo el gobierno se tiene que ir, porque nosotros somos la democracia y la tolerancia «; en cambio, cuando los sectores populares protestan, se movilizan y quieren profundizar las reformas democráticas la cosa transmuta en un «¡Que la Policía reprima porque no se puede circular con el auto, nadie tiene derecho a coartar mi trabajo!» o «Zurdos de mierda, quieren los soviets!»

      En cuánto a lo que te preguntás acerca de «que es el voto del conurbano», es difícil explicártelo; empezá por leer un poco aquello de «el subsuelo de la patria sublevado» (y te lo dice un marxista, pero que está bien lejos del gorilismo tradicional o del neo-gorilismo progresista-caviar)

      1. yo por mi parte no quiero que se vaya el gobierno, he dicho que el kircnerismo,a pesar de todo, hoy esta por encima de la oposicion y creo que mucho peor que siga este gobierno es que se vaya y haya otra crisis politica.
        tampoco pedi represion para nadie nunca.

        el subsuelo sublevado es donde votaron a carlos menem dos veces? son los que se compran las zapatillas nike o filla, hablan por celular con sus chicas y van a bailar cumbia?

        con respecto a si se vota libremente o se negocia la forma de explotacion, mira votar se vota libremente o los peronistas tienen muchos problemas en el conurbano para votar al peronismo? me parece que al contrario…. Y si, en el capitalismo-democracia burguesa los que peor la pasan son los trabajadores, pero las otras formas de gobierno son peores. Sino preguntales a los chinos si no estan explotados o fijate si los trabajadores cubanos pueden cortar una calle.

  16. Balvanera. Su nota es horrible y su último comentario extremandamente macartista. Acusa de fachos simplemente a los que no piensan como usted. Por supuesto que la SRA lo pone al nazi de Massot, pero ustedes tienen al nazi de Rico. Nadie está exento de fascismo porque su ideología lo haya vacunado. Hay conformismo burgués en la sociedad, pero también hay fascismo en la confrontación con las mayorías populares para «curarlas» de sus desviaciones. En su desprecio y su rechazo por el «sistema democrático», en su pedagogía revolucionaria, en su desprecio por los anhelos de paz y libertad de los ciudadanos está también el huevo de la serpiente de la dictadura. Usted odia menos a Videla que al género humano y lo que en él pueda haber de moderado.

    1. No voy a polemizar con ud. Quintín, entre otras cosas porque leyó lo que quiso leer en lo que escribí, leyó con un juicio previo porque me hace decir lo que no digo, ni se le ocurre pensar que por ahí se apuró a sacar conclusiones, y porque ya estoy vacunado respecto de sus actitudes. Pero permítame decirle que estoy de acuerdo en una cosa: nadie esta exento de fascismo porque su ideología lo haya vacunado. Más: las ideologías no vacunan de nada. Más: nadie está exento de fascismo, a secas, incluido usted. Y una aclaración: líbreme Dios o quien sea de querer curar a las mayorías populares o a las minorías impopulares o a nadie. No creo en las curaciones. No veo nada en lo que escribí donde se hable de curaciones o se las sugiera: es otra prueba de que usted inventa lo que lee. No está leyendo lo que yo escribí: está leyendo lo que le pasó al leer otros textos con los que se lleva mal. De todos modos, no es su modo de leer lo que importa: nadie que pretenda curar de algo a alguien en política va a contar con mi respaldo, de eso puede estar seguro. Los pueblos y las personas tienen que hacer su experiencia, no hay otra. Y uno tiene derecho a decir lo que piensa de cómo actúan y piensan los pueblos y las personas, eso no quiere decir que uno pretenda meterlos en un quirófano para someterlos a un tratamiento curatorio. Me parece que me está confundiendo con otras personas.

      1. Que curioso que cualquiera que no sea un totalitario de izquierda como vos (o de derecha, ya te dije que no es cuestion de ideologia, es un esquema mental), lea lo mismo en lo que escribís, y que vos decis que no escribís. ‘Libreme Dios de querer curar a las mayorias…etc’. No se que otra cosa querés hacer con ese discurso de desprecio que hacés sobre cualquiera que no piense como vos (salvo borrarlos de la faz de la tierra). Pero que te enfurece cuando te lo hacen.

  17. «Por qué no pudieron transmitir a «la gente»…..»
    Si por «la gente» entendemos el electorado mediático y no al cautivo (que tiene los mismos consumos culturales que aquí se enumeran) diría que por no aplicar una esencial regla del espectáculo: no se ningunea a quién se intenta seducir.

  18. Los voomitos de Dolores la petisa y Quintin ¿Se acuerdan de esa tira en La Nacion de los sesenta y setenta? son la prueba de que Balvanera dio en el blanco.

  19. Me resulta francamente enternecedor que gente con experiencia, y cuyas buenas intenciones están fuera de discusión, se haya enamorado tan ciegamente de la fantasía revolucionaria K. Te agradecería que ilustraras esta pobre mente descreída, con al menos un par de las muchas cosas concretas que, según vos, le vamos a quedar debiendo a sus majestades.

      1. noo, entendiste mal eduardo, por mi que tengan todo,mejor que se cuelguen direct tv, que me importa?

        lo unico no se si estan pensando mucho en todo el tema de la lucha de clases..

    1. Pepe, no sos gorila, eso es cierto. Pero creo que sorbevalorás el apoyo popular a gobiernos como el de Menem. El voto a Menem se explica por motivos de conveniencia, comodidad, oposición interna dentro del PJ, lealtad partidaria, identificación caudillesca, antes que una identificación ideológica, nadie diría «la vida por Menem» comos e dijo «la vida por Perón». También tenés que ver la enorme cantidad de abstenciones a la hora de votar, el peronismo después del `89 entró en su fase final, reducido a un esquema de poder y a un pragmatismo a todo terreno, por eso ha perdido la identificación popular y ha quedado reducido a un partido masivo, pero no de masas, populacheros, máas no populares. Lo mismo da que sean neoliberales o desarrollistas, ellos van a seguir estando.

      Eso sí, va siendola hora de superarlos.

      1. sabes que julian? concuerdo completamente.

        lo que digo es que a mi criterio las razones que vos esgrimis son las mismas por la cual votaron a Kirchner, ustedes sobrevaloran ese voto de la misma manera que lo que me criticas a mi.

        entonces en vez de llenarse la boca diciendo que este es el gobierno del pueblo, que es el que representa el sentir de los trabajadores, etc,etc digan que a USTEDES, personas de clase media educada y leida les gusta.

        pero no, su idea es impostar una forzada imagen de «el pueblo» a su conveniencia, no el pueblo que yo conozco el que putea a los bolitas y a los perucas, el que quiere colgar a los politicos en la plaza de mayo, eso tambien es el pueblo y no solo la clase media.

  20. Ricardo, lo muy sinceramente, y aunque vos te dirijas a mí con ironía y suficiencia sobradora, voy a prescindir de esos recursos, porque no creo que sean los que convengan para el caso, y a hablarte completamente en serio: me harta tener que repetir una y otra vez lo mismo, es cansador. Por favor, ahorrame el trabajo y buscá vos esa respuesta. Acá, en el archivo de Artepolítica, vas a encontrar un montón de artículos donde distintos redactores o colaboradores ofrecen exacta y detalladamente esa información que me pedís. Si recordara alguna puntualmente te lo diría, pero tengo mala memoria y no anoté nada al respecto. Pero si no es problema para vos gastar un cierto tiempo en la búsqueda, lo vas a encontrar.

  21. Bueno, con respecto a la nota, es buena, coincido 100%, es dificil no coincidir a menos que te falte un poco de suelo donde pisar.
    Creo que ya estamos repitiendo siempre lo mismo y lo único posible es escribirlo mejor. Son las mismas ideas que se discutieron cuando triunfó Macri en 2007. A mi entender la nota tiene un delay evidente. Insistir con lo mismo no está de más para generar debate, pero el de bajo nivel que se puede dar con Pomelo, perdón, Esteban u otros no creo que le sirva a muchos en Artepolítica. Los que no saben una goma de nada deberían tratar de opinar menos y leer más, parece que opinan serenguengue para que les expliquen la nota y entonces hay que dar clases gratuitas por internet.
    La «cría del proceso» tiene su lugarcito en Artepolítica también, obviamente.

  22. De un post increíblemente bueno, para mí lo mejor es la referencia a la herencia de la dictadura: el hecho de que se haya instalado (naturalizado diría)un orden económico-social, una distribución de la riqueza que no debe ser modificada, como un orden natural de las cosas.
    Me dan gracia los que dicen que política no tiene por qué ser confrontación. A lo mejor en Noruega no hace falta confrontar porque no hay tantas cosas que cambiar, pero en Argentina, donde es necesario que algunos pongan más de lo que tienen (de lo que les sobra, de su inmensa riqueza) en forma de impuestos, retenciones, etc, para que se pueda crear una sociedad más igualitaria, es imposible no confrontar. O una posible redistribución del ingreso se va a hacer con el beneplácito de todos? Cuando este gobierno quiso esbozar algo de eso (la famosa 125) ya vimos lo que pasó.

    1. Exacto. Ese es el punto. No se pueden hacer tortillas sin romper huevos.

      Además: este tipo de conflictos [con sectores agrarios] (como el de la 125) está en la base de los procesos de industrialización de casi todos los países capitalistas (Inglaterra, EUA, Canadá) e incluso «socialistas». O qué fue el proceso de colectivización de las tierras del Stalin? (no lo estoy defendiendo, fue un caso patológico obviamente porque murieron millones de personas).

      En lo que estoy coincidiendo es que la supuesta llamada al «consenso en vez de confrontación» es no sólo ingénuo sino hipócrita al extremo, pues pretenden confrontar sí, pero imponiendo SU proyecto reaccionario.

  23. Después de este post (para mí el mejor desde que existe Artepolítica) podríamos dedicarnos todos a otra cosa. Los que lo aprobaron y los que no. Hay gente que entiende y sufre. Hay gente que no entiende y hace sufrir. Sería bueno leer a cada cual por última vez.
    Creo que el autor (¿es el poeta?, perdón…) ha brindado un estremecedor concierto, al que sólo le agregaría dos notas, antes del aplauso y sin ánimo de bises;

    1) no perdamos nunca más de vista el componente MALDAD (nazi Massot, judío Bergman, algunos comentarios aquí). Crueldad, digo, de la peor. Contra eso, no hay nada que hacer. Ignorancia + maldad son invencibles.

    2) Ningún gobierno argentino (incluído Perón) advirtió que esa maldad intrínseca viene desde los días del virreinato. Tratemos de ver un país de ficción, al que le han quitado toda la maldad, esto es, el legado de los Rivadavia, los Mitre, los Sarmiento, los Roca, Aramburus, Videlas, etc.). Hablaríamos entonces, más de pueblo y menos de «gente», más de Nación y menos de «república». Pero sería ficción. La oportunidad se perdió hace tiempo. Seguiremos adelante como lo que somos. Gracias, Balvanera.

  24. Muy buen aporte Balvanera, con el que coincido en gran parte. Quisiera sólo agregar algunas salvedades: no coincido y aquí acuerdo con Eduardo Real,en el tono fúnebre y desesperanzado del post. Como dijo Gerardo Fernández ayer u hoy -y siempre explica el historiados Caravaglia-, hay corrientes profundas en la sociedad que no apartecen en los medios (sí en las urnas).
    Tambien merece un párrafo la alarmante mediocridad y mezquindad de las elites argentinas, empezando por la política (miremos:Juez, Iglesis, A. Pérez, Lilita, la Momia de Santa Fe,etc)
    Los forros que tienen tiempo y computadora y por eso opinan y están en contra de la confrentación, ignoran, al parecer, que la confrontación extrema, la guerra social, siempre es un recurso del bloque de poder y de las clases propietarias. Y siempre quiere decir, a lo largo de la historia argentina. Este es el país del Martín Fierro.¿Porqué, porque Hernandez era un maniático de la pelea como Kirchner o porque asistía a un proyeco de supresión del sujeto popular?. Hay que ser boludo hasta el fin para pensar que quienes apoyamos al kirchnerismo creemos que es revolucionarioo.Lo que ocurre con el kirchnerismo es que sin mencionarla instaló como pudo, una vez más, la instancia de la resistencia popular.Y una cosa más: además de gorilas hay muchos posmitos. Tengamos paciencia pero no nos desanimemos

  25. Leyendo los últimos comments, se me ocurre una idea genial. Funden un nuevo partido que se llame «Partido de la Confrontación». Después de todo, parecen más interesados justificar la agresión hacia los adversarios que en formular propuestas políticas. Solo hablan de ideología, de lo fachos que son los ruralistas, de lo contaminados por el proceso que están los argentinos, etc. Creo que es la primera vez en la hsitoria que se sustituye la discusión por la metadiscusión: no se habla de izquiera y derecha, liberalismo o estatismo, represión o garantismo sino de confrontación o consenso, un tema abstracto propio de un seminario de politólogos. Pero bueno, ya que estamos en las ciencias sociales, permítanme una interpretación al paso. Amigos, los mueve el odio, pero han encontrado estas estúpidas teorias que lo disfrazan bajo nuevos eufemismos y no les importa en definitiva la política de los Kirchner. Los bancan porque sintonizan con esa violencia abstracta que proponen.

    1. Quintontón,

      No nos mueve el odio, ni el «revanchismo», solo el afán de la confrontación polítíca.

      Y, ¿sabés qué? Acabo de descubrir que no entendés de cine porque no entendés de que se trata el conflicto, punto básico de cualquier relato.

      Trascartón, deberías ver a tu analista porque proyectás odio cuando solo generás carcajadas. Podrías fundar el «Partido de la Sarasa antimonárquico» y capaz… capaz que hasta te votamos.

      Un abrazo peronista,

      Ignatius

    2. el post de Balvanera me parece extraordinario. En cuanto a Quintín lo que no entiendo muy bién es si su fervor por el amor y la armonía tienen alguna raiz religiosa tipo Sai Baba.También me resulta curiosa la atribución de la tendencia a lo abstracto que formula. ¿Quienes son aquí los abstractos los meta y quienes los «concretos»?. Digo porque los argumentos firmes para defender este período K son los hechos politicos y económicos producicos. La contucencia de la renovación de la corte, la politica de derechos humanos, el barrido de las AFJP la nacionalisación de aerolinesa Aguas ectc.Los abstractos en combio recalan en la oposición y no por que los típos sean misticos o platonicos o idealistas sino por necesidad. Necesitan disfrasar la defensa de sus verdaderos intereses, no pueden mostrar sus verdaderos objetivos porque si predicaran su táctica las mayorias huirian espantadas. Son ellos entonces los que se esconden por razones estratégicas en abstrciones como institucionalidad, republicanismo, «el campo», la armonía y el consenso.Pero a lo mejor lo de Quintín tiene que vor con otra cosa…un compromiso con la trascendencia. Quese yo.

  26. Yo no termino de entender… Acá pareciera que la gente o bien «se ataja», es decir: «yo no miro Rial y soy corriente» o bien se lava las manos «es el juego democrático y qué se le va a hacer». O entendí mal o el artículo habla de otra cosa y en eso se incluye la responsabilidad de cada uno de permitir que las cosas sean como son, quizás como producto de la historia o quien sabe, pero que hay una responsabilidad que la estamos pateando para el costado es innegable. No pasa por si los kirchner hicieron una revolución, pasa porque nos estamos dejando engordar, nos molesta pensar y analisar las cosas y pensar: Che no estaré poniendo en riesgo esto o lo otro?… Pero lo real, es que hay una manga de garcas que por pura gula y con un excelente marketing psicológico o como quieran llamarle están logrando que no se hagan (o que se dificulte muuuucho) hacer las cosas mínimas que corresponde hacer a una sociedad…(ejemplo: pensar, defender la «humanidad» de los humanos, que se redistribuya la riqueza que tantas veces escuchamos decir: «Porqué no se compra un vestido mas barato y le da a los pobres? o Porque no le cobran impuestos a los que tienen ferraris… Bueno, estos tienen no una, no dos, múltiples 4×4 y capelinas blancas y sartenes essen!!!) perdón si me encabroné, no quiero ofender a nadie. Lo que a mi me gustaría es que podamos analizar lo que pasa y actuar en consecuencia sin encontrar atajos inteluactoloides que nos ahorren el momento de hacernos cargo. He dicho (quizás me equivo), pero en serio che, desvarían demasiado!!!
    Es simple! No seamos giles, no dejemos que esto pase, que seamos una sociedad tan tan taaaaan tonta!!!
    Bue… yastá, me voy a ver a la salazar que tiene un cuerpazo!!!

  27. Me gustan un par de frases que fui espigando a lo largo del debate. Cito más que libremente: «la gente quiere algo aburrido y está bien», «funden el partido de la confrontación». Suficiente. ¿Se creen que es un maldito gen argentino o una maldición divina lo que produjo confrontación en la política de nuestro país (no de ahora, desde 1810)? No, son condiciones reales. Entre otras, que es una sociedad dividida en clases, que nunca pudo encontrar un statu quo duradero al estilo de algunos países centrales. Statu quo, por otra parte, que no suprime la confrontación, sino sus manifestaciones abiertas. Que logra esa tranquilidad aburrida (la aurea mediocritas) barriendo la realidad debajo de la alfombra. Pero la realidad está ahí, debajo de la alfombra.
    Malas noticias, adoradores del qualunquismo: se acabó el aburrimiento. Justamente cuando aspiran a conseguirlo deshaciéndose de los confrontativos K y de sus horribles seguidores totalitarios, el aburrimiento empieza a resquebrajarse en sus baluartes. La basura bajo la alfombra ya es demasiada y hace bulto. Se acabó la ficción. Malas noticias, criaturas amantes de los consensos y los disimulos. El mundo se argentiniza.
    Muy buen texto, Balvanera.

    1. ¿O sea, hay una lógica que más allá de la voluntad de los sujetos particulares lleva a que indefectiblemente el conflicto emerja? Entonces, porque eso es así Ud festejan la confrontación manifiesta (llamémosla así) cuando esta aparece porque se estaría dando una suerte de «desvelamiento» en la sociedad, que ya no puede meter la basura bajo la alfombra. Es la verdad de la sociedad la que entra en escena en esos momentos.

      Demasiado esteticista para mi gusto.

      1. Elide al sujeto de la acción y de ese modo evita que el tema de la responsabilidad sobre lo que hace, lo dice, lo que escribe, sea siquiera un tema de discusión. El conflicto que se festeja nunca es provocado en ninguna medida por ese sujeto que cree en filosofías de la historia de ese cuño. Entonces, la violencia son siempre los otros, y son los costos ineludibles de la Historia cuando se gana, quedando los sujetos victoriosos como meras manos ejecutoras de lo que de todos modos se estaba desencadenando. Por eso es esteticista, porque cree poder entender al mundo más allá de su condición en ese mundo, más allá de sus propias acciones y de sus propios sistemas de pensamiento que operan dentro de ese mundo. Ese sujeto está sentado en una butaca de cine mirando la pantalla de la historia, ese es su nivel de claridad. Hay un sentido inexorable para ese sujeto, él, con la claridad de pensamiento que cree tener, a lo sumo puede heroicamente montarse al caballo de esa calesita en movimiento desde siempre.

        Me parece una mirada cómoda y autojustificante de lo político. También soberbia en tanto que sigue bebiendo de las viejas ideas de vanguardia. Pero por sobre todas las cosas esa mirada consigue envolver al sujeto que piensa eso de una armadura de amianto contra pensamientos extraños a los de su propia lógica. No puede sentarse a la mesa a hablar con alguien que entienda el mundo de otra manera. El sentido de la Historia para este sujeto es tan claro como la luz del sol.

    2. Malas noticias (o sea buenas). Tendremos guerras, pestes, hambre y desocupación. Esto sí que se pone bueno, divertido, entusiasmante. Cuanto peor mejor, a más muertes y más miseria, más alegría. El mundo se argentinizó. No habrá más aburrimiento. ¡Qué grandes somos! Argentina potencia. Kirchner 2050.

      ¿No les da un poco de vergüenza alegrarse de la desgracia del mundo (que también será la nuestra)? No, parece que no. En autislandia el dolor no cuenta.

      1. El tipo, Balvanera, se tomó el laburo de pensar, escribir, corregir, reescribir supongo hasta exponer lo que produjo.
        Puede gustar, o no; se puede coincidir, o no, pero al menos hubiera sido deseable que lo hubieran leído para más o menos ver qué quiere decir. Y no, ni eso o a lo mejor la confirmación de que uno de los principales deficits educativos es la comprensión de textos.
        Sus comentarios, Quintín, sólo tienen a favor que no usó su habitual muletilla descalificadora de «estalinistas»; tal vez se olvidó, tal vez tuvo un ataque de pudor, realmente no sé.
        Pero respecto al resto, es patético lo suyo. Ser de derecha es comprensible, dar vergüenza en público por su estrechez de criterio es una pésima elección.
        Una lástima, lo de Balvanera merecía mejores respuestas, aunque celebro que la contra como usted y otros por el estilo no las encuentre ni de casualidad. Les queda descalificar, ofender, tergiversar, todas tareas muy dignas y republicanas, por cierto.
        Fíjese bien, que autislandia también puede morar en su espejo.

      2. Ram. Oiga, canchero de cuarta. El último comment era para el que escribió «Malas noticias, criaturas amantes de los consensos y los disimulos. El mundo se argentiniza.» No me parece que el tono de mi comment desentone con esa provocación.

        Ahora, volviendo al post original, si su mediocridad intelectual le hace pensar que el texto de Balvanera es algo más que una elaboración latosa del resentimiento contra los que no comulgan con su dogma, es problema suyo. El que no comprende los textos y acumula insultos es usted, que me trata de patético y me amontona en la derecha por puro reflejo autoritario. Vamos a ver a la larga —cuando la nube kirchnerista se haya disipado o se haya alcanzado definitivamente su vocación de dictadura— quién dio vergüenza en público durante todos estos meses adorando a un personaje semejante.

      3. Más berreta imposible. No me gusta que califiquen lo mío de «mediocridad intelectual», pero me quedo tranquilo si el que lo hace lo hace a través de una asombrosa cadena de afirmaciones a cada cual más mediocre y chanta, montadas en una irresponsabilidad intelectual y una creencia en que se puede afirmar lo que a uno se le ocurre como pocas veces se da, y que por lo demás lleva a cabo y exhibe puntualmente como atributos propios todo lo que imputa a quienes ve como sus enemigos: intolerancia, mediocridad, odio, incapacidad de pensar, dogmatismo.
        El problema, cada vez que aparece en escena Quintín, es que terminamos hablando de Quintín, cosa que al parecer constituye su objetivo. Plantea pavadas, tonterías, con pose patotera y tono moralista y las deja ahí, sin avergonzarse de hacer ese triste papel, tal vez porque lo suyo es la incontinencia o la necesidad de que alguien se ocupe de él. Pero todo lo que podía ser un debate se viene al diablo. Ni siquiera es un problema con sus ideas, que ni sé si son de derecha o de qué son: no son ideas, son actings, irrupciones para joder. Es como esos tipos que se meten en la conversación para molestar y no dejan hablar a nadie porque necesitan centrar la atención en él, cosa que está logrando ahora, conmigo. En todo caso, una discusión basada en cuestiones como «los mueve el odio» o «partido de la confrontación» no merece ser seguida. Hablemos en serio, no podemos seguirle el juego a tipos que, como decía el maestro Corleone, insultan nuestra inteligencia.

      4. Muy buena respuesta la suya, Quintín, aunque pensándolo bien es preferible pasar por canchero de cuarta, para usted, que ser un nabo de primera, como usted.
        Lo suyo es impecable, es incapaz de presentar media idea o un cuarto de argumento pero descalifica a mansalva.
        Siga asì. Nadie mejor que usted para mostrarnos lo que es la anti-polìtica trucha que quieren vendernos.

  28. Hay un frente de la derecha con dos cabezas, por eso aparece Massot Junto a todos los demás. No todo está bien, cierto, pero en que orilla nos paramos para criticar?, si la derecha te habre los medios para opinar, algo anda mal.

  29. Señor Balvanera,

    Creo que es un artículo ‘riguroso’. Si, no puedo encontrar otra palabra más ajustada. A medida que lo leía pensaba: eso es lo que se nos viene encima. Hace veinte años que no vivo en Argentina, pero por insondables circunstancias quiso el destino que regresara en tres ocasiones: En el 95, pocos meses después de la releeción de Menem, En diciembre del 2001, y pocos meses antes las elecciones que dieron la presidencia a Cristina Fernández. Jamás he votado. Ni allí, ni aquí, porque pese a los años, me he negado rotundamente a tener otro pasaporte. De vez en cuando me encuentro con argentinos que vienen y van, y he ido midiendo sus palabras, su discurso. Hace cosa de un mes, un agrónomo me dijo: «Qué querés que te diga. Al final, estábamos mejor con los milicos». Le contesté: «Vos sos un hijo de puta». Después de justificar su comentario, caí en la cuenta que el pobre desgraciado repetía como un loro algo que debe respirarse en el aire de su entorno. Me puse muy triste. En julio del año pasado, una revista alemana hablaba de un posible conflicto armado en la Argentina. Decía: «El campo se arma». Era una publicación de derechas, lo cual me hizo comprender que se trataba de una asunto peligrosamente probable. Le enviaré una copia del mismo, creo que puede interesarle. Es posible que eso sea una exageración, pero no estoy seguro. De todos modos, creo que es muy importante contemplar el asunto en términos latinoamericanos… planetarios. Si me permite una recomendación, creo que es fundamental ahondar en la ‘contextuación’ global de la situación que se vive en la Argentina. He encontrado muy poco respecto a esta cuestión en la opinión cotidiana. Argentina es ‘el culo del mundo’ en el imaginario colectivo, por eso es imprescindible insistir en lo que nos jugamos en esta particular circunstancia. Hace unos días escuchaba a Zizek hablando sobre la nueva proletarización: ecológica, biogenética y laboral a la que asistimos. Hay que ahondar ese discurso. El conflicto con el campo en Argentina forma parte de un gran conflicto global.

    Saludos.

    Manu

    Manu

  30. Por favor, las cosas que se leen. ¿Que duda cabe de la contundencia del argumento Blavneriano? Es de las mas acertados artículos que leí aqui. Y es una descripción pero exacta del ser medio argentino. Igual a una nota, que no pongo el hipervinculo por pereza, pero que se llamó «El desierto de ideas democrático, 1983 – 2008», que salió publicada en 24 de Diciembre de 2008.

    Esto es así, aca en Argentina parece estar de moda que hay que consensuar todo, arreglar todo, y tener contentos a todo el mundo en la estuìdez esa de «la mesa del diálogo, el consenso, el café». Pura basofia. Nunca todos van a poder estar contentos, los procesos políticos son, per se, pugnas de ideas contrapuestas. El que junta mayor adhesión a la suya tiene derecho de llevarla adelante por un período equis sin cagarse en el otro. Pero esos, «el otro», tienen que tener claro y partir de que, algo van a tner que resignar. Si no quieren resignar nada lo que se da es la necesaria confrontación, pero no porque guste, sino porque es lógica. Cada uno va a cuidar su kiosco. Lo que no hay, es que mostrarse horrorizados, aterrados, porque enfrentarse es NA – TU – RAL. Le guste a quien le guste, le pese a quien le pese, no hay política sin conflicto. Porque sino, tiremos al diablo las elecciones ¿de que sirven? Si en una elección se debaten modelos contrapuetos después no salgamos con la pavada de llegar al máximo acuerdo en todo.

    Sorry señores, este culto a los tranquilinitos, al tono bajito, no puede menos que enervar. La historia, leanla, no se hizo de ningún moderado: San Martín, Belgrano, Moreno, Alem, Rosas, Yrigoyen, Perón, no eran hombres «moderados de articulación de diálogos y consensos». Me hace acordar a una nota del «Diario» Perfil, de hace un tiempo, cuando decían que era mentira que los jovenes de hoy tenían igual o mas y mejores ideales que los jovenes. ¡¡¡¿¿¿Como demonios se puede mentir tanato y tan descaradamente de decir eso???!!! Yo soy joven de hoy, tengo 22 años, y soy un autentico bicho raro en la juventud. Y a mi no me la va a contar ningún editorialista de pasquin multimediático. La vivo. Cuando digo que escribo para un blog llamado artepolítica, me miran desencajados, como pensando «que pelotudo», «que manera de perder el tiempo», «que salame este ¿que se cree que va a cambiar escribiendo pavadas?» Si eso es a lo que se refería ese editorial de Perfil diganme que mierda sino antipolítica describen las frases que transcribí.

    Esto es simple, pregonar el dejenme trabajar tranquilo y no toquen nada que arme demasiado quilombo, es trabajar sin quererlo de más está decirlo, para la prosecución de los fines que la dictadura pretendió dejar de legado mas allá de que su permanencia en el poder fuera larga o corta. Porque el golpe no fue idea de ellos, cambio las formas del país mediante eso pero vino la orden desde arriba. Si aca van a creer que el golpe fue por frenar la guerrilla, háganlo, están en su derecho de engañarse. Pero la orden venía de otros lares, no sobre estimen a Videla, Massera y Galtieri ¿o van a creer que les daban los cerebros a ellos para planear algo mas allá de tirar tiros?
    Solamente el día que desterremos hasta la última coma que quede en el andamiaje jurídico de ese período, sin hacer locuaras, ordenadamente, sin prisa pero sin pausa, recien ese día, verán como vivimos en verdadera democracia. Mientras tanto, apenas la estamos pariendo.

    Brillabte Balvanera, lo felicito. Vengo hace tiempo queriendo escribir algo parecido y no lograba estructurar algo respetable. Con este art, no hace falta, lo expresa mejor que nada. Suscribo plenamente. A todo.

    1. en general estoy muy de acuerdo con usted, pero no entiendo la necesidad de llamar ‘natural’ al conflicto. Si se trata de un adjetivo apurado, no tengo nada que decir. Si en cambio, propone algún tipo de darwinismo político, la cosa es diferente y tendremos que discutirla con mayor profundidad. Puede que el resultado de su discurso le desvíe de su intención primera. Creo que Mouffe, por ejemplo, tiene razón, el tema del agonismo político, etc. Pero estoy pensando en un asunto que planteó el otro día Zizek que me tiene francamente preocupado, habló de un tipo de proletarización ecológica, biogenética y política. Le estuve dando vueltas al tema, porque es de mi incumbencia por cuestiones que no vienen al caso, y me encontré con este blog inflamado que me llamó mucho la atención. Balvanera me ha caído muy bien, lo confieso, y el tono general de sus afines, también. Pero quiero profundizar en lo que subyace filosóficamente a la pasión política que alimentan. Le ruego que no tome a mal mi interrogante, y aclare su postura.

      1. Si, fue una cosa escrita en mi laburo así rápido. Por natural quise dar a entender lógico, entendible, esperable.
        Claro, no pensé bien en lo semántico al redactar, si se puede decir que está redactado eso, gracias por la correcion amigo/a. Suerte.

  31. Es notable la actitud de quienes cuestionan mi pequeño aporte a la discusión con argumentos de índole moral. Una de mis ex esposas me contó que, siendo sus hijos nenes de primaria, un día los llevaba de vuelta de la escuela y el mayor fantaseaba cosas que demostraban la gran atención que le prestaba su maestra. La menor, una realista pied à tèrre, desmentía cada una de las afirmaciones del hermano, hasta que éste perdió la paciencia y gritó «No me arruinen mis cosas». Actitud normal a la edad de ese niño, pero algo desubicada en adultos. Yo no me alegro con el sufrimiento de nadie, y menos considerando que ni yo ni mis hijos, nietos y amigos contamos con alguna inmunidad especial contra los males del mundo. Pero ignorar su realidad es considerablemente absurdo. Ahora, si mis objetores prefieren vivir en su planeta de fantasía, rodeados de hadas buenas, que sean felices. Nadie tiene la obligación de leerme o escucharme. Ni de asomarse a la ventana, digamos de paso.
    Saludos

  32. Balvanera, Felicitaciones por el post. Por su argumentación, por la cuidada forma de escritura.
    Dispara reflexiones y condensa líneas antes expuestas.
    La clasificación de «fascismo soft» para algunas matrices de pensamiento no hace sino resumir aquel viejo dicho respecto que no hay peor fascista que un burgués asustado, y que a fines del 2006 (si el alemán no me confunde) fue claramente expresado en una tapa de «Barcelona», que informaba sobre la recuperación, por parte de la clase media, de sus históricos niveles de fascismo.
    La lucha de clases asume manifestaciones variopintas, y tanto las clases subordinadas como las dominantes adoptan, según el momento histórico, tácticas que – con el paso del tiempo – se demuestran adecuadas o no. Pero si una constante existe es la negación, por parte de las clases dominantes (a través de sus loros amaestrados, claro) de la existencia de esta lucha. Generalmente mediante la afirmación de que esta es un «postulado teórico», al cual se puede – o no – adscribir. Con la misma eficacia pueden tapar el sol con la mano, y negar su existencia, claro.
    Bienvenida, pues – y gracias Balvanera – esta explicitación del conflicto de intereses, de la lucha de clases.
    Todo esto dicho – antes que salga Quintín (quién, por cierto, nuevamente olvidó su pastilla) a decir en tono socarrón que «Los K. representan al proletariado y son su vanguardia…», etc., etc. con las salvedades que ya Balvanera expresó con mejores palabras.
    Los K., en todo caso, tratan de representar – más allá de su defección – a cierta fracción de la burguesía cuyos intereses se ven beneficiados por un crecimiento del mercado interno. También – cómo no – benefician a amigos y parientes. Maldito lo que me importa, a título personal lo digo, puesto que enfrente tienen a quienes no le darán un céntimo a sus sobrinos (y aún esto está en duda) pero que entregarán «mi» culo a la codicia del capital de forma menos lubricada aún.
    Saludos

  33. Un artículo potente, sin dudas; con premisas fuertes y conclusiones irresistibles, sobre todo para quienes compartimos la concepción de que la sociedad está, efectivamente, compuesta por clases con intereses antagónicos y que -por lo tanto- el conflicto es intrínseco a su constitución. En estas condiciones, la apelación al concenso (moral, pre-político) no puede sino ser funcional a la conservación del statu-quo.
    Sobre estas coincidencias básicas, me gustaría puntualizar algunas dudas condicionantes. Si bien la transformación de un sistema social discurre a través de conflictos, no todos los enfrentamientos políticos son conducentes a esa transformación. Ejemplificando con lo vivido recientemente, el conflicto por la R125, es cuestionable en ese sentido. Lo que originalmente fuera una medida macroeconómica de control de precios relativos, desbarrancó en un enfrentamiento con un bloque ruralista de productores agrarios y sectores comerciales e industriales dependientes de ellos, por falencias de implementación tanto técnicas como políticas. Que ello no era inevitable queda acreditado por la anticipación hecha por Manolo en La Barbarie:
    http://labarbarie.com.ar/2006/el-kirchnerismo-no-es-un-populismo/#comment-1611

    El aprovechamiento del conflicto por parte de los oportunistas de «ánimo destituyente» fue enfrentado mediante una retórica social beligerante que apelaba a supuestos objetivos solidarios («distributivos», construcción de escuelas y hospitales) completamente ausentes en el origen de la medida. Tampoco estuvo en juego una transformación progresista de la estructura de propiedad de los medios de producción. En cambio, el conflicto condujo a la puesta en cuestión de las potestades básicas del Estado para regular al Mercado. Un planteo erróneo con un saldo todavía indeciso por virtud de la oportuna crisis internacional y caída de los precios.
    Lo que subyace a esta estrategia política de exacerbación de conflictos secundarios parece ser cierta teoría política influyente en el equipo gubernamental (elaborada por la dupla Laclau-Mouffe) que parece deslizarse insensiblemente desde la mera descripción del conflicto social como «pluralismo agonístico» hacia la preceptiva del mismo como virtud. Una objeción atendible a esta postura fue enunciada por Raffo hace unos meses:
    http://www.bonk.com.ar/tp/daily/1233/raffo-nosotros-y-ellos
    y:
    http://www.bonk.com.ar/tp/mail/1235/conversacion-en-el-bote

    El problema -como pasa en general con el corpus laclausiano- estriba en su carácter predominantemente discursivo, que tiende a hacer abstracción de las condiciones económicas concretas de una formación social y del estado de la experiencia política de las clases que lo integran con vistas a la eventual formación de un bloque histórico capaz de hegemonizar al conjunto en función de un determinado modelo de desarrollo. Lo cual no significa-necesariamente- la supresión de los sectores antagónicos a ese modelo, sino su subordinación y neutralización operativa.
    En una sociedad de desarrollo intermedio como la nuestra (ni una autocracia zarista ni una dictadura bananera) la estrategia político-discursiva requiere cualidades más complejas que la reducción retórica de lo político a lo bélico (Pietro Ingrao). Particularmente cuando los sectores agro-industriales vinculados a la exportación son más dinámicos y rentables que los vinculados al mercado interno.
    ¿El kirchnerismo trata -como dice Udi- de representar a estos últimos? Creo que la respuesta ya fue dada por el estruendoso silencio de esta fracción de la burguesía durante el conflicto. Y esto es así por la secular diversificación inversora del sector superior de nuestra burguesía que ha impedido la formación de representaciones políticas orgánicas estables. No existiendo una oposición neta de intereses mercadointernistas vs exportadores (aún entre los asalariados, causa del temprano liberalismo del Partido Socialista), la gestión del Estado tiende a oscilar cíclicamente entre las ambigüedades populistas del bonapartismo (perdón por repetirme) y el fraccionalismo sectario (cívil o militar). En ambos casos con iniciales éxitos pos-traumáticos, seguidos al poco tiempo por abandonos sectoriales, hasta terminar actuando en el vacío. Entonces es cuando la retórica beligerante tiende a sobrecompensar la ausencia de construcción política hegemónica estable de alianzas de intereses sectoriales reales.

    ¿Significa esto que estamos «condenados al fracaso»? No necesariamente; y las condiciones creadas por la crisis internacional quizás resulten -paradójicamente- una oportunidad de modificar parcialmente esta estructura; siempre y cuando los actores políticos y quienes los apoyan dejen de engolosinarse con el recurso a los instrumentos puramente retóricos beligerantes. Valga como caso puntual la contracción mundial de la demanda de aceites vegetales (componente crucial del conflicto por las retenciones). ¿Qué pasaría si el Ministerio de Ciencia y Técnica encabezara un proyecto coordinado para reorientar la producción excedente hacia la industrialización de bío-diesel con sus efectos multiplicadores de valor agregado, empleo (y, por lo tanto, consumo) amén de disminuir el déficit creciente por importación de combustibles? ¿No significaría esto una reorientación del actual sistema de alianzas sectoriales, desenganchando a los productores rurales de las transnacionales exportadoras para vincularlos a la industria y el consumo interno de los asalariados? Ojalá puedan volcarse tantas energías políticas en esta u otras ideas mejores como se volcaron en batallas mal planteadas y peor resueltas hasta ahora.
    Y perdón por la extensión.

  34. Laclau y Mouffe le dedicaron un libro entero a demostrar como lo económico no determina necesariamente a la política. Lo económico es un factor más entre tantos otros a la hora del armado de los bloques opositores.
    Creo que Raffo entiende mal esas teorías cuando las supone el soporte teórico del establecimiento del conflicto manifiesto por medio de la retórica usada desde el poder. Casi creo que es todo lo contrario, el bloque hegemónico se forma a alianzas que en cada caso pueden ser diferentes; alianzas que lógicamente estarán compuestas por diversos intereses que en tanto tales tienen que tener un oponente (más no sea una idea abstracta sin ningún adversario con poder político) del otro lado. Esos sectores entenderán que en determinado circunstancia lo que más les convendrá será formar parte de ese conglomerado conformado por otros intereses a los que obviamente no supone antagónicos a los suyos, y con los cuales pueda armar una visión del mundo compartida de modo tal de eso sea efectivamente una posición hegemónica y no un mero electoralismo oportunista. Cada cual tendrá que limar sus propias visiones originales para poder pasar a conformar el grupo hegemónico. Ej: el campo puede en un futuro ser parte de una alianza hegemónica que no necesariamente ponga las retenciones en cero, que es lo que más le gustaría a ese sector. Tendrá que entender que viven en una sociedad que sin esos recursos fiscales se va al tacho y entonces dejarán de creer que lo que más conviene es que los cereales no tengan retenciones. Ponele, es un ejemplo.
    El que se atrinchera en su posición inicial es el que no hace política. Se autoexcluye de formar parte del poder y por ende de ser capaz de modificar algo. Ese tiene una quintita.
    Aquella teoría apunta a explicar el modo en el que opera la política mucho antes de prestarle atención al tono más o menos conciliador de los adversarios en pugna en cada momento histórico.

    1. Notable, Diego, muy notable, la diferencia entre este comment tuyo y esa especie de furibunda diatriba generalizadora y maniquea contra cualquiera que esboce un pensamiento que se acerque a «la izquierda» o plantee de alguna manera el conflicto que escribiste en el comment de ayer a las 3:24 pm. Te había escrito una respuesta bastante larga y en cierto modo personal (porque nos conocemos de otros blogs) que no sé si alcanzaste a leer, pero después la borré, para evitar que el debate se convierta en lo que no me parece bien que se convierta. Pero, a riesgo de caer ahora en eso, me interesa, sí, decirte, que puedo o no estar de acuerdo con lo que decís en este comment, pero lo valoro porque de verdad aporta, acá te ponés a pensar, y me alegra mucho de verdad, con todas las claras divergencias de posiciones que tenemos vos y yo, verte en esa actitud inteligente y reflexiva, y no en la otra, la de un mero terminator del pensamiento lanzado a barrer con las almas lamentablemente descarriadas que chapotean en el pantano del error izquierdista. Incluso dudé de que se tratara del mismo Diego. Y sí, cliqueando vi que es el mismo Diego, y la verdad es que me alegra.

      1. Balvanera,

        Yo también había preparado una larga respuesta a ese comentario que me dedicaste ayer a la noche. Por suerte, la misma nunca salió del disco rígido de mi computadora.
        Lo único que voy a agregar al respecto es que ese comentario apuntaba a ponerle signos de pregunta a las afirmaciones que había hecho Andrés el Viejo, bajo las cuales coloqué esos párrafos aprovechando el nuevo sistema de comentarios. Con esto quiero decir que no me interesa cuestionar la vida ni la biografía de nadie sino simplemente discursos puntuales. Ese era el caso.
        Resumiendo un poco lo que pienso, el conflicto en política es ineludible. Siempre hubo conflicto. Menem no era lo mismo que la Alianza, Alfonsín no era lo mismo que el PJ de los 80’s, etc. Lo que a mí me cae mal es la estética del conflicto, más cuando las diferencias de fondo no parecen más agudas que en los casos que anteriormente estuve mencionando y cuando esa estética remite a situaciones complicadas del pasado.

      2. Primera cuestión, Diego: no me había percatado de que era una respuesta a Andrés el Viejo. Ocurre que, cuando se trata de una nota mía, los comments me llegan primero por mail, y al leer el mail creí que estabas refiriéndote a mi artículo y/o a las posiciones de los diversos participantes de este debate que en general se refirieron al conflicto. Pero aun así, y admitiendo que me parece desafortunado el rumbo que toma Andrés cuando dice «se acabó el aburrimiento», y luego «el aburrimiento empieza a resquebrajarse en sus baluartes», porque, efectivamente, entra en una especie de esteticismo del conflicto (yo quiero creer que es producto de la inercia retórica y no que verdaderamente sea su posición), tu respuesta a lo que dice es excesiva, desmesurada. Un exceso de interpretación: como si hubieraa leído mucho más de lo que hay en ese commen o hubieras aprovechado ese comment para atacar a un oponente más general, al que ya tenés ubicado, y lo viste a Andrés como un exponente de ese pensamiento. Da la impresión de que al discurso contra el esteticismo del conflicto ya lo tenías armado (no digo que lo tenías escrito, podía estar armado en tu cabeza) y necesitabas explayarlo, y en el textito de Andrés encontraste la oportunidad.
        Pero quiero ir a otras dos cosas: 1) admitís que hubo y hay conflicto, pero además sería bueno reconocer que hubo y hay muchos tipos y niveles de conflicto: Alfonsín contra peronismo, Menem contra Alianza es un tipo de conflicto, de superficie, para llamarlo de algún modo. Pero acá la mayoría de los que estábamos hablando de «conflicto» estábamos (y estamos) hablando de otra cosa: de conflictos estructurales, y de los grandes conflictos irresueltos. Ejemplo del primero: el antagonismo de clase. Imagino que el concepto «antagonismo de clase» te va a irritar, pero existe, y me apresuro a aclararte que aceptar que existe no implica para mí que haya que salir a matar patrones, sino reconocer que existe y ver qué se hace, incluso para evitar que el rsultado sea sangriento o se desboque de algún otro modo. De hecho, quienes detentan el poder real no ignoran que el conflicto de clase existe, aunque no lo digan con esas palabras, pero lo demuestran claramente en sus actos, y de algún modo, con otras palabras, lo dicen. Y en cuanto a grandes conflictos no resueltos abundan por todas partes: interior-capital, norte-sur, libros y alpargatas (sí, para mí sigue siendo un conflicto no resuelto), indios y huincas, cabecitas y blancos, liberales y populistas, patria productiva y patria financiera. Supongo que entendés que esto no quiere decir entrar todos a pelearnos: quiere decir asumir las cosas, no ocultarlas, no disfrazarlas. Y entender que hay cosas que es posible acordar y otras que no. Y que siempre cuando hay divergencia de intereses, cuando se llega a algún resultado, alguien pierde. Y que la negociación puede ser muy válida pero de ninguna manera es lo único, sobre todo cuando la negociación está a cargo de «representantes», que, fatalmente, porque así es la dinámica de las cosas, terminan por autonomizarse respecto de sus representados.
        2) Estetización: podemos encarar el tema del conflicto con un símil que a vos te puede resultar familiar: la poesía. La poesía, el lenguaje poético, puede ser estetización, o bien puede ser incursión en lo indecible, lo innombrable, lo que subyace, lo que el lenguaje convencional oculta. Ver el conflicto como lo que «está ahí», oculto, negado, y que requiere ser visto para ser mejor trabajado, es la cuestión. Hay quienes están muy interesados en que no sea visto y no sea trabajado porque quiere mantener sofrenada la situación. El conflicto persiste en estado latente, para beneficio de algunos. Y estoy muy de acuerdo en que estetizarlo no resuelve nada, no es asumir el conflicto. Pero también me parece inevitable que, cuando irrumpe, la memoria asociativa de la comunidad convoque viejas experiencias, no porque la historia se repita, sino porque tenemos memoria. Quien quiera repetir la historia se equivoca, y mal, pero no se equivoca si ve en lo actual ecos o evocaciones de hechos pasados: es inevitable, entre otras cosas, además, porque en algunos casos hay líneas históricas y hay constantes. De todos modos, lo actual es lo actual. No es el pasado revivido. Pero no por evitar la trampa de revivir el pasado nos engañemos creyendo que vivimos en un puro presente, aislado de todo lo que ocurrió antes.
        Y, finalmente, eso sí: estoy en desacuerdo con tu idea de que las diferencias de fondo hoy no son más agudas que en los casos anteriores. Si esos casos son las diferencias entre Alfonsín y el cafierismo o Menem y la Alianza, no estoy para nada de acuerdo con vos: son diferencias incomparablemente más graves, drásticamente más graves. Estamos en otra etapa completamente distinta, y en esto no tienen que ver los Kirchner estrictamente: a los Kirchner les tocó el papel central en el reparto, pero lo que cambió es la obra que se pone en escena. El mundo que empezó en el siglo XXI es otro que el de los 90, muy otro.

      3. Algo más, Diego: se me hace que cuando Andrés habla contra el «aburrimiento» está respondiendo a la exaltación que hace Sarlo de la «democracia gris» o a gente que piensa más o menos así. No sé si es eso, ¿eh? Se me ocurrió ahora. Lo que sí sé es que hay en mucha gente, y creo que en vos también, un rechazo a priori a todo lo que en política tenga que ver con pasión, creencia, fervor, tener «una causa» que haga latir fuerte el corazón. Lo que en fútbol llaman «una mística». Desde la posmodernidad en adelante todo es pecado, horroriza, en gran medida como reacción contra las barbaridades a que condujo la pasión política y a cómo fue manipulada, como ya sabemos. Pero de evitar esos errores, de no volver a caer en eso a amputar la pasión y de lo que en política hay de puesta en juego de las ilusiones, hay una distancia. He visto directamente en Nueva York -estuve ahí- al pueblo-pueblo apasionado, verdaderamente apasionado, celebrando en cuerpo y alma el triunfo de Obama. No sé si comparto los motivos de su pasión, por lo menos seguro que no los comparto del todo, pero ¡cómo la entendí, y cómo me alegré por ellos!

  35. Es interesante lo que plantea. Sin embargo, me parece que no se sostiene mucho más allá de sus evidentes intenciones de repetir un arquetipo sobre las clases medias. Porque, en definitiva, es usted quien defiende el fin de la política. Ve la política como un espacio de lo discursivo y las reacciones´sociales que se generan en torno a los «discursos», a los que contempla de un modo unidireccional. Forma parte de su propio hilo expositivo, por ejemplo, cuando pasa de Massot a las clases medias, estableciendo una conexión que me parece arbitaria entre ambas cosas.

    No contempla que la política, aunque incluya la retórica (sobre todo la de los políticos y la de los periodistas), tiene que ver también con la toma de decisiones concretas sobre cosas concretas, que afectan la vida material de las personas y tiene un papel determinante en sus propias decisiones individuales. Los decisores (los políticos) tienen poder real en el mundo real, poder e influencia sobre la economía y la organización social a través del uso del poder del estado. Sobre cosas como salarios, precios, producción de bienes, demanda y consumo de bienes, empleo, atención sanitaria, instituciones educativas, transporte público y cuántas cosas quepa incluir en todo aquello que conforma nuestra universo cotidiano. Confunde, en mi opinión, las demandas y opiniones sociales con su expresión lingüística, que son cosas distintas. Es decir, ve la política como el lugar de la retórica.

    En una conversación en pequeño grupo, donde los discursos se matizan y depuran, gran parte de esos «discursos» homogeneizadores desaparecen. Aparecen demandas mucho más concretas, muchísimas más diferencias. También aparecen muchas otras cosas dependiendo de las preguntas. Si usted pregunta si las personas piden «diálogo», probablemente mucha gente le contestará afirmativamente. Si usted pregunta qué «diálogo» piden sobre qué, problablemente las respuestas serán muy diversas. Si usted les pregunta con qué correlacionan el «diálogo», verá que, detrás de eso, muchas veces hay cosas muy contradictorias. La sociedad, entre otras cosas, no funciono por «discursos» homogeneizados, sino por múltiples conversaciones. También hay muchas voces que nunca se escuchan. O hay muchos que ni siquiera tienen voz, que se les niega la posibilidad de hablar, como los millones de personas a las que se condena a la exclusión social. Hablan por ellas sus ventriluocos. Etcétera. Podría extenderse la reflexión en esta dirección.

    Tomemos un ejemplo que no tiene que ver con las múltiples conversaciones ni las preguntas en el sentido en que lo decía antes, sino que tiene que ver sobre de qué forma se construye la «validez» de los discursos. Es muy interesante, por ejemplo, la diferencia entre lo que usted enuncia, partiendo de su subjetividad, y lo que se enuncia frente a preguntas concretas en una encuesta. Por más poca fe que se pueda tener en la validez de encuestas, no veo porque hay que tener más fe en la validez del criterio quienes se erigen en intérpretes de estos «discursos» homogeneizadores, sean políticos, periodistas o intelectuales como usted:

    http://musgrave-finanzaspublicas.blogspot.com/2009/02/los-argentinos-son-progresistas.html

    Volviendo a lo anterior, el kirchnerismo fracasó, a mi modo de ver, por privilegiar la retórica por encima de la política. No se trataba tanto de qué hacer, como qué decir para presentar lo que en verdad se hacía. Quizá es un problema de la excesiva retorización de la política cuando el grado de democracia es escaso. Un antiguo problema argentina, donde siempre fueron más importantes las palabras que las cosas, como ya dijo con ironía Ortega y Gasset (que, aclaro, no es santo de mi devoción).

    Sobre el problema de la retórica en la política, no resisto la tentación de dejarle los famosos 11 principios de Goebbels sobre la propaganda, tal como los estudió en su momento Leonard Doob, un sociólogo y psicólogo social en 1948, cuando era profesor en Yale. Vale la pena preguntarse cuanto de eso puede reconocerse hoy en Argentina (y en muchas otras partes) como parte integrante de las formas de «hacer» política. Al final, de lo que trata es de un viejo problema: la manipulación.

    Sería quizá bueno reflexionar sobre cuáles tendrían que ser sus límites si lo que se pretende es algo distinto a lo que ya hay, lo que nos llevaría a pensar sobre las instituciones políticas y la democracia. Me parece que nadie está muy en condiciones de tirar la primera piedra. Porque ningun discurso llevado por la pasión inmediata de la lógica amigo/enemigo que subyace a veces en la política puede evitar recurrir a alguna de estas estrategias. Por más buenas que sean las intenciones. Y tales principios consisten la base sobre la que actúan muchos políticos, uno de sus «métodos», por decirlo de algún modo. Diría que el «método» es proporcional a su grado de poder en las instituciones, porque aplicar tales principios requiere, en definitiva, disponer del ascendiente social y los medios para que la manipulación tenga efecto. Todos le dirán, claro está, que el recurso fue para fines nobles. ¿Quién admite que es un manipulador? A lo mejor, muchos ni siquiera se dan cuenta. Lo toman como si fuera parte del oficio. Ahí va Goebbels:

    1. Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.

    2. Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.

    3. Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. «Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan».

    4. Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.

    5. Principio de la vulgarización. Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.

    6. Principio de orquestación. La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: «Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad».

    7. Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.

    8. Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.

    9. Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.

    10. Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.

    11. Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente de que piensa «como todo el mundo», creando una falsa impresión de unanimidad.

    1. IMPRESIONANTE! Los kk se saben los 11 puntos de memoria! Hace algunos meses, las retenciones eran para la mesa de los argentinos, para una lista de hospitales, etc; despues fueron lo que siempre supimos todos: para la caja kk.
      El problema con el kkismo, es que aunque trate de cumplir con los 11 puntos, ya no le cree nadie.
      Muchos no les creimos desde el principio, otros no les creen desde hace algún tiempo.
      La propia tropa tampoco les cree nada, pero por razones que van desde las distintas efectividades hasta el imbecilismo «ideológico» congénito, no tienen mas remedio que defenderlos.
      Así es el pais argento, que va a hacer.

  36. Patricia: de verdad, impresionado por sus observaciones, que no dejan de moverme el piso. Cuando a uno le replican o le objetan con ese nivel de pensamiento da un gusto enorme, lástima que ocurre tan pocas veces. Uno querría que así se dieran los debates y celebra la oportunidad. Por lo mismo, no sé cuándo voy a poder responder porque lo suyo necesita ser leído con cuidado, y ese cuidado requiere una dedicación y un tiempo que ahora no tengo. Pero, en cuanto pueda, intentaré dar cuenta de los acuerdos y desacuerdos, seguramente habrá bastante de ambos, y de los «no sé si estoy de acuerdo o en desacuerdo» (seguro que no va a faltar) y reconoceré lo que tenga que reconocer donde consiga demostrar que estoy equivocado o encaré mal la cosa.

  37. Amigo Balvanera, se confunde, tal vez ellos, los que atracan bancos, piensan que sus derechos estánpor sobre los de los otros.

    la clase media no piensa así, o por lo menos sus líderes con un poco de firmeza pueden mostrarle que no hay que pensar así. No nos gusta que israel tenga bombas atómcias, no nos gusta que eeuu o cualquier país se pase por las bolas los pedidos de la ONU, no nos gusta que haya chicos sin techo. Y mucho menos nos gusta que el primer mandatario, es decir: EL PRIMER EMPLEADO de nosotros, del pueblo, crea que ser un Estadista es hacer crecer su ego, gritar más fuerte, «sentirse lleno», como dijo el otro día, en vez de preocuparse en serio por nosotros, y DECIR LA VERDAD, cosa que no hace. Por eso amigo, no lo aguantamos a Kirchner, pero lo vamos a bancar, hasta el 2011, porque esto es democracia. No hay rosa sin espinas. Fin.

  38. y más me alegra que sin haber leído el comentario de Patricia, uno que ud dijo admirar, yo me haya referido a un Kirchner que no dice la verdad, y que trabaja para él,en vez de trabajarpara le gente. Y el comment de patricia hable de retórica en vez de HACER cosas. ,, y de lo de goebbles..

    1. Notable que diga coincidir con Patricia sin haberla leído, pp, pero toda una elogiable muestra de franqueza, porque, notoriamente, más allá de alguna coincidencia epidérmica, lo que tienen en común lo suyo y lo de ella es poco y nada. Empezando y, sobre todo, porque Patricia hace un muy serio aporte al debate, en tanto usted se larga a emitir afirmaciones pensadas con ligereza, en general basadas en lugares comunes, dichas con la certidumbre de quien emite la verdad revelada, difíciles de sostener con argumentos y que muestran que usted no leyó los textos a los que supone replicar. Puede que haya pasado la vista por ello y encontró frases y palabras que le hayan suscitado la necesidad de salir a responder. Pero leer es otra cosa. Por ejemplo: busque y dígame en qué parte de mi artículo se habla de «clase media». No sólo por la dificultad de definir qué sería eso de «la clase media» no lo hago, sino, y sobre todo, por algo más de fondo y más importante: me opongo a recurrir a las tipologías de los sectores sociales. De cualquier sector social: son siempre engañosas (además de que, exagerando, diría que siempre incuban un cierto germen «fascista») y llevan siempre el análisis a empantanarse en equívocos lamentables. No hablé de clase media (además de que, suponiendo que exista, no sería capaz de describirla) sino de ciertos núcleos de ideas, visiones y creencias que están bastante implantados en una parte muy importante de los sectores medios de la población. Es decir, no hablo de esos sectores sino de esos núcleos de ideas, visiones y creencias: hay personas de esos sectores que adoptan esos núcleos y otras personas que no, y algunas personas las adoptan en un grado mayor y otras en un grado menor. No tengo hecho el estudio de cuántos ni en qué proporción. Lo que sí me preocupa es que existan esos núcleos y que estén, como están, bastante extendidos, o muy extendidos, y alentados por un importante aparato empresario comunicacional, al que le conviene esa situación porque entre otras cosas consigue mejores consumidores y acrecienta sus ganancias. Cuando digo «la gente» (y eso está explicitado en el artículo) no me refiero literalmente a la gente real, sino a lo que realmente hay detrás de esa palabra: una imagen, un cliché, un concepto, una convención social que reúne determinadas características y con la que muchos integrantes de los sectores medios se identifican, y no sólo de los sectores medios. De modo que no estoy criticando a «la clase media» sino al ideologema «la gente» y a los modos en que ese ideologema determina el pensamiento y la acción de mucha gente real.
      Dicho lo cual, explíqueme quiénes son los que roban los bancos. Como supongo que no se refiera a De Angeli, la verdad que no entiendo a qué viene la alusión. Y en cuanto al resto de su post: entendiendo que cada vez que usted dice «clase media» se refiere a quienes en la sociedad argentina se identifican con el cliché «la gente» y que muchas veces se autodenominan «clase media» (son ellos los que lo hacen, como si esa «clase media» fuera uniforme, toda igual), debo decir que su descripción es, si no totalmente mentirosa, muy pero muy parcial. Puede que usted sea exactamente así, tal como describe a «la clase media», no tengo porque dudarlo. Usted y alguna otra gente. Pero no puede negarme sin que se le caiga la cara de vergüenza de que hay otros, muchos otros, muchísimos otros, una enormidad de otros, a los que sí les gusta que Israel tenga bombas atómcias, y sí les gusta que EE.UU. se pase por las bolas los pedidos de la ONU si es contra los salvajes musulmanes, y que no le va ni le viene que haya chicos sin techo, o que puede que no le guste, pero de la boca para afuera. Pero el inconsciente es más fuerte y se le escapa la verdad cuando dice que MUCHO MENOS que todo eso le gusta que el primer empleado grite fuerte. Es decir: es mucho peor que el primer empleado grite fuerte que la muerte de hambre de los chicos y la invasión de territorios que le caen mal a una superpotencia.
      Y cuando habla de «sus líderes» (los de «la clase media»). ¿Quienes? Porque, si se trata de los dirigentes políticos a los que la prensa presenta como «líderes de la clase media», no sé cómo usted pretende hacerme creer que no piensan así, no digo todos ellos pero sí la mayoría, o muchos. O usted es muy ingenuo o cree que me puedo tragar cualquier cosa. Aunque habría que ver de quiénes está hablando cuando dice «sus líderes», a lo mejor hay algunos de cuya existencia no me enteré.

      1. «Estereotipo» era la palabra. Mientras redactaba el comment, la tenía en la punta de la lengua y se me escapaba, y recién ahora la recordé. Cuando digo «la gente» me refiero no a la gente real sino a un estereotipo, un invento que suple a los seres reales. Como no encontraba la palabra «estereotipo» puse «una imagen, un cliché, un concepto, una convención social que reúne determinadas características».

      2. Estimado Balvanera, le agradezco la respuesta, creo que ahora entendí muuucho mejor lo que quiso decir.
        Entonces, en esta respuesta, voy por dos objetivos:
        Uno. mostrarle que ud también supone cosas de más, que tal vez le generen una visión demasiado pesimista de los ciudadanos que, influidos por la televisión o los que la hacen, terminan siendo más cercanos al «esteriotipo» descripto por ud de lo que realmente son. (y perdone si no entendí eso). Como trato de mostrarle eso?.., diciendole que por ej, con mi comment no hay contradicción entre lo de leer y no leer a patricia. En el primer comment no había leído , para el segundo ya la había leído. Si, liviandad hay en mis palabras, y claro está que no leí al alemán que definió los 11 puntos, ni tampoco leí a sociólogos o quienes sea (no ha muchos al menos), pero la verdad, la verdad, con mi usual franqueza, le diré que lo que puse es español básico y claro, y creo que ud entendió el mensaje, lo cual me alegra. Le digo de pasó que si me refería a De Angeli, aunque me confundí, usé «atracar» para decir, atacar, invadir, abusar…, pero parece que la definición es «robar», y es verdad que eso De Angeli no hizo, por lo menos a punta de pistola.
        Dos. De vuelta gracias por repetir su idea, muy instructiva. Lo que le quise decir con lo de la clase media y sus líderes, es que debería haber líderes (la verdad q entre los que hoy pululan es difícil encontrar uno que de la talla), que lleven a esta pseudo clase «media» difícil de definir (la definiría como una que tienes las necesidades básicas Satisfechas, la que no se compra por un bolsón ni se deja regalar uno, pero que como particulares no tiene poder de influencia en la sociedad), en fin, que lleve a esta clase a pelear por ideas loables, y no mezquinos. Como verá, en mi comment también dejo la puerta abierta a que hay mucha clase media que no le importa un bledo la sociedad, TIENE RAZON, y lo dije, mire, así escribí: «la clase media no piensa así, o por lo menos sus líderes con un poco de firmeza pueden mostrarle que no hay que pensar así» , dice «por lo menos» y tendría que haber puesto «podrían» o «deberían», porque es verdad qeu los líderes que hay ahora no pueden. Tiene razón, son cosas que las dejé en mi cabeza. No quise ser tan explícito, pero quería decir: me gustaría que haya líderes que encabezen una forma de pensar diferente, que respeten la individualidad, pero que no la pongan por encima de la sociedad.
        Y , depsues de su comentario, creo que entiendo más su idea, y de hecho creo que la comparto, porque en parte, es parecido a lo que dije recién, renglones más arriba: la «clase media» que definí puede ser muy mezquina y desentendida, tal vez en parte impulsada por esos núcleos que ud dice, yo creo que mucho tiene que ver simplemetne la naturaleza egoísta y de corto horizonte (tanto temporal como espiritual) del hombre. Sino, si todo fuese producto de estos núcleos retrógrados, entonces sorprende que no haya, igualmente, núcleos que pelean a rajatabla por las «causas loables» (dejo esto para que cualquiera ponga ahí lo que le guste).
        Y, contradiciendome, voy a agregar un tercer punto. MUY IMPORTANTE,para devolverle las mayúsculas.
        Tres. Me molesta mucho que Kirchner, el que a mi gusto no se porta como primer empleado, por más que debería, debería ser empleado y a la vez ejemplo. Y como dije ahí, mucho menos me gusta la actitud de kirchner, y su desempeño, porque yo soy ciudadano, y Kirchner es mi primer empleado, entonces: Todas mis chances para darle un techo a un pobre son: o pagarselo yo, o que K haga bien las cosas; para que Israel no bombardee: o ser yo presidente de la ONU, o ser yo Kirchner y hacer un berrinche enorme, o que Kirchner lo haga, y no lo hizo; y así con todo. Entiende porque mi bronca es contra él?? En realidad no tengo bronca contra ninguno, pero si se que con mi persona K tiene más responsabilidades por esas cosas que el joven israelí, o el joven yanki, porque K tiene que representarme, los otros no. A propósito, y fuera de tema, pero también bardeandolo a Kirchner: el núcleo del que Ud habla parece que quiera que no salgamos de esa argentina post-dictadura, pero K también manda muchos mensajes desde su núcleo de poder que no son ni de unión, ni de unión, ni de unión, ni de unión, ni de unión, que es todo lo que habría que darle al pueblo Argentino. Salud :=) (jajaja , coindicencias)

      3. ¿Visión pesimista? La gente real (quiero decir, las personas reales, de carne y hueso, con nombre y apellido, y necesidades concretas) actúa de muchas maneras, cada uno a su modo. Estamos hablando de personas, no de robots. Aunque hay en la sociedad una tendencia a que las personas se amolden a personajes estereotipados, porque a todos nos resulta más cómodo (las cosas de esa manera son más fáciles, hay menos problemas, menos decisiones que tomar y menos angustia, y uno se siente más integrado) y porque desde el poder real -el poder económico- se alienta esa tendencia, siempre, a pesar de eso, se produce alguna brecha, alguna falla en el mecanismo. Precisamente porque las personas son humanas, es decir complejas, no pueden ser programadas por completo. Cuando hablo de lo que quiere o parece querer «la gente», hablo de la dirección que marca al estereotipo, y que, efectivamente -eso se ve- mucha gente real sigue, en mayor o menor medida. Pero claro que siempre queda abierta una esperanza, como muchas veces se demostró en la historia, y por eso uno se empeña. Y entre otras cosas puedo saberlo porque en el fondo yo no soy tan distinto, y también estuve ganado por muchos estereotipos inducidos, y estoy ganado por otros, y vaya a saber por cuántos más estoy ganado sin darme cuenta o dándome cuenta a medias.
        Otra cuestión: se equivoca con Kirchner. Fue nuestro primer empleado hasta el 2007, pero ya no lo es. No tiene sueldo del Estado. K es, por un lado, presidente del PJ y lider de un movimiento vago e inorgánico llamado «kirchnerismo», y, por el otro, esposo de la primera empleada suya y mía. En la que influye, obviamente. ¿Cómo no iba a hacerlo? ¿Espera que los esposos no hablen? ¿Que vivan separados? ¿Que una pareja que compartió toda su vida política no intercambie criterios? Sería una imbécil la Presidenta si, viviendo con un hombre que gobernó durante cuatro años el país y dirige al mayor partido no lo tuviera en cuenta.
        Lo que no entiendo es lo que dice del ejemplo que deberían dar los Kirchner. ¿Qué ejemplo? ¿Qué deberían hacer? A mí también me gustaría que se comportaran distinto en un montón de aspectos (no sé si los mismos que le importan a usted), pero su función no es dar el ejemplo. No son papá y mamá. Por otra parte, si los comparamos con los demás dirigentes políticos de alguna importancia, y sobre todo los gobernantes, que hemos tenido en los últimos 40 años, no veo ninguno mejor, francamente. Puede que, con esfuerzo, uno o dos.

      4. Ah, me olvidaba: en cuanto a eso de que K “no manda mensajes de unión, que es lo que habría que darle al pueblo argentino”. Mire, no se deje ganar por las lecturas mal intencionadas: lo que K hace, eso a lo que usted se refiere, es explicitar, con mucha franqueza, lo que los otros, hipócritas, callan. Y como lo dice con franqueza, lo acusan de llamar a la desunión y ser confrontativo. Y ahora, en realidad, ni siquiera lo callan: ya lo están diciendo: si sigue las palabras de los dirigentes de “el campo” o de muchos de “la oposición” verá que dicen que no hay que dejar que Cristina Fernández termine su mandato, o al menos no dejarla gobernar, hacerle imposible el ejercicio real de la presidencia. Lo están diciendo. Ya ni necesitan ser hipócritas porque se sienten fuertes y envalentonados.
        Pero vuelvo al tema de la “unión”: salvo en muy escasas excepciones, cuando en política alguien habla de “unión” (incluidos los Kirchner, aclaro), lo que en realidad está diciendo es “vengan y únanse a mí”. Cuando alguien como Grondona o La Nación le piden a un gobierno que busquen “la unión de los argentinos” es porque ese gobierno está haciendo cosas que a ellos no les gusta, de lo contrario ni se les ocurre pedírselo. Y, en cuanto al discurso “confrontativo” que tanto se le reprochó a Kirchner (y que, efectivamente, lo diferenció de los presidentes que lo precedieron), tiene que ver, ante todo coin que, para lograr las cosas que logró –pocas o muchas–, para conseguirlas tuvo que enfrentar la mayoría de las veces a los más poderosos. Y a los más poderosos únicamente se los enfrenta confrontando, porque ellos no permiten otra opción, ya que jamás están dispuestos a soltar ni un milímetro de sus privilegios, caiga quien caiga (vea sinó “el conflicto de ‘el campo’”). Pero ojo, que confrontar no quiere decir salir a los tiros ni agarrarse a palos, se puede confrontar de muchos modos.
        Sólo le recomiendo que sospeche, que ponga en marcha su capacidad de sospecha, cuando alguien le hable de “no confrontar” y de “unión”. Y trate, en esos casos, de averiguar qué es lo que están defendiendo con esa apelación. Más aun cuando esos mismos que llaman a “no confrontar” no dudaron en respaldar a personajes tan confrontativos como De Angeli en el pasado inmediato, o, en un pasado más lejano, a Emilio Eduardo Massera o Jorge Rafael Videla.

      5. No, Balvanera: tirarnos por la cabeza con Videla bloquea cualquier evaluación autocrítica. Más arriba hice una larga fundamentación de por qué no cualquier confrontación es válida; no la voy a repetir.
        Sólo te digo que la otra noche tuve una agarrada con primos a los que no veía hace tiempo y ellos (con la formación progresista que ya te conté) culpaban al gobierno por la torpeza con la que provocó la unión de FAA y SRA. De ahí, a dejarse llevar por la tradición anti peronista hubo un solo paso. No les importa la jauría libremercadista que sobrevendría a la derrota K.; quieren castigar.
        Por suerte mis gritos («¡suicidas!») fueron risueñamente interrumpidos por un vecino (estábamos en un jardín) que intervino a mi favor y pasamos a otros temas para relajar la tensión. Es muy jodido tener que batirse por un general que te envía a librar batallas evitables políticamente (¿remember las películas sobre la 1ª Guerra Mundial?). Demasiado Mouffe y poco Sun Tzu.

      6. Estimado Roberto, no tengo inconveniente en quitar la mención a Videla y Massera, o pedir que se la pase por alto, si dejarla contribuye a la confusión, a cerrar el debate o a encarajinar las cosas, pero fíjese que, como venía el discurso, estaba dado símplemente a título de ejemplo del modo de actuar de quienes con más frecuencia y entusiasmo salen a hablar de «no confrontación» o «unión de los argentinos», y eso es una realidad, no un invento mío. Usted, estimo, supone que lo puse como golpe de efecto, y, como tal, tendería a tapar la boca a cualquiera que quiera discutirme. No fue mi intención y, si cumple esa función, pido de verdad que se lo pase por alto (ya no puedo borrarlo porque quedaría sin sentido su comentario y esta respuesta mía). Pero no creo que haya que entenderlo así. Y, por otro lado, me sorprendió bastante cuando me dice que esa mención a Videla bloquea cualquier evaluación autocrítica, porque no era una evaluación autocrítica lo que se estaba tratando. Y no es que me parezca mal una evaluación autocrítica. De ningún modo, todo lo contrario. Digo, nomás, que era otra la cuestión.
        Pero, si vamos a la evaluación autocrítica, estoy completamente de acuerdo en que no cualquier confrontación es válida. Por supuesto. Quién sostiene eso? Como cualquier otra cosa. Ni cualquier confrontación, ni cualquier acuerdo, ni cualquier nada. Todo depende en qué circunstancia, si la circunstancia requiere confrontación o no. ¿Yo dije o sugerí otra cosa? Leí su comment de ayer a las 12:02 y, al margen de que me supera (usted domina muchos más elementos teóricos que yo, y los maneja mucho mejor), no estoy en condiciones de objetarle la idea de que el gobierno manejó mal la confrontación por la 125. No es usted el único que lo dice. Mi amigo Ricardo Rouvier, politólogo, integrante de la coordinación de Carta Abierta, y uno de los tipos a los que escucho con más atención cuando hace sus análisis políticos, también lo dice. A mí no me alcanzan los conocimientos para decir sí o no, pero me parece una idea muy atendible. Y estoy de acuerdo que es bravo, muy bravo batirse por un general que lo manda a uno a batirse por batallas evitables, lo que pasa es que vaya a saber cuándo está uno en lo cierto al decir que son evitables y cuándo no, mientras las papas queman. Lo que no estoy muy seguro, y es apenas un pálpito de mi parte, es que incidan tanto Laclau-Mouffe: está claro que usted los leyó mucho más que yo, pero los que no creo que los hayan leído mucho son los Kirchner. Creo que Néstor no necesitó a Laclau-Mouffé para elaborar su concepción de la confrontación. Diría que está en su personalidad. Y por otra parte, con Laclau-Mouffe, como con cualquier otro (Marx, Mao, Gramsci, Jauretche, Giap, Perón o Simón Bolivar, o Jesús) siempre se puede tomar lo que dicen y simplificarlo, caricaturizarlo o parcializarlo y usar eso -la simplificación, la parcialización, la caricatura-, o adoptar únicamente lo que a uno le sirve de una teoría o de un pensamiento. No me parece que este dúo de pensadores prediquen el conflicto en cualquier ocasión y así nomás porque sí, de cualquier manera y siempre. Resumiendo: viva la autocrítica.

  39. Muy bueno el aporte de Patricia,y cierto.Es deseable que lo lean todos nuestros politicos.Y entonces empecemos a analizar por que la politica es hoy tan retorica.Tal vez ese ingrediente lo tuvo siempre,pero nos interesa superarlo,comola filosoofia trata de superar a la sofistica.Una politica supeditada a la imagen,a los medios de comunicacion y a otros intereses como los economicos,tendera a ser retorica.

  40. que lindo que se viene poniendo esto sobre el final!… gracias muchachos, da gusto leerlos, porque el acuerdo o desacuerdo (o la indistinción entre ambos) es secundario a la posibilidad de leer o escuchar a alguien que posibilita pensar, re-prensar, volver a evaluar las posiciones, etc.

    gracias nuevamente.

  41. La primer exposicion de Balvanera y su posteior defensa son muy dignas y hasta brillantes.Como ya opine sobre la actualidad del sometimiento de la politica a la retorica me interesa mas rescatar del pensamiento de Balvanera la persistencia de la herencia cultural y psicosocial de la dictadura,que es la madre de todas nuestras confusiones actuales.

    1. De todos modos, sigo en deuda con la respuesta a Patricia. Es una cuestión muy seria la relación entre política y retórica. No sé cuándo podré, sobre todo porque para discutirle tengo que empezar por reconocer que tiene mucha razón en mucho, pero eso no me impide discrepar, a la vez que me reclama una respuesta muy afinada, que me reclama tiempo de elaboración.

  42. Una pequeña disgresion sobre el tema:si entendemos la palabra «fin»como finalpodriamos observar que la politica se pierde si es sometida totalmente a la economia y que en esta epoca esta corriendo el peligro.si es que los pueblos,a traves de sus representantes no logran tomar»la sarten por el mango»y toman medidas que consideren primero a la gente como la famosa renta basica universal,el control de las herencias y de los flujos monetarios de las multinacionales,el respeto por el medio ambiente,etc.Otra inter´pretacion cabe si tomamos como»fin»el objetivo a lograr,en cuyo caso brilla por su presencia el»maquiavelismo» tal vez mal entendido pero definido tradicionalmante com que el fin justifica los medios.De ahi el predominio de la retorica en el discurso y el manejo de la imagen a traves de los medios de comunicacion,hechos que desvirtuan el verdadero fin de la politica,que es el de servir a la gente,ajustandose a reglas como las del inteligente y odiable Goebbels,que corren parallelas a las reglas publicitarias comerciales y constituyen un tema de psicologia social.Solo la formacion de la conciencia critica podria conseguir que la gente no sea manipulada por ambos enfoques del fin de la politica.

  43. Señor Balvanera, es un honor para los que visitamos este sitio leer un artículo tan bien pensado y ejecutado. Sin tener que compartir su, diría, desencantado entusiasmo kirchnerista -aunque votaré a sus candidatos en octubre, constatada la alternativa-, le digo que comparto su forma de analizar el proceso social y político de las últimas décadas, que arroja un producto profundo y denso en ideas.
    Verdaderamente es muuy desparejo el debate, pero sea bienvenido. Otra cosa sería fomentar la muerte definitiva de la política, que se ha tenido por un bien precioso (resumido el la paupérrima consigna «que se vayan todos»), y cuyos peligros usted acaba de precisar de modo excelente.
    De todos modos, verdaderamente es descorazonador comprobar cómo algunos hacen un uso pésimo de la palabra, en el sentido no sólo de la calidad de los argumentos, sino por la dudosa moral de las intenciones, a veces evidentes, de embarrar una cancha que ya es un chiquero.

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